El noruego que ejecutase a 77 jóvenes, sin arrepentirse de lo hecho, sostuvo que no estaba arrepentido, y que volvería a hacer lo mismo, porque los chicos muertos "no eran inocentes. Eran jóvenes civiles pero activistas políticos que promovían el multiculturalismo". Actuando así, agregó, se impedía una futura guerra civil. Qué buen test para las posiciones que aquí sostenemos, en crítica al castigo penal.
nunca entendi muy bien cómo se compatibilizaba tu posición liberal con la idea de que el castigo debe orientarse a reproducir el valor del arrepentimiento en el condenado
ResponderBorrarPara qué irse tan lejos?
ResponderBorrarQué podemos hacer con el tipo que mató al chico Cohen Agrest?
A diferencia del noruego, el asesino de este chico sí pidió perdón.
Entonces, acá no pasó nada?
es que no suscribo la posicion liberal, aunque como cualquiera tome elementos obvios que vienen de ahi -digamos,el respeto al debido proceso. y lo que hay que hacer es apelar a razones, buscando que la persona entienda, no que llore ni quede en panico frente a nuestras armas
ResponderBorrarDisculpe profesor pero no entiendo cómo esta confesión apoya su visión abolicionista del derecho penal. Si algo me deja esta información es que lo mejor que podemos hacer como sociedad con este tipo de personas es separarlas del resto de la sociedad, para que no vuelvan a matar a esas personas que hacen posible ese multiculturalismo y que ayudan a que no se de "una futura guerra civil".
ResponderBorrarJM
la confesion es horrible, y nos plantea que hacer, sobre todo para quienes estamos en contra del estado imponiendo dolor
ResponderBorrarDisculpe profesor pero no entiendo cómo esta confesión apoya su visión del derecho penal. Si algo me dice esta información es que lo mejor que podemos hacer con este tipo de personas es separarlas del resto de la sociedad, cuidando así a aquellas personas que incentivan el multiculturalismo y que previenen una "guerra civil".
ResponderBorrarY bueno, algunas cosas no tienen solución Gargarella. Eso es lo que te decían todos en cuanto a que tu posición era algo impracticable. Saludos, Germán
ResponderBorrarno veo la minima inimpracticabilidad. pasa que hay cosas practicables y habituales, como la tortura, que son siempre, incondicionalmente, inaceptables
ResponderBorrar¿Y por que tiene que haber una solución? ¿Quien dice que todo los problemas tienen solución?
ResponderBorrarEn matemática hay problemas que no tienen solución, hay problemas que tienen una cantidad finita de soluciones y hay problemas que no es posible saber cual es (o si hay) la solución.
En asuntos sociales diría que la mayoría de los problemas no suelen resolverse, se vuelven irrelevantes con el paso del tiempo.
Me alegro que consideres a las declaraciones de Breivick como un test para las posturas penales que sostenés desde hace tiempo. Y me alegro que lo hagas porque son estos casos extremos los que tornan inviable cualquier pretensión abolicionista extrema. La pena, entendida genéricamente como una medida que transcurre en contextos coercitivamente institucionalizados, no puede no implicar la privación de la libertad. En todo caso, creo que la clave moralizante a tener en cueta tanto en el caso de Breivick como en tantos otros consiste en recoger algunas de las intuiciones vertidas por Duff y otros teóricos penales. Según ellos, el elemento coercitivo consustancial al castigo se justifica cuando el transgresor es tratado 'as a member of the liberal polity whose autonomy must, like that of any citizen, be respected.’ Y el castigo se las ingenia para hacer esto porque él es, ‘like any exercise in rational communication, necessarily fallible: not because it might in fact fail to persuade him, but because it must itself leave that possibility open.’ (Duff 2003, p. 122)
ResponderBorrarbueno, considero la inquietud, pero la verdad es que todavia no modifica lo que pensaba. la verdad que en absoluto. porque, para quienes no queremos la venganza estatal, este tipo de casos extremos nos rarifican que i) debemos dejar en claro la diferencia que nos separa de el, ii) no hay mucho que sea dable hacer, teniendolo a el encerrado, iii) hay formas distintas de proteger al resto de la ciudadania
ResponderBorrarClaro, pero el punto es que las penas privativas de la libertad son perfectamente compatibles con cada uno de los puntos que vos correctamente señalás. En primer lugar, porque es mediante la pena (mediada por un proceso penal con todas las garantías de un estado de derecho, desde luego) que la sociedad le hace saber al delincuente cuál es la diferencia que lo separa de ella (y, por ende también, cuál es la distancia que debe zanjar el delincuente para reincorporarse a la misma, nuevamente, de forma plena y sin restricciones). En segundo lugar, porque si bien es correcto que hay mucho más por hacer fuera de la prisión que dentro de la misma, el carácter extremo del caso (Breivick y otros muchos) torna inviable actuar fuera de la prisión, aún si sólo fuera porque el mismo delincuente podría sufrir las represalias de sus conciudadanos. En tercer lugar, porque el hecho de que existan otras formas de proteger al resto de la ciudadanía no implica que la prisión no sea una forma válida; o, mejor dicho, no significa que no pueda transformarse en una forma válida una vez que se la purgue de todos los elementos que la tornan en una institución deshumanizante. Sin embargo, te repito, lo que torna a la prisión en una forma deshumanizante de castigo no es el elemento privativo de la libertad; son todos aquellos elementos que operan en las sombras no reglamentadas institucionalmente: torturas, violaciones, tratos degradantes relacionados con la higiene y la alimentación, etc., etc..
ResponderBorrarEn fin, no espero que cambies de opinión. De cualquier modo, reconozco tu honestidad intelectual de haber incluido un caso que muchos tomarían como el contraejemplo perfecto de la teoría que vos venís desarrollando. No muchas personas (ni menos aún científicos sociales) tienen el valor de actuar popperianamente como vos.
roberto, me interesaria saber tu opinion sobre esto (en particular, sobre la tradicion que prohibe mezclar la sangre del pueblo guarani con aquella de los extranjeros) http://www.losandes.com.ar/notas/2012/4/18/aborigen-murio-porque-familia-nego-transfusion-sangre-637000.asp
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