Estoy
en una librería de las más bonitas y escondidas de la ciudad. Los dueños
muestran mucho buen gusto, tanto en la selección de libros que han hecho, como
en la música que van haciéndonos escuchar. En un momento, empieza a sonar una
canción no tan conocida, pero tan bonita de Lupicinio Rodrigues, en la voz de
Caetano Veloso. Caetano canta: “Felicidade foi-se embora.E a saudade no meu
peito ainda mora. E é por isso que eu gosto lá de fora”. De repente, un
angelical coro se suma, desde dentro de la librería: son padre e hija que, sin
timidez alguna, corean acompañando a Caetano y continúan con el estribillo: “A
minha casa fica lá detrás do mundo. Onde eu vou em um segundo quando começo a
pensar.” Salgo de ahí, voy camino de vuelta, y en dirección opuesta a la mía,
se acercan, en este caso, una madre que va de la mano de su hija. Ellas van
cantando juntas “Garota de Ipanema”: “Olha que coisa mais linda. Mais cheia de graça”. Y sí, la felicidad se parece un poco a esto.
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