UNA MIRADA IGUALITARIA SOBRE EL CONSTITUCIONALISMO. Coordinador: Roberto Gargarella. CANAL YOUTUBE DEL SEMINARIO: https://www.youtube.com/channel/UCytpairtEH8asvyYRt6LQBg/
30 may 2008
Dworkin sobre el MST y la toma de tierras
El amigo Miguel, de Brasil, me hizo llegar un artículo del gran Ronaldo (Dworkin, obviamente. Qué otro Ronaldo?), sobre el Movimiento Sin Tierra -MST- y la toma de tierras en Brasil. El artículo, que salió en O Estado de Sao Paolo hace un tiempo, trata sobre la desobediencia civil del MST, y dice cosas como éstas:
"[El MST promueve el asentamiento de agricultores pobres], o sin tierra, en propiedades rurales ociosas, sin el consentimiento de los dueños, lo cual genera cuestiones nuevas y particularmente complicadas con respecto a hasta qué punto ese motivo, en particular, ofrece una justificación moral para que se quiebre la ley...Según estoy informado, [el MST] no utiliza la violencia: espera, en principio, obtener sus objetivos sin el uso de la fuerza -y a pesar de la terrible fuerza que ha sido utilizada contra el movimiento...
La democracia genuina implica la participación en un proceso de autogobierno, en el que la ley trata a los ciudadanos con igual consideración y respeto, de modo que la propia democracia queda en peligro cuando cualquier gobierno, aún se trate de uno salido de elecciones justas, falla en coregir la injusticia profunda y manifiesta contra un grupo. En esas circunstancias, la desobediencia civil no es necesariamente errada...
[Nos encontramos aquí con] una historia de injusticia que creó gran pobreza para millones de pequeños agricultores, y proporcionó poder político vasto e injusto para los grandes propietarios, que hoy utilizan ese poder para evitar o retardar reformas...Habiendo evidencias ...para demostrar que el grupo no es tratado como participante, en igualdad de condiciones, en la ventura política de una nación, la democracia falló y, en esa medida, hasta que cambie la actitud del gobierno, los actos no violentos deben ser comprendidos dentro de la honrosa tradición de la desobediencia civil."
Miralo a Ronaldo, suck that tangerine!
Decía Rawls
Rock y clase obrera 2: Éste análisis
Después de las discusiones e intercambios de letras que tuvimos, con ocasión del post Rock y clase obrera, MM, colega, socióloga, ocasional lectora del blog, nos manda este análisis con las regularidades que encontró en las letras citadas. Mirá vos!
gracias MM!
“Rock nacional y clase obrera, letras y algo más...”
Percepciones sobre la clase obrera en las letras de rock nacional
Metodología General
Para el análisis se consideraron las canciones listadas en el blog al martes 27 de mayo. Se agruparon distinguiendo las que contenían “percepciones sobre la clase obrera” (ParteA) de aquéllas que describían “percepciones sobre la lucha de la clase obrera” (ParteB). A fin de identificar los aspectos emergentes contenidos en las letras del rock nacional se desarrolló una matriz de asociaciones que permitió vincular los atributos con los aspectos o líneas dominantes (los emergentes que estructuran las percepciones), respetando en este proceso la expresión textual de las canciones, entendidas como relatos. A efectos de la presentación final del análisis, los aspectos estructurantes de las percepciones se organizaron según el mayor número de asociaciones establecidas en la matriz. Finalmente se articularon los resultados de las percepciones (de clase y de lucha de clase) de las letras en cuestión.
Si bien aquí solo se consideran las canciones que fueron propuestas por los integrantes del seminario que participaron en esta temática en el blog, el resultado sitúa “constructivamente” al investigador ante un universo de preguntas posibles a partir de los cuales indagar las múltiples relaciones entre rock nacional y clase obrera. Para pensar o re-pensar la relevancia explicativa del concepto de clase obrera en Argentina, o mismo el concepto de clase subalterna o subalternidad. Interrogarse sobre las formas de construcción de subjetividad en el marco de las relaciones fabriles (obrero-patrón) en contextos históricamente determinados, etc.
ANALISIS GENERAL
A.- Percepciones sobre clase obrera en las letras del rock nacional
Qué conflictos se manifiestan
Promesa no realizada entonces indiferencia
no pagan, mal salario situación que agobia
fue chiste el comunismo. fue imposible. creer hirió
no puede pensar una salida porque su situación
es cada vez peor. mal salario. más exigencia
Burgués corrompido, engaña, explota no da nada
ese burgués es el peor capitalista. representa al peor capitalismo,
el capitalismo que no da nada .
Hay pacto(obrero/patrón)el obrero se pone el uniforme capitalista para morfar.
Sabe que el capitalista no es un hippie.
Sabe de la situación y espera distribución del pacto.
pero el “Otro” es el peor de los burgueses. No da algo más
Hay un engaño. Hay una gran zanahoria para el hijo burgués que se hizo “hippie”
El padre se la muestra, y el hijo la va morder .
Idea del hippismo como falsa conciencia.,
Qué siente(n) esos Sujetos
Odia laburar pero no puede dejar de hacerlo
La felicidad(obrera) se aprende en el barrio, en la vida, en la rutina obrera
Es resignación y disfrutar como se puede
Está cansado, la vida oprime, la rutina oprime
La vida es aguantar que se vaya la vida por un jornal, viviendo felicidad obrera que se aprende.
Hay indiferencia ante lo que se sabe que se pierde (la esencia de la felicidad y de la vida)
Percibe que es parte menor de ”todo esto” (pierde en la distribución), pero se resigna y vive como obrero.
Vida obrera, barrio obrero, lugares de trabajo construyen subjetividad. Todo es gris, rutinario y triste pero
eso es SER obrero (..”de la casa al trabajo y del trabajo a casa”..?)
Es un loco utilitario con buen coeficiente intelectual que cocina su vida laburando, y que trabajaría a gusto
si le pagaran mejor
Qué salidas puede accionar
Dejar de trabajar si no pagan
Empacar aunque no lo desee
Recordar lo que era y deseaba pero el patrón decide. ( no activa su deseo, la posibilidad de pensarse como “sujeto-proyecto”)
No le queda otra que resignarse y entregarse a Dios (la voluntad de Dios es que asuma su condición de obrero?)
y encomendarle los suyos a Dios.
No pudo transformarse en el hombre que soñaba (no se proyecta, anula posibilidad de proyecto revolucionario/ transformador)
porque el patrón lo decidió así
Al “Otro”(al burgués) no lo puede alcanzar. No puede ser burgués. No puede ocupar su lugar por más que “corra”
Resignarse o matarse. Perforar como pueda la frontera como el Dios crucificado.
Quién es Sujeto
Es ferroviario, es un mendigo
Es un trabajador de la carnicería, un obrero, un taxista
Un empleado de la capital, un municipal, un desempleado
Es el que se pone el uniforme
Ese es el obrero
Qué pasó en el pasado
Siempre su vida fue igual, fichar y nada más
Creyó en el comunismo,.Tuvo expectativa, fueron días de oro con brillo de sol
Pero fracasó, según los diarios fue imposible, fue un chiste,
Luego creció, se fue del barrio y vio que la realidad/verdad es otra (..”la única verdad es la realidad..”?)
En el pasado fue obrero (de la shell) y puede dar testimonio de lo que fue la industria. El Dock Sud industrial
Dónde vive
Dock Sud, debajo del puente de hormigón
En el Riachuelo dónde comienza el aceite estancado y la civilización
En el barrio industrial
En la ruta o la ciudad
Por la General Paz, por donde pasa la línea 91
Cuándo trabaja
Todas las mañanas, muy temprano al amanecer
Y en la noche duerme porque al otro día debe levantarse como lo hizo ayer
Qué espera hacia delante
Desea fumar, algo de asado y el jamón
Que el dinero le alcance
Puede cambiar algo
Poco disfruta su día si piensa como haría
B.- Percepciones sobre la lucha de clase obrera desde las letras del rock nacional.. (o para un proyecto de lucha)
Qué hacer para cambiar
Herramienta piquetera. Corte de ruta y asamblea
Poder de la clase obrera. No dormir, ni dormir la siesta de
la clase obrera. (Santiago ya no duerme la siesta)
Prender fuego al sufrimiento. No ir a medias ni
quedarse en la vereda. Tomar lo que les corresponde,
no esperar ayuda de nadie. No ocultar la rabia
Saquear las casas de los que oprimen
Conciencia Obrera
Vino artificial, atmósfera parrillera
conciencia común atada a la tierra estomacal
la conciencia duerme aún y mientras tanto
va de la cuna al ataúd. ignora que no existe el fin
Condiciones materiales de los obreros
Bestia humana que va de la cuna al ataúd
bicicleteados con la mierda de sueldo.le cortan la luz y el gas
no le alcanza ni para fiambre. no tiene Cuit ni Cuil. nada que ver con la DGI
Caracterización del OTRO DOMINADOR
Bicicletea al obrero y vive a lo Beverly Hills
sabe que el obrero espera, no se rebela.
