Ah! Qué suerte llegar a Cali de la mano de Andrés Caicedo! Es que había
entrado a la ciudad, sin razón, algo sugestionado, aunque no era mi primera vez
por aquí. Es que no sé, esas motos que van a mil, y que lo rodean a uno (las
motos aquí son como los Ford Falcon en la Argentina, hace algunos años: en casi
todos los casos por completo inofensivos, pero por esas cosas mejor hacía uno
en caminar para el otro lado). Entraba a la ciudad, decía, y mientras llegaba a
destino, el mundo se me iba complicando, de puro tonto. Pero qué hacer,
si uno se encuentra primero con la pollería "El Bucanero"; y más
adelante aparece el taller "El atraco;" y luego la compañía de
transporte "Delito-Urs" (más tarde me daría cuenta de que en verdad se
trataba de la compañía "Deli-Tours"). Era así, lo entiendo, estaba
algo sugestionado.
La cuestión es que entonces llega Caicedo, ay, y ahí cambia todo. Caicedo!
El escritor prolífico; el cinéfilo que funda el Cine club de Cali y la revista
Ojo al Cine; el fan de los Rolling Stones; el que escribe, en su obra "Qué
viva la música", que vivir más de 25 años es una vergüenza; el que, al
cumplirlos -que es decir al momento mismo de recibir la primera copia de su
libro, recién editado- se traga 60 pastillas de un saque y se quita la vida: ya
lo había dicho, más de 25 es una vergüenza.
Caicedo es radicalmente caleño, y ama y odia a Cali como ninguno
("Calicalabozo" es el primero de sus libros que leo, e incluye el
cuento "Calibanismo"). "Odio los buses que cargan esperanzas con
la muchacha de al lado...Odio mis pasos, con su acostumbrada misión de ir
siempre con rumbo fijo, pero maldiciendo tal obligación. Odio a Cali, una
ciudad que espera, pero no le abre las puertas a los desesperados",
escribe en "Infección".
Caicedo describe "los tejados sucios que se amontonan más allá, al
otro lado de la calle, y el cielo claro de esta ciudad, que también se deja ver
de mí porque sabe que yo soy un habitante de aquí, que aquí es la única parte
en la que yo puedo subsistir y ser feliz y mirar a través de esta ventana con
forma de iglesia".
Y escribe también cuentos brevísimamente hermosos, como éste:
"Destinitos fatales
III.
Un hombrecito va por allí caminando fresco, cargando un libro de Mr. Edgar
Allan Poe que pesa 5 kilos. De pronto un gordo lo ve pasar y se acerca y le
pregunta:
- Dígame, ¿no le molesta andar con ese libro tan pesado parriba y pabajo?
El hombrecito, que es muy bondadoso y un poco ingenuo, no se da cuenta que
el gordo se quiere burlar de él, y por eso piensa antes de contestar, para
darle la respuesta exacta; y ella es:
-Lo que pasa es que desde hace un tiempo para acá me di
cuenta que yo vivo mi vida montado en un globo, y el libro de Edgar me sirve de
lastre. Lastre para no elevarme tanto, para no ir a parar a una región desconocida,
habitada por gente que a lo mejor no me gusta, que no conozco. Además la
persona que más supo de globos en el mundo fue mi amigo Edgar. Y el gordo al
oír eso se le ríe en la cara. Y el hombrecito comprende ahora y se pone muy
triste. Y la tristeza le dura cinco días. Hasta que se encuentra en una
película una actriz americana de la que se puede enamorar fácil, y la tristeza
se le pasa."
Chau Caicedo! Gracias por
recibirme en tu casa!
Al menos estas en un pais normal, no como el que vivimos aqui en Argentina donde los derechos son delitos (comprar dolares) y los delitos son derechos (es lícito que un monotributista sea dueño de la empresa que imprime billetes, y encima los imprime mal). El reino del reves.
ResponderBorrarAndres de la Cruz
bueno andres, no se que es un pais normal, pero este, para bien o mal, no lo es
ResponderBorrarYo leí casi todo de Caicedo. Escribe bastante bien, pero es más interesante como "personaje literario" que como escritor. Su obra más interesante es él mismo.
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