20 dic 2025

Diez artículos que marcaron mi vida académica




Mi primer artículo en lacritica.ar, acá:

https://lacritica.ar/post/diez-articulos-que-marcaron-mi-vida-academica/


Presento, a continuación, 10 artículos que marcaron mi trayectoria como académico (en realidad, son 8 artículos, y 2 largos ensayos, devenidos en sendos libros). Con distancia advierto, como notas comunes a los escritos que destaco, que se trata de textos redactados de una manera sencilla y comprensible; referidos (más o menos directamente) a temas de primer interés público; y orientados a “intervenir” en la vida política. Los menciono y cuento un poco de mi relación con ellos.


Todos los artículos del libro El Federalista, me resultan extraordinarios. Entre mis favoritos figuran los obvios: el n. 10 (en donde James Madison ofrece las razones centrales de por qué se escribe la Constitución; el 51 (en donde Madison procura justificar el sistema de los checks and balances); el 78 (en donde Alexander Hamilton presenta una defensa monumental del Poder Judicial que, por entonces, se diseñaba). Más allá de los desacuerdos que me generan, estos artículos me resultan excepcionales por tratar de cuestiones de primer orden; por estar escritos de un modo comprensible para cualquiera; y por no incluir la mínima concesión a la demagogia. Van siempre al punto (se trataba, finalmente, de breves artículos que aparecían en los periódicos de la época), con precisión clínica, y a través de un lenguaje libre de barroquismos y engañosas oscuridades. Un modo ejemplar de cómo hacer (aquello que Michael Sandel denominó) “filosofía pública”. En mi aprendizaje sobre los debates constituyentes norteamericanos, estos textos, más los debates constituyentes (los 4 tomos redactados por Madison como secretario de actas, pero editados por Max Farrand), más, algunos trabajos como los de Gordon Wood -en The Creation of the American Republic- resultaron fundamentales (y, en algún sentido, suficientes, dado su carácter).


Aquí ya hago un poquito de trampa, al mencionar -como segunda recomendación- al “largo ensayo” de John Stuart Mill, Sobre la Libertad, que en verdad apareció, desde un comienzo, en forma de libro. En todo caso, y más allá de la forma en que se dio a conocer, quiero destacar al ensayo/libro como una pieza, simplemente, magistral. John Rawls, a quien me referiré enseguida, citó a este texto, junto con pocos otros (la Declaración de la Independencia norteamericana; el discurso de Gettysburg de Abraham Lincoln; el Segundo Tratado, de John Locke) como ejemplares, en su capacidad de trascender la discusión de un momento, y pasar a formar parte de nuestra cultura política. Un texto brillante que, de modo simple y contundente argumenta en favor de causas e ideales fundamentales (empezando por la libre expresión; el valor de la expresión crítica) controvertidas en su tiempo, y todavía hoy.



John Rawls tardó 20 años en escribir la Teoría de la Justicia, y otros 20 años en completar su segundo gran libro, Liberalismo Político. En el medio, hay sobre todo dos artículos principales, que pueden ser considerados “estaciones intermedias” entre un libro y el siguiente. Por un lado, el artículo/ensayo al que quiero referirme ahora, “Justice as Fairness: A Restatement" (luego convertido en pequeño libro), y por el otro, “Política, no Metafísica.” “Política, no Metafísica” representa una autocrítica respecto de Teoría de la Justicia, y constituye -en mi opinión- el eslabón decisivo hacia Liberalismo Político, en donde el propio Rawls mira (y en parte objeta) a su primer libro, por implicar una doctrina “abarcativa”, demasiado densa como para ser objeto de un consenso social amplio (de un overlapping consensus). “Justicia como Equidad: una Reescritura” aparece -para mí- como un intento dirigido, principalmente, a “responder a los críticos” -infinitos- que habían salido a comentar y objetar Teoría…Las respuestas y desarrollos que aquí avanza Rawls (como todo lo que él escribió) son fantásticas, pero además tienen, como pocas veces, una pulsión política abierta, que les dan un sabor especial. Aquí es donde, por ejemplo, Rawls deja en claro por qué es un error considerar a su Teoría como una defensa del capitalismo actualmente existente, y aún verlo como una defensa de la socialdemocracia, desde los Estados Unidos. Ambas alternativas resultan, para Rawls, completamente ajenas a su proyecto, incompatibles con el “valor equitativo de la libertad”.