saqueó la dignidad del obrero
Es también la burocracia que no moja ni la carpita
Memoria de la lucha de clase
No puede repetirse la situación. hubo quienes dejaron
su sangre por los sueños de clase. hay que pegarle al parche
y despertar y prenderle fuego al sufrimiento
Marco del conflicto
en argentina el que no come se deja comer
29 may 2008
Se va, el seminario se va
Nos quedan sólo dos sesiones del seminario, que estáran a mi cargo, y que incluirán lecturas de textos que ando empezando a escribir. Para la próxima, "izquierda y derecho," un borrador en el cual simplemente "punteo" algunos temas que pueden ser pertinentes para una crítica al derecho (constitucional) desde la izquierda. Faltan temas? Los temas que están no son importantes? Está todo mal? La mirada desde la izquierda merece ser otra? Todo eso puede ser. Pero, por suerte tenemos el seminario para ir discutiéndolo. Si quieren venir, como siempre, lunes, facultad de derecho de la Uba, Aula 1 de Extensión, planta baja, seis de la tarde
27 may 2008
De la utopía comunista a Nippur de Lagash
Nació (y ahora volvió a vivir) en Paraguay, en medio de una colonia de irlandeses y escoceses que se fue hasta allí a fundar su utopía socialista-comunista. Es -digo yo- el mejor historietista que tuvimos por acá, junto con Héctor Oesterheld. Se llama (y es su verdadero nombre) Robin Wood, y luego del tremendo éxito que tempranamente tuvo (era obrero en una fábrica cuando saltó a la fama historietística), tomó una mochila y se fue a buscar aventuras al mundo, viviendo en cualquier país, y mandando sus historietas desde cualquier lado. Todo eso y otras cosas las cuenta por aquí Los dejo con el maestro
Investigación sobre el aborto: un pedido de ayuda
Más allá de decir que la sesión del seminario de hoy -relacionada con el aborto y el derecho de privacidad- fue muy buena (gracias Paola!), quería hacer un pedido de ayuda. Con unos-as colegas-as del exterior estamos haciendo una investigación, meramente descriptiva, sobre el estado del tema del aborto en la Argentina, a nivel provincial. Nos interesa saber qué decisiones judiciales ha habido en torno al tema, especial pero no únicamente en instancias superiores. Como tememos no encontrarnos con muchas decisiones en la materia, otras informaciones que nos den indicio de la posición de los jueces locales sobre la cuestión -informaciones que nos sirvan para contar, finalmente, con un panorama del posicionamiento, actual o previsible, del poder judicial en esta área del derecho, serán también bienvenidas. Cualquier cosa, pueden enviarme un mail a roberto.gargarella@gmail.com
Gracias!
25 may 2008
Recordad 2
1) No eran buenos sino MUY buenos (pena que, por única vez, estos no están en versión electrónica)
2) Nos permiten discutir el aborto, pero nos urgen a discutir, mucho más allá del aborto, sobre el derecho de privacidad. MUY interesante! Lo siento por quien no puede venir!
24 may 2008
Recordad: Seminario
22 may 2008
Rock y clase trabajadora
Entre otros miles proyectos postergados e inconclusos, tengo dos. Uno, el de dar cuenta de la jurisprudencia anti-obrera y anti-izquierdista de nuestros tribunales (algo que el eficiente libro de Manili sobre la jurisprudencia histórica de nuestra corte no me permite reconstruir, ya que pasa básicamente por encima de tales casos), y otro el de trazar las conexiones entre rock nacional y clase obrera. Rebuscando entre temas que ayudaban a tender esos puentes entre rock y working class, acá van cuatro ejemplos: El primero, de Pappo (una letra simplérrima, pero al mismo tiempo un tema históricamente importante); el segundo, de Hermética (con autor polémico, si los hay); y los dos últimos del campeón, Moris (El mendigo de Dock Sud -por lo que acá se ve, Dock Sud es, para el rock, EL lugar que representa al trabajador- y Pato trabaja en una carnicería -que incluye la histórica línea: "eso es ser el peor capitalista". De Moris tuve que dejar afuera joyas como la del Muchacho del Taller y la Oficina). A ver si un día alguien me ayuda con alguno de los dos proyectos
LAS VIAS DEL FERROCARRIL (Pappo)
Todas las mañanas,
voy a trabajar,
voy con muchas ganas,
y con felicidad.
Si alguna vez quieres,
encontrarme a mí,
trabajo en las vías,
del ferrocarril.
Muchas veces cuando yo,
voy muy lejos de aquí,
recuerdo la historia,
del ferrocarril.
GIL TRABAJADOR (Hermética)
El tormento del vino artificial
y su atmósfera parrillera
anestesian la conciencia común,
que transcurre su infancia
en la tierra estomacal
Masticando esta siniestra heredad,
prisionero estoy en mi ciudad natal
donando sangre al antojo de un patrón
por un mísero sueldo
Con el cual no logro esquivar
el trago amargo de este mal momento.
Mientras el mundo, policía y ladrón,
me bautizan sonriendo, gil trabajador.
Bestia humana que duermes aún
de la cuna al ataúd,
extraviada del rumbo a seguir
por ignorar que no existe el fin
del que escapar.
De Pacheco a la Paternal,
de Dock Sud a 3 de Febrero,
mil amigos con el corazón
esperan esta canción
Para atravesar
el trago amargo de este mal momento
Mientras el mundo, policía y ladrón,
me bautizan sonriendo, gil trabajador.
Gil, gil trabajador.
EL MENDIGO DE DOCK SUD (Moris)
Yo soy el mendigo de Dock Sud,
vivo debajo del puente hormigón
y soy feliz.
Hoy el sol brilla, 15 de mayo,
y yo sentado al final del Riachuelo
soy feliz.
Las palomas vuelan de fábrica en fábrica,
el río de aceite parece contento,
como el Mar Negro de mis libros de historia.
Yo conozco la historia del Dock Sud industrial,
yo fui obrero de la Shell.
Yo soy el mendigo del Dock Sud,
y conozco el fin del Riachuelo,
ahí dónde comienza el aceite estancado,
y la civilización.
Yo soy el mendigo del Dock Sud,
dónde está la nafta y el petróleo,
ahí están los ríos llenos de basura
volcándose hacia el mar.
El mar forma erizado caminos mágicos,
debajo del mar.
El mar no canta su canto,
hay cantares de mar.
Una mariposa blanca se ha posado
más blanca
Yo soy el mendigo, sí, del Dock Sud,
y conozco el fin del Riachuelo,
Resplandecen al sol del planeta
montañas de dorado y negro.
PATO TRABAJA EN UNA CARNICERIA (Moris)
Todo empezó con el chiste que decía
lo tuyo es mío y lo mío es mío
no comprendimos que eso sería
lo que algún día nos heriría
fueron los días, los días de oro
y el sol brillaba sin preguntar
después crecimos y nos fuimos del barrio
pato trabaja en una carnicería
tiempos aquellos de rosedales
novias de Flores, primeros cigarrillos
nunca al colegio, siempre la vida
y las mañanas del sol aquel
hemos crecido y visto el mundo en los diarios
el comunismo resultó complicado
lo tuyo es mío y lo mío es mío
nos ha llevado a la indiferencia
tenés excusas, los otros tienen
que te mantengan para eso están
sos el burgués mas corrompido que existe
y te engañas pensando que sos un hippie
vos explotas a todos y no das nada
y eso es ser el peor capitalista
cuando tenés, te hacés el burro
vivís de arriba, que asco me das
vos te reís del mundo y de las personas
pero querés que el mundo te alimente
otros te proporcionan lo necesario
y vos seguís creyendo que es lo corriente
que inútil sos, que mantenido
mírate un poco, baja de ahí
siempre estás en artista y te hacés el genio
cultivas tu aire ausente y despreocupado
porque te supergusta hacerte el raro
y tu fama te tiene muy preocupado
te haces copar, como engañas
sos de mentira y no servís.
pato trabaja en una carnicería
pato trabaja en una carnicería
Llinás tiene la palabra, 2
Llinás tiene la palabra
Comienzo por un punto apenas filosófico. Hay una reflexión importante, nacida en el Eutifrón y formulada por Sócrates, que cuestiona si “algo es correcto porque Dios lo ordena, o si Dios lo ordena porque es correcto.” Un riesgo que a veces enfrentan los realizadores argentinos (sólo para hablar de cine, y sólo para hablar de la Argentina), es el de concebir la creación artística a partir de la respuesta menos atractiva posible a preguntas como las de Sócrates, esto es, la que dice que un hecho deviene en artístico porque es uno quien lo realiza. El riesgo en cuestión se relaciona con una convicción común y más bien excesiva acerca de las propias capacidades –una convicción que suele contradecir la idea de que uno necesita, imperiosamente, poner todo el esfuerzo y talento propios al servicio de la difícil búsqueda del momento creativo. Finalmente, una mayoría de nosotros contamos con capacidades y talentos limitados, que no niegan la posibilidad de que produzcamos objetos (literarios, cinematográficos) bellos, pero que exigen de nuestra parte un esfuerzo creativo muy especial.
En este contexto, marcado por una exagerada autoconfianza y, quizás también, poca prepotencia de trabajo, la aparición de un film como el de Llinás resulta una novedad, digámoslo así, extraordinaria. Una novedad que vuelve a llevar sangre a las venas de una producción local algo anémica, y que permite llenar de contenido lo que estaba resultando vacuo. Son muchas las cosas que merecerían decirse de la película de Llinás, pero sólo me siento habilitado para señalar un par de ellas.
