Ojalá tenga suerte Dilma en el juicio político, por el que ya parece condenada. Se trata de un proceso que no objeto jurídica, sino políticamente, promovido por una elite política en el peor sentido: aislada de la población, enviciada, tramposa, y responsable de peores crímenes de aquellos por los que hoy indignadamente acusa. Entiendo que el PT debe pagar sus culpas, que las tiene y son graves: una política (en parte) inclusiva en materia social no da patente de corso para incurrir en delitos. Mucho menos a una fuerza que se proclama de izquierda, que debe tener como primeros estandartes la honestidad y el respeto a todos. Lo sabemos: es compatible una política de izquierda con el respeto y con la honestidad, y por eso resulta imperdonable que se haya hecho frecuente la práctica contraria, y mucho peor, que hayan aparecido tantos tratando de convencernos de lo contrario -"para hacer política primero hay que acumular/ robar"; "la política es así"; "es el precio a pagar". No, no es así, ni es un precio a pagar, por más que tantos hayan aceptado vender su alma.
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