A mí me llaman “peludo” y he nacido en Bella Unión (bis).
Soy uno de los que pudo meterle miedo al patrón.
He venido caminando desde Artigas hasta acá, (bis)
todo el camino gritando “Viva Sendic y Utaa!”
Con mi “china” y mis “gurises”, sin “maleta” y desarma’o, (bis)
yo vine aquí porque quise; a mí “naides”* me ha manda’o.
Vine con otros setenta y el gobierno se asustó (bis)
Vaya sacando la cuenta; no pregunte quién soy yo.
No se asuste compañero si me ve mal “entraza’o” (bis);
yo como “usté” soy obrero, no uso cuello almidona’o.
Apenas soy un cañero y he nacido en Bella Unión (bis).
Cuente conmigo “aparcero” para
Utaa (UTAA): Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas
* Daniel Viglietti dice “nadie”.
(El texto presentado es transcripción fiel de como fue publicado en el inserto del disco Textos políticos, de 1980)
(1962)
Guitarra negra
Alfredo Zitarrosa
Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra. Cómo haré para que sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y mía. Cómo se toca tu carne de aire, tu oloroso tacto, tu corazón sin hambre, tu silencio en el puente, tu cuerda quinta, tu bordón macho y oscuro, tus parientes cantores, tus tres almas, conversadoras como niñas. Cómo se puede amarte sin dolor, sin apuro, sin testigos, sin manos que te ofendan. Cómo traspasarte mis hombres y mujeres bien queridos, guitarra; mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos. Cómo entregarte todos esos nombres y esa sangre, sin inundar tu corazón de sombras, de temblores y muerte, de ceniza, de soledad y rabia, de silencio, de lágrimas idiotas.
Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa. Hoy por la tarde anduvo, entre papeles, averiguando cómo he sido, cómo ha sido mi vida, cuánto tiempo perdí, cómo escribía cuando había verduleros que venían de las quintas, cuando tenía dos novias, un lindo jopo, dos pares de zapatos, cuando no había televisión, ese mundo a los pies, violento, imbécil, abrumador, esa novela canallesca escrita por un loco. Hoy anduvo la muerte entre mis libros buscando mi pasado, buscando los veranos del 40, los muchachitos bajo la manguera, las siestas clandestinas, los plátanos del barrio, asesinados, tallados en el alma... Hoy anduvo la muerte revisando mi abono del tranvía, mis amigos, sus nombres, las noches de café Montevideo, las encomiendas por la Onda con olor a estofado, revisando a mi padre, su Berreta, su Baldomir, revisando a mi madre, su hemiplegia, al Uruguay batllista, a Aristides querido, a mis anarcos queridos bajo bandera, bajo mortaja, bajo vinos y versos interminables... Hoy anduvo la muerte revisando los ruidos del teléfono, distintos bajo los dedos índices, las fotos, el termómetro, los muertos y los vivos, los pálidos fantasmas que me habitan, sus pies y manos múltiples, sus ojos y sus dientes, bajo sospecha de subversión. Y no halló nada... No pudo hallar a Batlle, ni a mi padre ni a mi madre, ni a Marx, ni a Aristides, ni a Lenin, ni al Príncipe Kropotkin, ni al Uruguay ni a nadie. Ni a los muertos Fernández más recientes... A mí tampoco me encontró... Yo había tomado un ómnibus al Cerro e iba sentado al lado de la vida. Pasé frente al Nocturno y la vida había pintado unos carteles. Pregunté en una esquina por la hora, y en la bolsa del hombre que me dijo la hora iba la vida, junto con su almuerzo... Hoy dejaré las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas... Y la noche entrará por todas las ventanas de mi casa, por todas las ventanas de todo el barrio, por todas las ventanas de todos los cuarteles y de todas las cárceles, por todas las ventanas de los hospitales... La noche entrará, cabeceando, saltará para adentro, sombra a sombra a la luz del farol... Y se echará en el piso como un perro... Y aguardará hasta la madrugada... Hoy... Dejaré las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas, para siempre... Mi corazón está mejor situado que mi casa. Mi casa, más cercada que mi barrio. Mi barrio, cercado por mi pueblo. En mi barrio vive el Presidente, cercado por un muro casi derrumbado.
