* Lo conseguido: dos a favor. Primero, y como lo comenté varias veces: es cierto que la Corte cambió, para mejor, durante su presidencia; y que con ella se dio un gran paso en la re-legitimación de una rama del poder clave, que había caído al abismo. Recordamos, sino, la crisis que llegó con el menemismo, que estalló en el 2001, y que tuvo también a la Corte como protagonista, objeto de repudios masivos, marchas semanales, y manifestaciones frente a los domicilios de los jueces. El gran objetivo de la presidencia de RL, que fue el de recuperar credibilidad para la Corte, se cumplió. Hoy la Corte es conocida, y reconocida como un actor institucional relevante. Segundo: durante su presidencia, la "estabilidad" que llegó a la política, con el fin de la era de los "golpes de estado", llegó también a la Corte. Es cierto, como él dice, y es importante, que se haya iniciado una nueva "era" del tribunal, en donde la jurisprudencia no se modifica violentamente, con cada cambio de régimen o de administración. Durante el siglo XX, los gobiernos se sucedían unos a otros de modo irregular, y cada nueva administración se las ingeniaba entonces para tener su "propia Corte." Hoy, la estabilidad política se acompaña de estabilidad judicial, expresada de un buen modo: una cierta continuidad en las "líneas-maestras", en las "vigas" principales, de la jurisprudencia.
* Los cambios propuestos: mal. Las dos principales propuestas de cambio de las que habló, resultaron sorprendentes. Ello, en particular, frente a la crisis extrema que enfrenta la justicia y que -peligrosamente, otra vez- vuelve a acompañarse de una fuerte desconfianza popular frente a la institución. RL habló entonces de i) digitalización de los expedientes y ii) un "cambio de mentalidad" (!!). La primera propuesta (digitalización) podrá ser necesaria, pero sugiere que no se está entendiendo el problema en juego: estamos frente un problema político, antes que informático. Si el problema tiene que ver con la convicción extendida de que la justicia es parcial, o de clase, o servicial al poder o si, como el mismo RL reconoce, la principal demanda social sobre la justicia es una demanda de terminar con la "impunidad," la principal respuesta no puede reducirse a los instrumentos: estamos hablando de sustancia por lo que, ante todo, necesitamos respuestas sustantivas. Su segunda propuesta (cambio de mentalidad) no merece siquiera ser mencionada.
* La negación del conflicto. Entre el gobierno y la Corte existen manifiestas tensiones, vinculadas en muchos casos (aunque no sólo) con un gobierno que, como su antecesor, quiere seguir "operando" indebida e ilegalmente sobre la justicia. Frente a algo que es tan manifiesto, la respuesta de "no hay conflicto" resulta insatisfactoria siempre ("Lo importante es aclarar que no hay ningún conflicto con el gobierno. Nosotros estamos trabajando muy bien con el gobierno, trabajando en cooperación con los poderes del estado"). Así, los que ven el conflicto, lo siguen viendo; los que dudan sobre el mismo, no ganan ninguna razón para despejar sus dudas; y los que no lo percibían claramente, ahora tienen razón para sospechar que "hay algo", frente a la negación insistente (por qué se niega algo tan recurrentemente, tan enfáticamente?). Para resolver un problema, primero: reconocerlo.
* "Grandes fallos". RL dijo que, a su llegada a la Corte, y debido a su procedencia "académica", su deseo era que la Corte produjera "grandes fallos" (habló 3 veces de su procedencia "académica", y 2 de los "grandes fallos"). Es cierto que, durante su período, se produjeron muchos fallos importantes. Pero dos reservas sobre el tema. Primero, muchos fallos importantes no fueron "grandes" sino "pequeños", por la vocación (en términos Sunsteinianos) "mnimalista" antes que "maximalista" de la Corte ("Arriola," en materia de consumo personal; "FAL", sobre el aborto). Segundo, y como sabemos, muchos de los fallos importantes de la Corte tuvieron sus reveses, en manos de la misma Corte, en particular en las dos áreas destacadas por RL -derechos humanos y medio ambiente.
* De la doctrina "Zaffaroni," a la doctrina "Irurzun". Primero, RL dio más lugar que el debido a la crítica que se hace a los jueces que "dejan que los detenidos entren por una puerta y salgan por la otra" (aceptando como un dato algo que resulta negado por la presencia de cárceles super-pobladas); a la vez que hizo sobar una alarma frente a la inexistente amenaza "abolicionista". Luego, dio -otra vez- más lugar que el debido a la propuesta de tornar más ligeros los requerimientos para autorizar prisiones preventivas. (En lo personal, creo que es hora de cambiar el paradigma en esta materia, no para facilitar las prisiones, pero sí para invertir cargas de prueba y bajar presunciones de inocencia sobre autoridades públicas enriquecidas en el ejercicio de su cargo, y la red -pública y privada- con la que operan).
* Prejuzgamiento. RL eludió preguntas cruciales (sobre todo una. en torno al aborto), alegando el riesgo de "prejuzgamiento." No salgo de mi asombro de la frecuencia con que se usan, y permitimos que se usen, este tipo de excusas. Terminemos de una vez! Cualquier persona pública ha hecho declaraciones sobre los temas más diversos. Todo buen académico ha fijado posición, por escrito y fundadamente, sobre cuestiones de relevancia pública. Los jueces con trayectoria ya se han pronunciado sobre casos de todo tipo. Y eso está bien, y no implica prejuzgar nada. Argibay decía que estaba a favor del aborto, y eso no implica que pueda ser recusada, frente al hecho específico, que -si se convierte en caso- es porque presenta un problema concreto, que debe ser examinado en particular y dentro de su contexto. Basta ya con la idea de que si pensamos y nos expresamos, estamos en realidad prejuzgando!
* "Rol estabilizador". RL se jacta del "rol estabilizador" que -a la norteamericana- habría tenido la Corte Argentina, en esta última etapa. Asumiendo una definición de sentido común de "rol estabilizador", algunas preguntas preliminares: es cierto que lo tuvo? Está bien o estaría bien que lo tenga? Cuál es la relación entre "rol estabilizador" y los "mandatos" del derecho vigente? Y, sobre todo, en lo que importa: se justifica que la Corte adopte un papel "estabilizador," en un contexto de injusticias profundas? Uno recuerda entonces, con especial simpatía, a los escritos de Roberto Unger o Charles Sabel hablando de los "derechos desestabilizadores": protecciones especiales para quienes "desafían"; minimización de la inmunidad de las instituciones, frente a la crítica; más posibilidad para la puesta en cuestión de los arreglos sociales establecidos e injustos. Necesitamos más des-estabilización que estabilización.
* Preparando la despedida (de la presidencia)? RL dijo que él tuvo la obligación de ser muy visible, para que la Corte fuera conocida, justificando de ese modo su perfil "alto" (“Yo he tenido un rol público muy fuerte porque era necesario para que la Corte sea conocida”). Agregó que, desde ahora (conseguido el objetivo?), ese papel debía cambiar (desde la llegada del próximo presidente de la Corte, que no sería él?). Por lo demás, se rió, pero no negó, sus aspiraciones políticas a lo Joaquim Barbosa.