Todos hemos quedado conmovidos, en estas últimas semanas, a partir de los juicios desarrollados en torno a algunos crímenes brutales. Pienso, en particular, en la muerte de un joven, provocada por los golpes que le impusiera una patota de otros jóvenes rugbiers. Crímenes como éstos, y sus detalles, nos han generado, a todos, dolor y daño en exceso. Quisiera, sin embargo, tomar la oportunidad que nos ofrece este momento de duelo colectivo, para plantear algunas preguntas y dudas -para mí difíciles de responder- relacionadas con las respuestas altamente “punitivistas” que hoy, ligeramente, se ofrecen ante dichos casos. El objetivo del texto no es el de generar controversias innecesarias, sino el de reflexionar críticamente sobre temas tan tristes como complejos.
Más justicia, más pena? Comienzo planteando una perplejidad propia de las demandas por penas “severas” o “de por vida”. De modo habitual, se nos dice que, de ese modo (con “penas muy altas”) se busca “hacer justicia”. Ello así, vinculando -incomprensiblemente- al nivel de “justicia” de la respuesta estatal, con la métrica de los “años de cárcel” (resultó trágico, en estos días, oír el desfile de declaraciones de nuestra clase dirigente, festejando las “condenas de por vida” porque “finalmente se hizo justicia”). En la Argentina, nos hemos acostumbrado a este tipo de asociaciones, desde los años de los juicios ante los crímenes de la dictadura: sólo cuando se escuchaban condenas a perpetuidad se decía: “por fin se hizo justicia!” Sin embargo, para todos los casos, y aún o especialmente frente a los crímenes más terribles, no hay nada obvio en dicha asimilación entre “más justicia” y “penas más altas”. En la Colombia de hoy, después de décadas de “conflicto armado,” el Estado busca “Justicia y Paz”, con independencia de si ello requiere más o menos “penas”. Algo similar ocurrió en la Sud-África post-Apartheid: lo que importaban eran otras cosas -saber la “Verdad” de lo ocurrido, por ejemplo- más que imponer los castigos más severos. Es decir: la asimilación entre “justicia” y “penas más severas” no es obvia, ni parece sensata, ni resulta necesariamente provechosa, en ningún sentido.
Qué finalidad buscamos, a través de un duro castigo? Una vez que nos queda en claro que “hacer justicia” no es lo mismo que “condenar con más penas,” resurge la pregunta sobre qué es lo que en realidad buscamos, cuando demandamos castigos severos. Ofrezco aquí algunas respuestas muy comunes, adelantando el problema que veo en ellas: ellas parecen apuntar a lugares muy distintos, muchas veces en tensión entre sí. La pregunta es: Qué es lo que queremos, cuando proponemos “las penas más altas,” en estos casos? Queremos que “la sociedad aprenda” qué es lo que pasa, cuando alguien comete un crimen aberrante? (queremos “infundirle miedo” al resto de la sociedad, tomando a los culpables como “meros medios”?). Queremos, exclusiva o fundamentalmente, “darle su merecido” a los asesinos del caso? Queremos que ellos no tengan la oportunidad de volver a cometer un crimen semejante? Queremos “reformar” a esos criminales, para luego intentar reintegrarlos? Queremos buscar su arrepentimiento y enmienda? Una vez más: necesitamos aclarar(nos) qué es lo que buscamos, a través del castigo severo, porque muchas de las respuestas anteriores parecen incompatibles entre sí (se dirigen a sujetos distintos; buscan objetivos diversos; se satisfacen con medios opuestos; etc.).
