El 2 de junio de 1946, el pueblo italiano fue convocado a pronunciarse, en referéndum, por dos cuestiones cruciales. Por un lado, se llamó a que la ciudadanía escogiese cuál era la forma de gobierno que prefería –monárquica y republicana-; y por la otra se lo llamó a votar en torno a cómo componer una futura Asamblea Constituyente. Se trataba de la primera vez en la historia italiana que se convocaba al pueblo a intervenir en la creación constitucional, siguiendo el ejemplo de las constituyentes norteamericana de 1787 y francesa de 1789. Se trataría de un evento único no sólo hacia el pasado, sino también hacia las décadas futuras, sobre todo si se toma en cuenta el nivel de atención y participación populares que rodearon a la convocatoria.
Los resultados de la elección dieron cuenta, ante todo, de una alta participación popular, que alcanzó a casi el 90% de italianos e italianas –un involucramiento popular sin precedentes, como sin precedentes fuera el voto reconocido a las mujeres. Por otro lado, los resultados del comicio permiten advertir la presencia ver una grave fractura en la sociedad itálica, que dio la victoria a la opción republicana por un escaso margen: ella obtuvo el 54,3% de los votos, frente al 45,7% que se inclinó por la alternativa monárquica. En todo caso, el rey Vittorio Emanuele abdicó de su corona en mayo de 1946.
En cuanto a la conformación de la Asamblea Constituyente, el resultado de la consulta al pueblo demostró también la presencia de dos grandes bloques ideológicos principales, uno liderado por la Democracia Cristiana, y el otro compuesto por los partidos de izquierda.
Más específicamente, y como resultado de la elección, de la Constituyente pudieron participar 15 fuerzas políticas diversas, encabezadas en su conformación por la Democracia Cristiana, que obtuvo el 37% de los votos; seguida por el socialismo (20,7%) y el comunismo (18,7%). Es decir, entre las tres primeras fuerzas se concentró bastante más del 70% de los votos. A pesar de la división y fragmentación políticas emergentes, todos destacan, finalmente, un fuerte componente antifascista como elemento común y predominante entre los partidos y representantes escogidos.
Los resultados de la elección dieron cuenta, ante todo, de una alta participación popular, que alcanzó a casi el 90% de italianos e italianas –un involucramiento popular sin precedentes, como sin precedentes fuera el voto reconocido a las mujeres. Por otro lado, los resultados del comicio permiten advertir la presencia ver una grave fractura en la sociedad itálica, que dio la victoria a la opción republicana por un escaso margen: ella obtuvo el 54,3% de los votos, frente al 45,7% que se inclinó por la alternativa monárquica. En todo caso, el rey Vittorio Emanuele abdicó de su corona en mayo de 1946.
En cuanto a la conformación de la Asamblea Constituyente, el resultado de la consulta al pueblo demostró también la presencia de dos grandes bloques ideológicos principales, uno liderado por la Democracia Cristiana, y el otro compuesto por los partidos de izquierda.
Más específicamente, y como resultado de la elección, de la Constituyente pudieron participar 15 fuerzas políticas diversas, encabezadas en su conformación por la Democracia Cristiana, que obtuvo el 37% de los votos; seguida por el socialismo (20,7%) y el comunismo (18,7%). Es decir, entre las tres primeras fuerzas se concentró bastante más del 70% de los votos. A pesar de la división y fragmentación políticas emergentes, todos destacan, finalmente, un fuerte componente antifascista como elemento común y predominante entre los partidos y representantes escogidos.
1. Según algunos, el voto no merece ser leído como muestra de una reconversión de la sociedad al republicanismo, tanto como como una forma de castigar a la monarquía prevaleciente, sobre todo por algunas de sus últimas decisiones, como la de declararse en guerra en 1940 (Martucci 2015, 259).
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