30 ago 2013

Reprimir a la izquierda y la pregunta de De Ípola


Alguien se sorprendió de esto? La mano derecha de la Presidenta justificó la represión (sic) en Neuquén, destinada a proteger un acuerdo que no puede hacerse público (sic) con Chevrón (sic), por el caos y desorden desestabilizadores (sic) generados por la ultraizquierda (sic). (acá)

La situación es tan descomunal que sólo me queda insistir con la pregunta de De Ípola, que quedará como postal de la historia de este tiempo: "me atrevo a preguntarles a mis amigos progresistas que apoyan a este gobierno: … se juegan, gastan su talento, escriben, luchan y hasta se tragan sapos… ¿por esto?”. (acá)

MARTES: ULTIMA SESION DEL SEMINARIO

Este próximo martes, en horario y lugar especiales (de 1 a 3, en el Salón Rojo de la Facultad de Derecho) "La evolución del pensamiento de Dworkin," de Hércules y la respuesta correcta a la igualdad de recursos, y "justicia para erizos". Y de paso brindamos por el fin de esta etapa (haremos lo posible, de todos modos, por agregar otra sesión paralela a ésta, en las próximas semanas, sobre "El pensamiento de Nino 20 años después: hacia dónde seguir")

29 ago 2013

Mentir y seguir mintiendo (o Elegir seguir mintiendo)

Alguien debiera decirle al gobierno, a los periodistas del gobierno, y ahora a los abogados y representantes del gobierno en la defensa de la Ley de Medios, que el mentir no sòlo està mal (al igual que la lògica del dinero que describìa  en el post anterior), sino que ademàs lo compromete con una estrategia perdidosa. No mientan al menos por conveniencia! Cuando la abogada del gobierno quiere dar una justificaciòn a la fusiòn de Cablevisiòn y Multicanal promovida por el expresidente -justificaciòn que su posterior defensa de las razones de la Ley de Medios contradice; cuando quiere mostrar que habìa buenos motivos para que Kirchner extendiera las licencias por diez años -diciendo que esa extensiòn temporal no se contradice con la decisiòn posterior de ver las licencias extendidas como inaceptable; cuando quiere ubicar en un todo de principios consistentes lo que fueron decisiones inmorales, ilegìtimas e injustificadas, su palabra pierde toda respetabilidad, y para el oyente pierde todo sentido escucharla. Todo lo que dice luego queda apoyado en bases de mentira: se trata de una persona capaz de justificar cualquier cosa, que palmariamente no dice la verdad (y esto no dice absolutamente nada a favor de los argumentos de Clarìn, ni a favor del modo en que ha argumentado: pero Clarìn y el gobierno no nos dan lo mismo, porque no son lo mismo: del gobierno esperamos que sea la mejor representaciòn del punto de vista de todos). Còmo no se dan cuenta?

Billetera y afecto

Ya lo hablamos otras veces, acá en el blog. Más allá de enojos y chicanas, quisiera insistir con algo: tratando de revertir la grave derrota electoral sufrida, el gobierno vuelve a su estrategia habitual, que es la de abrir la billetera. Ésta fue siempre la lógica de Néstor K, en toda su historia política, convencido de que la política es intercambio, favores e intereses, y que todo lo demás son tonterías irrelevantes, abstracciones inútiles. Esa política ha sido constante en todos estos 10 años pero, es curioso y debieran notarlo, los vínculos populares que en su momento consiguió forjar el gobierno (cruce de muchas causas y factores) tuvieron siempre como centro la cuestión afectiva, en sus expresiones más genuinas y creíbles (el modo en que se leían los gestos informales de Néstor, su muerte y lo que generó ella). Tal conexión emocional se produjo, en buena medida, en contra de la propia lógica economicista con la que actuaba el gobierno. En otros términos, el dinero, fuera de los lazos sociales y emocionales que le dan marco y sentido, no resulta suficiente, en términos políticos (Gramsci hablaba de coerción y consenso: la coerción sola no mantiene a nadie). Curioso entonces que el gobierno siga insistiendo con la política del billete, y nada sorpresivo, entonces, que aún otorgando ventajas importantes en materia de impuesto a las ganancias, por ejemplo, el amperímetro popular no se mueva. No se trata, entonces, de pasar a hacer ahora apelaciones emocionales bobas, sin sustento en una práctica de comprensión, contención, cuidado del otro (piénsese en el viejo Pugliese -Ministro de Economía de Alfonsín- alegando en público que quería "apelar al corazón, no al bolsillo"; o a la actual Presidenta queriendo alargar su luto al infinito). Se trata de tomar conciencia de que, en política, el sistema único de billetera no sólo es inmoral e inhumano: también fracasa.