Respuestas internamente muy frágiles. Una vez que definimos qué es lo que efectivamente perseguimos, a través del “castigo severo” (“disuadir al resto”; darle a alguien su “merecido”; “reformar y reintegrar” a los criminales) necesitamos reflexionar sobre la racionalidad y razonabilidad del objetivo específico que elegimos -cualquiera sea- y sobre los medios por los que optamos para logar tales objetivos. Mi impresión es que no pensamos o no queremos pensar demasiado sobre la cuestión, porque intuimos las dificultades que vamos a encontrarnos en el camino. No digo esto con el ánimo de “complicar las cosas”, sino con el genuino objetivo de pensar mejor sobre lo que es difícil. Veamos: si proponemos la imposición de “penas ejemplares” (“altísimas”) para disuadir a potenciales criminales (“que nadie más se anime a cometer un acto así”), deberemos tomar conciencia de que la disuasión no parece estar funcionando bien en ninguna parte (el criminal habitualmente asume que “a él” no lo encontrarán; los niveles de criminalidad parecen depender de otras variables ajenas a los niveles de pena que establecemos; etc.); y reconocer también que otras políticas (preventivas) pueden resultar más humanas y más eficientes para la disuasión que buscamos (más allá de que nos evitan la inmoralidad de tomar a los condenados como “meros medios” para conseguir los fines que nos proponemos). Por el contrario, si lo que más nos importa, cuando castigamos, es que el criminal “cambie” o “se reforme”, para después poder “reintegrarlo”, tenemos que advertir que nos dirigimos a un fracaso seguro si, para lograrlo, confinamos al criminal un antro de maltrato y violencia (nuestras cárceles); lo rodeamos de los peores criminales que hemos encontrado; y lo aislamos del resto de la sociedad (de su familia y de sus afectos). Lo que “aprenderá” el criminal, a través de esa “escuela” que le impusimos, es a ser todavía más violento: de allí saldrá, cuando salga, mucho peor de como había ingresado, pero ese resultado será ahora, en parte, responsabilidad nuestra. Se tratará del “producto esperable” de la “educación en el crimen” que le hemos dado. Finalmente, si lo que buscamos, a través de penas “altísimas” es darle a alguien “su merecido” (digamos, una especie de impermisible venganza a manos del Estado que tiene el monopolio de la violencia), convendrá que nos aclaremos, previamente, cómo vamos a “medir” ese “merecimiento” (Qué “merece” una persona que comete un crimen, como el de los rugbiers? Que la torturen? Que le arranquen un pie? Que la condenen a muerte?). Y, más allá de esa insoluble dificultad para precisar qué es lo que alguien “realmente merece”, luego de un crimen grave, convendrá reflexionar, también, sobre la clase de sociedad que somos o en la que nos convertimos, condenando de ese modo extremo. Supongo (aunque, por ahora, no lo afirmo, sólo lo planteo como duda), que alguno de esos criminales (digamos, alguno de los rugbiers citados) cometió, sin pensarlo mucho, el error de su vida, y hoy está profundamente arrepentido de lo que hizo. Si esto es cierto, esa sola posibilidad debiera ocupar un lugar importante a la hora de ofrecer respuestas, desde el Estado. Tal vez, más que arrojar al infierno a ese joven criminal, y desentendernos del mismo (que es lo que haremos), podríamos apostar a recuperar o reconstruir la parte de humanidad que aún preserva (hablamos, finalmente, de adolescentes, casi niños). No se trata de que seamos ingenuos (han hecho algo terrible), pero tampoco de cerrar los ojos (nosotros, el Estado) frente a las consecuencias (desastrosas) de las respuestas que damos. Si se me permite la herejía: ninguno de nosotros está exento de cometer un error imperdonable.
