Los acontecimientos de los últimos días reafirman que, como todo lo demás, también estamos pensando mal sobre la protesta. A mí me interesó e interesará decir siempre que la protesta, dentro del constitucionalismo, es un valor que debe ser respetado y tomado en serio, como no suele serlo. Siempre dije y seguiré diciendo que el derecho se ha acercado mal a la cuestión, en su ansiedad por criminalizar a aquellos que debiera escuchar en primer lugar. Más todavía: la obligación central del derecho es la de asegurarle a cada habitante los derechos constitucionales (sociales, económicos) que habitualmente les niega. Del mismo modo, importa decir que el Estado suele ser el principal responsable de las violencias que luego condena: responsable por los derechos que está comprometido a garantizar y no garantiza; responsable por el uso ligero e irresponsable de la fuerza bajo su control; responsable por convertir al derecho penal -ultima ratio- en primera respuesta frente a quienes protestan. Quiero reafirmar además, la íntima conexión que existe entre democracia y protesta, y la contribución que la última hace a la primera, sobre todo cuando reconocemos el pésimo funcionamiento del sistema institucional, y el modo en que los gobiernos -en particular en los últimos 30 años: menemistas, kirchneristas, macrista- han bloqueado o cerrado los caminos institucionales que debieran abrir y ensanchar.
Es tal el valor de la protesta, que aún acciones de desafío al derecho (cortar una ruta; insultar o silbar a un político en un escrache; pintarrajear la casa de un represor; etc.), pueden ser en algunos casos justificadas; en otros excusadas; en otras reprochadas de forma muy moderada. En lo personal, esto es lo que dije y diría siempre, contra quienes vieron cualquier corte de ruta solamente desde el lado de la violación de derechos; quienes pensaron los escraches bajo el prisma absurdo de "acto nazi"; o quienes asociaron al debate democrático, simplemente, con la conversación entre caballeros (y no, también, con "actos expresivos" de diferente tipo).
Esa apertura y sensibilidad del derecho, que muchos aconsejamos, ha sido tomada por algunos (agentes judiciales, pero también activistas) como "carta blanca" para afirmar la trivialidad irresponsable del "todo vale"; o para asimilar un acto criminal a un "acto expresivo" amparado por la libre expresión. Así, ya sea que hablemos de golpear a un político en la calle; arrojar un "fuego de artificio" al "enemigo" (en el país de Cromagnon!); destruir la vereda para romperle la cabeza a piedrazos los opositores del modelo nacional y popular. Todo esto resulta inaceptable: actos como los referidos, tanto como la defensa que los colegas hacen de tales actos. Muchos colegas siguen trabados en la lógica represiva según la cual el que piensa distinto que yo no es un ser humano, y por lo tanto puedo destruirlo -su sangre no importa.
Quiere decir esto que el problema central que enfrentamos es el de las protestas ciudadanas? No, en absoluto, porque me estoy refiriendo a los actos de violencia que dañan a otros, y no a las protestas, que pueden ser realizadas de modo pacífico, como se han realizado tantas veces, aún en relación con los genocidas. Quiere decir esto que la violencia ciudadana es equiparable a la violencia estatal? No, en absoluto, porque la violencia estatal, ni hace falta decirlo, es siempre más grave, por la magnitud del poder coercitivo que controla el Estado, y por la responsabilidad especialísima que tiene cada gobierno por el uso de esa fuerza, que siempre debe quedar sujeto al control más estricto, y puede autorizarse sólo en el último caso.
