Una mayoría parece
estar de acuerdo con afirmaciones como las siguientes: nos encontramos frente a
una situación inédita y gravísima; esta situación exige que se adopten medidas
excepcionales; algunas de esas medidas implican la restricción de libertades
constitucionales. Todo entendible. Sin embargo, es crucial que estemos alertas frente
a tales restricciones y reflexionemos críticamente sobre ellas, a la luz de
nuestros derechos fundamentales, y de la historia social y política que
conocemos.
En nuestro país,
el Presidente de la Argentina, a través del decreto de necesidad y urgencia
297/2020, ordenó el “aislamiento social, preventivo y obligatorio”. Se trata,
por lo que vemos hoy, de algo demasiado parecido a una declaración de “estado
de sitio,” aunque con otro nombre. En efecto, sabemos que, justificadamente o
no, se han impuesto las máximas restricciones posibles en nuestra libertad
ambulatoria; no podemos reunirnos en los espacios públicos; las avenidas
aparecen transitadas casi exclusivamente por la policía; las fuerzas armadas se
encuentran interviniendo en asuntos internos (i.e., realizando tareas de
asistencia social); y se garantiza un derecho amplísimo a los organismos de
seguridad para detener, interrogar, y arrestar a quienes deambulan sin
autorización expresa. ¿Cuáles son las grandes diferencias que existen entre lo
que hoy existe, y lo que especifica el artículo 23 de la Constitución (sobre “estado
de sitio”)?
Otra vez: lo que ocurre puede resultar completamente justificable
(no asumo que no lo es), pero ya deberíamos hacer sonar algunas alarmas. Más
aún, cuando se anuncian reforzamientos en los controles y restricciones de
derechos, y se insinúa la posible declaración efectiva del “estado de sitio”
(repito: como si a esta altura fuera necesario). Mi sugerencia es, simplemente,
que pensemos sobre la cuestión, en lugar de tomarla como obviamente justificada
o dada (“lo decidieron los expertos”). Ello, en particular, a partir de la
posibilidad de que las medidas vigentes (y las que se anuncian) sean
“sobre-inclusivas” -es decir, que abarquen más conductas o impliquen más
prohibiciones que las necesarias para alcanzar los fines legítimos que se
proponen-; en un área particularmente sensible -el alcance de nuestros derechos
constitucionales-; y con todos los riesgos propios de tales medidas limitativas.
Ante todo,
conviene recordar que no nos ha ido bien, sino pésimamente, con las restricciones
a las libertades. Conocemos al “estado de sitio” desde apenas luego de
sancionada la Constitución, cuando Urquiza lo declaró en 1854. A partir de
entonces, la medida volvió a imponerse regularmente, en más de 50 ocasiones,
muchas veces durante años. El balance de las restricciones fue siempre muy malo.
Se dirá: “las circunstancias ahora son diferentes” (siempre se dice esto), “aquí
se actúa por urgencia, no por antojo.” Sin embargo, basta con mirar alrededor
(a Trump, a Bolsonaro), para encontrarnos con acciones que parecen resultado
del puro capricho y oportunismo. Se dirá: “las limitaciones son necesarias e
impostergables.” Es muy probable, pero nadie debe privarnos del derecho a la
sospecha. Con la excusa del virus, en Chile las autoridades se apresuraron a
postergar la consulta popular sobre la reforma de la Constitución; en Bolivia,
el gobierno de facto en ejercicio pospuso, una vez más, la convocatoria a
elecciones nacionales. Probablemente, tales limitaciones políticas resulten
imprescindibles, pero es obvio que el apuro mostrado por las autoridades del
caso (ansiosas desde el primer día por conseguir dichas postergaciones) debe
generarnos sospechas.
Desde el parroquialismo” argentino se responderá: “los
otros países no importan ahora, somos distintos y en la Argentina las
restricciones están aplicándose bien.” Seguramente es así, pero no podemos
negarnos a pensar críticamente sobre lo que se hace. Sólo por dar algunos
ejemplos: dado que buena parte de la población vive en situación de
hacinamiento grave ¿el cuidado de salud de los más pobres requiere su
confinamiento absoluto, o exige su mayor acceso a espacios públicos/ aire puro?
O, frente al derrumbe social inevitable que traerá la parálisis económica: ¿no
es desaconsejable delegar tanto control sobre nuestras libertades a las fuerzas
de seguridad? (conocimos ya, en estos días de relativa calma, abusos policiales
extraordinarios). Insisto: no se trata de “buscar problemas donde no los hay”
(los hay, y refieren a nuestros derechos constitucionales más básicos); ni
basta con proclamar “el derecho a la salud exige restringir otros derechos”
(muchas veces se dijo lo mismo con “la seguridad nacional”); ni sirve gritar “es
que estamos en emergencia!” Es en la emergencia, justamente, cuando los abusos
resultan más fáciles y los errores se pagan más caros.