La Constitución no permite “cualquier” respuesta. Algunos eventuales lectores, seguramente, no se sentirán en absoluto interpelados o persuadidos por nada lo que he dicho hasta aquí. Ellos -seguramente, y en parte se entiende- se encuentran por completo convencidos del valor y necesidad de las penas “más duras” (“que se pudran en la cárcel”). Pues bien, quienes quieran mantenerse, obstinadamente, en ese lugar (el del híper-punitivismo) deberán tomar nota, al menos, de que nuestra Constitución no permite, cualquier respuesta en la materia (sobre todo, respuestas híper-punitivas, como las que ellos invocan). En efecto, la vieja Constitución de 1853, con su modesto liberalismo humanitario, condena y prohíbe ciertas (comunes) respuestas penales. Simplemente cito la frase crucial que dedica el art. 18 de la CN, a la cuestión de las penas, recordando que se trata de un “mandato” obligatorio, para todos, y no de una mera “recomendación” que podemos cumplir si tenemos ganas. Dice la CN: “Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquella exija, hará responsable al juez que la autorice.” Esa frase nos confirma que la mayor parte de las cosas que hacemos en el área (las cárceles que tenemos, los castigos que damos, el tipo de penas que imponemos) son, directamente, contrarias a derecho: “mortificamos” a través de la pena; “castigamos” a través de la privación de libertad; mantenemos cárceles “insanas y sucias”. Todo lo cual puede ser irrelevante para periodistas y propagandistas en el área, pero no puede serlo para los funcionarios que tienen la obligación de aplicar el derecho. En definitiva: nos encontramos frente a un tema doloroso y arduo de tratar. Sin embargo, el hecho de que tengamos enormes dificultades para reconocer, frente a estos terribles casos, cuál es la mejor respuesta de la que disponemos -en términos legales, políticos y morales- no habilita cualquier respuesta alternativa, que impulsiva o irreflexivamente ofrezcamos.
Gracias x decir esto. Sólo una cosa q no afecta el argumento: los criminales no cometieron “el error de su vida”, porque su vida estuvo plagada de errores similares: se hacían llamar rompehuesos, golpeaban y abusaban en forma cotidiana, inculparon x el asesinato a un pibe al q bulleaban. La única diferencia en este caso es q hay una víctima muerta.
ResponderBorrarRoberto una consulta en relación a la segunda pregunta que te haces (que finalidad buscamos?):¿Cual es, en los hechos y en como se da en la practica, el fin (la razón) del sistema penal (en Argentina y/o en el mundo?, el castigo, la reinserción, el castigo y si es posible la reinserción al cumplir la condena?. Cual crees que debería ser el fin de que una persona vaya presa por cometer un delito?.
ResponderBorrarSaludos
Manuel Sifre. La Plata
Gracias por un poco de sensatez en esta demencia institucional y mediática.
ResponderBorrarSoy ingeniero y uruguayo, o sea, ¿qué hago leyendo esto? No lo sé, me fascinan las cosas que hacemos como sociedad. En este caso, para mal.
Es inexplicable para mí el cómo alguien pudo llegar a la conclusión de que este homicidio merecía cadena perpetua, e incluso 15 años.
Letras al viento, que nadie leerá.
Vaya mi más sentido abrazo para esos 8 condenados y sus familias. Nadie se merece eso.
Que no sean palabras al viento. Yo las leí y, por fin, leo algo que muestre ese odio social "gratuito".
BorrarQue no sean palabras al viento. Espero que esta sociedad y medios e odiadores gratuitos entiendan que nadie está exento de un error imperdonable
BorrarIngeniero y uruguayo como te describís, NADIE merece esa condena ? Ni 15 años ? Entonces le damos 2 años y un viaje a tu país. Tal vez se porten como seres civilizados. Eso ( 2 años ) vale la vida que quitaron? Y si era tu hijo ? Qué reclamarías ? NO son adolescentes como plantea el dueño del texto leído, son hombres. Y si la gran pena de sus padres será ir a una Unidad Penal a visitarlos , estás minimizando la verdadera pena : Ir a un cementerio por el resto de la vida de los otros padres. La verdad es que PENAS Duras si logran disuadir. NO 1 sola. Me cansa tanto juez garantista y Organismos defensores. Conozco las Cár eles y claramente no son un Hotel, pero ellos tampoco son unas joyitas. Es ESO o la pérdida total de la Normativa como reguladora de la sociedad. Disculpas si no me conmuevo. Tengo una educación y personalidad difíciles de torcer.
BorrarY Roberto, si lees esto: felicitaciones por la valentía de postear esto.