Temblando, con el frontal partido con el marrón, por el marronero, cae sobre sus costillas, pesada como un mundo, la res. Cae con estrépito, de bruces sobre el cemento... Balando al descuajarse su osamenta, ya sólo un pobre costillar enorme, ya sólo un pobre cuero y sangre, media tonelada de huesos astillados, hincados en toda esa vida temblorosa y atónita. Ahí se va alzando, como un pesado pingajo, atrapada por la pata por un gancho que le salta arriba, que la alza por un hojal abierto en el garrón de un cuchillazo en plena estupidez sentimental, en plena media tonelada de monstruoso dolor, incomprensible, absurdo, balando, plañidera y tonta, como un escarabajo que no piensa, mientras medita lentamente por qué duele tanto y por qué duele qué parte de quien es ella misma, la res, abierta al descuartizamiento atroz por todas partes, que nunca habían dolido y que eran tantas partes, tan extensas... Y que pastando nunca había dolido... Haciendo leche, esperma, músculos, crin y cuero y cornamenta viva, que eran la vida misma manando hacia sus adentros, vibrando tiernamente como un sol cálido hacia sus adentros... Y nunca habían dolido... Ya está colgada... Las patas delanteras se enderezan, se endurecen y avanzan hacia adelante y hacia arriba, implorantes y fatalmente rígidas, rematadas en cortas pezuñas que hace un instante amasaban el barro del corral, el estiércol de otros cien balidos, Dinosaurios del siglo de las máquinas, nacidos para morir de un marronazo... Ahora ya es carne azul colgada en la heladera: Uruguay for export... Aquella res, que murió de un marronazo, cayó y tembló todo el frigorífico. Aquella otra res que recibió el marronazo en plena frente, de dos dedos de espesor, mientras entraba al tubo desconfiando porque allí no había pasto, alcanzó a comprender que había otra res delante, balando, que ya se la llevaba el gancho. Y cayó detrás, también, y el cemento tembló bajo esos huesos... Aquella otra res, que esquivó el marronazo y que cayó también, con un ojo reventado una guampa partida, deshecha, también cayó y tembló la tierra, tembló el marrón, tembló el marronero; la res, murió temblando de dolor y de miedo... De un marronazo en plena frente for export del Uruguay.
En la punta del agua, una flor blanca, luminosa, de quince dólares, se hace chispa, se abulta, se diluye, chorrea entre otras flores más pequeñas, llora, se agita, la catapulta en chorro de agua y sube como bola en el aire..Está naciendo siempre, mientras el agua canta en esa fuente de la boite... Entre aplausitos, al compás de la orquesta, blanda flor blanca, acuosa, nostalgiosa en el aire... Subida en los aplausos como espitada, hendida, empitonada... Gime y llora en la noche, tira estrellas bailando bajo el humo, renace, llora por el chorro azul-blanco de la fuente como si fuera planta que la cría -y que no es- y sin embargo, así seguirá abriéndose, muriendo, hinchándose y flotando, mientras dure la noche, su belleza infantil de ingeniería, su blando corazón bajo el foquillo fijo y lechoso. El gringo, el chorro de agua a precio, el aire de importación, esas hembras, el mozo, esos señores.
Hace un buen rato ya que doy trabajo y vengo acostumbrándome al desuso de mi alma, a la razón del enemigo, a mis sesenta cigarrillos diarios, a las malas costumbres de mis canciones, que de algún modo siempre fueron nuestras, vos lo sabés, guitarra negra... Hoy reanudo en un cómico enderezo la hora de ayer parada en su nostalgia. Me hacen sufrir las alas que me puse para volar, mas grito y se alzan, gimo y me acompañan, río y baten de a dos, como que están amándose y se odian, sin embargo mis dos alas se odian, se enderezan, se hacen amigas mías para llevarme por todas partes: allá está la canción, aquí la nada... Más allá el pueblo y más acá el amor. Pero el pueblo está también más acá... Y antes estaba allá también, detrás del pueblo el pueblo. Hemos viajado por todos mis caprichos y el pueblo hozando el piso, amándose con alas como las mías... Odiando su destino, odiándome y amándome sin alas, con millones de pies, con manos y cabezas y lenguas... Y sus mil bocas dicen: "Ahora, la suerte ya está echada...".