El model es Chevrón

Entrega de lo que antes se anunciaba estatal, negocios privados con sobreprecios, secreto de un acuerdo público, brutalización del medio ambiente, balas de goma y gases, represión al pueblo. Si lo quieren desmentir hagan otra cosa. En cambio, aprobaron el proyecto, confirmando lo que hoy significa el modelo. (Informe en Página, acá)

Alegre sobre Nino

Muy buena nota, hoy en Clarín, acá

28 ago 2013

Extraordinario: En vivo, desde la Corte, la Audiencia sobre Ley de Medios (con pd)

Se puede seguir, desde acá. Aplauso a la Corte
p.d.: no entiendo la insistencia en los argumentos de pluralidad, las citas a Owen Fiss, las invocaciones a la democratización de la palabra: quién puede, públicamente, apelar a ideales contrarios? Lo único que importa es la ley, hoy, en la Argentina, y su significado a la luz de la historia y la posición dominante de Clarín en el mercado; y esta actitud arbitraria e injustificada del gobierno, contra los que piensan distinto (actitud que lo ha llevado a una aplicación sistemáticamente tramposa de la ley, favorable a grandes grupos amigos, y contraria a los intereses de los grupos desaventajados)
p.d.2: desde posiciones distintas, que no siempre compartimos, aplauso también para los colegas Andrés GD, Lucas G., Víctor A., que anduvieron exponiendo, muy bien, por ahí

YPF se negó a informar sobre Chevrón: Es información privada (!!!)

YPF le negó a la justicia información sobre el acuerdo con Chevrón, alegando que se trataba de información privada (!!!). Excelente¡¡ Y uno que pensaba que estábamos en democracia, que se trataba de una empresa estatal, y que había dinero público en juego. Parece que no. Información, acá

Plataforma 2012 a los legisladores de Neuquén (Chevrón)


Agrego el último pronunciamiento de Plataforma, sobre el caso Chevrón (y también un buen artículo de Maristella y Quique Viale sobre el tema, acá)

PRONUNCIAMIENTO DE PLATAFORMA 2012
LLAMADO A LA REFLEXION A LOS LEGISLADORES NEUQUINOS:
FRENTE A LA INMINENTE ENTREGA DE VACA MUERTA A CHEVRON

27 de agosto de 2013

Ante la inminente discusión por parte de la Legislatura de la provincia del Neuquén del convenio con YPF, que habilitará el ingreso de la empresa transnacional Chevron a Vaca Muerta, desde Plataforma 2012 queremos expresar nuestro repudio por este acuerdo que sintetiza un paso más en la entrega de nuestros bienes naturales a una empresa transnacional, al tiempo que llamamos a la reflexión a los y las legisladores y legisladoras neuquinos, quienes tienen hoy una oportunidad histórica de rechazar el convenio con YPF y exigir que se abra un verdadero debate democrático sobre el tema.

En mayo de 2012, desde Plataforma 2012 elaboramos un documento crítico sobre el tema (1). Entre otras cuestiones sosteníamos que la ley no proponía cambio alguno del marco regulatorio ni política de nacionalización de los hidrocarburos; que no asistíamos a una verdadera estatización de la empresa y que, de este modo, no se resolvían las cuestiones centrales de la crisis energética de una matriz productiva basada en hidrocarburos. En julio de este año nos pronunciamos críticamente sobre el convenio entre YPF y Chevron (2), denunciando que dicha emp resa lucrará con la destrucción de nuestros territorios y del ambiente.

