24 ene 2019

Venezuela 1. No intervención?

(dedicado a j)


A la luz de lo que ocurre en estos días en Venezuela, los internacionalistas, de un lado y otro, han sacado el polvo de sus viejas doctrinas, que atesoran como dogmas e interpretan discrecionalmente, no para ayudarnos a entender y pensar un problema, sino para definir e imponer una solución de modo a-crítico. Un clásico del derecho. En América circulan (y vuelven a circular) muchas de estas doctrinas, y todas ellas deben ser miradas con cuidado: no se trata de “verdades bíblicas,” sino de inventos circunstanciales, históricamente motivados, muy marcadas por intereses sectoriales (económicos), y que hoy pueden resultarnos de utilidad, o no.

La Doctrina Monroe, enunciada por el Presidente norteamericano James Monroe en 1823, propuso el lema “América para los americanos,” para detener las iniciativas de la reconquista europea, luego de que estallara la etapa independentista regional. La Doctrina sirvió de apoyo, también, al desarrollo del “imperialismo” norteamericano sobre los países latinoamericanos.

La Doctrina Calvo (elaborada por el diplomático argentino Carlos Calvo), tanto como la Doctrina Drago (también enunciada por un argentino, Luis María Drago, en 1902, frente a los incumplimientos norteamericanos en torno a la propia Doctrina Monroe), nacieron como reflexiones en torno al no pago de deudas, por parte de los americanos, en casos que involucraban a potencias extranjeras. La primera afirmó un principio de “nacionalismo legal,” y sostuvo que los inversores extranjeros debían primero agotar sus reclamos en los foros locales, frente al no-pago de los americanos. Ello, en lugar de recurrir a presiones diplomáticas o –mucho menos- a intervenciones armadas. La Doctrina Drago fue enunciada frente a preocupaciones similares (en este caso, frente al bloqueo naval que varias potencias europeas habían impuesto sobre Venezuela, ante el incumplimiento del pago de los servicios de deuda). Más restringida que la anterior, la nueva doctrina vino a decir que la deuda pública no podía dar lugar a la intervención armada, ni menos a la ocupación material del suelo de las naciones americanas por una potencia europea.

Finalmente, la Doctrina Estrada, enunciada por el mexicano Genaro Estrada, vino a afirmar el no intervencionismo (mexicano), frente a las acciones desarrolladas al interior de las demás naciones: México no juzgaría, ni se involucraría en tales asuntos, como muestra de respeto a la “soberanía” (territorial) de los demás Estados. Los casos más conocidos de aplicación de esta doctrina aparecieron, en los años 70, cuando México decidió mantenerse “neutral” frente a las dictaduras que se iban esparciendo en la región –un claro ejemplo de las implicaciones de la idea de “no intervención” y respeto de la “soberanía”, entendida como soberanía territorial. Resulta claro, por lo demás, que la “no intervención,”  en los casos de dictaduras, colisiona con la idea de la “autodeterminación de los pueblos”, que también tuvo interés en invocar la diplomacia mexicana. 

La gran pregunta frente a ellos es: Cómo es que los pueblos se autodeterminan, en una dictadura? De qué modo defendemos la "autodeterminación," cuando los compromisos más elementales de respeto a los derechos humanos, y respeto a los procedimientos democráticos son incumplidos sistemáticamente? Pensemos no sólo en la implicación de la no-intervención mexicana, durante los tiempos de dictaduras latinoamericanas; sino también en lo que hubiera implicado la no-intervención extranjera, en la Alemania nazi, o frente al apartheid sudafricano. Por supuesto, decir esto no implica afirmar otro dogma -"toda intervención es bienvenida, con la excusa de..."- ni tomar livianamente lo que significa "intervención extranjera" (una intervención que lleve a la masiva violación de derechos humanos en el país "intervenido" debe ser resistida siempre, antes que quedar sujeta a meros cálculos circunstanciales); ni desconocer que en un mundo de intereses inhumanos, los países más poderosos (los Estados Unidos hoy) pueden promover "intervenciones" con el solo objeto de satisfacer sus intereses de ganancia en el corto plazo. 

