PREFACIO Y
AGRADECIMIENTOS
Concebí este libro en una
noche sin sueño, en abril de 2019, en un par de horas excitadas y extrañas.
Tuve la certeza, al pensarlo, de que el libro estaba ya definido y su contenido
cerrado. Sólo me quedaba por delante la tarea de redactarlo. Se trataba
entonces de empezar a escribir un libro que, en los hechos, ya tenía terminado.
Curioso, nunca me había pasado. En ese momento inhabitual, de lucidez
inesperada, supe también que debía aislarme de mi contexto, salir del país, y
dedicarme exclusivamente a esa tarea de la escritura -por lo menos un mes- para
sentar las bases del libro, y en todo caso completarlo a mi regreso.
La idea era escribir
sobre un tema que me angustiaba, relacionado con el deterioro de las
democracias constitucionales de nuestro tiempo, y hacerlo mirando hacia atrás,
a partir de todo lo aprendido luego de 30 años de pensar sobre los pilares del
constitucionalismo: ideas como las de representación, “frenos y contrapesos,”
control judicial, minorías, protección de derechos, motivaciones. Quería
hacerlo, además, con el norte o el sur orientado hacia un ideal concreto: el
derecho como una conversación entre iguales. Por lo demás, me interesaba
avanzar estos criterios sometiendo a crítica a la doctrina actual que viene
ocupándose sobre el tema. En mi opinión, dicha doctrina confunde los asuntos
del constitucionalismo con los problemas de la democracia, y busca por
tanto remediar las falencias de aquel (controles judiciales que no funcionan;
“frenos y contrapesos” deteriorados), asumiendo que soluciona de este modo los
déficits democráticos que padecemos. Pero ello, obviamente, no ocurre ni puede
ocurrir: operando sobre el constitucionalismo dejamos intactos los graves daños
que padece el sistema democrático. Y nuestro problema principal, en la
actualidad, se relaciona con la democracia.
La buena noticia al
respecto -y dentro de un panorama general oscuro y preocupante (insisto: el que
explicaba al libro)- se relaciona con la cantidad de ejemplos recientes, que nos
ayudan a reconocer la realidad de dicha conversación entre iguales: ya no se
puede decir -como se pretendió decir siempre- que un ideal semejante nos
refiere solo a una mera utopía -una abstracción o ilusión, válida
exclusivamente para los fines de un seminario a puertas cerradas. Conocemos
ahora (y los examinaremos luego) los casos de las asambleas deliberativas que
han tomado lugar en tantos países de Occidente, pero también (y de forma
todavía más relevante para mi estudio) debates públicos inclusivos y profundos,
como los que se dado en diversos países (por caso, en torno al aborto, en
países de tradición católica como Argentina o Irlanda). Tales ilustraciones nos
permiten reconocer no sólo el valor, el sentido, y la importancia de dialogar
democráticamente -aún en sociedades divididas en razón de sus creencias o
convicciones políticas- sobre cuestiones relacionadas con derechos básicos
(algo que la doctrina, tan habitualmente, había rechazado, exigiendo una
separación entre cuestiones de derechos y debates democráticos), sino también la
posibilidad real de llevar a cabo tales conversaciones. Se trata de ejemplos
que muestran a la discusión ciudadana como un hecho posible, efectivo, incluso
en el marco de sociedades numerosas e institucionalmente deficitarias.
A comienzos de octubre de
ese mismo año, terminadas mis clases y obligaciones principales, partí hacia
los Estados Unidos. Allí encontraría el respaldo de exprofesores y colegas con
quienes hablar, en caso de ser necesario; y una serie de bibliotecas amables
(tres en particular: la de la Universidad de Columbia, “arriba”; la de la
Universidad de Nueva York, “abajo”; y la Biblioteca Pública, en el “centro” de
la ciudad), que me asegurarían la austera e intensa felicidad de esos días.
Sorpresivamente, al poco
tiempo de llegar, y luego de veinte exageradas jornadas de trabajo completo,
terminaba la primera versión del manuscrito. De forma inesperada, mucho antes
de lo imaginado, y como si nada. El libro había sido escrito como si alguien me
lo hubiera dictado. Sin necesidad de pensarlo, sin necesidad de “pelear” por
los argumentos (como me dijera Jon Elster, confesando que a él también, en
ocasiones, le ocurría: escribiendo “cuesta abajo” -downhill- es decir, deslizándose
tranquilamente, y dejando de hacerlo cuando el ejercicio se tornaba “cuesta
arriba” -uphill- y uno se sentía escribiendo de modo esforzado). Como si
alguien me dictara el libro, y yo tratando de alcanzarle. Una situación de
trance completo.
Una última aclaración
sobre el libro. Éste es un libro que busca discutir ideas, en el que presento
argumentos que he ido madurando -con más o menos fortuna- durante décadas. Para
facilitar mi escritura y su lectura, decidí no cargarlo de citas eruditas,
referencias y notas al pie. Esta elección facilitó enormemente mi escritura,
haciéndola más fluida y ligera. Espero que ayude igualmente a su lectura y
compromiso con las discusiones que presento.
Llegados aquí, quisiera
agradecer, y sólo eso, a Carlos Díaz y a Caty Galdeano, por el afectuoso apoyo
que hizo este libro posible. A Martín Abregú y a Mirna Goransky, por alojarme
sin nada a cambio. A Vicky Murillo y familia, por estar siempre. A los amigos y
colegas de allá: Christian Courtis; Jorge Contesse; César Rodríguez Garavito;
Sergio Chejfec; Roberto de Michele; Patricio Navia; David Sekiguchi, por la
compañía. A Sebastián Guidi, Fernando Bracaccini, Patricio Kenny; Brad Hayes! A
Emiliano Catán, por la ayuda. A los profesores con los que discutí y conversé
durante mi estadía: Adam Przeworski; Jon Elster; Owen Fiss; Robert Post; Hélène
Landemore; Lewis Kornhauser; Joseph Raz; Jeremy Waldron. A Leonardo Filippini,
por incitarme a perseguir esta idea. A las amigas y amigos en la Argentina, por
quienes todo cobra sentido. A Paula, por la curiosidad, y por la mirada. A mis
padres y hermanos; a mi familia, a mi sobrino Juan. A todos gracias.
Sencillamente espectacular. Felicitaciones,espero poder encontrarlo y comprarlo.
ResponderBorrarFelicitaciones por el libro!!!
ResponderBorrarDónde podría adquirirlo?
Saludos, profesor Gargarella. No sé si te vas a ler eso, pero tenía que arriesgarme. Mi nombre es Ygor, soy brasileno, estudiante de derecho, estoy terminando mi curso de grauduación y tratando de ingressar en un mestrado en derecho constitucional. Me encantan sus estudios sobre constitucionalismo dialógico y mi monografía se basó en su bibliografía. Ahora, estoy preparando un proyecto de mestrado y quería seguir estudiando su línea de razonamiento del constitucionalismo dialógico, la democracia deliberativa y la crítica al sistema de frenos y contrapesos, combinado con la teoría del constitucionalismo abusivo, la crisis democrática actual y la escalada de autoritarismo. Sin embargo, no estoy muy seguro, y no sé si es apropiado alinear estas ideas. ¿Usted me podría ayudar? Meu email es: ygormuraro@hotmail.com. Instagram: ygormuraro
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