 Pasado poco más de un mes entre el anuncio del convenio y su inminente tratamiento en la legislatura neuquina (prevista para el 28 de agosto), los hechos reconfirmaron de modo incontestable que estamos ante una nueva estafa realizada a la sociedad argentina, cuyos responsables son el gobierno nacional y sus socios provinciales, y cuyas consecuencias nefastas aún hoy resulta difícil de dimensionar en todo su alcance. Ello, al menos por cuatro razones:
En primer lugar, en la expropiación de capital accionario de YPF por parte del estado, de modo deliberado se procedió a elegir la figura de la sociedad anónima en vez del modelo de una sociedad de Estado para evitar los controles públicos, lo cual abrió la puerta a un hecho inconcebible en el marco de cualquier sociedad democrática: que el convenio firmado entre YPF y Chevron tomara un carácter secreto y fuera ocultado incluso a los legisladores de la provincia del Neuquén, que debaten estos días la cuestión.

A esto se suman otros atropellos, como por ejemplo, no hubo llamado a audiencia pública, el acuerdo ni siquiera fue tratado por la comisión de medio ambiente (pese a los pedidos y presentaciones judiciales de algunos diputados de la oposición), y éste  se coloca en el marco de una flagrante violación del Convenio 169 de la OIT, que exige el consentimiento libre, previo e informado de las comunidades Mapuches sobre lo que pueda ocurrir en sus territorios.

Por otro lado, a través del decreto presidencial 929 conocemos sólo algunos de los beneficios otorgados a Chevron, pero todo indica que existirían otras cláusulas en el convenio secreto, que agregarían nuevos beneficios para la empresa multinacional, difíciles de justificar en el marco de una discusión verdaderamente democrática.
En segundo lugar, hoy sabemos que YPF firmó  un convenio con una empresa multinacional que, además de tener un historial sórdido, es prófuga de la Justicia ecuatoriana, luego de ser sentenciada a pagar 19 mil millones de dólares por graves delitos ambientales y violación de derechos de indígenas. A esto se agregan cuestiones de índole económica, que enturbian aún más el acuerdo. Así, hasta mayo de 2013 el gobierno neuquino estaba estudiando “sacarle los bloques concesionados a Chevron, porque no invertía lo suficiente” (3). Sin embargo, sólo dos meses después esa misma empresa aparece como el “mejor socio” de YPF y el &ldquo ;más solvente”, para la explotación de hidrocarburos no convencionales en la formación Vaca Muerta.  
En tercer lugar, con  esta decisión la Argentina se interna de modo ciego e incontrolado por una senda cercada por enormes riesgos sociales y ambientales, a través de la explotación masiva y a gran escala de los hidrocarburos no convencionales con la metodología del fracking. Para convencer a las poblaciones, voceros del gobierno y del establishment se sirven de un cierto “saber experto”, retomando argumentos que a nivel global difunden desde el poderoso lobby petrolero. Así, en los medios periodísticos nacionales, a lo largo de este mes, fueron desfilando los defensores de un supuesto “fracking sostenible”. Lo cierto es que  los estudios técnicos demuestran que é ste es un terreno cargado de muy malas experiencias y de grandes incertidumbres, pues como ha sido demostrado, la experiencia del fracking masivo y a gran escala en Estados Unidos da cuenta de grandes impactos ambientales: contaminación de aguas subterráneas y superficiales con gas metano; activación de fallas geológicas que originan microsismos, impacto sobre la salud de las personas y los animales, emisión de gases de efecto invernadero, incluso más que otras energías. Además, las manifestaciones de petróleo o gas en acuíferos o en la superficie pueden aparecer años o décadas más tarde. Quizás para cuando Chevron u otras compañías ya no estén en nuestro país y tengamos que estar, como los ecuatorianos, buscando amparo legal en otros países y haciéndonos cargo de los pasivos ambientales…
Para cubrir estos problemas, en Neuquén el gobierno provincial armó una parodia de “debate democrático”, con el objeto de calmar las voces disidentes de los movimientos ciudadanos y algunas fuerzas políticas. Esto sucedió en el marco del seminario convocado por la legislatura neuquina sobre “Recursos Hidrocarburíferos no convencionales y medio ambiente”, en junio de este año (4), inaugurado por la vicegobernadora Ana Pechen, quien habló de un "segundo descubrimiento del petróleo,” que salvaría a la provincia y al país. En dicho seminario, la gran mayoría de los expertos (entre ellos tres ingenieros especialistas en petróleo con larga trayectoria) cuestio naron fuertemente el método de extracción de los hidrocarburos no convencionales y señalaron sus impactos negativos. Pero a la hora de difundir los resultados de este encuentro, dichas críticas fueron ignoradas tanto por la prensa regional como por los legisladores del oficialismo neuquino (Movimiento Popular Neuquino) y otras fuerzas  partidarias que promueven el acuerdo con Chevron.  