La primera es felicitarlo por la recuperación del lenguaje. Desde que vi la película, no me he cansado de agradecerle, íntimamente, por la vuelta de la palabra al cine argentino. Es un placer –que he experimentado en este film, pero también en Balnearios, y asimismo en las notas periodísticas que le he leído- reconocer de qué modo sus dichos aparecen como litros de agua pura que se vuelcan, calmos, sobre la tierra seca de la filmografía local. No se trata, simplemente, del hablar bonito o del hablar de corrido (aunque ello también, ay! se ha ido convirtiendo en un mérito). Se trata de hilar oraciones con sentido y contenido, oraciones que surgen de una cierta reflexión previa, antes que de esa amenazadora confusión entre la propia vida y el arte. El retorno de la palabra resulta notable, por lo demás, cuando reconocemos la tan problemática relación que se ha ido estableciendo, en nuestro país, en estas últimas décadas, entre cine y lenguaje.
En efecto, desde hace tiempo, el cine de producción local viene llevándose mal con las palabras. Hay cineastas del mutismo (Alonso, Fontán), cineastas que no tienen mucho para decir en palabras (Moscoso, Ortega, Rotter), cineastas del hablar abúlico (Rejtman, Acuña), cineastas del lenguaje machista (Bernard/Nardini), cineastas del lenguaje barrial (Caetano, Perrone), cineastas del lenguaje demagógico (Campanella), cineastas del lenguaje pretencioso (Ferrari y la reciente Cómo estar muerto), cineastas de la inescrutabilidad, por la inescrutabilidad misma (Matías Piñeiro y El hombre robado, el colectivo de la FUC y A propósito de Buenos Aires), o (lo que es tal vez más habitual en los últimos tiempos), cineastas del “comiencen a hablar a partir de este hecho” (Giralt/Toker y Upa!, tal vez la propia Opus, seguramente Gonzalo Castro y Resfriada –película ésta que, caramba, recibió el premio a la mejor dirección, en el Bafici).
Frente a dicho panorama, el aporte de Llinás no podía ser más saludable: sólo por eso, sólo por permitir que volvamos a escuchar a la pantalla hablando un castellano limpio, divertido, rico, irreverente, Llinás merece nuestro reconocimiento y aplauso. Si Lucrecia Martel había recuperado el oído, Llinás hace ahora lo propio con el lenguaje.
El otro punto que quería marcar se relaciona con el festival de historias que nos ofrece la película. La obra arranca con tres pequeñas anécdotas, tres comienzos más bien clásicos, que parecen escogidos casi al azar, y que de inmediato explotan en un aluvión de otras sub-tramas sorprendentes, que el director deja bien en claro que puede desarrollar y desarrollar y desarrollar tanto como se le ocurra y tanto cuanto lo desee. Una verdadera provocación a los numerosos compañeros de camada que articulan una película a partir de una única, modesta, y muy pequeñita idea -cineastas de "situaciones" o "climas" o, más bien, de "sensaciones," cineastas sin mayor pensamiento, cineastas sin mayor esfuerzo. Es como si Llinás les dijera: "Están buscando historias? Díganme por donde les parece que empiece, y yo sigo hasta donde haga falta.” Y allí va Llinás, diseminando historias intrigantes, atrapantes, graciosas, algo ridículas, misteriosas, irónicas, desopilantes. Hay historias para todos los gustos, y el sabor de que puede haber, fácilmente, todavía más historias. En esa serena libertad y capacidad creadora, Llinás me recuerda a un sicólogo amigo que, en lugar de comenzar sus sesiones preguntándole a su paciente por la infancia o la relación con su padre, prefería partir de cualquier hecho menor que apareciera en el camino (el viento, un detalle en la ropa, la revista que el paciente llevaba en la mano), con la absoluta certeza de que a los pocos segundos, y desde allí, ya iban a estar nadando, juntos, en aguas profundas. Se trata de esa maravillosa certeza de que todo el mundo se encierra en una nuez, y en nuestra relación con la nuez, y que basta con prestar atención a cada una de esas porciones del mundo para descubrir la riqueza infinita que ese mundo nos esconde apenas, incitándonos secretamente a que rompamos la cáscara y nos sorprendamos con él (algo tan hermoso y que, ay! tan raramente hacemos). Llinás nos muestra eso, que hay un fascinante mundo por contar y que está ahí, a nuestro alcance. Pero con una advertencia: se trata de un mundo al que hay que mirarlo y hurgarlo, en lugar de simplemente asumir que ya lo conocemos o es nuestro. Llinás terminó a las cuatro horas y cinco, no para no asustar a los espectadores, sino por modestia, para evitar el riesgo de seguir humillando a los jóvenes de su generación.
Dice Martel
19 may 2008
Marcelo Alegre sobre Shugart, Carey y Tsebelis
No tengo ánimo de volver a la polémica de hace unos días sobre presidencialismo-parlamentarismo. Pero, alguna gente quería saber algo más sobre un trabajo que mencioné, de mi amigo Marcelo Alegre, que intervenía -desde una óptica DD (democracia deliberativa)- sobre el debate en cuestión. El trabajo es, para mí, muy iluminador sobre algunos problemas serios de los principales contendientes teóricos citados en sostén de la postura presidencialista. Pienso en los trabajos de G. Tsebelis, M. Shugart y J. Carey. No se si hago justicia a la reflexión de Alegre, recortando apenas unos párrafos de su escrito, y dejando intactas sólo algunas de sus notas al pie. Mil disculpas por eso. En todo caso, para los que preguntaron, para los que están interesados en la discusión, y para los que miran con desconfianza a la oleada de escritos neo-presidencialistas, aquí van algunos párrafos del trabajo de Alegre. El resto, ay, lo pueden leer cuando salga el libro de cátedra que esperamos para dentro de unos días. Salud!
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La relación estrecha entre presidencialismo e inestabilidad democrática tiene una amplia aceptación académica. Un clásico estudio de Alfred Stepan y Cindy Skach, (Stepan, A., y Skach, C, “Presidentialism and Parliamentarism in Comparative Perspective”, en Linz, J. y Valenzuela, A. eds., The Failure of Presidential Democracy, Baltimore, John Hopkins University Press. 1994) muestra que la tasa de supervivencia de los regímenes presidencialistas en 53 países fuera de la OECD entre 1973 y 1989 es del 20%, en comparación con el 61% de los sistemas parlamentarios puros. Un trabajo de Scott Mainwaring (Mainwaring, S., “Presidentialism, Multiparty Systems, and Democracy: The Difficult Equation”) muestra que de las 32 democracias con una estabilidad de 25 años (a 1991), 23 (o sea un 72%) son parlamentaristas. Fred W. Riggs, señala que a 1988, salvo los EEUU, todos los países presidencialistas han sufrido golpes de estado, mientras que dos terceras partes de los regímenes parlamentarios del Tercer Mundo han permanecido en democracia. Linz insiste en que los EEUU son la única “democracia presidencial con una larga historia de continuidad constitucional.” Más recientemente, Adam Przeworski y otros (Przeworski, A.; Alvarez, M.; Cheibub, J.; Limongi, F., Democracy and Development, Cambridge, Cambridge University Press, 2000) han mostrado que, durante los años 1950-1990, el 54% de los regímenes presidencialistas han sufrido golpes, contra un 28% de los parlamentaristas. La expectativa de vida de un régimen presidencialista es de 21 años, contra 73 de un sistema parlamentarista. Estos autores, además, desmienten la idea de que la inestabilidad de los presidencialismos se deba a que los análisis suelen centrarse en los casos latinoamericanos, ya que la supervivencia de los sistemas presidencialistas latinoamericanos es bastante mayor a la de los sistemas presidencialistas fuera de América Latina (10.6 años contra 6.5 años). Además refutan la noción de que es el subdesarrollo y no el régimen de gobierno la causa de la inestabilidad política, ya que muestran que “las democracias presidenciales tienden a morir más que las parlamentarias en cualquier nivel de desarrollo.”
Shugart y Carey cuestionan esta vinculación entre presidencialismo e inestabilidad. De manera provocativa, estos autores afirman que “no hallan justificación a la aserción de Linz y otros de que el presidencialismo tiende inherentemente a sufrir crisis que lleven a rupturas.” Por un lado, identifican 12 regímenes presidenciales y 21 parlamentaristas que sufrieron rupturas durante el siglo veinte. Por otro lado, listan 12 sistemas presidencialistas estables contra 27 parlamentarismos estables. Pero al enfocarse en el Tercer Mundo observan que el 59.1% de los regímenes parlamentarios sufrió rupturas, contra solamente el 52.2 % de los presidencialistas.