En mis cursos, solía dar un gran artículo de Ronald Dworkin: “¿Son injustos los cupos? El caso Bakke”, en donde Dworkin hace una fuerte defensa de los cupos, algo bastante insólito para un liberal. El artículo es uno de los tantos que me fascinan de su libro Una cuestión de principios, que terminamos traduciendo e incluyendo en la colección que dirijo en la editorial Siglo XXI. Se trata de un artículo extraordinario, dentro de un libro que me emociona. Y me emociona porque lo muestra a Dworkin tal como fue: alguien que, desde el derecho, hizo frente a una cantidad de temas de enorme relevancia jurídica, habitualmente desatendidos por los grandes juristas (la desobediencia civil, la interpretación del derecho -aquí está el artículo sobre la relación entre derecho, literatura, e interpretación-, la necesidad de que los liberales se ocupen de la igualdad; la crítica a los enfoques eficientistas del derecho; etc.). Dworkin, como Nino, son mis ejemplos de cómo y por qué hacer derecho. Hacerlo de un modo serio, claro, meditado, argumentativo. ¿Y para qué? Para cambiar el mundo, para hacerlo mejor.


“Diferencia y dominación,” de Catharine MacKinnon. Este artículo forma parte de su libro Feminismo Inmodificado, y constituye una de sus piezas fundamentales. El artículo incluye, casi al pasar, una crítica al liberalismo, que leí como situado en un ring, y recibiendo un cross directo a la mandíbula, cuando me encontraba mirando para otro lado. Es de una fuerza retórica sorprendente: lo arranca a uno de sus raíces, y lo deja tirado allí, en la tierra, preguntándose “y dónde estuve yo, durante todo este tiempo?” Mackinnon objeta al liberalismo por 5 razones: su individualismo, su atomismo, su pretendida neutralidad, su falso universalismo, el modo en que distingue lo público y lo privado. Con éste y otros artículos (particularmente, con sus textos sobre acoso sexual en el trabajo), Mackinnon directamente cambió la historia del derecho moderno (ella fue quien, por ejemplo, “inventó” la categoría del acoso sexual en el trabajo). Cuando estudiaba en Chicago, escribí una respuesta al texto de Mackinnon (que mi supervisor de entonces, Cass Sunstein, elogió desmesuradamente), y al poco tiempo supe que don Martín Bohmer había hecho lo mismo, durante su propio doctorado (unos años después): tomar las cinco críticas presentadas por Mackinnon contra el liberalismo, y buscar resistirlas. En todo caso, el aporte que importa aquí es el de ella, el que cambió la historia.


“¿Es la tenencia de drogas con fines de consumo personal una de “las acciones privadas de los hombres”?” de Carlos Nino, fue publicado en la revista La Ley, en el año 1979. Éste fue el primer artículo que leí, escrito por Nino, y me deslumbró en su claridad, profundidad y relevancia. Estaba lleno de conceptos que no conocía y que marcarían mi trayectoria futura: autonomía individual, paternalismo jurídico, perfeccionismo. En una versión más compleja, el texto quedaría incorporado al libro Ética y Derechos Humanos, el que más me influiría de los escritos por él. Alguna vez conté que, en 1984, comencé a cursar el “Seminario de los Viernes” con Nino, y que terminé el año en silencio, sin poder articular palabra durante ninguna de las sesiones de los viernes. No entendían de qué hablaban, pero estaba deslumbrado. En esas vacaciones de verano, me llevaría a San Bernardo un único libro, Ética…, que me devoraría impiadosamente durante esos quince días (todavía conservo el libro conmigo, rayado, lleno de círculos y símbolos, las hojas dobladas, ilegible ya). Cuando terminé las vacaciones, sin embargo, lo supe. Había aprendido un nuevo idioma: ahora conocía el lenguaje.


