12 ene 2014

La derrota cultural del kirchnerismo 2

(publicado en Perfil, este domingo, acá)

No es lejano el recuerdo de cuando intelectuales y activistas hablaban de la “batalla cultural” ganada por el kirchnerismo. Apenas 3 años después de aquel juicio impactante, con la misma contundencia y el mismo apoyo empírico aquella vez alegados, podemos proclamar la noticia, en principio muy buena, de su derrota. Necesito aclarar, en todo caso, por qué digo que la noticia es “muy buena,” por qué digo que es “contundente,” y por qué digo sólo “en principio.”

La noticia es muy buena porque, finalmente, el kirchnerismo dejó en claro que era más un obstáculo que un medio para alcanzar una sociedad más justa, más igualitaria y sobre todo más fraterna. Luego del huracán que significó el paso de diez años de kirchnerismo, los niveles de pobreza y desigualdad son dramáticos en términos históricos, y con tendencia al empeoramiento (la diferencia de ingresos entre el 20% superior y el 20% inferior era de 7.36 en 1961, 10.24 en 1986, 12.28 en 2009, y en grave declive desde entonces, si las simuladas cifras oficiales nos permitieran confirmarlo); todos los servicios públicos básicos aparecen abandonados; y los lazos sociales se han corroído hasta los niveles de horror que pudimos comprobar durante los últimos saqueos: vecindarios armados contra un “enemigo interno,” nacido y criado en su propio vientre.

La noticia es contundente, decía, porque hoy ya no es necesario hacer esfuerzos de “desenmascaramiento”. Para cualquiera –salvo para el núcleo duro de su militancia- resulta claro que el kirchnerismo es, más que la contracara, la caricatura de los ideales que alguna vez predicara. Años atrás, cualquiera podía entender de qué hablaba el kirchnerismo cuando sacaba el pecho y contraponía el intervencionismo estatal (con el que se identificaba), al neoliberalismo menemista (al que repudiaba con el fanático fervor de los conversos). Hoy, en cambio, el kirchnerismo representa la falta de luz en verano, ante los primeros calores; la falta de gas en invierno, ante los primeros fríos; tarifas subsidiadas para los ricos y caras para los más pobres; una red de transporte que nos condena al sufrimiento, con trenes que luego de la masacre siguen rodando salvajes, amenazantes, hirientes: un insulto que se graba día a día sobre la piel de un pueblo cansado. A pesar de la retórica estatista, fue el kirchnerismo el que obligó a ese pueblo a recurrir al abuso de los proveedores privados. Allí, en manos privadas, es donde hubo que recalar para proveerse de los bienes dignos que antes garantizaba un Estado bueno: primero salud y educación, luego transporte y seguridad, enseguida el agua porque bajaba sucia, y ya –la novedad de estos días- generadores de electricidad particulares.

Años atrás, hablar de las continuidades existentes entre menemismo y kirchnerismo resultaba una provocación que corría en desventaja, una injuria que debía demostrarse ante interlocutores impávidos. Hoy, esa continuidad resulta demasiado obvia como para ser demostrada. Obvia no sólo porque el elenco es casi el mismo (repásese la lista de los principales legisladores, gobernadores, intendentes) sino, sobre todo, porque la estructura económica-social del país no difiere en demasía de la que entonces predominaba: la economía está tan concentrada y más extranjerizada que durante el menemismo; el país quedó maniatado a la voluntad de los Repsol, los Chevrón, las compañías mineras contaminantes y los empresarios del juego. Es decir, económicamente, seguimos dependiendo de las decisiones de un puñado de empresarios ricos, envueltos en negocios sucios, y aplaudidos por la misma farándula excitada de los años idos.

Carcomida la retórica k sobre el Estado, la de los derechos humanos pasó a convertirse en la última frontera de su legado. La debacle en la materia fue brutal: una serie de medidas y nombramientos sucedidos uno tras otro, sin respiro, sin compensación y sin matices: primero fue la ley antiterrorista, aprobada –para no dejar dudas- como primera ley del cristinismo. Enseguida llegaron el espionaje sobre militantes sociales (Proyecto X), organizado por el Ministerio de Seguridad; el uso de las fuerzas armadas para resolución de conflictos internos; los nombramientos de Sergio Berni en el Ministerio de Seguridad, César Milani al frente de la Inteligencia, Alejandro Granados en la Seguridad de la Provincia, Alejandro Marambio en el Servicio Penitenciario. No se trataba de errores ni de excesos, sino de una política consistente, rotunda y sin fisuras, que se coronó días atrás con Hebe de Bonafini abrazada a Milani, nuevo Jefe del Ejército, y un coro de partidarios celosos balbuceando tonterías.