Sin embargo, encuentro algunas deficiencias importantes en este análisis de Shugart y Carey. Primero, cuando enumeran las rupturas en los parlamentarismos, estos autores cuentan cada ruptura independientemente del hecho de que algunas de ellas sucedieron en el mismo país. Por ejemplo, contabilizan separadamente los golpes en Grecia de 1936 y 1967, y los de Pakistán de 1954 y 1977. Pero de modo sorprendente, no aplican ese criterio a las rupturas en los sistemas presidencialistas. Por mencionar el caso del primer país de su lista (Argentina), la aplicación consistente del criterio hubiera implicado contar seis rupturas: 1930 (la única registrada por los autores), 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976. Todas estas rupturas satisfacen las (peculiares) condiciones postuladas por Shugart y Carey: casos en que las rupturas estuvieran precedidas por dos elecciones generales consecutivas. Segundo, el criterio estipulado para establecer que un régimen democrático es exitoso es aun más sorprendente: haber tenido al menos dos elecciones democráticas sin rupturas. Eso significa, por ejemplo, que las naciones con elecciones bianuales son contabilizadas como democracias consolidadas a los dos años, y que Argentina ha tenido siete períodos de democracia consolidada en el siglo pasado (como el fumador que abandona para siempre el cigarrillo... ¡todos los lunes!). Linz también llama la atención sobre otros errores y omisiones de este trabajo, como, por ejemplo, el hecho de que no se cuente a India entre los regímenes parlamentarios estables.
En un trabajo posterior, Shugart y Scott Mainwaring (Shugart, M., y Mainwaring, S., “Presidentialism and Democracy in Latin America: Rethinking the Terms of the Debate”, en Shugart, M., y Mainwaring, S. (Eds.) Presidentialism and Democracy in Latin America, Cambridge University Press, 1997.) siguen una línea diferente de análisis. No cuestionan de manera directa la relación entre presidencialismo y rupturas institucionales pero apuntan a otros factores como los verdaderos responsables de la inestabilidad, e inversamente, de la estabilidad de los regímenes parlamentaristas. Estos autores sospechan, por un lado, que existe un sesgo en la literatura sobre el tema, ya que la continuidad democrática podría deberse a “condiciones de trasfondo mejores en términos relativos.” Por otra parte, también dudan que las rupturas latinoamericanas “resulten del presidencialismo antes que de otras condiciones que afectan generalmente a las democracias sudamericanas.”
Resulta importante, antes que nada, aclarar que nadie ha atribuido en forma distintiva al presidencialismo la única responsabilidad en los quiebres institucionales. El argumento, por el contrario, asume una forma diferente: que el presidencialismo es ineficaz para contrarrestar (y a su vez genera algunas) tendencias rupturistas. Pero, aun así, la sugerencia de Shugart y Mainwaring (la de que otros factores son los decisivos para explicar los éxitos del parlamentarismo y los fracasos del presidencialismo) puede ella misma ser cuestionada. Considérese la “correlación ampliamente reconocida entre la herencia colonial británica y la democracia.” El ejemplo de estas ex-colonias es particularmente bienvenido por los críticos del presidencialismo, porque lo interpretan como una demostración de que aun en países con bajos niveles de crecimiento económico y enorme pobreza, la democracia puede arraigar de modo perdurable si se elige el sistema de gobierno apropiado. La idea de Shugart y Carey es que la durabilidad de las democracias de esos países podría explicarse por factores ajenos al parlamentarismo. Pero supóngase que, por caso, es la tolerancia la que explica el éxito de la democracia en esos países. El cuento no termina allí, porque bien podría replicarse que el predominio de la tolerancia se debe (al menos parcialmente) a la existencia de instituciones que animan y refuerzan conductas deliberativas y respetuosas. Me apresuro a hacer notar, frente al lector escéptico que podría creer que esto es una mera especulación, que todas las colonias británicas que adoptaron un sistema presidencialista sufrieron golpes de estado.
Shugart y Mainwaring creen que es posible que las rupturas en América Latina se hubieran debido a otras razones, más allá del sistema político. De hecho, es bien conocido que muchas explicaciones se han intentado para dar cuenta de los fracasos de las democracias en la región: tal vez las dos principales sean el legado cultural de la colonia (la influencia del autoritarismo español y católico) y la estructura social y económica.
Ahora bien, ¿hasta qué punto podemos aislar estas variables de la estructura político-institucional? En primer lugar, y con relación a la herencia cultural autoritaria, la tendencia a depender de fuertes liderazgos personales puede ser mitigada a través de una estructura de gobierno que tienda a la difusión del poder, o, por el contrario, puede ser agravada a través de un régimen institucional que concentra gran cantidad de poder en una sola persona. Lo mismo ocurre con la intolerancia como rasgo cultural. Ésta puede debilitarse por medio de instituciones que favorezcan la cooperación y el consenso, o puede reforzarse al adoptar sistemas de decisión que incentivan la confrontación permanente. Algo similar puede decirse con relación a las explicaciones de tipo económico. La desigualdad, la pobreza, el subdesarrollo son, plausiblemente, causas de inestabilidad. Pero como lo afirmé en la sección anterior, ellas mismas no son independientes del sistema presidencialista, con sus incentivos para crear situaciones de bloqueo, su tendencia a generar crisis, su inclinación al corporativismo y su debilidad frente a la corrupción.
Los propios Shugart y Mainwaring asumen la importancia de las instituciones políticas, poniendo en tensión su hipótesis acerca de que son otros los factores determinantes de la (in)estabilidad de las democracias. Al enumerar razones probables para explicar la correlación entre la herencia colonial británica y la democracia, mencionan ¨la tendencia a entrenar servidores públicos” y “las prácticas e instituciones de gobierno”. La primera es aceptada ampliamente como una característica saliente, y una ventaja, de los sistemas parlamentaristas. Y, por supuesto sería llamativo que se desvincularan “las prácticas e instituciones de gobierno” del mismo sistema parlamentarista. Shugart y Mainwaring afirman que éstas “incluyen pero no se reducen al parlamentarismo.” Pero, en verdad, alcanza con que lo incluyan para que los críticos del presidencialismo estén en lo cierto: el parlamentarismo contribuye a explicar la estabilidad de los regímenes democráticos (nadie ha dicho que sea la única causa, lo que sería absurdo).
Estos autores también afirman que la perdurabilidad democrática de los parlamentarismos se debe a que en su mayoría se trata de países de altos ingresos económicos. Como vimos, Przeworski y otros han refutado esta noción. Pero además, países como Canadá, Israel y Japón (los ejemplos fuera de Europa provistos por Shugart y Mainwaring) son ricos hoy, pero no lo eran hace medio siglo. Estos mismos casos podrían perfectamente ser usados por los defensores del parlamentarismo para mostrar que este sistema favorece el desarrollo.
Podemos concluir en que la relación entre presidencialismo e inestabilidad democrática todavía no ha sido desmentida.
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Para ilustrar la vigencia de la importancia de la distinción entre presidencialismo y parlamentarismo, permítaseme aludir al importante trabajo de George Tsebelis, uno de los autores que ha insistido en la conveniencia de abandonar esta dicotomía. Tsebelis ha propuesto que la clave para entender los distintos sistemas son los jugadores con poder de veto [veto players], es decir, actores cuya aquiescencia es necesaria para modificar el status quo. En apretada síntesis, la idea de Tsebelis es que a mayor cantidad de jugadores con poder de veto habrá mayor estabilidad en las políticas y, consiguientemente, mayor dificultad para producir reformas. Samuels e Eaton señalan que el número de los jugadores con poder de veto puede estar configurado por elementos distintivos de ambos sistemas, por lo cual éstos y no aquellos son la clave principal. Adicionalmente, el mismo Tsebelis reconoce que ciertos actores con poder de veto pueden ser irrelevantes, dado lo que denomina la “regla de absorción”: si las preferencias de un actor con poder de veto coinciden con las de otro, su capacidad de veto pierde importancia. Por último, existe el problema de que en el interior de actores colectivos, como partidos políticos, sindicatos, o bloques legislativos, pueden a su vez existir actores colectivos más pequeños o actores individuales con su propio poder de veto. La moraleja es que contabilizar actores con poder de veto puede ser una tarea muy engorrosa,16 y no siempre del todo iluminadora...
Por mi parte, creo que la relevancia de la distinción “presidencialismo-parlamentarismo”, lejos de diluirse, está presupuesta por el propio Tsebelis cuando señala que cuando ambos sistemas (el presidencialista y el parlamentario) cuentan con un número alto de jugadores con poder de veto se da la siguiente diferencia: en los parlamentarismos habrá inestabilidad de los gobiernos, mientras que en los presidencialismos habrá inestabilidad de sistema. (Tsebelis, G., Veto Players… op.cit. ver Introducción, y Cap. 3.) Bajo ciertas circunstancias, la diferencia entre parlamentarismo y presidencialismo, aprendemos de Tsebelis... ¡es la que hay entre democracia y dictadura!
18 may 2008
Rabia / La Rabia
Esta semana vi Rabia, en Chile, y La Rabia, en la Argentina. Las dos son películas jóvenes, recientes, y motorizadas por algo de la rabia que se proclama desde el título de cada una. Luego de ver la primera sentí la necesidad de ver la segunda. La primera es de Oscar Cárdenas Navarro, y la segunda de Albertina Carri. Ambos están enojados, con razón, frente a objetos parecidos pero diferentes. Cárdenas, que se reconoce inspirado en el cine social de Loach y Kaurismaki (Aki), hace un semi-documental sobre el algunas de las víctimas más frágiles y menos visibles del sistema: las mujeres desempleadas buscando empleo. La película se centra en la búsqueda tan desesperada como de antemano vencida de Camila Sepúlveda (Carola Carrasco), secretaria, de 25 años. El enojo de Carri, en cambio, no es social ni económico, como el de Carrasco (nunca lo ha sido), sino más bien sicológico, como en todas sus películas: a ella le interesa la vida al interior de las familias, y la opresión y las violencias propias de esos mundos de vida -sobre todo las violencias sexuales. Dos caras de la vida en el capitalismo, aunque Carri no lo pondría en estos términos.
