(publicado hoy en la revista Ñ, a partir de la re-edición de su libro "Castigar y asistir")
David Garland es un
criminólogo escocés, graduado en derecho por la Universidad de Edimburgo, y con
una Maestría en Criminología en la Universidad de Sheffield. Entre 1979 y 1992,
fue profesor en la misma Universidad de Edimburgo, y desde entonces enseña,
principalmente, en la Universidad de Nueva York, donde imparte cursos de
sociología, teoría social y criminología. Profesor visitante en numerosas
universidades de Europa y los Estados Unidos, obtuvo varios de los principales
premios que se otorgan en su especialidad, y que incluyen una distinción de la
Sociedad Americana de Criminología, el Sutherland Award por su contribución a
la teoría criminológica, y la beca Guggenheim por sus más recientes estudios en
torno a la pena de muerte. Varios de sus libros –algunos de ellos ya traducidos
al español- han sido premiados también: Punishment
and Modern Society y Peculiar
Institution (su trabajo sobre la pena de muerte) fueron distinguidos por la
Sociedad Americana de Sociología; y Punishment
and Welfare obtuvo una distinción de la Sociedad Criminológica, como el mejor
estudio en el área producido en último lustro.
En sus trabajos, Garland
combina el conocimiento de la criminología, con el interés por la historia, y
la sensibilidad sociológica, lo que le permite contextualizar y pensar
críticamente una práctica compleja, como la del castigo. A través de sus
escritos, ha explorado la relación entre castigo y política, poniendo el acento
en la evolución histórico-social de las instituciones y prácticas punitivas, y mostrando
de qué modo las iniciativas y reformas penales resultan un reflejo de proyectos
políticos más amplios, y de más amplio anclaje social. En particular, en
trabajos como Punishment and Welfare, Punishment
and Modern Society, o La cultura del control,
Garland estudió las políticas (bienestaristas) de rehabilitación y asistencia
social propias de los años 60 y comienzos de los 70 –políticas que vinieron de
la mano del Estado de Bienestar, y asimismo de una doctrina penal que ponía el
acento en los derechos de los prisioneros- y la posterior caída y reemplazo de
tales iniciativas. En particular, el criminólogo escocés mostró las
pendulaciones que se produjeron en el área, en los años 70 y 80 (con el
reaganismo y el thatcherismo) hacia políticas de “ley y orden” y “mano dura”
(ejemplificadas en la criminalización de mayores conductas, el endurecimiento
de las penas, y la mayor extensión de las mismas). De modo adicional, Garland
exploró la correlación existente entre la caída en las tasas de criminalidad,
la reducción de las libertades civiles, y la estigmatización de las minorías
(en particular, las minorías afroamericanas).
En Una institución particular, su libro más reciente sobre la pena de
muerte, Garland muestra el modo en que la pena capital sigue siendo aplicada
conforme a parámetros raciales, y estudia, más específicamente, los cambios
sociales, legales, prácticos y discursivos producidos en torno a la misma. La
pena de muerte se ha separado, en la actualidad, de los criterios de
“linchamiento” y de la espectacularidad que era propia de esa práctica en siglos
anteriores, para adquirir formas en apariencia más “civilizadas” y
“profesionales”, respaldadas por la propia Corte Suprema de los Estados Unidos.
En dicho país –concluye Garland- la pena de muerte ha pasado a operar como
“símbolo de una nueva cultura del control” que viene acompañada de sentencias
penales más duras, un retribucionismo de un nuevo tipo, y encarcelamientos
masivos.
El trabajo que ahora
edita siglo XXI, en castellano -Castigar
y asistir una historia de las estrategias penales y sociales del siglo xx-
es considerado, con razón, como un “clásico” que, no por azar, se edita ahora
en conjunto con otros dos estudios imprescindibles en el área, como lo son Vigilar y castigar de Michael Foucault,
y Cárcel y fábrica de Darío Melossi y
Massimo Pavarini. Interesado de manera especial en el “ascenso y caída” de
políticas penales “welfaristas” –políticas atentas a las “condiciones sociales”
de producción del delito (el origen social del criminal, sus posibilidades de
reinserción, etc.), el libro resulta
absolutamente actual. El mismo nos interroga, finalmente, acerca de cómo
recuperar un enfoque penal más “social,” alejado del paradigma hoy dominante,
distinguido por las marcas del orden autoritario y el “populismo penal”.
https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/temas/pena-de-muerte/
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