Publicada hoy en Revista Ñ
https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/coronavirus-argentina-ciberpatrullaje-ministra-cometio-error_0_wAOMTx3C_.html
Días atrás, la Ministra de Seguridad Nacional, Sabina Frederic, realizó unas desafortunadas declaraciones en torno al “ciberpatrullaje” que estarían llevando a cabo las fuerzas federales, con el objeto de “monitorear el humor social,” y anticiparse a posibles saqueos. La Ministra se equivocó seriamente con lo que dijo y, una vez más, decidió enmendar sus expresiones rápidamente, tratando de clarificar y a la vez rectificar el sentido original de sus palabras. Bienvenidas sus ya habituales precisiones, desmentidas y retractaciones: la Ministra suele corregirse en la dirección correcta. Sin embargo, lo ya ocurrido amerita algunas reflexiones adicionales.
En primer lugar, resulta
preocupante la cantidad de veces que, en tan poco tiempo, la Ministra debió girar
en velocidad frente a sus equívocos dichos. Ocurrió ya en demasiadas
oportunidades, demasiado serias: al señalar (antes de su asunción como
funcionaria!) que Hezbollah debía dejar de ser considerada una organización
terrorista; al hablar sobre la necesidad de rehacer la pericia que se había
llevado a cabo en el caso Nisman; al referirse al caso Maldonado; al aludir a
los poderes de las fuerzas de seguridad durante la cuarentena; al mencionar
ahora el ciberpatrullaje. La repetición de estos errores representa un primer
hecho grave. El segundo hecho que mencionaría, mucho más grave que el anterior,
refiere al tipo de errores de los que hablamos, y a lo que ellos sugieren. Y es
que tales equivocaciones apuntan todas en la misma dirección, esto es, a la sorprendente
ausencia del derecho, en un Ministerio que debería estar directamente guiado y
controlado, a cada paso, por el derecho. Tal situación habla menos de la falta
de personal versado en leyes, que del desinterés que exhibe su cartera en la
materia. La falta de frenos jurídicos inhibitorios, en estos casos, resulta
alarmante: no se trata de que la Ministra no incurra más en “sofocones públicos,”
lo cual sería deseable, sino de no errar el paso en cuestiones tan cruciales, y
que por ello mismo -por su importancia- se encuentran atendidas y resueltas ya
por el derecho.
Si para algo sirve el
derecho es para evitar errores semejantes, más precisamente en estos casos
graves. En efecto, a través del derecho i) identificamos intereses que
consideramos vitales (la libertad de expresión; la seguridad física; el bienestar
social; etc.); luego, y mirando a la historia ii) reconocemos cuáles de tales
intereses solemos violentar en la práctica (identificamos así, por ejemplo, que
cada vez que un gobierno se torna más poderoso, intenta acallar a quienes se le
oponen; etc.); y finalmente, iii) tomamos los intereses vitales que reconocemos
más frágiles, a la luz de la historia, y dejamos constancia pública de nuestro
compromiso de protegerlos tanto como podamos. Para ello, por ejemplo, incorporamos
esos intereses a la Constitución, otorgándoles el estatus de “derechos
fundamentales” (i.e., derecho a la libre expresión; derecho a la privacidad;
etc.); o los consagramos en una ley, a través de la cual afirmamos nuestra
preocupación por garantizar la vigencia de esos “derechos” que -ahora lo
sabemos- tienden a ser violentados (i.e., escribimos una ley de inteligencia
nacional marcando las áreas vedadas a las fuerzas de seguridad).
Señalado lo anterior, podemos
concentrarnos directamente en el caso del ciberpatruallaje. Todo lo que la Ministra
admitió que las fuerzas federales hacen -le guste o no- está prohibido por la
ley. En su artículo 4to, incisos 2 y 3, la Ley de Inteligencia Nacional 25520
señala que ningún organismo de inteligencia podrá “obtener información,
producir inteligencia o almacenar datos sobre personas, por el solo hecho de su
raza, fe religiosa, acciones privadas, u opinión política, o de adhesión o
pertenencia a organizaciones partidarias, sociales, sindicales, comunitarias,
cooperativas, asistenciales, culturales o laborales, así como por la actividad
lícita que desarrollen en cualquier esfera de acción” (inc.2); ni tampoco “influir
de cualquier modo en la situación institucional, política, militar, policial,
social y económica del país…en la opinión pública, en personas, en medios de
difusión o en asociaciones o agrupaciones legales de cualquier tipo.” (inc.3).