14 comentarios:
Es muy preocupante lo que puede venir después de la cuarentena, porque de esta sabemos que algún día se va a terminar. Pero el estado de emergencia puede proseguir y me inquieta pensar que puede pasar con el derecho de reunión y de protesta, y la limitación de estos bajo la excusa de la salud. A muchos gobernantes esta pandemia le cae como anillo al dedo para maquillar su inoperancia y ansias de represión.
Basta ver la desesperación con la que personajes dudosos reclaman, en nombre de la salud y del bienestar general, el estado de sitio, el cierre de las fronteras (incluso municipales!) y los controles draconianos de todo tipo. Estamos ante una nueva emergencia planetaria que, muy probablemente, acabe sustituyendo al terrorismo como objeto fetiche. Su voz es la de un tábano en estos momentos. La necesitamos. Y más cuando se pretende extender la cuarentena hasta vaya a saber cuándo.
Yo entiendo y comparto la inquietud respecto de nuestras libertades pero tenemos a la vista (en Italia y quizás próximamente en USA) lo que sucede si no se respetan las acciones preventivas como el aislamiento, amplificado por lo que sucederá en un contexto de pobreza como el de nuestro país si se disparan los contagios. Quizás una cosa que tenemos que pensar es que no sea la policía la encargada de vigilar el aislamiento, sino grupos civiles que incluyan a trabajadores de otras áreas del Estado como por ejemplo personal de salud mental, trabajadores sociales y en general todo aquel que pueda usar un saber profesional y la razón y no la violencia para resolver los conflictos que se dan con la gente que no quiere o no puede respetar la cuarentena. También tenemos que aprovechar este tiempo que estamos en casa para discutir cómo queremos vivir de aquí al futuro, si es que queremos sobrevivir al virus, al calentamiento global, etc. Estaría bueno encontrar maneras de organizar cosas para que al retomar eventualmente la normalidad no quede todo en la nada.
Las medidas estan justificadas, el mundo entero recurre a estas medidas de salud publica. Y particularmente el ejercito cuenta con logista para hacer frente a este tipo de emergencias.
Es cierto que la sospecha de desvios de poder puede existir y ser valida, pero la omision en adoptar medidas se traduce concretamente en miles de muertes. El mejor ejemplo es Italia y Espana.
El ejemplo de Bolsonaro y Trump es a la inversa, ellos se oponian a adoptar cualqueir medida restrictiva, al igual que el impresentable de AMLO en Mexico. El caso de chile es una buena excepcion del oportunismo trasandino, y nuevamente una clara demostracion de cómo se puede apelar al discurso de "integracion al mundo" para acallar la protesta social. Pero allá ellos con su cuento sobre primer mundo y sus estadisticas...
Jose
Como pocas veces, casi todo lo que digamos, en pocos dias la realidad lo podrá refutar. Como pocas veces la humanidad organizada se debate ante un enemigo común que no tiene ideología o bandera. Coincido que toda restriccion de derechos debe ser vista con "la peor luz" eso es cierto y nos sobran experiencias, pero hay que señalar que, con ese resguardo, hay que darle una oportunidad a nuestras instituciones constitucionales. Puede que tenga olor a Estado de Sitio, pero no lo es. No huele a persecución política, no huele a persecución ideológica, no huele a acumulacion de poder. Por el contrario, pocas veces se ha visto mayor cohesión política, ¿no nos gusta nuestra dirigencia?, puede ser, pero es la que hoy está. En cuanto a los "expertos", ¿quién sino para darnos recomendaciones de contagio, epidemias, prevención? De alguien como vos esperamos - y por suerte recibimos - tu opinión sobre cómo debe aplicarse la Constitución, de un epidemiólogo o sanitarista esperamos que nos indiquen cómo prevenir semejante peste. No me parece desproporcionado tener en consideración lo que estos últimos nos recomiendan, con las previsiones que vos nos señalas. Saludos y esperemos que cuando se vaya la ola los daños no sean irreparables.
Es fundamental la seguridad nacional, siguiendo los lineamientos de los organismos globales. Por esto, la policía debe tener facultades amplias y discrecionales para interrogar a las personas y determinar si dicen la verdad o mienten. Si mienten, deben ir detenidas y enfrentar un procesamiento. Ceden los derechos individuales y el liberalismo frente al bienestar general.
Carlos
"lo que ocurre puede resultar completamente justificable (no asumo que no lo es)" No hay que dar por cierto que el Covid-19 sea la peor pandemia de la historia. Hasta ahora no ha producido mas daño que una gripe estacional.
Tengo dos preguntas con respecto a todo esto.