Las dos películas son, en buena medida, fallidas, pero lo son de distinto modo. Las dos películas, también, tienen sus méritos. La de Cárdenas fue filmada en dos días, y eso se nota. El director sigue a Camila-Carola en la espera previa a varias entrevistas laborales, y la escucha en sus diálogos con otras mujeres en fila, esperando cada una a su godot. Esa idea está bien, el foco está bien puesto. Miramos algo que nunca miramos, algo que es tan trágicamente fascinante y doloroso de mirar. Los diálogos son, notablemente, creíbles (salvo una fallida, imperdonable, inaudita, inexplicable, escena final, justo al final!). El manejo de las cámaras está muy mal, y el tono de las entrevistas del propio director (entrevistas que se intercalan entre las esperas y diálogos de la protagonista, aguardando las entrevistas de trabajo), puede ser tan inadvertidamente duro y patronal como el que le espera a Camila-Carola, puertas adentro (se le pregunta, por caso, “sos feliz?” a lo que ella responde, obvia y esperadamente, “no”). La película se salva, sin embargo, por su tema, en su pequeñez y, sobre todo, gracias a los ojos quebrados de Camila-Carola. Ojos vencidos a lo largo de toda la película que son la mejor metáfora de lo que el capitalismo ha hecho con nosotros.
La película de Carri, en cambio, es profesional, muy profesional (como lo fue la de su productor, en Nacido y Criado). Está muy bien filmada, tiene una fotografía por momentos alucinante, pocas vecea vista en el cine argentino, y cuenta con escenas de animación fabulosas -algo a lo que la directora ya nos tiene bien acostumbrados. Es, para mí, su mejor película (aunque para algunos, entre quienes no me cuento, Los Rubios es una obra maestra). Sin embargo, la película está mal actuada, algo que resalta a partir de diálogos muy poco creíbles, en el marco de un "estudio sicológico" sobre familia-ninios-sexo-violencia que, en sus pretensiones y límites, es capaz de recordar, ay, al cine de Jorge Polaco. Uno encuentra en el film todo lo que el porteño quiere escuchar decir a los muchachos del campo. No falta el “usted se me va pal rancho” (del campesino a la campesina), ni el “jueputa,” ni la botella de ginebra Bols que aparece en una de cada tres escenas. Desde el centro, los campesinos parecen ser especias situadas entre los hombres y los animales: salvajes, brutales, fuerza sin razón, puro sexo. En este sentido, la película de Carri retoma un camino habitual dentro del teatro off porteño: la búsqueda de inspiración y autenticidad en lo bestial, en la faceta más primitiva del hombre, en la vuelta a lo tribal, en la desaparición de las pátinas culturales de la modernidad. Lamentablemente, la búsqueda encuentra siempre lo que quiere hallar: gritos, muerte, sexo animal, muchos pelos despeinados. Faltan caricias, faltan sonrisas, falta la amistad, falta el amor. Es una pena que los críticos radicales de la opresión familiar no lo adviertan: la revolución está ahí, mucho antes que en el grito primal.
17 may 2008
Justicia y 'pautas culturales'
El argumento -en esta lectura parcial, mediatizada por los relatos periodísticos- no tiene sustento alguno. Aunque fuesen todos de la misma comunidad y no la mayoría. Pero como señala la nota, lo inconsistente es que se argumente esto sobre los talleristas y costureros -l@s trabajadores- para exculpar a los empleadores de los talleres donde se trabajaba en condiciones de extrema precariedad -con jornadas de 14 horas- al mismo tiempo que se configura una situación -cercana o directamente- de trata de personas, en especial, de mujeres y niños.
Todo esto en una situación que pareció sorprender a muchos y tomar estado público hace ya bastante tiempo (aunque no es nada novedosa).
Esto sucedió en un caso que viene del año pasado con movilizaciones públicas de las comunidades bolivianas, del consul boliviano, asociaciones civiles/ONGs, con la supuesta participación de la secretaría de derechos humanos de la Nación y la defensoría del pueblo de la ciudad. El juez Oyarbide dio -según la nota- razones (sic), en el marco de su decisión, para relativizar la situación de los empleadores, afirmando que "Se trata de 'un grupo humano que convive como un ayllu o comunidad familiar extensa originaria de aquella región, que funciona como una especie de cooperativa".
Sin palabras. Seguiremos la situación.
Post posdata:
Es (muy) lamentable que ninguno de los "grandes diarios" haya comentado algo sobre el caso hoy (18/05) pero sí encontramos reportes en La Voz, Infobae (¡), La Razón (del viernes) y otros diarios del país. Nada, tampoco, en los emergentes Crítica y Perfil.
Una información adicional, que para la/el lectora/or informad@ puede ser irrelevante, es que este Juez tiene otros casos de alto impacto político -como la mayoría de los jueces federales, por eso su relevancia institucional- como el de los autos truchos de cancillería, la causa sobre los fondos públicos supuestamente utilizados en la campaña K y (tuvo/tiene) el mismísimo caso Skanka, entre muchísimos otros.
16 may 2008
Audio del debate sobre la protesta
15 may 2008
Impresionante: Esto es la Revista Hombre
Test Tyson
Madura el K.O.?
Si ves a una mina golpeada y pensás algo habrá hecho, esto es para vos
1¿Que excusa usás para golpear a tu mujer?
A. Los fideos estaban frios
B. Te miro con esa cara
C. Tuviste un mal dia en el trabajo
D. No hace falta una excusa
2. En cuanto a metodos:
A. Un punio envuelto en un repasador no deja marcas
B. El famoso cachetazo de proxeneta: con la cara externa de la mano derecha yendo en sentido diagonal de abajo hacia arriba y de izquierda a derecha
C. Tiras el plato (el de los fideos frios, por ejemplo) al suelo y cuando se agacha a limpiar el enchastre la aleccionas con un puntapié en las costillas
D. Te gusta improvisar
3. Es su dia especial (aniversario, cumpleanios, etc.)
A. La maltratas menos que de costumbre y le pedis perdon luego de hacerlo
B. La llevas a pasear para humillarla en publico
C. Le pegas con el cinto, pero sin la hebilla.
D. No tenes idea cuando es ese dia y la golpeas si te insinua algo
4. ¿Con que frase terminas la leccion?
A. Te pego porque te quiero
B. Y no me hagas calentar de nuevo
C. Asi¬ se te van a ir esas ideas extranias
D. ¡Trola barata!
5. Cuando le preguntan por sus marcas de amor, ella:
A. Dice que se cayo por las escaleras
B. Dice que sos un amante temperamental
C. Te pide permiso para contestar
D. No la dejas verse con otras personas, no tienen por que inmiscuirse en tu relacion
6. ¿Cada cuanto la aleccionas?
A Solo cuando se lo merece
B. Un par de veces al mes
C. Lo que indique la rutina del gimnasio
D. La mano pide
7. En una sesion adoctrinante:
A. Le das hasta que quede morado
B. Aflojas cuando se te acalambra la mano
C. Version Ginobili: periodos de 10 minutos con descanso de dos
D. El balcon esta cerrado, Monzon dixit
RESPUESTAS
Mayoria de respuestas a
Sos tierno y atento a los pequenios detalles. Casi un Sergio Denis.
Mayoria de respuestas b
Todo un padre de familia. Ejemplos: Jorge Rial, Roberto Giordano
Mayoria de respuestas c
El tipico macho latino, un clasico Gino Renni.
Mayoria de respuestas D
Espontaneo. Seguis a Evo Morales y el profe Griguol.
14 may 2008
Finalmente, Edwards!
11 may 2008
Salvador Allende y Ariel Dorfman
El viernes, en el festival de cine sobre derechos humanos, vi un par de películas interesantes -de hecho, dos películas que venían en el mismo paquete. La primera, un famoso reportaje hecho por el cineasta italiano Roberto Rossellini a Salvador Allende, y el segundo, “El largo exilio de Ariel Dorfman,” de Peter Raymont.
La entrevista es excepcional, no por virtud de Rosellini (sus preguntas son más bien previsibles y aburridas), sino por la convicción y dignidad de Allende. La performance de Allende es realmente extraordinaria: era un utopista, sí, pero también lo contrario a un político improvisado o versero. Tomaba todas las preguntas en serio, nunca respondía desde el lugar común, daba datos, pensaba, ofrecía respuestas con contenido, y mostraba convicciones a prueba de balas que se reflejaban en todo su tranquilo cuerpo. La dignidad en persona. En el film, Allende insiste en su vocación pacífica y en la necesidad de promover cambios sociales a través de un camino legal y respetuoso. Dice que no le interesa ser la izquierda del sistema, sino terminar con el capitalismo. Repite que su objetivo es llevar a Chile hacia el socialismo. Enfatiza el valor de convencer y convencer a los opositores, y da ejemplos y ejemplos de la cantidad de reuniones que venía llevando a cabo con los sectores más disímiles de la sociedad civil, sólo para dicutir. Se inquieta por el dominio del dinero en las relaciones interpersonales, y sugiere formas para cambiar los modos de actuar y pensar de las personas, hasta promover otras relaciones sociales. No hace chistes, no se va por las ramas. Está convencido de lo que dice y se nota. Se lo escucha sincero, calmo y honesto. Allende sabe que enfrenta problemas serios, pero no está dispuesto a ceder ni a abandonar el camino del cambio democrático, motorizado a través del ejemplo y la palabra. Emocionante. Maravilloso. Cerramos el film con aplauso largo. Increíble, increíble.