Los hechos señalados sólo ilustran el fin de la fábula. Dejo constancia de que hasta aquí no mencioné siquiera a la corrupción; no he dicho nada sobre los 10 años de mentiras del INDEC; nada del hiper-presidencialismo; nada sobre la hostilidad con los campesinos e indígenas; nada sobre el modo en que desalientan, ridiculizan y atacan a la participación popular, a las ONGs, a los grupos ambientalistas; nada sobre el modelo extractivista, clientelista y consumista de desarrollo. Y es que ya está, ya no más. No es necesario hacer más esfuerzos argumentativos. Quien no quiera convencerse no será convencido por nadie, pero ya no es necesario convencer a más gente. (Hasta hace poco, muchos veían estos problemas, pero los balanceaban diciendo que el peronismo era liderazgo, la única garantía de gobernabilidad en un país desbocado. Pero luego de meses de una presidenta ausente, con pánico de contaminar su investidura con algún problema; luego de saqueos que recorrieron al país en medio de la falta de luz, gas, agua, trenes, policía, es difícil seguir repitiéndolo. El peronismo no garantiza la gobernabilidad, y es parte fundamental de los problemas que la ponen en crisis).


El kirchnerismo perdió la batalla cultural, pero el problema es que el mal contra el que peleamos lo trasciende largamente. De allí que la buena nueva de su derrota sea buena sólo “en principio.” Las bases de la desigualdad estructural, que el kirchnerismo consolidó como nadie, nacieron antes que él, y seguirán luego de su duelo. Más todavía: resolver la desigualdad no requiere sólo de medidas que no se toman, sobre una estructura de miseria sólida e intacta, sino de disposiciones morales y actitudes sociales –un ethos extendido- que hace años quedaron exhaustas. Por eso es que la derrota del kirchnerismo no significa victoria. La disputa por una sociedad justa, igualitaria, fraterna, la venimos perdiendo desde hace años.

13 comentarios:

Desocupado mental en la era del blog dijo...

En Artepolítica puse un link, pero otro ya lo había puesto, con la nota tuya (que en términos generales no comparto). Acá está el link por si alguno quiere discutir:
http://artepolitica.com/articulos/suenan-los-kirchneristas-con-ovejas-electricas/

andresvas dijo...

Todo bien con el artículo, pero siempre es mejor apostar a un lector adulto y mostrar los datos, aunque contradigan tu argumento, que saltearte en la serie los que no te sirven. Cuando hablás de pobreza y desigualdad pasás del 86 al 2009 para no mostrar la mejora que hubo en el medio, no la obvia en relación al piso del 2002, sino también en relación al 98, antes del comienzo de la crisis. No te preocupes, lo de Milani, Berni Granados, etc. es horrible igual, y miles de cosas más también, alcanza con eso para hacer un juicio global sobre el K, no por eso hay que ocultar la parte de la realidad que no pegue con esa conclusión, somos grandes y podemos entender que una cosa no invalida la otra.

la tia martha dijo...