La mariposa viene hacia mí en la calle, en el aire húmedo, por el aire húmedo bailando, por el aire agobiante, ominoso, bailando en el aire caliente. Y yo vi que no era a mí a quien buscaba sino a la muerte... Y que no buscaba la muerte también vi, porque no era mariposa de la cudad de hierro, ni nacida para eso, sino que era mariposa nada más, en la ciudad, presa y ya muerta de antemano, fatalmente. Buscando en ese bailar loco y frágil un ala, un grano, una pizca de polen en el cemento. Porque la mariposa nace y no aprende nada hasta que muere en cualquier sitio, herida de muerte por su semana justa, por su tiempo preciso, por su sórbito de vida ya bebida. Eso no es tan triste... Triste es ver su cadena de huevos en el hollín, depositados junto a un río de aceite, a la sombra de las altas paredes de cemento... Su cadena de huevos de seda... Hago falta. Yo siento que la vida se agita nerviosa si no comparezco, si no estoy. Siento que hay un sitio para mí en la fila, que se ve ese vacío, que hay una respiración que falta, que defraudo una espera. Siento la tristeza o la ira inexpresada del compañero, el amor del que me aguarda lastimado. Falta mi cara en la gráfica del pueblo, mi voz en la consigna, en el canto, en la pasión de andar, mis piernas en la marcha, mis zapatos hollando el polvo. Los ojos míos en la contemplación del mañana. Mis manos en la bandera, en el martillo, en la guitarra, mi lengua en el idioma de todos, el gesto de mi cara en la honda preocupación de mis hermanos.
Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra, guitarra negra... Dice Enrique, mi hermano, que hay cierto perro hundido que se lame mansamente y nos lame, lamiéndose, una herida quieta allá al fondo, sentado en su escalón. Y dice más mi hermano el otro Enrique, en Praga. Dice que amarte con certeza, hacerte enteramente hembra, darte lo que de vida tengan mis urgencias será amar más y más a Jaime; amarlo, más de veras... Por su alma, su propio perro mordedor bajo el garrote, el cable, el puñetazo, la bolsa de arpillera, el plantón y el insulto. La olvidada mejilla que no ponen ni él ni nadie a golpear... Sino con hambre y Rita y José Luis, con Gerardo y Raúl y Rosa y Sara y Mauricio... Y por todos nuestros muertos. Y he sabido, guitarra, que este otro perro que criaste, ladrador, campesino, a veces manso o vigilante, que roe su propio hueso en la penumbra y gruñe, cual casi todo perro popular, vagará por tus anchas veredas, tus milongas sangrantes, hasta morir también, tal vez un día, de soledad y rabia. De ternura. O de algún violento amor: de amor, sin duda.
Diez décimas de autocrítica
Vine a cantar, compañeros,
porque era mi obligación
no negarme a la canción.
Pero debo ser sincero,
y para mí lo primero
es que era un acto del "Frente".
Con el corazón caliente
y con la cabeza fría,
canté como suponía
que ustedes quieren que cante;
pero soy un militante
y mis canciones no son mías.
Por diferentes razones,
durante casi diez años,
he cantado desengaños,
rebeldías e ilusiones;
ésas fueron mis canciones
durante todo ese tiempo;
a algunas las llevó el viento
y otras dejaron memoria,
pero el tiempo no es la Historia
ni la vida es pensamiento.
Como muchos, he soñado
con el Frente, mucho antes
de que saliera adelante
como un sueño realizado.
Pero también he pecado
de ser individualista,
juramentado "anarquista"
frente a mi sola conciencia,
sin hacer más experiencia
que la de ser un artista.
Hoy siento que soy muy poco
como cantor y poeta.
Si nunca apliqué recetas
a mis canciones, tampoco,
ni más cuerdo ni más loco
que cualquier hombre prudente,
más de una vez fui inconsciente,
al ver que se me aplaudía,
de que en cada aplauso ardían
las manos de mucha gente.
Es riesgo del que realiza
su vida en un escenario,
sentir que es extraordinario
el horizonte que divisa.
Pero aquél que catequiza
apoyado en las bordonas,
si cantando no razona
como cualquier proletario,
deja de ser necesario
cuando el Pueblo lo abandona.
Yo no canté para ustedes
la canción que más quisiera.
Si por un milagro fuera
capaz de inventarla ahora,
sepan que sin más demora
que la de extender la mano,
hablaría de mis hermanos,
los muertos, los torturados,
los presos, los explotados,
de milico y de paisano.
Yo no he cantado las duras
consignas ( ) *
que se riman al reparo
de este Pueblo vigilante,
ni canté el verso rampante
del poeta consagrado.
Pero más que nada, aclaro
que mi canción más madura,
será la que cante puras
razones, que ya son muchas,
del compañero que lucha
sin pistola en la cintura.
Porque este Pueblo es "bagual"
y va a encontrar el camino;
el cantor es peregrino
sonido de este caudal.
Si algo soy, soy oriental
y ése es mi mayor orgullo;
más que flor quiero ser yuyo
de mi tierra, bien prendido,
del Pueblo sólo un latido,
de su andar sólo el murmullo.
Y sé que el triunfo es seguro
mientras estemos Unidos.
Con cantores aplaudidos
no se edifica el futuro.
Siento el deber, y lo juro,
de no cantar sino aquella
canción que como una estrella
alumbre, pero tan lejos,
que no cieguen sus reflejos
al que
anda oliendo la huella.
