Quisiera hacer unos breves comentarios sobre el histórico proceso
judicial que culminó ayer. Más allá de omisiones y montos de penas, lo que ocurrió
es ya, de por sí, de enorme importancia. Ante todo, i) la acusación y el fallo
nos ayudan a entender mejor lo que pasó durante un período crucial, extendido y
reciente de la historia argentina (la construcción de una matriz de corrupción,
desde el Estado y con empresas privadas, durante el kirchnerismo); ii) desde el
estrado judicial, además, se asignaron responsabilidades, dejando en claro
quién, de entre los acusados, estuvo a cargo de qué; y iii) el proceso se llevó
adelante con pleno respeto de todas las garantías de los acusados. Ello, más
allá de las obvias y esperables quejas de los hoy condenados. Y todo eso con un
plus: mientras que en el caso de Lula (el “caso-espejo” invocado por el
kirchnerismo) el hoy Presidente electo de Brasil quedó injustamente proscripto,
luego del fallo; en la Argentina de hoy, CFK (con independencia de sus caprichos
y mohines) puede ser candidata, por varios años, a lo que quiera.
La segunda cuestión que plantearía sería la siguiente: Podrá
estabilizarse la decisión? Es muy probable que sí. No hay razones jurídicas ni
políticas para pensar que el fallo vaya a ser resistido, desde la justicia, en
las instancias que faltan para que la decisión adquiera firmeza. Y socialmente?
Entiendo que, asimismo, están dadas las condiciones para que el fallo gane
arraigo social, y que las resistencias que encuentra (o va a encontrar el fallo),
a pesar de ser intensas, resultan finalmente escasas. Si se compara esta
decisión con la otra decisión histórica, ocurrida dentro de la vida judicial
del país -el Juicio a las Juntas, de 1985- uno puede advertir que, entonces (en
1985), el acuerdo social en respaldo de la decisión era sólido y casi unánime.
Hoy, en cambio, el compromiso social que se empieza a advertir, en torno al
fallo, parece significativo pero, aunque mayoritario, resulta todavía muy parcial:
la “construcción social” de ese acuerdo colectivo contra la impunidad, todavía
está por construirse. Sin embargo, es cierto también -y resulta decisivo saber-
que el “poder de fuego” o amenaza que guardaban entonces los pocos “enemigos”
del fallo (sobre todo, las camadas jóvenes de oficiales del ejército) resultaba
entonces, como recordamos bien, muy intenso. Hoy, en cambio, los grupos que se
oponen intensamente al fallo (incluyendo a una minoría “trumpista”, en su
delirio) aparecen políticamente divididos y socialmente desprestigiados.
Finalmente, me preguntaría si -tal como han señalado algunos
miembros presentes de la oposición- puede decirse que “finalmente,” llega un “cambio
de época”, en materia de impunidad (Estamos frente a un quiebre histórico, que
nos lleva hacia el fin de la impunidad del poder?). Diría que no: estamos muy
lejos de ello. Las condiciones favorables a la impunidad de los más poderosos son
estructurales, y se encuentran plenamente intactas. Como podemos ratificar cada
día, a través de las noticias que conocemos con horror, se advierte un acuerdo muy
amplio, dentro de la clase dirigente (políticos, empresarios, sindicalistas,
jueces) dirigido a asegurar beneficios mutuos y autoprotección. Y ese acuerdo
trasciende ideologías (izquierda, derecha) y grupos políticos (kirchneristas,
antikirchneristas), y encuentra apoyo en las mentes jurídicas más brillantes de
nuestra comunidad (hoy, los grandes hacedores de la impunidad del poder). Lo
que acaba de ocurrir, entonces, es el resultado (por un lado, sí), del hastío
social, pero también, decisivamente, el producto del excelente trabajo de una
minoría de fiscales y jueces (dentro de la cual destaca el brillante esfuerzo
del fiscal Luciani y su joven grupo de asistentes). A ellos, entonces, y por
tanto, nuestro mayor agradecimiento. Lo que han logrado, ya queda en la
historia.
8 comentarios:
Muchas gracias Roberto por estas consideraciones con las que coincido plenamente.
Lamentablemente es cierto que vivimos en condiciones en las que la corrupción se sostiene estructuralmente con alto grado de asesoramiento técnico profesional y también que este es un fallo histórico.
Saludos cordiales,
Isabel Novosad
Es ridiculo poner en la misma bolsa de la 'clase dirigente' a empresarios, políticos, sindicalistas y jueces. Es el poder económico el que impone las condiciones en las que esta supuesta democracia debe funcionar.
Lo más triste de todo esto, es el poco apego de nuestros políticos por las leyes y las instituciones. Todos aplican la tan mentada viveza criolla y así nos va, por eso tenemos el pais que tenemos. Respecto de Cristina, me da mucha pena que haya metido en este quilombo a sus hijos, sobre todo a Florencia. Cuando se retomen la causa de Los Sauces - hotesur, la mujercita tendrá que explicar como fue que más de 5 millones de dólares fueron a parar a su caja de seguridad de un banco; salvo que argumnete que los dólares fueron puestos ahí por Magneto, Clarin...Estas miserias de nuestros políticos y sus consecuencias, provocan que los jóvenes que no se pueden ir del país buscando mejores posibilidades, se vayan de la democracia; por eso tien éxitos las propuestas de Milei
Excelente y clarísimo. Creo que es una inflexión importante contra la impunidad. Ergo contra la corriente estructural. Que en definitiva es la que importa políticamente. Alejandro Bulacio
estoy de acuerdo. Argumentaré más adelante por falta de tiempo.
Estimado:
dada la relevancia del tema, me gustaría tener una opinión fundamentada sobre la condena. ¿Podrías decir, a grandes rasgos, qué es lo que considerás que se habría probado, y cuáles serían las pruebas?
Muchas gracias
Muy buena reflexión sobre el fallo Roberto. No entiendo la posición de ciertos dirigentes de izquierda (Bregman concretamente) quienes sostienen que el fallo es el emergente de una lucha entre bandas de la derecha. Es una ideologización sin fundamento que no entiende la función judicial o considera que este tipo de fallos no es más que un reflejo de la sociedad burguesa. Saludos, Aldo
El hastío social es intenso, estamos hartos del atropello a las instituciones. Gracias al esfuerzo de los fiscales y de sus colaboradores, nos da cierta esperanza.
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