Quiere decir lo anterior que el Estado tiene el derecho de reprimir tales actos de violencia ciudadana? No. Otra vez, la misma pregunta tiene que ver con la ansiedad por justificar lo injustificable, o acusar como cómplice al que disiente con uno. El Estado, en primer lugar, debe actuar de modo justo, y también de un modo que sea percibido como justo, y hoy no lo hace ni lo parece. Segundo, el Estado debe ayudar no sólo a que la crítica se exprese, sino a que los ciudadanos pueden hacer responsables a sus representantes, desafiarlos, y exigirles cambios en sus decisiones -no sólo con el voto, sino a través del ejercicio cotidiano de la democracia (por eso rechazamos siempre la verguenza kirchnerista del "armá tu partido y ganame la próxima elección": democracia es todos los días, no sólo las elecciones). Esto tampoco ocurre hoy, como no ocurría antes (en los años del "decido en secreto, por sorpresa" del menemismo; o en los tiempos de "mando este proyecto de ley, y no se cambia una coma," del kirchnerismo que negó siempre el debate democrático). En tercer lugar, el Estado tiene muchas herramientas para impedir la violencia, empezando por la prevención (lo empezó a hacer en las canchas de futbol, y mostró que es posible prevenirla), cuando todas las etapas anteriores (que deben ser cumplidas) las ha salteado o violado (lo a la vez, cabe subrayarlo, mina su autoridad, y con ello también, su autoridad de reproche). En cuarto lugar, el Estado no está autorizado nunca a llevar a cabo actos de violencia descontrolada como los que viene mostrando cada día. (Si el gobierno actual se anima a hacer, en público, lo que hizo el lunes pasado, qué no se animará a hacer en algún confín patagónico o formoseño, lejos de la atención general?). Finalmente, es obvio que el Estado debe responsabilizar a los que -quitándole humanidad a sus "enemigos"- enfrentan y atacan a los que ubica "enfrente," como si lastimar a un periodista "contrario"; o herir a un agente del gobierno fueran actos justificados, propios de la guerra. Simplemente, no estamos en guerra.
22 comentarios:
admirable, gracias
ok, gracias.
Grande Roberto!
Nada para reprochar. Adhiero casi 100% a lo que escribio RG aca. Y eso q pocas veces coincidimos. Inobjetable y claro.
¿A qué te referís con "prevención" en el último párrafo, Roberto?
Acá, una nota sobre el tema que también está muy bien.
http://www.lapoliticaonline.com/nota/ricardo-rouvier-piedras-en-el-camino/
Comienzo por esta pregunta ¿Cuánto puede aguantar un régimen político como el nuestro, que predica una democracia con inclusión social pero en los últimos 40 años venimos retrocediendo en todos los indicadores socioeconómicos y culturales? Las imágenes de los desmanes en los alrededores del Congreso realmente son lamentables. Los actos patoteriles en la Cámara de Diputados (uno, sacándole el micrófono al presidente de la Cámara y gritándole con tremenda virulencia) muestran que hasta la clase política está tremendamente alienada. Y en este escenario caliente veo que hay muchos matices: el grito apasionado, la calificación injuriosa con el solo ánimo de herir a quien se atreve a desafiar mis ideas, una invitación a pelear (en esta fase, a las trompadas), ya directamente una cachetada a un colega diputado (sucedió hace relativamente poco tiempo), luego... y luego... ¿Cómo termina esto? Mal. ¿Cuál es el límite, entonces, del apasionamiento expresivo, a partir del cual ya es un acto de violencia que hay que reprochar? Es difícil poner el límite. En lo personal, creo que las pasiones de ninguna manera justifican la menor injuria hacia nadie. No ayudan a nada y, por el contrario, preparan la pista, el terreno, donde desembocarán casi con seguridad todas las inmundicias de la condición humana. Al mismo tiempo, si bien me considero un demócrata, una persona que quisiera que marchen las instituciones, veo con bastante pesimismo el funcionamiento de éstas en nuestro país. Si no se generan condiciones para todos podamos disfrutar condiciones mínimas de vida. Si no van a la cárcel los grandes evasores y los protagonistas de la criminalidad económica. Si no hay una reforma tributaria en serio y no este maquillaje que se acaba de sancionar, no iremos por buen camino.
Salvo una chicana (que ya no podes dominar) en el tercer párrafo, y una mentira en el quinto (sobre la vergüenza de algo que no se dijo conforme lo atribuís), el texto impecable y representa perfectamente lo que siento y sentimos varios. Gracias
No queda claro a que te referís cuando decis "lo que el Estado se atrevió a hacer el lunes pasado.Soy Beatriz Martinez y no sé que es URL.Por eso publico como anonimo.