Hasta siempre compañeros!
Sepan que tenía más ganas
de decir estas "macanas"
que de cantar. Lo primero,
para mí, es el Pueblo entero,
verdadero soberano,
de milico y de paisano,
cantando para sí mismo,
que marcha hacia el socialismo
y me lleva de la mano.
* En la edición original, de 1972, donde aquí aparece el paréntesis, dice “del ‘bocamaro”.
(El texto presentado es transcripción fiel de como fue publicado en el inserto del disco Textos políticos, de 1980)
(1972)
Milonga de contrapunto
Milonga, flor “galponera”,
novia fiel del “payador”,
permitíle a este cantor
arrimarse a tu “pollera”.
Soy un trovador cualquiera
y he de pedirte al cantar
tratando de improvisar
con tus prolijas razones,
que olvides otras canciones
que también supe entonar.
Yo he nacido en este suelo;
no hay más Patria para mí;
en este suelo crecí
como mi padre y mi abuelo.
Pero hoy estamos de duelo,
milonga, y hasta el más “potro”
al ver el dolor del otro
se “ablanda” aunque sea un momento:
para mí no hay sufrimiento más grande que el de nosotros.
Yo me pregunto si es cierto
que somos todos iguales,
al ver a “los orientales”
cambiando muerto por muerto.
Para mí no hay más “entuerto”
que la astucia del “mandón”:
ése es malo, éste es peor
y aquél es bueno del todo…
–la cosa es hallar el modo de separarnos mejor.
Hay una cosa evidente
y hay que decirlo también:
que el que manda sabe bien
cómo engañar a la gente.
El que me juzgue imprudente
por hablar de estas “cuestiones”,
que analice las razones
que le va a dar el que canta;
si vivo de mi garganta,
también vivo en mis canciones.
No se ha de esconder la mano
en asuntos principales;
“oriental” entre “orientales”,
yo también soy ciudadano.
Si me debo a mis hermanos
también me debo a mí mismo
y pienso que no es lo mismo
la duda que la paciencia:
si me duele la violencia
más me duele el “pachequismo”.
Si yo no tengo razón
que me lo diga la gente;
hemos visto al Presidente
hablar por televisión.
Yo lo vi en una ocasión,
ya casi de madrugada;
del pueblo no dijo nada;
dijo que habían “unos locos”
que son malos pero pocos,
y “se la tienen jurada”.
Nunca ha hablado de nosotros,
sino de la “subversión”;
no dicen nada del peón,
del “medianero” tampoco;
él piensa que con la foto
que le publican los diarios
se asustan los adversarios,
el obrero, el estudiante,
que la gente es ignorante
y que él es un visionario.
Mientras los campos “se agrandan”
él sigue “poniendo el pecho”,
atropellando el derecho
y contratando guardaespaldas.
Si al que tiene que “yugarla”
no le gusta el Pachequismo,
se aumenta para el turismo
la carne a quinientos pesos
y ha de ser tal vez por eso
que un dólar vale lo mismo.
Nadie puede “especular”
excepto los oligarcas;
ellos engordan sus arcas
y la gente a trabajar.
Nos han obligado a odiar
a los vivos por los muertos,
y aunque es muy triste es muy cierto:
mientras faltan hospitales,
en la “casona de Suárez”
hay piscina y helipuerto.
Los que decimos que miente,
al ver que nos ha mentido,
somos unos “mal nacidos”
para el señor Presidente.
El que no sea consecuente
con el Poder reaccionario,
tiene que “hacerse el otario”
o hacerse cómplice de él,
porque firmando un papel
él puede cerrar los diarios.
Dice que hay “Revoluciones
técnicas” y de verdad,
pero a la Universidad
le debe tres mil millones.
Y dice cosas peores
–más no se puede pedir–:
el Gobierno va a elegir
al mejor educador;
si puede ser profesor
Pacheco lo va a decir.
Con eso del “comunismo”
y la “cuestión de la vivienda”,
él quiere que el Pueblo aprenda
a hablar siempre de lo mismo.
Pero hay un profundo abismo
entre el rico y el obrero;
no comparten gallinero
el pollo y la comadreja.
Si los muertos no se quejan
por algo es que se murieron.
INTERRUMPE VOZ II: *
Permita que le interrumpa
su “dina”** interpretación,
como cantor “del montón”
le v’ia a hacer una pregunta:
la palabra que “trasunta”
permitamé que le insista,
para usté es una conquista
andar cantando esas cosas,
pero “amigo Zitarrosa”
usté ha de ser comunista.