En fin, resulta útil recordar que la contaminación ligada a la explotación hidrocarburífera no es un fantasma o una posibilidad, sino una realidad efectivamente existente. Así, en este corto mes y medio hubieron 5 graves accidentes en Neuquén, entre ellos, “cuatro derrames en sólo once días y, en dos casos, el hidrocarburo llegó hasta el río Colorado (cuenca compartida por cinco provincias), que involucran a Petrobras y a YPF” (5), a los cuales hay que añadir la explosión e incendio de un pozo de gas en el ejido urbano de la localidad de Plottier en Neuquén (empresa Pluspetrol); por último, un derrame petrolero que produjo mortandad de peces en Catriel (Río Negro), que es hoy motivo de una protesta de comunidades indígenas (6). La pregunta que muchos se hacen entonces, sin tener por ello que pertenecer a una organización ecologista, es: si no existen controles ambientales y no es posible evitar graves accidentes con la explotación de petróleo y gas convencional, ¿qué sucederá entonces en cuanto se avance de modo masivo con la explotación de los no convencionales? La Argentina se apresta a ingresar a un escenario de desastres ecológicos a gran escala, cuyas consecuencias económicas, sociales y ambientales son imprevisibles.

Mitos y falacias, pero sobre todo poderosos lobby económicos, buscan asimilar soberanía energética con soberanía hidrocarburífera, y afirman que no hay posibilidad fáctica ni económica de desarrollar energías alternativas que apunten a la salida de una matriz dependiente de los combustibles fósiles. Y bajo esa supuesta "verdad" se consolida el peor de los caminos. Así, en vez de pensar una agenda de transición y orientarse hacia las energías limpias y renovables, el gobierno actual reafirma su dependencia de los combustibles fósiles y se embarca en la explotación de hidrocarburos no convencionales, los cuales presentan mayores costos operativos, son más difíciles de extraer, más contaminantes y sus yacimientos presentan una vida útil inferior respecto de otros tipos de energías.
Cuarto y último, el oficialismo nacional y neuquino pretenden ignorar el reclamo democrático de las poblaciones locales. En todo el mundo existe un descreimiento cada vez más fundado de parte de las sociedades locales ante este tipo de extracción. Por eso, el fracking ya fue prohibido en Francia y en Bulgaria, así como en el estado de Vermont (USA) y en Quebec (Canadá); mientras que en otros lugares se aprobó una moratoria, como sucedió en Nueva York y en varias regiones de Europa, basada en el principio precautorio, pilar del derecho ambiental, también presente en nuestra legislación.

