Hoy, después de algunas semanas, me despido de Italia, con una serie de recuerdos y textos de Pasolini, quien fue el dueño de mis últimos días por acá. El recuerdo de Fellini, diciendo de Pasolini que tenía "una suerte de dulzura herida". El de Nanni Moretti, quien le ofreció a Pasolini un silencioso y sentido homenaje, en la última escena de Caro Diario (Moretti va a visitar Ostia, donde lo mataron, y sólo dice "no se por qué nunca antes había venido hasta acá", para cerrar luego su película). El recuerdo de la admiración de Pasolini por Gramsci (a quien Pasolini le dedicó su largo poema "Las cenizas de Gramsci", después de visitar su tumba, dejando en claro el modo en que lo conmovió esa búsqueda crítica, antijerárquica, e inconformista de Gramsci -aún hacia Marx). El recuerdo de la pasión, el dolor y la rabia con la que escribía poesía, ensayos o hacía películas.
Y este hermosísimo párrafo que lo muestra entero, autocrítico, hermoso, denunciando a sus propios pares -los antifascistas- y a él mismo, por la responsabilidad de no haber sabido entender a los fascistas, de no haber sido capaz de "hablar con ellos o a ellos." "Tal vez una sola palabra hubiera bastado"
La responsabilidad es nuestra…No hicimos nada para que los fascistas no lo sean. Sólo los condenamos gratificando nuestra conciencia con nuestra indignación. Y cuando más fuerte y petulante era nuestra indignación, más tranquila nuestra conciencia. En verdad, nos comportamos con estos jóvenes fascistas de modo racista. Quisimos creer, apresurada y despiadadamente, que ellos estaban predestinados racialmente a ser fascistas, y que frente a esta decisión de su destino no hubiera nada para hacer. Y, no nos lo escondamos, todos sabíamos, en nuestra verdadera conciencia, que cuando uno de esos jóvenes decidía ser fascista, eso era puramente casual, no era más que un gesto, inmotivado e irracional. Hubiera bastado una sola palabra de nuestra parte para que eso no sucediese. Pero ninguno de nosotros quiso hablar nunca con ellos o a ellos. Los aceptamos rápidamente como representantes inevitables del Mal. Y tal vez eran adolescentes, muchachos de dieciocho años, que no sabían nada de nada, que se arrojaban de cabeza en esa horrenda aventura, por simple desesperación...
2 comentarios:
Sublime apertura de un ser humano. Cuánto por aprender para nuestra sociedad argentina en donde cada grupo suele decir -de alguna u otra forma- que "nosotros somos el bien, el amor, la verdad"...
Favor: ¿podrías compartir los datos de la cita?...
¡GRACIAS!
Muy honesto. ¿Podrías compartir la cita?
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