Debemos entonces rechazar las excusas de un lado y otro, y calibrar nuestras respuestas conforme a las preguntas elementales: Cómo garantizar los derechos humanos, cuando gobierna una dictadura? Cómo recuperar la democracia, cuando estamos frente a un gobierno autoritario que ha roto todos los controles y frenos (como el de Venezuela)? Lo que me animaría a decir, por el momento, es que debemos resistir en principio las intervenciones extranjeras armadas (salvo casos extremísimos, como el de Alemania); tomarnos en serio nuestro compromiso con el ideal del "autogobierno democrático" (que no se satisface ni "dejando hacer" a los militares; ni "impidiendo que hagan" las poblaciones locales); abandonar el principio "bobo" o ciego del "no intervencionismo", y reemplazarlo por otros principios, de prioridad de la restauración democrática y de exigibilidad de los derechos fundamentales.

15 comentarios:

David dijo...

Siempre es bueno leerte y tener un pantallazo objetivo sobre estas situaciones. Consulta, ¿La postura de Uruguay y Méjico entraría en tu supuesta intervención no extrema?
Un saludo,
David

rg dijo...

Hola David, la postura de ambos países es vergonzosa, en el modo en que la han fundado: el no intervencionismo bobo de "respeto es no opinar, que cada país haga lo suyo." una doctrina indefendible, por eso es que quería criticar esa aproximación dogmática a los "principios" del derecho internacional

rg dijo...

Por supuesto: intervención militar nunca, salvo casos extremos como alemania. Hay formas diferentes de intervención, como contra la sudáfrica del apartheid, que tienen que ser hecho con el máximo cuidado de ayudar y no perjudicar a los civiles presentes

Unknown dijo...

Estimado Roberto, esas doctrinas que mencionas han sido superadas hace largo tiempo ya. Desde hace casi dos décadas existe una doctrina o principio llamado responsabilidad de proteger, que postula, frente al tradicional principio de no intervención, que los Estados y sus gobernantes tienen la obligación de proteger los derechos humanos de su población y que, si no quieren o pueden hacerlo, la comunidad internacional tiene una obligación subsidiaria de proteger a esa población. Esta doctrina ha ido desarrollándose con el correr de los años y se vio seriamente afectada por su utilización inadecuada en Libia (2011), por lo que no se utilizó en Siria ni en otros lugares donde se producen violaciones flagrantes y sistemáticas de los derechos humanos. Venezuela es un tema complejo, pero a mi juicio, un caso cantado para la aplicación de esta doctrina, aunque su efectiva implementación sería muy difícil de llevar a cabo por una serie de cuestiones que sería muy largo abordar aquí. Los internacionalistas no vivimos en un frasco de mayonesa y somos conscientes de las dificultades que entraña la aplicación de determinados principios o doctrinas en un mundo complejo e interdepediente. Saludos, Ricardo Arredondo

(mc) dijo...

tal vez un tipo de reclamo como el que Carter hizo en los 70 por los derechos humanos? Es decir presionar reclamar.

JRLRC dijo...

Tal cual, Roberto. Una nota oportuna, informativa y certera. Si hay dictadura no puede haber "autodeterminación del pueblo". La posición de "México" (López Obrador) es vergonzosa.
Otro tema: murió el gran Erik Olin Wright.
Saludos!

Anónimo dijo...

Roberto, 2 preguntas: a) Venezuela es inopinablemente una dictadura? b) Es la única dictadura en América? Gracias.

Aldo dijo...

Esto es un asunto de extremismos difiero con: "Lo que me animaría a decir, por el momento, es que debemos resistir en principio las intervenciones extranjeras armadas" Recordemos que Venezuela es un país habitado por millones de venezolanos y como se comenta en el artículo son los que van a pagar los platos rotos con una intervención extranjera. Venezuela ha empezado una lucha que tiene que resolver en sus fronteras, no sabemos si haya intervención estadounidense con certeza aún pero lo que si se ve es el interés ideológico de los observadores extranjeros sin conocer la realidad venezolana, a la vez creo que se debe apostar por la reconstrucción de un gobierno democrático en Venezuela pero cuidando sobre todo los derechos humanos.

