12 mar 2010

Delibes!

Falleció Miguel Delibes (acá)! Cinco horas con Mario fue uno de los libros más hermosos que leí en mi vida. Pena! El cazador que escribía...

12 comentarios:

  1. y si hablamos de la ética del cazador o nos vamos a escuchar música, pero en privado

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  2. qué hay que nivelar la teoría y la práctica, porqué hay mucha teoría, pero falta la práctica

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  3. pero daniela, para la mayoria de los que andamos por aca, como para vos, la vida no se agota en el blog. es mas, la vida no tiene demasiado que ver con el blog, asi que no te preocupes, hay mucha practica

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  4. hola daniela, es que es muy difícil llevar a la vez la teoría y la práctica, pero una buena teoría y una buena práctica

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  5. daniela, te recomiendo la música, creo que por ahí pasa el tema, ahí hay buen rock y creo que a los chicos les vendrá muy bien

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  6. y cuándo todos dicen, él, él, parece que a la chica no le interesa él, sino aquél que ella señaló en su momento, porqué la piba sabe de rock, de teoría y práctica, aunque viene lerda la cosa, creo que fué el último de la lista y no le dieron tiempo ni de decir ¿hola cómo estas?

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  7. Delibes era un buen tipo. Se agradece el recuerdo.

    Otra cosa. Aquí en España se está hablando mucho ahora de Pola Oloixarac. He leído que tiene una relación polémica con la izquierda argentina, que se le ha imputado el cultivo de un reaccionarismo sutil, etc. ¿Es así? Si alguien se anima a responder, gracias.

    saludos

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  8. alguno te sabra decir. para mi caracciolo/ oloixarac cae en lo que tantos jovenes desencantados con la izquierda, que es ese "reaccionarismo progre". en todo caso, escribe muy muy bien, como pocas de su generacion

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  9. Cinco horas con mario!! y el coche que nunca me compro? y los ninios que siempre cuidaba sola? y él que nunca me trato bien? y esos jovenes rebeldes?...

    Es unas de mis primeras lecturas en castellano después de Rayuela y Cien anos de soledad. Me cautivo. Una maravilla. Una mujer, hablando y hablando sin prisa, ni amargura, solo con mucho cansancio a su marido muerto. Me parecio un tipo de Nora de Ibsen pero mas "popular" y conservadora por un cierto lado, sin revindicacion, pero infinitamente entraniable por toda la soledad que lleva y que nunca pudo decir su nombre hasta aquel dia de vispera funeraria.
    Acabo de encontrar este extracto en internet, donde se ve toda su incomprension de un mundo (él de su marido) que siempre la desprecio:
    "...se creen que por ser jóvenes ya tienen derecho a todo, avasallando, y tú que un "joven rebelde", rebelde ¿de que?, porque a ver de qué se van a quejar, tú dirás, se les ha dado todo hecho, viven en orden y en paz, cada día más regalados, que todo el mundo lo dice, y tú chitón, o en clave, para no perder la costumbre, "quieren voz" o "quieren responsabilidades" o "probarse: saber si saben convivir", frases, porque ¿puedes decirme, cariño, qué es lo que quieres decir con eso?"

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  10. que monologo el de esta mujer que imagina delibes! cuanta tristeza, cuanto amor!

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  11. Oda a la envidia (las cartas guardadas y escritas por un Scarfó)

    Yo vine
    del Sur, de la Frontera.
    La vida era lluviosa.
    Cuando llegué a Santiago
    me costó mucho cambiar de traje.
    Yo venía vestido
    de riguroso invierno.
    Flores de la intemperie
    me cubrían.
    Me desangré mudándome
    de casa.
    Todo estaba repleto,
    hasta el aire tenía
    olor a gente triste.
    En las pensiones
    se caía el papel
    de las paredes.
    Escribí, escribí sólo
    para no morirme.
    Y entonces
    apenas
    mis versos de muchacho
    desterrado
    ardieron
    en la calle
    me ladró Teodorico
    y me mordió Ruibarbo.
    Yo me hundí
    en el abismo
    de las casas más pobres,
    debajo de la cama,
    en la cocina,
    adentro del armario,
    donde nadie pudiera examinarme,
    escribí, escribí sólo
    para no morirme.

    Todo fue igual. Se irguieron
    amenazantes
    contra mi poesía,
    con ganchos, con cuchillos,
    con alicates negros.