En su artículo “Judicial Review and the Conditions of Democracy”, de 1993, Jeremy Waldron empezó a referirse al control judicial de constitucionalidad (en la forma en que está organizado en países como los Estados Unidos) como “un insulto” a la democracia. El artículo sería incorporado más tarde, a través de una versión algo modificada, en su libro Law and Disagreement. Para muchos de nosotros, analistas y críticos de la revisión judicial, dichos textos marcarían un antes y un después. Yo, como algunos (no tantos) me encontraba por entonces buscando esa literatura crítica sobre la judicial review, que había comenzado a explorar gracias a las fotocopias que (como “maná del cielo”) traía luego de cada verano, Nino, finalizada su temporada de clases en los Estados Unidos (y ahí, textos de Duncan Kennedy, de Mark Tushnet, etc.). En todo caso, por la claridad y contundencia de sus análisis, los escritos de Waldron se convirtieron inmediatamente en nuestra primera referencia. Seguiríamos caminando juntos, desde entonces, y por muchos años (ya no!).


“El Precompromiso y la Paradoja de la Democracia”, escrito por Stephen Holmes, me resultó un texto fundamental. En él, Holmes retomaba y desarrollaba, con ayuda de la historia y la teoría política, los estudios que había abierto Jon Elster (luego mi supervisor en Chicago), en torno al constitucionalismo y la democracia (a través de libros escrito por el autor noruego, como Ulises y las Sirenas, y Uvas Amargas). El texto apareció en otro volumen, editado por Elster y Rune Slagstad, que resultaría decisivo en mis estudios, hasta hoy: Constitucionalismo y democracia. En el escrito de Holmes, y en general en este libro, se desarrolla la rica y controvertida metáfora de la Constitución como un ejercicio de auto-limitación (precompromiso o autopaternalismo), destinado (no a auto-esclavizarse sino, por el contrario) a “ganar libertad”, sin sucumbir en el camino a las tentaciones provenientes del canto de las sirenas (y así, censurar a la prensa, perseguir a opositores, terminar con el debido proceso, etc.). La Constitución podía ser vista, entonces, como un “límite que libera,” una forma de autorrestringirse (atándose las manos al mástil, Ulises; atándose las manos a la Constitución, una comunidad) para ganar en autogobierno.


“¿Por qué no el socialismo?” es un maravilloso y muy breve texto de Gerald Cohen, luego convertido también en un pequeño librito. Se trata de un hermoso ejercicio, propio del judío canadiense, profesor en Oxford: claro, político, agudo, desafiante, divertido, controvertido. Cohen en su mejor expresión. El texto, que representa una de sus últimas intervenciones en la discusión filosófica política, es una defensa “realista” del socialismo, ajustada a las motivaciones que podemos mostrar y desarrollar, “naturalmente”, bajo ciertas condiciones y prácticas, como la de “salir de campamento” con amigos. En el campamento -nos dice Cohen- cualquier ejercicio individualista o afín al “libre mercado” (“vendo al mejor postor lo que he pescado hoy”) resultaría simplemente inconcebible -que expresaría un manifiesto no entender de qué se trata la práctica compartida- que todos miraríamos con perplejidad, con asombro. Las objeciones al texto resultan, en muchos casos, obvias, pero el desafío que nos presenta Coehn sigue en pie, y es hermoso.


“Politics, Ideology and Society in Post-Independence Spanish America," de Frank Safford. El artículo de Safford es extraordinario, por varias razones. Ante todo porque, por algún motivo, los juristas no se han ocupado de un ejercicio comparativo del derecho latinoamericano (aquí, en sus orígenes) de este modo profundo, ilustrado, abarcativo. Lo que encontramos siempre son referencias a un único país, en donde el autor observa, desde lo alto de ese mirador, el derecho de otros países vecinos. En “Politics…”, en cambio, nos encontramos con un historiador, que comprende muy bien la trayectoria de todos los países de la región; que conoce lo que han escrito sus juristas; que entiende lo que buscaron sus líderes políticos. Un pequeño milagro (que no debiera serlo) dentro de un gran tratado sobre historia latinoamericana (The Cambridge History of Latin America, editado por Leslie Bethell, de quien tuve la suerte de ser ayudante en Chicago). El texto de Safford influyó muchísimo en mis primeros estudios del constitucionalismo regional. Ello así, junto con otros trabajos también fundamentales. Pienso en los libros de nuestro Eric Hobsbawm: el maestro Tulio Halperín Donghi.

No hay comentarios.: