15 may 2020

Un Cuento. Sobre la crisis de la justicia en Argentina o, en verdad...sobre el Huracán Katrina o cualquier otra cosa que se le parezca




Estamos en el 2055, a 50 años justos de los desastres causados por el huracán, lejos allá atrás, ya olvidados en el pasado. 53 quiebres fueron la otra vez, 53 rupturas en los diques de contención. Y la altura: con un nivel de agua de hasta 6 metros, los diques se mostraron bajos, muy bajos, incapaces de hacer frente al desborde. El Mississippi se desmadró, pero sobre todo el lago, el lago, se salió de su sitio, y todo quedó sepultado bajo el agua. Pero hoy? No se dan cuenta? Con lo que ha llovido? No advierten que hace casi dos meses que la lluvia no para, y volvemos a estar al acecho? Cómo repararon aquellos diques? Cuánto más los elevaron? Cómo reforzaron las compuertas? Nada, nada serio han hecho. Pero es que no lo advierten? El lago Pontchartrain ha vuelto a desbordarse! Lo denuncié esta semana, en el diario para el que escribo. Lo puse claro: la inundación llega otra vez; la mayoría de los diques vuelven a fallarnos; se advierten rajaduras en la mayoría de ellos; en algunos el nivel de agua ya los trasvasó. Me llamaron prestos del Canal de Telecomunicaciones local. Me preguntaron: “Y cómo es esto de los desbordes, Sr. Atkinson?” Respiré profundo y lo comenté. A los dos minutos, sin embargo, me cortaron, me agradecieron, y se concentraron en un reporte sobre nuestro equipo de fútbol americano. “Gracias,” me dijeron. “Es muy importante lo que Ud. está haciendo, Dr.”; “qué suerte que contamos con profesionales como Ud.” Y siguió igual! Todo igual! Primero deportes, luego la receta del pavo! Ayer volví a reunirme con el grupo: un grupo de gente, profesionales, expertos, vecinos, algunos que habitan junto al Twin Span. Hemos hecho alguna actividad de conjunto, pero me da miedo: es como si formáramos parte ya de una secta. Una secta que anuncia la llegada inminente del Apocalipsis. Ya causamos menos atención que simpatía o risa. Más curiosidad que interés. “Ah, aquí ellos nuevamente.” Pero, es que no lo advierten? Pero cómo es que no se dan cuenta? El Lower 9th Ward, por supuesto, ya ni siquiera existe. Y todas las parroquias que se inundaron entonces, vuelven a inundarse otra vez. Se entiende? Todas ellas! Hoy pasé junto a la de St. Tammany y la de St. Bernard. Las dos inundadas! Y la gente caminando, conversando, como si nada: el agua! El agua les llegaba hasta las rodillas! Uno de los que pasaba por allí iba avanzando, más que tranquilo, mientras leía el diario y el agua alcanzaba hasta su cintura! Otros dos adolescentes conversando, riendo, como si nada, mientras esforzadamente luchaban contra el agua, que les llegaba hasta el pecho: reían! Lo tomaban como un cotidiano desafío! Es natural! Sacamos fotos, lo registramos: “Miren, aquí está, aquí están las pruebas!” “El agua, los desbordes, las rupturas, las capillas, la ciudad que se vuelve a inundar!” Y era como si denunciáramos las masacres chinas de Nanking o de Tiananmen. “Sí, claro, esto es terrible!” “Es realmente imperdonable.” “Sus denuncias, Dr., son verdaderamente importantes, gracias!” “Qué grave lo que ocurre en este mundo! “Cómo nos puede estar sucediendo algo así, con todo lo que ya ha pasado!” Y vuelta a la normalidad, y todo lo mismo otra vez.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Hermosa narración. Se siente en crisis como intelectual público? Siente que las predicas sobre las que viene hablando en estos años son escuchadas un instante pero nada sucede en la realidad con ellas? Usted siempre fue un pensador optimista pero su relato desborda pesimismo. Siente que las democracias corren riesgos? Le mando un saludo. Esteban