ResponderBorrarDr. Soy abogado como ud, no tengo su trayectoria pública pero considero mi opinión jurídica tan sólida como la suya. Ud finaliza su argumentación con el argumento real del desastroso sistema penitenciario que viola lo establecido en nuestra CN. Esa violación está generada por los políticos decisores y los funcionarios aplicadores de las herramientas punitivas del Estado. Pero nunca la causal de esa violación del mandato constitucional se origina en una pena que ud considera temporalmente excesiva. Condenados a ocho o a veinticuatro años los pasarán en las mismas desastrozas cárceles. Su argumento "como las cárceles son horribles no hay que tener a los condenados allí" aplica tanto a una perpetua como a la mínima de tres años prevista en nuestro sistema. Tampoco veo en su artículo que propone a cambio. Sería bueno que se explicara. Decir que somos una sociedad mala porque queremos prisión perpetua para asesinos brutales (lo mataron a patadas Dr, a patadas!) me parece mas un lamento religioso que un análisis jurídico. Como sea toda opinión suma, lo saludo atentamente.
ResponderBorrarGustavo J. Colombo
Abogado
Fuerte pero entendible.
BorrarTotal acuerdo con Ud.
BorrarDoctor, no soy abogado (ni tampoco doctor, con doctorado) como usted, ni tampoco tengo la trayectoria Publica -ni academica del Dr. Gargarella (porque el si es doctor con doctorado), como probablemente tampoco la solida opinion juridica de ambos dos
Borrar- aunque la del Dr. Gargarella, a mi juicio, parezca mejor meditada y fundamentada, denotando que si es un doctor con doctorado.
No obstante, doctor, el argumento del Dr. Gargarella se basa en la cita "Las carceles de la Nacion seran... para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas...", reflejando las importantisimas ideas de la republica liberal que pregonaban los padres fundadores de la Republica Argentina. Una condena que no tiene mas justificante que las emociones populares de odio y enojo -ni un objetivo claro, como argumenta el Ddoctor con doctorado- no es justicia alguna, sino un indicio de una tirania de las mayorias; una sin consideracion alguna por el deber inviolable que asume el Estado para con todas sus partes (que incluyen, nos guste o no, a los criminales y asesinos) de no aplicar desmedidamente su monopolio de la violencia. El Poder Judicial existe puntualmente con el deber de bregar por los derechos de todos los ciudadanos, desde aqueellos que fueron victimas de algun otro, hasta de los mismos agresores que disfrutan -a pesar de cuan enorme sea la presion "popular" en su contra- el derecho a un juicio y una pena justa. Sin esta garantia, ofrecida por un frio y poco emocional Poder Judicial, el Estado se acerca un preocupante escalon mas a una tirania dictada por la "voluntad popular" a la que nadie -sea una institucion o persona- se atreve a hacerle frente.
En este caso se decidio un castigo con pocos justificativos racionales y objetivos, mas alla de las atrocidades cometidas. Donde pondra el limite la proxima corte sobre la cual recaiga un caso con una fuerte demanda popular por una sentencia especifica? Imaginese si el fallo deseado por las autoridades y "el publico" tuviese motivaciones politicas... Seria, simplemente, una atrocidad contra la republica y los derechos universales que tal garantiza.
Porqué el artículo debería proponer algo? Me parece un análisis sensato y respetuoso para que cada uno saque sus propias conclusiones
BorrarTambién habria que reflexionar acerca de la Esucacion que recibieron estos condenados en sus respectivas familias,
ResponderBorrarque los llevo a realizar la peor macana de su vida, casi sin pensarlo. Ese debería ser exhaustivo caso de analisis.
Sumamente acertado su análisis.!
ResponderBorrarGracias. Me queda una duda, ¿cómo hacemos los que pensamos distinto para tener un lugar en los medios de comunicación? o ¿cómo hacer para bajar la violencia del clamor popular?. Saludos
ResponderBorrarGracias! Me queda una duda; ¿Cómo hacer para hacer oír esa voz en los medios de comunicación? o ¿cómo frenar un clamor popular tan violento?.
