Acabo de participar en oxford de un seminario sobre constitucionalismo en Gran Bretaña, con presencia de muchos grandes autores (Elster y Bellamy entre los más notables), pero en donde lo que más resaltó fue el peso que en estos círculos (nada marginales) se le está dando a las formas de creación constitucional con participación popular. Para el caso de Gran Bretaña, el ejemplo clave es el de Irlanda, en donde como sabemos se impulsó una forma de participación popular inspirada en Canadá (sobre todo en el ejemplo pionero y fundamental de British Columbia, y también a partir de lo ocurrido en Ontario), que procuró además corregir algunas de las deficiencias que se habían advertido en el caso Islandés (extraordinario, pero también -como calificó en el seminario uno de sus protagonistas, "caótico").
Llamativo también de qué modo, e inesperadamente tal vez, el ideal de la democracia deliberativa apareció en estas discusiones, junto a, por encima o por debajo de cada ponencia. De un modo u otro, todos parecían tomar al ideal deliberativo -tan vituperado, tan marginalizado- como el punto de reposo de la discusión: es lo que obviamente se quiere conseguir, en tanto ideal.
Aquí, de parte del buen David Farrell, un comparativo sintético de estas experiencias participativas recientes. Y viva Irlanda!
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