Luego venía el film sobre Dorfman. Yo había conocido al escritor unos años atrás, en North Carolina, y me había caído muy bien, un ser humano cálido y generoso. El film, sin embargo, me molestó un poco. El director quería por todos los medios convertir a su personaje en héroe, y Dorfman hacía lo que podía para ayudarlo. Es cierto, sin dudas, que tuvo una vida complicada, con los desgarros y tristezas propios del exilio. Mostrar eso era importante, pero tal objeto no requería construir la historia de modo tal de asegurar nuestra admiración hacia el personaje. Dorfman es un autor y pensador admirables, y no hay por qué empujar su biografía hacia la épica. En todo caso, reinvindico casi todo de Dorfman. Lo reivindico en su compromiso político (él había sido asesor cultural de Salvador, durante la presidencia de aquél, y había estado a cargo de la edición de cantidad de buenos libros a precios popularísimos). Lo reivindico en su hermosa lealtad hacia Allende (dice en el film: “Allende no sólo me ayudó a vivir. Me ayudó a vivir jubilosamente.” Qué lindo). Lo reivindico a partir de sus obras, algunas maravillosas, como “The death and the maiden,” llevada al cine por Roman Polansky (gran película también). Dorfman estuvo en la presentación de la película, habló de la necesidad de transformar el dolor en comprensión de los demás, y dijo que no quería agregar nada sobre el film de Rossellini porque el testimonio de Allende hablaba por sí solo.
Pequeño párrafo aparte para su viejo y oportuno (que no oportunista) libro “Para leer el Pato Donald,” en el que denunció, tan tempranamente, el carácter ideológicamente poco inocente de las historietas de consumo masivo. En aquél libro, de modo ocurrente y original, Dorfman (junto con Armand Mattelart) criticó las historias del Tío Rico (y su codicia sin límite), y los supuestos que rodeaban a las relaciones entre Donald y sus sobrinitos (vínculos en donde sólo se ensalzaba la competencia, se exponían relaciones personales meramente mercantiles y agresivas, y se anulaba toda solidaridad). En el film, contó que Disney le hizo llegar, en su momento, una oferta de 10,000 dólares para comprarle los derechos del libro -que alcanzó gran éxito internacional- y acabar así con la extraña amenaza representada por un escritor alto, desgarbado, corrosivo y con aires de Woody Allen.
Recordar: Lunes 12, 3a Reunión del Seminario
Su trabajo lo encuentran acá a la izquierda
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10 may 2008
Final Countdown
Ahí también pueden pispear los nuevos libros de Bruce Ackerman y nuevas ediciones de libros de Pasquino, Ansaldi y Sartori en una nueva colección (blanca) de reediciones de clásicos.
También encuentran la primera edición de la Colección Clave para Todos. Está el librito de RG : "Crítica de la Consitución: Sus zonas oscuras". Estaba agotado aparentemente, y está a un precio muy bueno. Recomendable para los alumnos sobre todo, los que empiezan la universidad.
9 may 2008
Debate con Benegas
De las cenizas a los carabineros
(proviene de http://blogs.elmercurio.com/cronica/2008/05/09/carabineros-desaloja-a-rebelde.asp)
"Carabineros desaloja a "rebeldes" de Chaitén
PUERTO CÁRDENAS.- Cincuenta y tres pobladores "rebeldes", entre ellos el director-propietario de la radio Chaitén, Bernardo Riquelme, abandonaron Chaitén bajo la advertencia judicial del uso de la fuerza pública.
Respaldados por una orden de la Corte de Apelaciones de Puerto Montt, que acogió un recurso de protección presentado por el intendente de los Lagos, Sergio Galilea, efectivos de Carabineros cumplieron con el desalojo de personas de un radio de seguridad de 50 kilómetros en torno al volcán Chaitén, que ayer cumplió una semana en erupción.
La actividad del macizo se incrementó en las últimas horas del miércoles, lo que gatilló el operativo.
El general director de Carabineros, José Bernales, dijo que hubo patrullajes a puntos muy apartados que permitieron ubicar a una persona enferma que estaba en un apartadísimo rincón, viviendo prácticamente como ermitaño, y que fue evacuada hacia el sur.
Según el gobernador de Palena, Fernando Águila, la "operación rastrillo" llevará a todas las personas fuera del área de exclusión. Y Carabineros actuará en forma sistemática para evacuar tres anillos de 15, 30 y 50 kilómetros a la redonda, cuya primera fase fue completada ayer, dijo Águila.
Sernageomin retiró información relevante de la base de observación del macizo situada en Chaitén. La estación sería llevada luego a las cercanías del río Auchemó. Apenas haya certeza de que nadie más está en Chaitén, los 14 carabineros que patrullan el sector se ubicarán tras la barrera de Puerto Cárdenas, por el sur; el retén de Ayacara será el límite por el norte, mientras en el mar se mantendrá una lancha policial.
En caso de una emergencia, los propios carabineros pueden ser evacuados en 15 minutos.
Parte de los efectivos de fronteras en Futaleufú fueron relevados ayer, contra su voluntad, pues insistían en quedarse, dijo Bernales. Los policías partieron a Puerto Montt para que se les haga un chequeo médico.
Discrepancias por recurso para sacar a lugareños
¿Es el recurso de protección la vía para evacuar a los habitantes de Chaitén que no querían abandonar sus hogares, pese a que estaban en riesgo sus vidas? Olga Feliú sostiene que es "procedente", ya que las autoridades carecen de facultades y "sólo los tribunales son los únicos que pueden ordenarlo".
Similar postura tiene Miguel Otero, para quien "la Constitución jerarquiza que el derecho a la vida está por sobre el derecho a la libertad personal y a la seguridad individual de las personas para residir y permanecer en cualquier lugar, y trasladarse".
Para el constitucionalista Guillermo Bruna, es "discutible" el accionar y hay una contradicción porque existen el derecho a la vida y el de la libertad personal. Difiere que el recurso de protección sea la vía, ya que "afecta a las personas que como consecuencia de actos u omisiones arbitrarias o ilegales, sufren privación, amenaza en sus derechos".
El presidencialismo caníbal
EL PRESIDENCIALISMO CANIBAL
Desde que el célebre libro del profesor Juan Linz “El quiebre de las democracias” analizara los peligros que el diseño y estructura del régimen presidencial acarrea, es bien sabido que las crisis de gobierno presidencial suelen ser caóticas y en ocasiones, un verdadero desafío para la democracia. Así mismo se conoce que el régimen permite el regateo de votos del ejecutivo al legislativo, debilitando a este último, y que los periodos fijos del presidente, cuando este es impopular, no ofrece salidas institucionales a la pérdida de confianza en el gobierno por los ciudadanos.
En Colombia ya desde 1910 un grupo político autodenominado “Unión Republicana” diagnosticó que para contrarrestar el autoritarismo que el régimen presidencial favorece, debía establecerse un fuerte control político en manos del Congreso. Pero como la historia reciente les enseñaba, luego de la dictadura de Reyes con apoyo del Congreso, que el legislativo resulta ser sumamente sensible a los coqueteos del presidente, tal control resultaba teóricamente útil y sumadamente limitado en la práctica. Por ello consideraron que además de la intervención del Congreso debían introducirse herramientas eficientes para que fuesen los ciudadanos quienes, vigilantes de la actuación estatal y con ayuda de una rama judicial fuerte e independiente, controlara los desenfrenos del presidente. De modo que el republicanismo de inicios del s. XX estimó que la justicia debía asumir funciones de control no solamente jurídico sino incluso político, dejando en sus manos nada menos que la defensa de la democracia.
Dentro de los controles al presidente la Unión Republicana planteó la necesidad de un estatuto de la oposición, pregonó el abandono del faccionismo y condenó el uso de la violencia con fines políticos, eliminó la reelección presidencial, y reinsertó uno de los instrumentos más incomprendidos por el constitucionalismo dominante, la acción pública de inconstitucionalidad. Entendida, ésta última, como una herramienta de defensa de la Constitución cuya titularidad debía recaer en los ciudadanos, facultándolos para impugnar las leyes y decretos con fuerza de ley por considerar que vulneran la Constitución.
El legado republicano de la no reelección presidencial, como sustrato de la idea ateniense de que la rotación en el poder tenía una doble funcionalidad, evitar el abuso y concentración de poder, así como, ampliar la posibilidad de acceso a los cargos públicos, fue mantenido sin cesación de continuidad desde 1910 y sostenido por la Constitución de 1991.
No obstante, con el arribo del Presidente Álvaro Uribe y su proyecto de “seguridad democrática” se aprobó la enmienda constitucional (Acto Legislativo 02 de 2004), posteriormente avalada por la Corte Constitucional (que reformó el art. 197 superior), levantando la prohibición y permitiendo la reelección presidencial por una sola vez.