ResponderBorrarLo previsto en el Art 18 CN citado no tiene relación con las penas previstas por el Código Penal para situaciones como las de Baez Sosa; que podremos aceptar o discutir, pero están relacionadas a un crimen aberrante. Para mi es un fallo ejemplar para una sociedad cada vez más violenta, donde se ha fomentado el odio y el resentimiento.
ResponderBorrar"Fallos ejemplares"? Impongamos pena de muerte entonces. Está totalmente demostrado que no disminuyen ni previenen el delito aún la pena de muerte
BorrarArte
ResponderBorrarEl contenido del artículo es muy profunda y deja tanto por reflexionar. Siento una enorme tristeza saber que todo lo que dice ahí es atinado. Me quedó dando vueltas el interrogante sobre qué tipo de sociedad somos cuando condenamos con condenas tan altas. Qué esperamos lograr?
ResponderBorrarEstimado Roberto comparto tu opinión respecto a la necesidad de revisar, a través de una conversación pública , que corresponde hacer frente a los crímenes tan reprobables como el de los jóvenes que mataron a Báez Sosa.
ResponderBorrarQue penas más altas no aseguran
mayor justicia ; que la resocializacion que postula la Constitución Nacional no se garantiza con más años de condena ; que objetivos vinculados a mayor seguridad para la población y prevención de comportamientos contrarios a la ley no se logran con mayores penas ( ni se asegura la “ justicia “.
Comparto la reflexión y el comentario vertido en el programa de Diego Sehinkman
ResponderBorrarEs la primera persona que opina exactamente igual que yo en el año. Basta de odio. Este fallo está teñido de venganza.
ResponderBorrarGracias, por hablar con la mente y el corazón, por caminar en los grises, por sentir una tristeza infinita. Me sentí acompañada
ResponderBorrarGracias! Lo voy a difundir. Un texto necesario.
ResponderBorrarExcelente,claro y sensato
ResponderBorrarSi las cárceles, castigos y penas son contrarias a derecho ¿a quien corresponde denunciarlas, ante quien? Coincido con la idea del error imperdonable, darnos oportunidad como humanidad y no abandonar a casi niños. Menos con el circo romano mediático que nos arroja al medioevo.
ResponderBorrarMuchas gracias, Dr. Gargarella por tan lúcida, sensata y sentida reflexión. ORIGEN (¿por qué?) y DESTINO (¿para qué?) pueden ser los motores de búsqueda para continuar pensando el presente y el futuro de nuestra comunidad social, y como especie humana, el rol del abogado, la misión del sistema jurídico legal y la resignificación del valor Justicia.
ResponderBorrarYo soy una madre víctima de una desgracia en la que me extorcionarony secuestraron a mi menor hijo de 13 años me pidieron al no cumplir e ir a la policía decidieron acabar con la vida de mi hijo.el hecho es que estos delincuentes resultaron ser de mi entorno, implicaron al padre de mis hijos sebrandole una llamada estos .ahora fueron condenados uno a 30 años el otro hermano a cadena perpetua y el padre de mis hijos también a cadena perpetua,desde mi propia experiencia puedo decir que nisiquiera esas penas me devolverán a mi hijo y a su vez sigo luchando por un inocente que es el padre de mis hijos en Perú la justicia está hecha mediatizada
ResponderBorrarA veces es bueno darse el tiempo de separar las aguas y analizar con criterio lógico. No me sorprende su punto de vista ya que tuve el placer de ser alumno en su cátedra y entiendo su mirada. Nada más que alentarlo a que siga contra la corriente como dicen...
ResponderBorrarDr. Gargarella, felicitaciones. Explíquele al abogado mediático (payaso) todo esto, no lo sabe? O quiere llamar la atención sin importarle el sufrimiento inútil que acarrea?
