11 may 2008

Salvador Allende y Ariel Dorfman


El viernes, en el festival de cine sobre derechos humanos, vi un par de películas interesantes -de hecho, dos películas que venían en el mismo paquete. La primera, un famoso reportaje hecho por el cineasta italiano Roberto Rossellini a Salvador Allende, y el segundo, “El largo exilio de Ariel Dorfman,” de Peter Raymont.

La entrevista es excepcional, no por virtud de Rosellini (sus preguntas son más bien previsibles y aburridas), sino por la convicción y dignidad de Allende. La performance de Allende es realmente extraordinaria: era un utopista, sí, pero también lo contrario a un político improvisado o versero. Tomaba todas las preguntas en serio, nunca respondía desde el lugar común, daba datos, pensaba, ofrecía respuestas con contenido, y mostraba convicciones a prueba de balas que se reflejaban en todo su tranquilo cuerpo. La dignidad en persona. En el film, Allende insiste en su vocación pacífica y en la necesidad de promover cambios sociales a través de un camino legal y respetuoso. Dice que no le interesa ser la izquierda del sistema, sino terminar con el capitalismo. Repite que su objetivo es llevar a Chile hacia el socialismo. Enfatiza el valor de convencer y convencer a los opositores, y da ejemplos y ejemplos de la cantidad de reuniones que venía llevando a cabo con los sectores más disímiles de la sociedad civil, sólo para dicutir. Se inquieta por el dominio del dinero en las relaciones interpersonales, y sugiere formas para cambiar los modos de actuar y pensar de las personas, hasta promover otras relaciones sociales. No hace chistes, no se va por las ramas. Está convencido de lo que dice y se nota. Se lo escucha sincero, calmo y honesto. Allende sabe que enfrenta problemas serios, pero no está dispuesto a ceder ni a abandonar el camino del cambio democrático, motorizado a través del ejemplo y la palabra. Emocionante. Maravilloso. Cerramos el film con aplauso largo. Increíble, increíble.



Luego venía el film sobre Dorfman. Yo había conocido al escritor unos años atrás, en North Carolina, y me había caído muy bien, un ser humano cálido y generoso. El film, sin embargo, me molestó un poco. El director quería por todos los medios convertir a su personaje en héroe, y Dorfman hacía lo que podía para ayudarlo. Es cierto, sin dudas, que tuvo una vida complicada, con los desgarros y tristezas propios del exilio. Mostrar eso era importante, pero tal objeto no requería construir la historia de modo tal de asegurar nuestra admiración hacia el personaje. Dorfman es un autor y pensador admirables, y no hay por qué empujar su biografía hacia la épica. En todo caso, reinvindico casi todo de Dorfman. Lo reivindico en su compromiso político (él había sido asesor cultural de Salvador, durante la presidencia de aquél, y había estado a cargo de la edición de cantidad de buenos libros a precios popularísimos). Lo reivindico en su hermosa lealtad hacia Allende (dice en el film: “Allende no sólo me ayudó a vivir. Me ayudó a vivir jubilosamente.” Qué lindo). Lo reivindico a partir de sus obras, algunas maravillosas, como “The death and the maiden,” llevada al cine por Roman Polansky (gran película también). Dorfman estuvo en la presentación de la película, habló de la necesidad de transformar el dolor en comprensión de los demás, y dijo que no quería agregar nada sobre el film de Rossellini porque el testimonio de Allende hablaba por sí solo.

Pequeño párrafo aparte para su viejo y oportuno (que no oportunista) libro “Para leer el Pato Donald,” en el que denunció, tan tempranamente, el carácter ideológicamente poco inocente de las historietas de consumo masivo. En aquél libro, de modo ocurrente y original, Dorfman (junto con Armand Mattelart) criticó las historias del Tío Rico (y su codicia sin límite), y los supuestos que rodeaban a las relaciones entre Donald y sus sobrinitos (vínculos en donde sólo se ensalzaba la competencia, se exponían relaciones personales meramente mercantiles y agresivas, y se anulaba toda solidaridad). En el film, contó que Disney le hizo llegar, en su momento, una oferta de 10,000 dólares para comprarle los derechos del libro -que alcanzó gran éxito internacional- y acabar así con la extraña amenaza representada por un escritor alto, desgarbado, corrosivo y con aires de Woody Allen.

6 comentarios:

Lucas A dijo...

Che, bueno, agregué la primera (de cuatro partes) del film. Está con subtítulos italianos, pero me imano sirve. Parce estar todo, pero vale escucharlo si uno está lejos de un video club con las novedades del circuito alternativo o si no pudo ver el film en el festival.

Voy por lo prometido ayer en el seminario. El debate sobre borrowing.

Salud!
Lucas.

Lucas A dijo...

Traducción para los terrícolas:
- imano = imagino.
- parce = parece.

Salute = salute,
Lucas.

rg dijo...

que buen aporte che, gracias

Anónimo dijo...

Muy bueno, justo iba a preguntar el nombre del documental-entrevista, igual el tano no se me da bien, ya me pasó cuando lo vi a Ferrajoli, lo único que le entendía era "cuesta situazzione e molto particolaree..", así que esa es mi conclusión sobre todo lo que hoy se cuece.
Saludos.

Anónimo dijo...

gracias por el comentario!!!
aunque desde la llegada de la niña esta casi anulo la experiencia cinefila, con semejante comentario registrare las películas y quizás el dvd pueda habilitar su disfrute. En especial me interesa recuperar esa cuestión de la dignidad tan depreciada por estos lares!!
abrazo Roberto y gracias por contagiarnos ganas de ver buen cine

rg dijo...

si, pura dignidad. ni una palabra de demagogia o mentira. solo utopia