Damian dijo...

Para ir al hueso de este momento. "Mexico y Uruguay es vergonzoso" La actitud de Chile Argentina EEUU te parece la correcta? Hay que reconocer a Guaidó como legitimo presidente? Esa es la respuesta correcta al caso Venezuela?

Anónimo dijo...

http://www.laizquierdadiario.com/Con-Trump-y-el-imperialismo-no-hay-salida-para-los-trabajadores-y-el-pueblo-venezolano

Enrique dijo...

La posición de AMLO es acorde a las circunstancias emergentes que vive nuestra democracia, no la considero vergonzosa. Estamos tratando de instaurar un estado constitucional y democrático de derecho basado en los DH, en un país y lo saben los PRIANDgobiernos permitirán impunidad, desapariciones, saqueo de petróleo…... y violaciones sistemáticas a los DH; esta latente una situación parecida a la de Venezuela ya que la oposición de centro y derecha, compara a AMLO con Maduro; y si eso sucediera ¿cual seria su postura? ¿derrocar al tirano AMLO y apoyar al gobierno emergente apoyado por EUA?. Los estados como los sujetos se analizan caso por caso y no de manera general. Sugiero no hablar desde los intestinos y ponderar el caso por caso. México busca emparejar la cancha democrática desde el minuto uno y no será fácil; los ojos de los mexicanos (no todos) están al interior de nuestra soberanía y por ahora no queremos de enemigos a nuestros vecinos. Con el corazón y la razón deseamos una América democrática y garante de los DH.

JRLRC dijo...

La retórica de los fanáticos de AMLO es lamentable. Su ceguera, por vocación, peor.
México no es Venezuela, en dos sentidos, por dos razones: López Obrador no es Chávez ni Maduro, y aunque una parte de la derecha mexicana sigue "comparándolos" no hay "latente" ninguna "situación parecida" (caída drástica y definitiva por movilización interna y presión internacional, por ejemplo) a la de HOY en Venezuela. Lo que algunos derechistas quisieran no es por eso lo que en realidad puede y va a pasar; lo que algunos izquierdistas creen por lo que esos derechistas sueñan, tampoco... Como AMLO no es Chávez ni Maduro, no le pasaría lo que le está pasando al nefasto Maduro; y como tiene, legítimamente, más poder que la derecha que lo tacha de chavista, esa derecha menos podría "provocar" lo que en mucho se provocó a sí mismo Maduro. Ahora bien, López Obrador tampoco tiene todo el poder -y, democráticamente, qué bueno-; si cae su poder o o luego cae su partido, caerán en elecciones, contando sus errores.

Anónimo dijo...

Recomiendo que sigan en Facebook o en su blog a Javier Echaide. Él ofrece una mirada más nítida sobre el asunto y, sobre todo y más importante, es preciso con la información empírica.

Unknown dijo...

Muy bueno su artículo, es interesante como siempre leerlo. En primer lugar, es imperiosa la ayuda humanitaria a Venezuela. Por otro lado, ya no podemos hablar de quien es de izquierda y quien de derecha porque la supuesta izquierda no es tal y se confunde con la derecha ante su resistencia al cambio. Los jóvenes lo tienen claro, no más de lo mismo.

Sebastián Aguirre Astigueta dijo...

Muy buen artículo. Me obliga a repensar los principios internacionalistas. Y a cambiar ciertas premisas sobre lo que pensaba sobre Venezuela. Aquello de: Cómo es que los pueblos se autodeterminan, en una dictadura? es interesante. Otro sería: Cómo juzgar democráticamente quienes están legitimados para intervenir? Gobiernos como el de Trump (con su política de derechos humanos para Latinoamérica), Macri (con la implosión que está retardando en su propio país) y Bolsonaro (con su agresivo tratamiento a las minorías), en una especie de entente, tiene la legitimidad sustancial para invocar esa credencial? Me gusta más lo de la UE. Saludos.