ResponderBorrarMuy buena reflexión! Me parece que tenemos que replantearnos si realmente lo que buscamos es solo reformar o reinsertar. La justicia también pasa por resarcir a la víctima o los afectados por el daño causado. No puede ser que la pena sea solo para generar disculpas como estás "estaba furioso, consumí sustancias que me hicieron actuar mal, me crié en la violencia, etc., perdón se me fue la mano". No puede ser que una vez que el victimario se arrepiente ya está. Eso va en contra de nuestra más básicas intuiciones morales. No tenemos las personas acaso un conocimiento básico del bien y del mal? Independientemente de las circunstancias, no sabe una persona que está infringiendo un daño a otra que eso está mal o puede estar mal (aunque se crea justificado para hacerlo)?
ResponderBorrarSupongamos que viniera un extraterrestre de un planeta con una cultura inentendible para nosotros en la que matar es un bien, y se pusiera a matar gente. Le diríamos, mire sr. acá eso no está bien y chau? En este caso, parece que no tendría sentido meterlo en la cárcel o cualquier otra cosa que se nos ocurra. Frente a las familias de las víctimas solo nos quedaría encogernos de hombros. Pero podemos asumir que hay seres humanos como ese extraterrestre? Entre humanos, todo daño se paga y eso tiene sentido, reparar el daño y al mismo tiempo evitar que se vuelva a repetir. Te rompí un vidrio, te lo tengo que pagar, etc. Qué pasa con las cosas que no se pueden recuperar o valuar en dinero como la vida? Cómo se repara ese daño? En mi humilde opinión me parece bastante razonable que se pague con algo comparable en valor. Si quitaste una vida, de alguna manera entregá tu vida. Por ejemplo, los victimarios podrían ponerse al servicio de las familias de las víctimas.
Gracias por el espacio de reflexión.
excelente reflexión
ResponderBorrarinvitación del profesor Gargarella a Pensar!!
No al pensamiento "en manada" que es cualquier cosa menos pensamiento
Comparto en todo su contexto lo acotado desde su formación en el estudio del derecho desde la filosofía del derecho, si tuviéramos de condenar a la sociedad por ensañarse con una condena que posicionaron en sus mentes como perpetua si no, no es justicia. La postura de los medios no fue pedir justicia por Fernamdo Baez Sosa la finalidad de la prensa fue su ratings que fue elevado desde el minuto cero todo el país consumió lo ocurrido y la prensa insto el Fallo en la justicia. Entre otros detalles etc. Me adhiero a sus fundamentos de causa. Mi Admiración y Respeto hacia usted. Abrazo grande desde la provincia de catamarca Argentina.
ResponderBorrarEs muy bueno todo lo escrito pero le preguntaría a los padres de Fernando Báez Sosa qué opinan al respecto.
ResponderBorrarPor fin alguien que reflexiona en profundidad. Lo que hicieron los 8 condenados es irreparable, jamás va a volver a la vida Fernando, lo sabemos. Pero, ¿el Estado tiene que terminar con la vida de los 8 jóvenes? A daño irreparable, otro daño irreparable. Algo no está bien.
ResponderBorrarExcelente, Roberto, como siempre. Me queda el punto de lo que -en las condiciones actuales de inequidad social y de estado de las cárceles- puede en tu postura, que comparto en cada palabra, quedar para el arrepentimiento. Esto es, para poder pensar que podría haber una instancia en la que volver atrás respecto del "error de su vida" pudiera tener un efecto sobre la pena, sería necesario poder imaginar que habría una instancia en que el joven criminal tuviera condiciones en las que pudiera ser acompañado en un camino de reinserción que hiciera de ese "error de su vida" un episodio que no está destinado a repetirse. Pero eso supone que pueda pensar un futuro, un trabajo, una familia... y ahí eso que es fácil de imaginar en el caso de los zarateños de clase media, condenados por el crimen de Fernando Báez Sosa, es más difícil de imaginar para el motochorro, o el soldadito narco, que probablemente no puede proyectar nada de eso y que aunque se arrepienta, tal vez mañana no tenga tantas opciones para escapar a la repetición. No sé qué pensas de esto... como se puede pensar... Te repito, estoy de acuerdo con todo lo que decis, pero esto es una espina que no sé como sacarme del argumento, que es también el mío (y que me resultaba más fácil de pensar con los crímenes de lesa humanidad, por tratarse de un universo por decir así "más homogéneo" de criminales"). Gracias!