Esto es decir: las
fuerzas federales están llevando a cabo tareas que contradicen la letra
explícita de una ley escrita a conciencia. Punto. Ello debería bastar para dejar
en claro por qué, ya mismo, tales fuerzas deben abandonar lo que están
haciendo, con independencia de sus mejores intenciones. No se trata de que
ahora tenemos “buenos espías”; o “fuerzas al servicio de la ley”; o de que hoy
priman convicciones ideológicas que no son las que primaban en los tiempos de Patricia
Bullrich (“volvimos mejores”). Se trata de que las fuerzas de seguridad siguen
involucradas en actividades ilegales. Lo anterior bastaría para concluir con la
discusión, pero de todos modos agregaría a lo dicho tres breves puntos.
Primero, entiendo que la “luz
verde” que, en los hechos, la Ministra otorga a las fuerzas de seguridad, para
que ingresen en áreas que tienen por ley vedadas, se vincula con una controvertida
posición académica que Frederic ha asumido como punto de partida de su labor:
la “confianza” (antes que la “desconfianza,” que le atribuye al CELS) frente a
las fuerzas de seguridad. Sobre el tema, habrá que decirle a la Ministra que,
más allá de su postura como investigadora, la historia argentina le juega en
contra. Necesitamos sospecha y control externo, antes que confianza y
compañerismo, con quienes tienen a su cargo los medios de la coerción estatal. En
segundo lugar, al hablar de ciberpatrullaje estamos hablando del ingreso del
Estado en el ámbito de la privacidad protegido por el art. 19 de la Constitución
y que, en estos momentos, en donde buena parte de la población se encuentra
obligada al confinamiento, merece protección adicional, antes que menores
niveles de resguardo. Finalmente, ante la debacle económica que se avecina (una
crisis provocada por razones completamente ajenas a la responsabilidad de los
ciudadanos); y dado el marco de pobreza y desigualdad con que vamos a “recibir”
a dicha crisis; resulta particularmente importante asegurar que las fuerzas de
seguridad no monopolicen (como lo hacen hoy) el espacio público, y que los
poderes del Estado queden situados bien lejos de nuestra moral personal. Antes que
nuevas aclaraciones, son éstas las certezas que necesitamos.
Coincido casi absolutamente y no por lo que la constitución me diga en tal o cuál artículo o la ley de inteligencia en tal o cuál inciso. Las experiencias del pasado fueron muy nefastas y debemos estar alertas sin duda aún teniendo en cuenta que la situación es de una complejidad de un tamaño que nunca hemos vivido.
ResponderBorrarEspero que los signos de autoritarismo y las violaciones de ddhh sean pocas. Y referido ya a la situación más amplia de la emergencia q vivimos creo q teniendo en cuenta las enormes dificultades el estado y los dirigentes políticos parecen estar actuando en la dirección correcta y acompañando con medidas destinadas a los sectores más desprotegidos.
Creo que hay que estar alertas con las señales autoritarias de nuestra historia. También con el "ministra", "ministra"... esa "a" del artículo. Y con esa moral que vive de su aire cuando otros sobreviven hacinados. Discuto profundamente el boceto genérico y apolítico y ahistórico y antieconómico del concepto de ciudadano que traza el artículo. "Todos" somos ciudadanos... Y el concepto de razón empobrecido, teológico..., cuando bien sabemos que no es necesario determinar "al margen" o aparte o alusivamente: la razones de la crisis económica son económicas, de un sector económico historicamente beneficiado por cada crisis que padecieron los ciudadanos. "¡Pero si los dueños de las grandes fortunas de nuestro país también son ciudadanos!" ¿Que se vayan "todes"?
