Después de unos meses,
volví a encontrarme, esta noche, con Jon Elster, el cientista social noruego.
Como otras veces, pero también como nunca antes, en una noche luminosa,
hablamos de la pasión por escribir, por el entusiasmo de hacer sólo lo que uno quiere, sin importar los costos de ello: Elster está por cumplir
80 años, y sigue escribiendo, embarcado en un proyecto personal al que espera concretar en 5 años! Dijo estar muy contento con el tema, y de advertir, con satisfacción, que sigue teniendo ideas. Elster insistió, además, sobre cuestiones que siempre ha remachado: sólo hay que escribir sobre lo que a uno le gusta, sólo
hay que involucrarse con aquello que a uno le interesa. En otros términos,
escribir sin calcular, sin hacer lo que hacen tantos: pensar en cuál es el tema
con más mercado; cuál el “nicho vacío” del que uno, con astucia, podría apropiarse;
cuál es el hot topic del momento (para quienes hacen estudios doctorales
afuera, agregaría, otro problema es buscar el tema localísimo, pensando así en "zafar" el doctorado, reafirmándose en lo que uno ya sabe, y sin aprender nada nuevo).
Contó Elster que ahora estaba en prensa el volumen 1, de los 3 que publicará sobre lo que pasó a ser el gran tema de su vida: lleva 30 años comparando las Convenciones Constituyentes Francesa y
Norteamericana (hace 30 años debutó en la cuestión tratando de publicar uno de sus artículos luego más
citados: “Argumentación vs. Deliberación”, en la Revista de la Escuela de
Derecho de Yale, y su artículo fue rechazado!). Contó también que los primeros
dos volúmenes serán puramente históricos (reconstruir la historia que precedió
a los debates, y la de los mismos debates); y que los historiadores (pocos
gremios tan celosos de su territorio) aborrecían de esos escritos suyos. Pero concluyó: “no me importa para nada, escribir todo esto me divierte muchísimo, lo
disfruto a montones, y sólo quiero seguir haciéndolo”.
Y también contó lo siguiente, excitado
y moviéndose en la silla: “Yo miro cómo me siento mientras escribo. Si me
siento subiendo una montaña, trabajosamente, me detengo enseguida, miro, y me digo:
acá hay algo que no va. O el tópico no me interesa, o lo que escribo no me
gusta. Entonces lo dejo. Pero cuando siento que voy bajando la montaña, ahhhh, esa
sensación. Eso es maravilloso, conozco bien esa sensación, la sentí tantas veces” -dijo feliz, emocionado.
Quién pudiera! Qué grande Elster!
ResponderBorrarQué lindo e interesante lo que contás, Roberto. (Van los mismos adjetivos para el modo en que lo contás). Gracias por compartir estas crónicas, iluminaciones espontáneas (pero articuladas entre sí) sobre la vivencia de la escritura. Espero que siga muy bien tu trabajo allá. No sabía lo del rechazo del trabajo inicial de Elster en la revista de Yale; otra muestra de que lo que es bueno no puede ser detenido ni depende de certificaciones, tampoco en el espacio académico. El cuerpo sentado en una silla que, al mismo tiempo, "baja una montaña" se adivina, ahora, en el tercer capítulo de "Ulysses Unbound", en el segundo capítulo de "Ulises y las Sirenas", en el cuarto capítulo de "Solomonic Judgements", seguramente en muchos otros textos de Elster. Aumenta las posibilidades de interpretación de esos textos conocer la experiencia del placer como principio rector en el autor. Un abrazo.
ResponderBorrarja! siempre certero, guille. y te digo más. me dijo sobre el artículo que le rechazaron, dos cosas: 1) menos mal que lo rechazaron, porque después de mucho tiempo vi que tenía fallas que no hubiera querido tener publicadas, 2) lo rechazaron por cualquier otra razón, todas malas
ResponderBorrarDos justos por ahí
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