ResponderBorrarComparto cada palabra Roberto. Abrazos
ResponderBorrarGracias Roberto,
ResponderBorrarEs curioso que la palabra "pena" conlleve ese registro semantico, es una autentica pena lo que ha pasado. No se si la justicia es arrempetimiento (me parece muy cristiana esa idea) o venganza, pero lo que si se es que es una autentica pena, tanto para los padres del chico fallecido, por supuesto, como para todos ver como unos chicos se van a pasar el resto de la vida en la carcel. No se que decir, como dices, hay mas preguntas que respuestas
Excelente nota, me pongo a pensar que un hijo mio podría ser, el que se quedo paralizado mirando como sus amigos violentos le daban una paliza a un chico inocente en el piso. Y que se coma 15 años de prision, me da terror. Ni hablar ser el padre del chico golpeado. Mi pregunta es, cual es la solucion, de que manera insertar nuevamente a estos chicos.
ResponderBorraragrego a la descripcion que tambien hay zacudon economico https://radiomitre.cienradios.com/sociedad/se-filtro-la-abultada-cifra-que-maximo-thomsen-tendra-que-pagarle-a-fernando-burlando-por-el-juicio-por-el-asesinato-de-fernando-baez-sosa/
ResponderBorrarCoincido. Si queda demostrado que mas pena no es ni más justicia ni menos delito ¿será hora de pensar en que las penas se cumplan efectivamente? y que en lugar de "más penas" podamos tener más lugares (cárceles) para evitar el hacinamiento y los "masters en delincuencia", que sirvan para completar estudios, adquirir un arte un oficio o desarrollar un talento útil para esa persona y para la sociedad que lo recibirá cuando cumpla efectivamente la condena.
ResponderBorrarEn otros lugares, países, ya hubieren sido ejecutados. Quitaron Vida Humana su antojo.
ResponderBorrarGracias Roberto
ResponderBorrarGracias por este artículo profundo y sensato. Coincido plenamente.
ResponderBorrarInteresante reflexion del distinguido Profesor Gargarella.
ResponderBorrarPero siguiendo la escuela del funcionalismo esta condena se queda a mitad de camino, porque correspondía una condena a prision perpetua a todos los imputados.
Ahora si uno esta de acuerdo con esa solución es otro tema, pero parece que la sociedad hoy pide eso.
Estoy convencido que la defensa falló con su teoria del caso, le dejo todo el camino abierto a la acusación, para tan duro final.
No hubo arrepentimiento. No hubo pedido de perdon a los padres. La falta de humanidad de los imputados siguiendo el esquema de su defensor, los llevó a este final. Ni hablemos que algunos de los imputados pudieron declarar para tener una condena menor hasta la posibilidad de ser absueltos.
Hoy esta sentencia debió ser aleccionadora y no creo lo haya logrado.
Coincido que ante todo debe estar la prevención y la concientización de la sociedad. Veremos si se logra.
Las cárceles no son solución, pero soy un convencido que deben iniciar un camino de justicia restaurativa, para que en el tiempo se permita una reconsideracion de esta sentencia.
Finalmente en cuanto a los conceptos generales coincido plenamente en que debe imperar la paz y no la venganza.
Esp. Augusto Coronel
Interesante reflexion del distinguido Profesor Gargarella.
ResponderBorrarPero siguiendo la escuela del funcionalismo esta condena se queda a mitad de camino, porque correspondía una condena a prision perpetua a todos los imputados.
Ahora si uno esta de acuerdo con esa solución es otro tema, pero parece que la sociedad hoy pide eso.
Estoy convencido que la defensa falló con su teoria del caso, le dejo todo el camino abierto a la acusación, para tan duro final.
No hubo arrepentimiento. No hubo pedido de perdon a los padres. La falta de humanidad de los imputados siguiendo el esquema de su defensor, los llevó a este final. Ni hablemos que algunos de los imputados pudieron declarar para tener una condena menor hasta la posibilidad de ser absueltos.