En nuestro país las poblaciones ya comenzaron a manifestar fuertes resistencias contra el avance de la explotación de los hidrocarburos no convencionales, tal como lo muestran diferentes ordenanzas municipales que prohíben el fracking: a la decena de municipios declaradas libres de fracking (Cinco Saltos, en Río Negro; 10 municipios en Entre Ríos y cuatro departamentos en Mendoza -dos de los cuáles enfrentan hoy un veto-), se sumaron recientemente Carmen de Patagones (Pcia Buenos Aires) y la localidad rionegrina de Allen, donde la explotación de gas no convencional pretende avanzar entre plantaciones centenarias de peras y manzanas. Asimismo, la Confederación Mapuche del Neuquén ha manifestado su rechaz o rotundo al fracking.

En suma, desde Plataforma 2012 rechazamos este nuevo giro en la política energética, que entrega a Chevron nuestros bienes comunes y lo habilita a utilizar el peor método de extracción (el fracking), llamamos a la reflexión a los legisladores neuquinos que hoy tienen una oportunidad histórica de pronunciarme en defensa de una verdadera YPF estatal y al servicio del ambiente y del debate democrático, y  nos solidarizamos con los movimientos ciudadanos y los pueblos originarios que hoy luchan contra el avance de la frontera hidrocarburífera, mediante el fracking, defendiendo la vida y el territorio.

 

27 ago 2013

Seminario: Hoy a las 18, constitucionalismo popular

Como siempre, Aula 1, 18 hs, Facultad de Derecho, entrada libre

26 ago 2013

Nino: Prólogo





Adelanto del nuevo libro que estamos publicando con textos de Nino, a cargo de don G. Maurino, y desde Igualitaria/Siglo XXI, agrego el prólogo que escribí para el volumen, en homenaje al maestro (la presentación, este miércoles, a las 1930, en SADAF[ Bulnes 642)


I

Al momento de ofrecerme la redacción de este prólogo, los editores del libro me incitaron a comentar la experiencia que tuve, junto con otros estimados colegas, trabajando con Carlos Nino durante casi una década, primero en la Facultad de Derecho, luego en el Consejo de la Consolidación de la Democracia, y finalmente en el Centro de Estudios Institucionales. Aceptando la invitación, en lo que sigue haré referencia a ese fructífero período –utilizando, por lo general, una voz colectiva- pero sólo a los fines de trazar un mejor perfil de quien fuera nuestro maestro y amigo.

Lo primero que diría es que, para todos los que colaboramos con él, Carlos Nino fue -y siguió siendo- una referencia crucial para nuestras propias vidas. Su proyecto nos resultaba excepcional, en el sentido estricto del término. Desde el punto de vista profesional, veíamos con cierto asombro el hecho de que -a pesar de las oportunidades que se le abrían en el ejercicio de la abogacía- Nino hubiera dejado de lado la profesión para dedicarse enteramente a la vida académica. Si la opción de vivir exclusivamente de la investigación y la docencia parecía difícil, en general, lo era aún más para quienes veníamos del derecho, ámbito en el cual la opción por una carrera académica de tiempo completo resultaba simplemente insólita.

Por otra parte, y en lo relativo a su carácter de teórico del derecho, la trayectoria de Nino llamaba nuestra atención, como estudiantes de la filosofía del derecho que éramos, por el valor que le otorgábamos al hecho de que él –junto con algunos otros pocos miembros del llamado “grupo Gioja”-[1] hubiese optado por vincular a dicha rama de la filosofía con problemas propios de la vida política cotidiana. En efecto, Nino fue de los más destacados miembros del grupo que eligió abrirse de los estudios de lógica jurídica entonces predominantes, para empezar a especializarse en cuestiones relacionadas con la ética práctica, la filosofía moral y la filosofía política. Tal decisión, que implicó una escisión significativa dentro del grupo de los estudiosos de la filosofía analítica, conllevó también una apuesta importante a nivel político. El país vivía por entonces momentos de dictadura y represión, que daban un sentido y un valor especial a la opción que ellos tomaban, y que implicaba aprovechar el instrumental y la potencia analítica de la filosofía jurídica para reflexionar críticamente sobre temas de interés público.