Z: Si usté mira el “camellón”
cuando el “máiz” viene “grelando”
no alcanza a ver para cuándo
le llegará la sazón.
Por esa misma razón,
al que se sienta “Frentista”,
el llamarlo comunista
es como llamarlo amigo;
no alcanza a verse el ombligo
el que le falten “las vistas”.
VOZ II: Así que usté es del “Frentiámplio”
–me lo hubiera dicho antes–;
la cosa es “que el cuerpo aguante”
como aquí le dice Hilario;
yo le v’ia ser “alversario”
porque el señor Presidente,
siempre “de cuerpo presente”
y con cara de “hombre malo”,
les van a dar tanto “palo”
se les va a acabar el Frente.
Z: Lo que usté dice es verdad,
mire que yo no me engaño:
ya llevamos varios años
de “Pronta Seguridad”.
Pero aunque no tengo edad
para hablar del viejo Batlle,
permítame que le ensaye
una pregunta “batllista”,
si en vez de “hacerse el artista”
se anima a andar por la calle.
VOZ II: Yo le v’ia decir por qué
–mire que el hombre es “muy guapo”:
él no se va a hacer el “sapo”
para peliar con usté.
Y le v’ia decir también,
si le parece mejor
que él ha sido boxeador***
y que tiene “bruta piña”;
mientras la gente lo riña
las cosas van a andar “pior”.
Z: Será porque es boxeador
que gobierna al “contragolpe”.
Mientras el Pueblo soporte
los ricos viven mejor.
Yo sé que ese buen señor
tiene su propio gimnasio;
pero hay que trotar despacio
cuando el camino es “fulero”;
nunca vi burro “cuadrero”
ni negro de pelo lacio.
VOZ II: Le v’ia hacer otra pregunta
si me puede contestar
–porque no me va negar:
“Dios los cría y ellos se juntan”–
La “hacienda” anda toda junta
y eso es lo que yo le explico;
por algo el juez toca pito
si se comete un “penal”:
hay que saber gobernar
pa’ los pobres y los ricos.
Z: Yo le voy a contestar
en una forma sencilla
–no me pise la “gramilla”
que me va a hacer enojar–:
hay que saber separar
la arena de los guijarros.
Nunca vi tirar de un carro
un caballo y una vaca,
ni conozco “hacienda” flaca
que no se pueda engordar.
VOZ II: Usté “conversa” muy bien
pero no me va a decir
que alguien tiene que salir
a poner orden también.
Porque yo lo sé muy bien,
que no quieren trabajar
y “dispués” hacen parar
a todos los “sendecatos”;****
le hacen pasar “malos ratos”,
no lo dejan gobernar.
Z: No entrevere la baraja
si no le parece mal.
Para mí la principal
es la ley del que trabaja.
Mientras al pobre “lo atajan”
para que no se amontone,
a los que tienen millones,
estancias, bancos y diarios,
aunque sean “adversarios”
los tratan como “pichones”.
VOZ II: Las razones que usté dice
a mí me parecen pocas.
Y hasta “me juego la ropa”
por lo que voy a decir.
Para el que sabe cumplir
con su deber “donde cuadre”,
aunque los perros le ladren
primero la obligación;
y hay una sola razón:
porque
para cualquier “acomodo”;
yo le v’ia dar a mi modo
las razones que “colijo”:
si la madre quiere al hijo
no se lo encarga a la tía.;
no ha de quererme la mía,
–aunque yo pueda quererla–,
si para que vaya a verla
me manda la policía.
VOZ II: Si mandar “la polecía”
a usté le parece injusto,
no se la mandan “de gusto”
si es que usté la merecía;
y le digo “entoavía”,
en eso del militar,*****
cómo me puede explicar,
ya que usté es tan “cevilista”*** ***
que el candidato Frentista
sea justo un General.
Z: Si yo fuera presidente
lo mismo que soy cantor,
haría todo lo mejor
para entregarle a mi gente.
Si el candidato del Frente
lleva galones dorados,
no ha de ser ningún pecado
–permítame que le diga–:
nunca se olvide de ARTIGAS,
“el General traicionado”.
* La llamada VOZ II está a cargo de Hilario Pérez.
** A pesar de estar escrito de esta manera, se escucha decir “digna”.
*** Se escucha “boseador”.
**** Se escucha “sindecatos”.
***** Se escucha “melitar”.
*** *** Se escucha “civilista”.
(El texto presentado es transcripción fiel de como fue publicado en el inserto del disco Textos políticos, de 1980)
(1971)
Tomado de http://www.lainsignia.org/2001/noviembre/cul_036.htmmhttp://www.trovadores.net/nd.php?NM=1324&CN=32
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