ResponderBorrarhttps://www.vialibre.org.ar/2020/04/10/ciberpatrullaje-del-error-al-protocolo-y-los-controles/
ResponderBorrarCV
Estimado Roberto,
ResponderBorrarmi pregunta es, podemos hablar de errores o equivocos cuando se sostiene la visión interpretativa del derecho. En este caso desde el gobierno podrían decir que el ciberpatrullaje no es "espionaje". todo depende de cómo se defina "espionaje".
Saludos,
Luis
Estimado Roberto,
ResponderBorrarmi pregunta es, podemos hablar de errores o equivocos cuando se sostiene la visión interpretativa del derecho. En este caso desde el gobierno podrían decir que el ciberpatrullaje no es "espionaje". todo depende de cómo se defina "espionaje".
Saludos,
Luis
yo creo, como siempre, que hay que distinguir entre problemas interpretativos y abusos del derecho. por ejemplo, en la argentina vivimos el tiempo en que los juristas del menemismo quisieron decir que tenían derecho a tercera reelecciòn, porque todo habìa empezado de nuevo con la reforma constitucional (de hecho, es el modo en que evo ganò su ùltima reelecciòn, un modo que acà todossss reconocimos como vergonzoso). eso es, para cualquier persona de buena fe, un abuso hecho escondièndose en la idea de interpretaciòn. la existencia de esos abusos, en todo caso, no niega que tenemos genuinos desacuerdos interpretativos
ResponderBorrarGracias por la respuesta. Igual a mi me parece que es problematico y tal vez "subjetivo" lo de la buena fe. Me parece que en el caso del articulo de la constitucion que citas se podria interpretar tranquilamente de manera que no se aplique al "ciberpratullaje" y tal vez alguien lo haga creyendo que esta haciendo el bien, es decir, de buena fe.
ResponderBorrarSaluds,
Luis
La idea de un ciberpatrullaje resulta en si misma peligrosa. Y hay casos en todo el mundo donde se intenta, por ejemplo, a través del uso de datos de telefono, ubicar a las personas. En argentina se hizo lo mismo, sin que esto despertara ningun tipo de controversia, al rastrear a las personas que llegaron del exterior. SE podria discutir la legitimidad o razonabilidad de la decisión, pero que es una medida límite no hay dudas.
ResponderBorrarOtro ejemplo de abuso, es el caso chileno, disponer medidas de coercion, simplemente para acallar a los movimientos sociales. (Peor aun poner limites de ingreso al acceso a los test de corona virus: es decir, no proveer test en forma universal, haciendolos depender del mercado, con lo cual el numero de testeados reproduce la desigualdad social que allí existe.
Con esto quiero decir, que cualquier medida de coercion deberia tambien tener en consideracion el modelo economico, y la filosofia política que la sustenta. En virtud de ello, también deberian analizarse las estadisticas, y los intentos de prevencion oo de control social ilegitimo.
Luis II
bueno, la ley no deja mucho lugar a dudas diría, lo cual explica que aún los amigos de la ministra -y ella misma- tuvieron que desdecirse. No tenían mucho margen. El punto más general es la diferencia entre desacuerdos razonables y prevaricato
ResponderBorrarCoincido con las palabras de Roberto creo que hay que estar ¨"alertas" y no permitir avasallamientos y/o atropellos a derechos y garantías esenciales básicas. No debemos permitir que se vulnere la letra de la CN. ESPEREMOS QUE TODOS LOS QUE PONEMOS NUESTRO GRANITO DE ARENA CON ANÁLISIS QUE CONTRIBUYEN A MEJORAR EL ESTADO DE ESTA SITUACIÓN , Y ASÍ EVITAR MALESTAR...
ResponderBorrarsaludos!!
https://noticias.perfil.com/noticias/politica/ciberpatrullaje-le-abren-una-causa-a-un-joven-por-twittear-la-palabra-saqueo.phtml
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