Hoy esta sentencia debió ser aleccionadora y no creo lo haya logrado.
Coincido que ante todo debe estar la prevención y la concientización de la sociedad. Veremos si se logra.
Las cárceles no son solución, pero soy un convencido que deben iniciar un camino de justicia restaurativa, para que en el tiempo se permita una reconsideracion de esta sentencia.
Finalmente en cuanto a los conceptos generales coincido plenamente en que debe imperar la paz y no la venganza.
Esp. Augusto Coronel
Interesante reflexion del distinguido Profesor Gargarella.
ResponderBorrarPero siguiendo la escuela del funcionalismo esta condena se queda a mitad de camino, porque correspondía una condena a prision perpetua a todos los imputados.
Ahora si uno esta de acuerdo con esa solución es otro tema, pero parece que la sociedad hoy pide eso.
Estoy convencido que la defensa falló con su teoria del caso, le dejo todo el camino abierto a la acusación, para tan duro final.
No hubo arrepentimiento. No hubo pedido de perdon a los padres. La falta de humanidad de los imputados siguiendo el esquema de su defensor, los llevó a este final. Ni hablemos que algunos de los imputados pudieron declarar para tener una condena menor hasta la posibilidad de ser absueltos.
Hoy esta sentencia debió ser aleccionadora y no creo lo haya logrado.
Coincido que ante todo debe estar la prevención y la concientización de la sociedad. Veremos si se logra.
Las cárceles no son solución, pero soy un convencido que deben iniciar un camino de justicia restaurativa, para que en el tiempo se permita una reconsideracion de esta sentencia.
Finalmente en cuanto a los conceptos generales coincido plenamente en que debe imperar la paz y no la venganza.
Esp. Augusto Coronel
Gracias Roberto por tu excelente artículo. Nos hizo -me hizo- reflexionar sobre un tema muy doloroso del que todos los partícipes son víctimas y también los no partícipes que sufrimos por la muerte pero también sufrimos por el castigo. Yo soy profesor titular consulto de derecho de la navegación de la facultad de derecho de la UBA. No soy penalista. Pero este proceso como tantos otros nos cuestionó sobre la razonabilidad de la pena. Galíndez condenado a muerte en EEUU desde hace muchísimos años y ahora sin uso de la razón, ¿no recibió ya dos castigos? El primero los años de prisión en espera de la ejecución, luego la locura y finalmente recibirá un tercero: la pena de muerte. ¿cuál es el objetivo de la pena? ¿se ha hecho justicia en el juicio de los rugbiers? ¿cuál sería la alternativa a la perpetua? no lo sé pero debe haber alguna alternativa. ¿será la reparación y el acuerdo entre la víctima (su familia) y el condenado? Un antecedente del último mundial en el cual si la periodista perdonaba al ladrón de su celular no habría castigo. de nuevo muchas gracias!
ResponderBorrarCoincido con cada palabra. Siento que como sociedad no hemos avanzado, estamos como en la Edad Media, regocijandonos del castigo que ponemos. Tiene mucho sabor a venganza más que a justicia. Muy triste.
ResponderBorrarMuy cierto todo lo que usted describe. Una tragedia para todos.
ResponderBorrarLeyendo los comentarios previos, rescato que la esencia del artículo es la invitacion a la reflexión mas que postular alguna verdad absoluta sobre el tema .
ResponderBorrarcomo psicoanalista y habiendo trabajado en una Institución de reclusión para jovenes "en conflicto con la ley penal" , creo que lo que la "responsabilidad" subjetiva por nuestros actos (aún los más aberrantes) no se "educan" ni "revierte" con castigos (condena social + condena jurídica) . Lo escencial es "sembrado" desde la infancia y en los ámbitos que deberían ser "educativos" en VALORES (mas alla de contenidos necesarios) .
la aniquilación de redes sociales que contienen y pueden hacer mucho por la infancia y los jóvenes es , un síntoma más del "malestar en cultura " que vivimos , y la violencia cotidiana una muestra de ello.
Analia Vassolo