            Con el final de la dictadura y la llegada de la democracia, una parte importante de entre los miembros del grupo de “los filósofos” tradujo dicha opción teórica en otra de carácter directamente político. Varios de aquellos filósofos, entonces, establecieron lazos estrechos con el nuevo gobierno democrático, y en particular con quien pronto se convertiría en el nuevo Presidente argentino, el recordado Raúl Alfonsín. Ya con Alfonsín en el poder, Genaro Carrió comenzó a desempeñarse como presidente de la Corte Suprema; Eduardo Rabossi pasó a trabajar en la Secretaría de Derechos Humanos; mientras que Jaime Malamud y Carlos Nino se convirtieron en decisivos asesores de Alfonsín en todo lo relativo al juzgamiento de los líderes militares comprometidos con la comisión de abusos gravísimos. De esta colaboración resultaría el famoso “Juicio a las Juntas,” tal vez el legado más extraordinario que la Argentina dejó a la historia contemporánea.

            En este terreno más propiamente político, la trayectoria de Nino también nos resultó sumamente atractiva. Y es que, a pesar de la obvia inexperiencia –o torpeza- que uno pudo atribuirle a Nino en su paso por las cercanías de la política, lo cierto es que su actuación en este terreno nos ayudó a ver, y a reconocer como necesaria, una dimensión moral fundamental que la política debía asegurar en todos los casos. La política no tenía por qué ser –como algunos la describían, como algunos todavía la viven- un ámbito en donde se suceden meras disputas de poder; un espacio distinguido por los intercambios de favores, la compra y venta de decisiones y votos, caracterizado por el engaño y traición. No. La política también podía relacionarse con hacer justicia, pensar la igualdad, y defender las libertades más básicas.

            De manera notable, Nino mostró, en su paso por la función pública, una actuación consistente con sus ideales teóricos. El Consejo para la Consolidación de la Democracia se convirtió, bajo su dirección, en un órgano deliberativo, en donde se convocaba a puntos de vista muy distintos para discutir sobre temas de interés común. Luego, se procuraba llevar las discusiones más importantes al resto del país, en donde se volvían a poner a prueba los frágiles acuerdos a los que se había llegado puertas adentro. Nino fue, durante toda su gestión, un funcionario público de puertas abiertas, al que cualquiera podía acceder. Uno puede recordar entonces las convocatorias deliberativas que se hacían, al interior del Consejo, y que llevaban a que todos –todos- los integrantes del mismo, desde Consejeros Superiores hasta el personal de limpieza, se reunieran en la sala principal a escuchar y opinar sobre la marcha, posibilidades y dificultades que afrontaba el Consejo.

            Finalmente, creo que quienes trabajamos con él valoramos, sobre todo, las capacidades y actitudes de Nino como profesor y maestro. Rememoramos sus clases riquísimas, complejas, interminables, que inequívocamente excedían la hora de término fijada por la Facultad. Celebramos, todavía, el modo mágico en que transformaba (tal vez sin saberlo) una pregunta mala o meramente obsecuente en un argumento poderoso, agudísimo. En la Universidad especialmente, Nino ponía en plena acción al docente-filósofo convencido del valor supremo del diálogo. Para quienes lo acompañábamos en sus clases era fascinante escucharlo, entonces, comprometido en una discusión, nunca dispuesto a soltar el argumento, siempre decidido a seguir la discusión hasta el final, hasta que su contrincante –otro profesor de su categoría o un estudiante recién ingresado en la carrera, daba lo mismo- se declaraba vencido, quedaba persuadido por la retórica de Nino, o se rendía simplemente agotado.