Yo el problema que veo en el debate con los intelectuales peronistas sobre todo -o con los militantes- es que no parecen concebir las palabras como un medio para debatir ideas sino que sólo las conciben como un instrumento. Instrumentalizan la verdad. De esa manera no importa demasiado si Los k dijeron que había que privatizar el petróleo y luego lo contrario si se manifestaron en contra de Bergoglio y particularmente de la iglesia y luego hablaron de "apropiarse" del Papa, apropiárselo como un objeto a disputar con la oposición.
El punto para ellos no es qué dicen con las palabras sino qué es lo que se hace con ellas, cómo se las utiliza cual instrumento para lograr un fin, movilizar un sector, crear una mística o captar votos.
Tienen un lenguaje militar que a mi particularmente me resulta muy desagradable.
Pero para mi La Verdad, lo objetivamente cierto, es independiente de mis intenciones o mis preferencias. Es muy difícil debatir algo con un peronista sin que te interpele en algún punto: Y qué perseguís con eso que afirmás a quien sos funcional para quien jugás?
O ¿por qué afirmás eso? si así sos funcional a Clarín a La nAción o la derecha.
Todo esto a cuento de la invitación de desocupado a discutir.
Le di una mirada a su link y pispié. Muy valiente lo de RG de meterse en el avispero y revolver. Le reconozco esa cualidad, la de ser valiente. Decepcionante la opinadora que afirmó que era muy fácil desmontar ese discurso aunque no valía la pena molestarse. Una vez más, la idea militar del debate, desmontar como si fuera un aparato hostil, una bomba. Y son sólo ideas. Nada más que ideas. Que queremos intercambiar nada más.
Lo digo también a cuento de la derrota del relato. Hoy es el progresismo nac&pop Mañana Eficientismo de la gestión y de la imagen pasterizada y neutra como pintan Massa y Sciol. Anteayer era...el neoliberalismo menemista?
pero es siempre lo mismo, consumo y mas consumo a los sectores medios sindicalizados, y las migajas clientelistas para los más bajos. Y a los más altos un guiño oportuno, a todos un guiño oportuno en realidad, aun a lo peor de los militares .
Discutir qué entonces?

rg dijo...

entiendo lo que decis andres, pero el punto era mostrar no los intermedios del menemismo o k, sino la tendencia general en el siglo. vos te tenes que preguntar: como catzo puede ser esta baja, con los niveles de crecimiento habidos en la decada? la pregunta es valida y no se diluye sino que refuerza con las cifras intermedias

l.t.m. dijo...

y agrego, porque me quedó dando vueltas lo de Milani, no se trata de otro atropello más al que el peronismo nos tiene acostumbrados. Es una amnistía moral, tanto o más condenable que las otras, las obligadas por intereses políticos, porque para ésta no había ninguna razón y motivo más que el desprecio o burla a nuestro sentido de razón y de coherencia, y también a nuestros valores.
El peronismo abraza el irracionalismo y se jacta de ello, por lo que repito ¿qué sentido tiene discutir entonces?

VG dijo...

"No es necesario hacer más esfuerzos argumentativos". También lo creo, que interesante sería que no hagas más esfuerzos y te aventures a interpretar la realidad.
Qué motivante sería que se caigan datos de tu argumento, acompañada por una interpretación que supere el sentido común, que atraviese y ponga en cuestión ese esquema de percepción que te distancia de la realidad. Desde la posición en la que te ubicas queda anulada la posibilidad de registrar los nuevos procesos y tendencias sociales y económicas que ocurren en la Argentina , y que también conviven con los procesos de fragmentación y desigualdad que mencionas.
Una vez leí que “la discordancia entre hechos y teorías refleja un fenómeno típico de las transiciones ( Hirschman, 1992). También leí algo así como que la “disonancia cognitiva” es un fenómeno recurrente en los análisis académicos.
Me pregunto, no será más interesante abrir interrogantes que interpelen la realidad que proliferar sentencias de muertes prematuras.

rg dijo...

capaz que hice un monton de esfuerzos y no sirvieron para nada, seguro que porque argumento mal. igual, no me ha ido mal con el texto, capaz que alguno vio que algun argumento habia. pero igual nada de esto importa: no somos nada :)

yo_y_miotroyononosentendemos dijo...