1) No entiendo por qué a esto que estamos haciendo lo llamamos aplanar la curva. Porque, a menos que pensemos quedarnos encerrados de por vida, o hasta que descubran una vacuna, parece que solamente la estamos posponiendo.
2) No entiendo por qué queremos evitar el contagio de una enfermedad que no es mortal. La gran mayoría de la población se enfermará y se recuperará. En todo caso, deberíamos querer evitar el contagio de las personas para las cuales este virus sí representa un riesgo serio o grave. ¿Hay alguna forma de hacer esto último sin tener a toda la población encerrada?
Pregunto esto no porque tenga ganas de salir a pasear sino porque creo que aceptamos medidas extremadamente restrictivas sin que nadie nos explique nada realmente.
Si alguien quiere explicarme, se lo agradezco.
Yo lo vivo desde Alemania.
Aqui existe limitacion de salir, aunque se puede ir a trabajar sin necesidad de una justificacion. No se pueden reunir mas de dos personas ni en la calle ni en privado (a menos que sean miembros de la misma familia, claro esta). Se puede salir a la calle a tomar aire, y se debe guardar distancia de unos 2 metros de otra persona. El teletrabajo esta permitido (la posibilidad abstracta).
En la practica, por lo menos en mi caso, se advierte lo siguiente:
1. Los trabajadores de cuello azul deben ir a trabajar
2. Los trabajadores de cuello blanco podemos hacer home office.
Mi jefe boludea por ahi, llevando y trayendo germenes por todo el pais.
La cajera del supermercado se jode yendo a trabajar por unos miserables euros. Allí no van los cargos altos del supermercado a fungir de cajero.
Las aerolineas no devuelven el dinero por cancelaciones.
Solo los prestadores de servicios esenciales deberian ir a trabajar. Y en ese caso, el minimo indispensable. El resto, a quedarse en casa (en forma obligatoria).
Y el estado, en lugar de gastar el dinero en boludeces (todos saben que se utiliza a fin de anio el dinero de impuestos para embellecer las calles, en lugar de devolverlo al contribuyente -forma solapada de corrupcion, aunque de otra forma-) deberia garantizar un ingreso minimo obligatorio para todos, de manera que no sea tan gravoso enfrentar este tipo de contingencias, y nadie tema perder su empleo, o someterse a los caprichos del jefe (delirante) de turno
Jan
Te diría en principio q la pregunta se la hagas a un infectologo. Supongo que la respuesta va a tener algún fundamento.
Arte y el restp: Aca pueden encontrar alguna respuesta. No es una "gripe comun" que hace siglos existe y para la cual estamos mayormente inmunizados. Es un virus con una alta tasa de contagio y para la cual nadie esta inmunizado y cuyos primeros casos empezaron hace 3 meses. El crecimiento es exponencial no lineal. Lamentablemente la informacion publica deja mucho que desear. (esta el link de la traduccion al español abajo). Si les gusta, compartanlo
https://medium.com/@tomaspueyo/coronavirus-the-hammer-and-the-dance-be9337092b56
Pablo M.
Arte: por si el articulo es muy largo. Vos decis "en todo caso, deberíamos querer evitar el contagio de las personas para las cuales este virus sí representa un riesgo serio o grave". Cuanto mas portadores del virus haya (aunque no sean graves) mayor es la probabilidad que contagien y llegue a las personas en riesgo, para eso debe haber la cantidad menor de infectados. Este virus tiene una alta tasa de contagio, esto hace que la curva sea exponencial. Suponete que cada persona contagia solo a otras dos. Agarra una calculadora y pone un numero cualquiera y multiplicalo por dos repetidas veces. Yo puse 7 y en 10 iteraciones me da 7.168. No importa cuanto sea el numero inicial. La probabilidad de casos graves aumenta tambien exponencialmente y eso debe ser atendido por una capacidad hospitalaria basicamen fija (cantidad de camas, terapias intensivas, respiradoes artificiales). Conozco cirujanos que les prohiben operar cuando no son cuestiones de gravedad, hay que liberar espacio de cuidados intensivos. Basicamente es eso
Pablo M.
Hola Pablo: muchas gracias. Voy a leer el artículo. Saludos.
Interesante escuchar una voz que va en dirección contraria a la malvinización de la campaña contra el coronavirus en Argentina. Y todavía más interesante enfrentarnos a la realidad de que la noción de "derechos" y el lenguaje de los derechos no nos lleva muy lejos en el contexto de esta emergencia. No es que el derecho a la salud justifique la restricción de otros derechos sino que el conflicto de derechos no nos sirve para dar cuenta ni para explicar ni para justificar en un contexto como el presente. El coronovirus también nos descoloca a los abogados: no tenemos recetas para remediar esta tragedia. Por eso es que la mayoría de los argentinos estamos de acuerdo con estas medidas aunque no hayamos votado ni votaríamos jamás a este presidente.
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