De modo muy especial, todos nosotros veneramos –hasta llevarlo a la categoría de mito- al famoso “Seminario de los Viernes,” repetido año tras año tras año. Se trataba de un encuentro de puertas abiertas, que organizábamos en el Instituto Gioja de la Facultad de Derecho, y en donde leíamos y discutíamos, sedientos de conocimiento y curiosidad, los textos que Nino traía fotocopiados, como inmensos tesoros, luego de sus largos viajes por el exterior. En el mítico seminario, cualquiera podía entrar y participar libremente. Nino iniciaba cada sesión con extensos y complejos resúmenes del texto asignado, y luego todos pasábamos a discutirlo.

            Nino era para nosotros, entonces, un abogado que no ejercía la profesión, sino que se dedicaba a reflexionar sobre el derecho; un filósofo analítico que había abandonando la lógica jurídica a favor de la filosofía práctica; un asesor político cuya misión no había sido la de promover, como tantos, una política de amigos-enemigos, sino la de abrir para las teorías de la justicia un lugar en la política.

            Esa posibilidad de vincular a la propia vida con la vida de los demás –esta posibilidad de vincular lo personal con lo político- resultaba para muchos de nosotros extraordinaria. Nino era la promesa de una vida posible, en donde el lugar de trabajo no iba a pasar a ser el sitio de la degradación y alienación que Marx describiera en sus escritos tempranos, sino justamente lo contrario, un lugar de realización personal, en donde podíamos encontrar, o al menos creer, que lo que hacíamos tenía sentido, encerraba un valor público, resultaba relevante para la propia vida y la de los demás.

II

Uno de los hechos que más valoramos, del haber estudiado y colaborado con Nino, fue el de poder reconocer la cantidad de puentes que existían entre aquello que leíamos y discutíamos, y la política que entonces nos rodeaba. A través del estudio de la filosofía  contractualista de John Rawls aprendimos, por caso, que la política debía pensarse desde “el punto de vista de los más desfavorecidos” (una frase notable que, notablemente también, el presidente Alfonsín terminó repitiendo de modo insistente en sus discursos de barricada). En su “Teoría de la Justicia,” Rawls nos enseñaba que no había razones para considerar “justo” a un acuerdo que sólo fuera reflejo de la correlación de fuerzas dominante en un determinado momento –reflexión de enorme importancia, en nuestros años 80. Estudiamos entonces, también, teoría democrática, y desde allí entendimos que las normas no podían reclamar “validez” a partir de su mera “vigencia,” o por el mero hecho de contar con el respaldo de la fuerza. Las normas, para ser válidas, debían ser el resultado de una discusión entre iguales, y en la medida en que no lo fueran –y cuanto menos lo fueran- perdían valor democrático.  A partir de tales estudios aprendimos a reconocer el sentido de la deliberación pública; aprendimos que democracia era mucho más que votar; que para hacer leyes (válidas) no bastaba, meramente con que unas cuantas personas electas popularmente alzaran la mano al mismo tiempo; aprendimos que la participación política tenía un valor y un sentido que no eran meramente simbólicos o expresivos: aprendimos que la participación política no era un hecho meramente deseable, sino directamente una condición de la validez de las leyes dictadas. Por eso, también, desconfiamos de la ciencia política “realista” que le otorgaba el honorífico título de “democrática” a cualquier sociedad en donde se votara y se respetaran a grandes rasgos algún manojo de derechos básicos.

De modo significativo, aquella misma línea teórica –vinculada con la compleja idea de una “concepción epistemológica de la democracia”- fue, de manera no sorpresiva, la que utilizó Nino, y luego el Congreso de la Nación, para considerar directamente nula la autoamnistía dictada por el general de la dictadura Bignone -amnistía con la que se quiso favorecer a quienes habían cometido los peores abusos sobre los derechos humanos de la población. Otra vez, para todos nosotros, la teoría que estudiábamos ganaba vida y sentido. Teníamos la sensación de que hacíamos filosofía no por deporte o mero profesionalismo: hacer filosofía seguía siendo una manera de cambiar el mundo.