Si bien aparentemente tal reforma constitucional no generaría por sí sola una modificación profunda del régimen, lo cierto es que debido a las alargadas competencias nominativas y regulativas del Presidente, y en especial, a su capacidad para influir en los órganos de control mediante la nominación de sus integrantes (la Junta Directiva del Banco de la República, la Corte Constitucional, el Procurador, el Fiscal), sin que se hubiese realizado un ajuste en los periodos de dichos cargos, colocó al Presidente en una situación de predominio y control del Estado desconocida en la historia reciente de Colombia. Esto desde lo institucional, a lo cual habría que sumar la actuación de los grupos armados de derechas y los servicios que amablemente prestaron a los partidos apiñados a Uribe, al hacerlos beneficiarios, implementando todo aquello que mediante la fuerza y el terror contribuya a manipular, modificar y en últimas exterminar el voto disidente, del “apoyo” popular.
A menos de dos años de implementada la reelección y de avance simultáneo del proceso de desmovilización del brazo armado del paramilitarismo, Colombia enfrenta una grave crisis, más que de gobierno, institucional.
Una crisis desatada por un cúmulo de eventos desafortunados, salidas fuera de tono y escándalos políticos como: 1) La deshonrosa situación que vive el Congreso con 60 de sus representantes vinculados con la parapolitica y 30 de ellos efectivamente capturados, la mayoría de ellos de la coalición de partidos uribistas, gracias a la cual las reformas legislativas y constitucionales fueron aprobadas sin el menor tropiezo; 2) La confesión de una congresista, ahora tras las rejas, por negociar según ella con el mismísimo Presidente su voto a favor de la reforma constitucional que permitiría la reelección presidencial a cambio de cargos políticos; 3) La tentativa de evasión de la justicia por parte del también Senador Mario Uribe, primo del presidente, quien al conocer la orden de captura que pesaba sobre él buscó asilarse en la embajada de Costa Rica, con el vergonzoso desenlace del carro blindado y los abucheos de las victimas mientras se dirigía a la Fiscalía. 4) La propuesta efímera pero diciente del gobierno de crear un nuevo tribunal que desplace a la Corte Suprema de Justicia y a su Sala Penal del proceso adelantado valientemente por ese tribunal para encauzar a los responsables políticos de la parapolítica. 5) Las demandas que el propio presidente presentara ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, de mayoría gobiernista, contra el expresidente de la Corte Suprema, César Julio Valencia, por la acusación de este último, de que el presidente lo llamó para preguntarle por el proceso contra su primo.
Sin duda, el entorno de denuncias mutuas, desconfianza entre antiguos amigos, fin de coaliciones (planteada por el Comisionado de paz al pedirle a todos los partidos uribistas que se autodisuelvan) ha sido generada por el artilugio más fortalecido por el Presidente Uribe para desarticular a la guerrilla, la delación y la promoción de una “red de informantes”. De hecho el malestar general en la política, y en los políticos, tiene como denominador común el miedo a que algún paramilitar los mencione dentro de las confesiones que en el marco de la Ley de justicia y paz se les exige para hacerse acreedores a la rebaja de pena. Todo ello en un entorno de capturas cotidianas, la certeza de que esto apenas comienza y que aún falta judicializar el apoyo a la “parapolitica” en la mayoría de departamentos, y un creciente rumor de que pronto empezaran a rodar cabezas de gremios, empresarios, militares y jueces.
Ahora bien, pese al nerviosismo que inunda el ambiente político, el presidente continúa exhibiendo un flamante 83% de popularidad mientras que el Congreso cayó 21 puntos, llegando a un 32% de aceptación popular. Al parecer, mientras que los colombianos no asuman que tal crisis compromete la estabilidad económica ni afecta su percepción de la seguridad ciudadana, la imagen del presidente se mantendrá intacta.
En cambio la debilidad del Congreso es evidente. Algunas de sus comisiones se encuentran sin el quórum suficiente para deliberar y las vacantes de los congresistas capturados son, con frecuencia, llenadas con candidatos que obtuvieron votaciones inferiores a las requeridas para integrar órganos locales, lo que además impide que aún teniendo la voluntad para adelantar una reforma política que les ayude a solventar la crisis, ello sea legítimo. Más allá de lo previsto, el presidencialismo actual ha sido capaz no sólo de deslegitimar al Congreso. Es más, lo ha devorado.
Ante este panorama, en las últimas semanas se han generado una serie de propuestas que buscan hallar una salida a la crisis: desde cerrar el Congreso, convocar nuevas elecciones, realizar una nueva reforma constitucional que refunde los partidos políticos y destierre la parapolitica, la renuncia del presidente, etc. Propuestas todas ellas traumáticas e inciertas, y en cualquier caso, no previstas por el régimen.
Destaca, dentro de este cúmulo de voces la de Humberto Sierra, actual presidente de la Corte Constitucional, magistrado que avaló la reelección presidencial y que en medio de silencios frente a qué opina sobre la segunda reelección del Presidente dejo entrever un callado lamento ¿por qué aprobamos la reelección?!!!”
8 may 2008
Sebastián vs. El Criador (round...?)
Personalizo el debate sólo en broma. Creo que la discusión trasciende a los contendientes (el gran SL, el gran Criador), y vale la pena hacerla visible. Para quien le interese, va un texto de SL
Contra el Criador de Gorilas.
La tesis que sostiene que no hay procedimientos racionales para determinar la validez de los juicios morales –el escepticismo ético- es una posición respetable, pero claramente controvertible. Esta posición ha sido defendida por el Criador de Gorilas, uno de los bloggers que más frecuento. El Criador se burla en algunos de sus blogs de quienes defienden la teoría deliberativa porque, según sus propias palabras, “sólo la autoridad hace las leyes”, porque los conflictos entre principios morales son irresolubles y porque la teoría deliberativa “ignora el poder y los intereses”. A partir de estas premisas, el Criador sostiene que la democracia liberal “es el mejor marco mínimo para que los valores (y los modos de vida asociados) coexistan”. Y remata: “no pido más que eso, ni que unos convenzan a otros”.
Después de desacreditar el uso de la argumentación racional en las instituciones, y cualquier intento por promover que las partes de un conflicto justifiquen sus posiciones, el Criador arremete contra lo que considera que es una verdadera insensatez: pensar que el parlamentarismo va a promover la deliberación sobre cuestiones públicas más que el presidencialismo. Según el Criador, ésta es una tesis que no tiene fundamentos empíricos sólidos. Es más –dice- las evidencias apuntan a lo contrario. Dado que el presidencialismo es más propenso a generar situaciones de “gobierno dividido”, parece más propenso a generar deliberación, simplemente porque hay dos actores de veto institucionales en vez de uno solo”, mientras que un parlamentarismo (all else being equal) “tiende más a la mayoría indivisa que el presidencialismo. Dos mayorías distintas me parece el mayor incentivo para la deliberación, y me resulta claro que el presidencialismo favorece eso”.
Leyendo sus ácidas críticas, uno puede detectar dos argumentos. El primero es filosófico, el segundo es descriptivo. Me gustaría contestar a ambos argumentos, porque los considero inválidos. Al primero lo considero insostenible desde un punto de vista filosófico, al segundo –a la tesis que vincula en términos relativos el presidencialismo con la deliberación- lo considero falso. Pero me interesa sobretodo atacar el primero. Primero, porque sostener el escepticismo –tal como lo sostiene el Criador- de una manera coherente, le llevaría desacreditar los mismos fundamentos que sostienen la democracia como régimen (sea parlamentarista, presidencialista, o semi-presidencialista). Y segundo, porque no podemos formular una hipótesis empírica sin antes definir los conceptos que utilizamos. Y si resulta que esos conceptos están fundados en una teoría de la deliberación, luego no podemos olvidar que ésta es crucial para pasar a la fase de medición y contrastación. Porque si definimos deliberación con arreglo a una teoría deliberativa “ingenua” (como la que es objeto de los ataques –también ingenuos- del Criador), entonces de poco sirve que los datos digan que el presidencialismo favorece la deliberación. Y es que podríamos responderle: tus mediciones están basadas en una teoría ingenua de la deliberación, luego, estas contrastando otra cosa. Pero es que, además, quienes defendemos la teoría deliberativa no somos –como él ingenuamente cree- denostadores de la ciencia política. Todo lo contrario: estamos dispuestos a aceptar los hallazgos provisorios de la ciencia política y modificar nuestras teorías.