    Crucé entonces
    los mares
    en el horror del clima
    que susurraba fiebre con los ríos,
    rodeado de violentos
    azafranes y dioses,
    me perdí en el tumulto
    de los tambores negros,
    en las emanaciones
    del crepúsculo,
    me sepulté y entonces
    escribí, escribí sólo
    para no morirme.

    Yo vivía tan lejos, era grave
    mi total abandono,
    pero aquí los caimanes
    afilaban
    sus dentelladas verdes.

    Regresé de mis viajes.
    Besé a todos,
    las mujeres, los hombres
    y los niños.
    Tuve partido, patria.
    Tuve estrella.

    Se colgó de mi brazo
    la alegría.
    Entonces en la noche,
    en el invierno,
    en los trenes, en medio
    del combate,
    junto al mar o las minas,
    en el desierto o junto
    a la que amaba
    o acosado, buscándome
    la policía,
    hice sencillos versos
    para todos los hombres
    y para no morirme.

    Y ahora,
    otra vez ahí están.
    Son insistentes
    como los gusanos,
    son invisibles
    como los ratones
    de un navío
    van navegando
    donde yo navego,
    me descuido y me muerden
    los zapatos,
    existen porque existo.
    Qué puedo hacer?
    Yo creo
    que seguiré cantando
    hasta morirme.
    No puedo en este punto
    hacerles concesiones.
    Puedo, si lo desean,
    regalarles
    una paquetería,
    comprarles un paraguas
    para que se protejan
    de la lluvia inclemente
    que conmigo llegó de la Frontera,
    puedo enseñarles a andar a caballo,
    o darles por lo menos
    la cola de mi perro,
    pero quiero que entiendan
    que no puedo
    amarrarme la boca
    para que ellos
    sustituyan mi canto.
    No es posible.
    No puedo.
    Con amor o tristeza,
    de madrugada fría,
    a las tres de la tarde,
    o en la noche,
    a toda hora,
    furioso, enamorado,
    en tren, en primavera,
    a oscuras saliendo
    de una boda,
    atravesando el bosque
    o en la oficina,
    a las tres de la tarde
    o en la noche,
    a toda hora,
    escribiré no sólo
    para no morirme,
    sino para ayudar
    a que otros vivan,
    porque parece que alguien
    necesita mi canto.
    Seré,
    seré implacable.
    Yo les pido que sostengan
    sin tregua el estandarte
    de la envidia.
    Me acostumbré a sus dientes.
    Me hacen falta.
    Pero quiero decirles
    que es verdad:
    me moriré algún día
    (no dejaré de darles
    esa satisfacción postrera),
    no hay duda,
    pero moriré cantando.
    Y estoy casi seguro,
    aunque no les agrade esta noticia,
    que seguirá
    mi canto
    más acá de la muerte,
    en medio
    de mi patria,
    será mi voz, la voz
    del fuego o de la lluvia
    o la voz de otros hombres,
    porque con lluvia o fuego quedó escrito
    que la simple
    poesía
    vive
    a pesar de todo,
    tiene una eternidad que no se asusta
    tiene tanta salud
    como una ordeñadora
    y en su sonrisa tanta dentadura
    como para arruinar las esperanzas
    de todos los reunidos
    roedores.

    Pablo Neruda

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  12. Y a quién se le haya olvidado, porqué yo lo tengo guardado en mi corazón que no hay poesía más bellas y tiernas que las escritas por un Scarfó, que quién sabe de educación y es un líder natural es el señor
    "sesenta y ocho años tuvo que esperar Josefa América Scarfo, desde los 18 hasta sus actuales 86para recuperar lo que es suyo.
    Se trata de la que fue mujer del libertario Severino Di Giovanni, fusilado el primero de febrero de 1931 bajo las ordenes del entonces presidente de facto Jose Felix Uriburu. El rescate : cuarenta cartas de amor y poemas, la mayoria escritos en italiano, que Di Giovanni le habia dedicado a su compañera y la policia las allanó en una requisa junto a otros materiales de propaganda anarquista y varios libros. Esto ocurrio dos dias antes del fusilamiento, el 30 de enero de 1931, en la quinta Ana Maria de la localidad bonaerense de Burzaco. En esa quinta tuvieron una convivencia de apenas diez meses, Josefa contaba con 18 años y Severino con 31"

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