            Luego el igualitarismo. Todos los que trabajamos largo tiempo con Nino terminamos comprometidos con el igualitarismo político que conocimos leyendo a Ronald Dworkin o a Gerald Cohen. Vimos, entonces, de qué modo esa postura igualitaria era consistente con una teoría de la justicia como la de Rawls; a la vez que aparecía como precondición de la teoría democrática que pregonábamos. Cuál era el sentido, sino, de pensar en actores comprometidos con la deliberación, si ellos no tenían lo suficiente siquiera para subsistir? Cómo podíamos defender la centralidad del diálogo público, si no contábamos con ciudadanos que estuvieran de pie por sí mismos, en condiciones vitales, sanitarias, motivacionales, apropiadas, que los ayudaran e inspiraran a entrar en política?

            Estudiamos con cuidado la teoría consensualista de la pena elaborada por el propio Nino -una teoría enmarcada por principios básicos de justicia- y con ella empezamos a imaginar cuáles eran las formas de reproche que correspondían para quienes había actuado en violación grave de los derechos de los demás. Fueron este tipo de lecturas las que nos ayudaron a pensar y concebir el derecho como un medio por el cual aún el más poderoso podía verse en la obligación de sentarse en el banquillo de los acusados, como uno más, como cualquiera de todos nosotros.

Y finalmente, y sobre todo (al menos éste fue mi caso) estudiamos Ética y derechos humanos, un libro que resumió como ninguno de sus otros trabajos, lo mejor de las reflexiones de Nino sobre derecho, moral y política. Escrita en torno al principio de la autonomía personal, esta obra nos proveyó de defensas firmes contra las corrientes perfeccionistas y autoritarias tan comunes en el mundo académico, tan habituales en la historia constitucional latinoamericana, y tan propias de la vida política argentina. Desde entonces, nunca volvimos a discutir de la misma manera temas como los vinculados con la igualdad de género, los derechos de los homosexuales, o la defensa de las minorías culturales.

            Se trataba, en definitiva, de un cuerpo teórico robusto, consistente, con partes que parecían articularse sólidamente unas con otras, piezas que encajaban entre sí de modo casi perfecto. Porque defendíamos la igual dignidad de las personas y la autonomía personal, rechazábamos el perfeccionismo moral y el elitismo político. Desde allí montábamos una defensa particular de la democracia, basada en la confianza sobre las capacidades de la ciudadanía y la discusión pública. A la vez, la teoría democrática que propiciábamos demandaba precondiciones sociales muy exigentes, que nos llevaban a pensar en teorías de justicia distributiva también robustas. Como último recurso, considerábamos una teoría penal que no tenía como paradigmas al miedo y a la represión, sino a la reflexión y el convencimiento de aquel que era objeto del reproche colectivo.

            La buena noticia es que hoy, luego de varios años de la muerte de Carlos Nino, somos muchos los que seguimos convencidos de que en aquellas enseñanzas había  núcleos de verdad imperecederos. Por eso seguimos pensando que la política no es pura negociación a escondidas; que la democracia no es sólo votar; que la justicia penal no tiene que ver con “meter presa” a más gente; que la justicia social de ningún modo queda satisfecha cuando se distribuyen derechos como si fueran privilegios o dádivas.

Llegados a este punto, me pregunto, solamente, cómo podremos reconocerle, alguna vez, lo que aprendimos de su trayectoria como filósofo, como asesor político, como docente? En qué currículum podremos citar las conversaciones que teníamos en el Consejo para la Consolidación de la Democracia, o en el Centro de Estudios Institucionales, alrededor de la misma mesa, comiendo facturas, muertos de risa? No tengo dudas de que ninguno de nosotros, graduados aquí y en el exterior, con diplomas de esto y aquello, aprendió tanto sobre la moral, el derecho y la política como en aquellos días de discusiones irreverentes, interminables, inolvidables.


[1] Me refiero al grupo de filósofos del derecho que participó del siempre recordado seminario de Ambrosio Gioja, en la Facultad de Derecho de la UBA.