Esta bien VG pero sería bueno que nos digas algo acerca de esos procesos ya que segun vos RG no puede salir de su esquema de percepción.
Seguramente que los hay porque argentina es un cuerpo social vivo y pujante más allá de sus dirigentes o aspirantes a, o de sus periodistas y lideres de opinion.
Sin dudas que la AUH y la llamada jubilación de amas de casa creó un cambio fundamental en amplios sectores populares al crear una conciencia, al permitirles poder sentirse sujetos de derechos, que es un mérito del peronismo que nadie se atrevería a negar. Que es un mérito del peronismo desde sus propios inicios: crear conciencia en esos sectores populares de que se tienen derechos y de que se tiene una identidad y una visibilidad.
Hoy nadie, aunque viniera un Macri se atrevería a avanzar sobre esos presupuestos básicos.
Ahora bien, lo que se critica de la izquierda al menos lo que yo me permito criticar es que esa fuerza inicial ese fermento fecundo en el cambio de conciencia ed clase y de dignidad como personas no se motorizó hacia un verdadero cambio del estado de la redistribución de ingresos y de la desigualdad estructural, mas allá del impulso inicial innegable sobre un determinado sector sindicalizado, sino que esa poderosa identidad y conciencia de clase solo se utilizó con propositos electorales para permanecer y renovarse en el poder que en ultima instancia nunca avanzó más allá de eso. Es al menos como yo lo percibo, tal vez yo tambien estoy en un esquema perceptual trampa que no me deja ver. Qué se yo. Qué se cuanto. Pero tirate un argumento. Porque vengas a decir aqui "disonancia cognitiva" y largar alguna cita de autor autor no creas que nos vamos a espantar. No al menos mi yo y mi otro yo, aclaro.
Saludetes

fahirsch dijo...

"Tienen un lenguaje militar que a mi particularmente me resulta muy desagradable."
Cuarenta años atrás un marino retirado me hizo la observación de que el peronismo era militarista, deliberadamente creado asi por Perón. Todo el lenguaje que rodea al peronismo está teñido de términos militares.
Como en la fábula de la rana y el escorpión: "es parte de su naturaleza"

Anónimo dijo...

Aunque yo tampoco comparto las sentencias crípticas del tipo "no es necesario hacer más esfuerzos argumentativos" (RG dixit) -después de todo, si ese fuera el caso, no habría necesidad de ser tan recalcitrantes al respecto-, creo que la acotación de VG, citando a Hirschman, no tiene nada que ver con nada. Y con respecto a la sugerencia final que plantea VG vía pregunta retórica, creo que la dicotomía es absolutamente falsa y caprichosa. Si estamos en desacuerdo con la proliferación de sentencias de muerte, una alternativa sería plantear interrogantes que interpelen, no ya a la realidad (que no tiene cómo contestar), sino a los funcionarios de turno que se encargan de trastocarla. RG ha planteado en numerosas ocasiones este tipo de interrogantes. En mi opinión, son pocos los políticos que se atrevieron a contestarle. El ejemplo más palmario creo que se vio en aquella reunión de comisión parlamentaria en la que, luego de exponer una por una las razones para rechazar la ley de reforma de la justicia, fue injustificadamente interrumpido por la diputada Diana Conti, absorta ante la carencia de cualquier argumento refutatorio.

El Imparcial del Norte

Anónimo dijo...

Imparcial del norte, te referis cuando Conti le dijo que algo asi como "se termino su tiempo, cuando sea diputado va a poder hablar todo lo que quiera"?
Algo asi dijo no? No recuerdo bien.


Sobre el peronismo y su naturaleza militarista... acaso peron no era militar?? Siempre me pregunte lo mismo, los peronistas odian a todos los militares, sin embargo su maximo exponente no es mas ni menos que un general... con la misma formacion que el resto de los militares odiados...

Anónimo dijo...

Eso, eso, eso... El mensaje que ella transmitió en ese entonces no hace más que reflejar la esencia del kirchnerismo y su reducida concepción de la democracia, algo que RG ha criticado sobradamente en este blog y en otros espacios: "Si está en desacuerdo con el modelo, forme un partido y preséntese a elecciones". Este mensaje nefasto, como tantos otros mensajes y medidas (que incluyen auténticos logros -cómo no decirlo- pero también lamentables retrocesos), es una de las herencias incuestionables del actual "proyecto" político.

El Imparcial del Norte

Anónimo dijo...

Exactamente, lo dijo la presidenta misma un dia que dijo

"Yo gobierno para 40 millones..."
Hasta ahi estamos perfecto.

pero continuo con:

"... al que no le guste que forme un partido, gane las elecciones y haga lo que quiera..."

Queda mas que claro que a la mayoria de los politicos solo le preocupa ganar las elecciones y el poder que eso da. Lo demas, es secundario.