Comienzo brevemente por su defensa del escepticismo. Aunque el escepticismo pueda tener algún atractivo cuando se lo pone en relación con el dogmatismo y el fanatismo (aquí las alusiones a nuestra lealtad acrítica a las “sacrosantas” ideas de alguien las tomamos como una broma, no problem), lo cierto es que el escepticismo ético conduce a dilemas prácticos insolubles. Uno de esos ejemplos prácticos lo podemos encontrar en la justificación de la democracia. El Criador acepta la democracia (faltaba más!), pero (si quiere ser coherente con su escepticismo) resulta no cree que pueda demostrarse racionalmente que ella es el mejor régimen político. Porque ¿cómo podría justificar la democracia si no cree en la posibilidad de llegar a un acuerdo razonable, si no cree en la prevalencia racional de ningún principio? El Criador podría contestar, con inteligencia, que como no hay posiciones más razonables que otras, o argumentos mejores que otros, sólo cabe tomar a las preferencias como nos vienen dadas. Al no ser ninguna preferencia mejor que otra desde el punto de vista moral, todas las preferencias deben contar por igual, y debe satisfacerse la mayor cantidad de preferencias. Y entonces –diría el Criador- ya estamos en la democracia y en la regla de la mayoría. Pero el problema es que una posición como ésta, además de no ser escéptica (porque ya afirma el principio de que todas las preferencias deben contar por igual), conduce a otros dilemas. Por ejemplo: ¿qué pasa si algunas personas prefieren, en vez de la regla de la mayoría, delegar la toma de decisiones en un dictador? Si queremos ser coherentes con nuestras premisas, estas preferencias autoritarias deberían contar por igual en el cálculo de votos. Y entonces la defensa de la democracia del Criador basada en el escepticismo se autodestruye, o es contingente e inestable: sólo depende de la circunstancia de que una democracia sea defendida por una mayoría de ciudadanos. Por eso me atrevo a decir que el Criador no es un demócrata convencido. La coherencia le obligaría a aceptar que los golpes de estados están justificados cuando una mayoría así lo consiente.
Frente a este escepticismo, quienes defendemos la teoría deliberativa sostenemos que es posible el acuerdo razonable sobre algunas cuestiones públicas. No decimos que la argumentación racional y la deliberación sean infalibles, ni decimos que puedan resolverse todos los conflictos entre principios. Reconocemos que existen dilemas morales que no tienen una respuesta razonable, que hay situaciones en las que sólo cabe un juicio salomónico. Tanto como encontramos paradojas insolubles en el mundo de las matemáticas, en el mundo de la moral también encontramos conflictos trágicos. Pero una cosa es afirmar que existen conflictos trágicos y otra muy distinta es sostener que porque existen conflictos trágicos luego nada es amigable a la razón. Porque esto es cometer una falacia ecológica. Y peor todavía: una cosa es decir que algunos casos no son amigables a la razón, y otra cosa es inferir de ello la posición normativa de que la deliberación no debe promoverse en las instituciones. Un razonamiento semejante olvida o ignora la máxima kantiana/weberiana que dice que de una proposición descriptiva no puede derivarse una proposición normativa.
El Criador y sus comentadores atacan una teoría ingenua de la deliberación. Esta teoría ingenua diría así: todas las cuestiones públicas pueden ser resueltas a través del diálogo entre personas altruistas, luego, debemos promover el diálogo y el consenso entre las partes de un conflicto. Luego, debemos convertir a los partidos en “grupos de estudio y reflexión política”, debemos prohibir la expresión de intereses egoístas y debemos promover las virtudes de la participación y la deliberación entre los ciudadanos. El ideal de esta teoría ingenua sería el de materializar en todos los dominios de la vida social una “ideal speech situation”, una situación en la que todos participan en igualdad de condiciones, dispuestos a argumentar, a ponerse en el punto de vista de los demás, a aportar información empírica, a dejar fuera del diálogo cualquier sentimiento, etcétera.
Quienes defendemos la deliberación estamos de acuerdo con que esta caracterización de la teoría deliberativa resulta ingenua. Más aún, tanto nos parece ingenua que hasta nos resulta una ingenuidad criticar esta teoría. Como sostuvo Gargarella en uno de sus posts, una teoría deliberativa plausible de la democracia toma a la “ideal speech situation” sólo como un ideal regulativo. Este ideal no siempre funciona como sus críticos piensan que funciona. Se equivocan, por ejemplo, al pensar que el ideal obliga a transformar a los partidos en “grupos de estudio y reflexión”, o cuando sostienen que el ideal obliga a “alcanzar el consenso”, o cuando sugieren que el ideal promueve la abolición de los grupos de intereses o stakeholders. Una interpretación plausible del ideal, en cambio, sostiene que las desviaciones reales del ideal tienen consecuencias normativas diversas, en función de las circunstancias. Por ejemplo, ningún teórico sostiene que las posiciones autointeresadas deben ser desechadas de los discursos. Como bien sostuvo la Estudiante Crónica en uno de sus posts, la exposición de preferencias autointeresadas sirve para esclarecer el conflicto, para iluminar las posibles alternativas de solución y en ocasiones para develar discursos opresores que se aceptan acríticamente. John Rawls, por ejemplo, sostiene que los que participan en una discusión pública sólo tienen el derecho de presentar, en el debido momento, razones que cualquiera podría ser capaz de aceptar en unas condiciones ideales. Esto significa que no quedan excluidos los intereses, ni siquiera las declaraciones de fe, ni el recurso a la autoridad. Sólo significa que cualquier preferencia que se presente en el discurso público debe hacer un esfuerzo por justificar, esto es, por tener el respaldo de una razón intersubjetiva. Por demás, resulta bastante curioso que el Criador diga que la teoría deliberativa pretende convertir a los partidos políticos en grupos de reflexión y estudio. Por que si en el procedimiento democrático sólo se expresaran preferencias autointeresadas (como él defiende), el debate que se da en los parlamentos sería una mera contraposición de intereses, y no de principios, ideologías y concepciones sociales que pretenden justificar esos intereses. De más está decir que, si esto fuera así, ni siquiera habría partidos políticos, que son los que respaldan con principios los intereses en competencia. Llamaríamos a debatir a los stakeholders y punto. De manera que ni siquiera su afirmación de que los parlamentos son exclusivamente “arenas de competencia” resulta empíricamente válida.
Dije que el ideal deliberativo es un ideal regulativo que tiene diversas implicaciones normativas según las circunstancias. David Estlund sostiene, por ejemplo, que la comunicación que se da en esfera pública informal (la que se da en las asociaciones de interés, medios de comunicación, protestas sociales) se desvía notablemente de la “ideal speech situation”, fundamentalmente porque las partes no están en condiciones de igualdad. Y dado que las partes no están en condiciones de igualdad, entonces el deber de civilidad en la comunicación –dice Estlund- no debería ser tan fuerte. Ello le lleva a justificar algunos actos ilocucionarios (actos con contenidos expresivos) que pueden ser considerados ilícitos por las normas vigentes. Pero esa justificación, según Estlund, es selectiva: procede sólo y en tanto que estos actos sean cometidos por personas que están siendo sistemáticamente excluidas del sistema de cooperación social. Más allá de que estemos de acuerdo con este pensamiento, el argumento de Estlund es interesante para este debate porque muestra que el ideal deliberativo, interpretado como ideal regulativo, tiene implicaciones contrarias a las que los críticos (ingenuos) creen que tiene. En vez de pretender transformar a la sociedad en una asociación de académicos movidos por la verdad, lo que hace es justificar manifestaciones de protesta social que se consideran ilícitas por las normas vigentes. Las acusaciones de que la teoría deliberativa no concede ningún espacio al conflicto están, desde esta visión, bastante mal dirigidas.
Podría decir algo parecido con la regulación de los medios de comunicación y con la financiación de la política, pero no quiero extenderme demasiado. Por eso voy a pasar directamente al segundo de los argumentos, que fue el que dio motivo a todo este debate. El Criador critica la tesis que dice que el parlamentarismo promueve más la deliberación pública que el presidencialismo. El Criador concede que los puntos de veto (efectivos) pueden ser un incentivo para la deliberación. Esta concesión, dicho sea de paso, es hipócrita, dado que él no considera que pueda haber ningún acuerdo razonable, ni que la argumentación pueda tener algún valor epistémico. Pero al Criador le interesa, aún así, demostrar que ni siquiera concediendo importancia a la deliberación podemos afirmar que el parlamentarismo promueve ésta. El problema es que su posición parte de una teoría ingenua de la deliberación. El asume que a la teoría deliberativa sólo le importa juntar a las partes a deliberar, movidas por un insaciable deseo compartido de encontrar la verdad. Y se olvida que la teoría sólo sienta un ideal regulativo. A la teoría deliberativa no le interesa únicamente la existencia de puntos de veto efectivos en el sistema, aunque los considera importantes. Le interesa también que los partidos sean programáticos, que estén institucionalizados, que los ciudadanos puedan castigar los desvíos de las promesas electorales, le interesa que las campañas estén definidas en “issues”, que exista publicidad en el trámite de aprobación de una ley. El Criador dice: un presidencialismo es más propenso al gobierno dividido, luego, la existencia de puntos de veto hace más probable la consulta entre partidos. Pero yo pregunto: other things being equal, y en términos relativos (parlamentarismo vs. presidencialismo), ¿qué régimen propende más a la formación de un sistema de partidos institucionalizados, definidos en términos programáticos, y a la gestación de campañas electorales definidas en “issues”? ¿Qué régimen propende más a la publicidad en el debate previo a la formación de las leyes: un presidencialismo que no obliga al Presidente a concurrir a justificar su propuesta ante la oposición, o un parlamentarismo que tiene el primer ministro en el Parlamento? ¿Qué régimen propende más a consultar a los legisladores: un Presidente que “puede” no consultar a sus legisladores, o un primer ministro que “no puede” dejar de consultar a sus legisladores (aunque en la realidad no exista más que disciplina partidaria e incentivos selectivos)? En todo caso, estas son dudas que tengo, y agradezco al Criador el haberme incitado a reflexionar sobre algunas ideas que –reconozco- suscribía de una manera acrítica. Y desde ya, agradezco que su blog sea el espacio tan interesante de debate que es.