No queda claro a que te referís cuando decis "lo que el Estado se atrevió a hacer el lunes pasado.Soy Beatriz Martinez y no sé que es URL.Por eso publico como anonimo.
https://www.pagina12.com.ar/84672-un-muerto-por-dia-de-gobierno
http://www.lanacion.com.ar/2095109-mario-negri-hay-abstinencia-de-poder-en-sectores-vinculados-al-kirchnerismo
http://www.lanacion.com.ar/2094922-los-que-apuestan-a-la-muerte
http://www.lanacion.com.ar/2094877-la-llama-de-la-violencia-amenaza-la-democracia
http://www.lanacion.com.ar/2095009-intifada-kirchnerista-para-festejar-la-navidad
No vuelven MÁS...los K...
La apertura o sensibilidad del derecho a la protesta no debería colisionar con el ejercicio de otros derechos humanos personalísimos, como el derecho a transitar libremente o el de propiedad. El autoritarismo implícito de muchos de nuestros ciudadanos, su anomia, transforma el ejercicio de un derecho constitucional en el avasallamiento de otros de igual rango. Ser sensible con el derecho a la protesta no debería justificar actos claramente reñidos con los derechos humanos del semejante, como cortar una ruta o pintarrajear la casa de un represor o de quien se lo cree como tal; hechos como los señalados son inaceptables en cualquier país en donde se pretenda respetar el derecho; sobre todo si existen caminos a transitar que permitan visibilizar el conflicto sin generar excesivos perjuicios a los restantes ciudadanos . La flexibilización en la defensa de derechos -de cualesquiera de ellos- puede ser un camino peligroso para la democracia. Saludos cordiales y muchas gracias por dar este espacio de reflexiones
Roberto, el Estado no debe reprimir la protesta pero SI deber reprimir la violencia en cualquiera de sus formas (si no pudo prevenirla) . Justamente el unico legítimamente habilitado para ejercer la coaccion en determinadas circunstancias es el Estado. Si conoces algun ejemplo de pais donde el Estado haya abandonado la potestad de reprimir la violencia de los particulares me gustaria conocerlo (no es una ironia, simplemente no conozco ninguno).
En cuanto a la prevención, es verdad que es el ideal pero el futbol no es un buen ejemplo, justamente se dejo afuera a las hinchadas visitantes y se montaron infinidad de controles con maltratos varios que joden al 95% de los hinchas pacíficos para no enfrentar directo a los barras conocidos por todos.
¿Estuviste en la Plaza protestando x el ajuste a los jubilados y a los mas vulnerables? Mi hipotesis es un NO ROTUNDO, NO PODES HABER ESTADO EN LA PLAZA Y JUSTIFICAR LO Q HICIERON desde los poderes coactivos del Estado. La viste x la tele, xq la represion fue nefasta, y los primeros q huyeron fueron los "tirapiedras". Ademas, existen personas dispuestas a lastimarse y DEJARSE LASTIMAR, la mayoria jovenes. Esos jovenes son un polvorin y este gobierno solo responde con ajuste y represion casi como unica solucion. Se vienen tiempos peores.
Roberto, tomaste vos la foto del post? me parece excelente.
G.C.
Rodrigo, hablo de un tema conceptual sobre la legitimidad o no de reprimir la violencia y contestas con cuestiones de hecho sobre lo que pasó en la plaza, por cierto con una opinión totalmente sesgada. El Estado debe reprimir la violencia de los particulares y hacerlo dentro de las normas, si es incapaz de hacerlo sin excederse es otra cuestión, no menor por cierto.
sí, gracias, pero es medio típica
Reprimir la protesta. Reprimir la violencia es la excusa para gasear y balear a los q protestamos pacificamente en la plaza contra el recorte a los mas vulnerables. Ya es ultraconocida esa tactica: la creacion del enemigo interior.
Me parece que nadie dijo nada de la preocupación (inusual) de la Comisión Interamericana por la violencia policial indiscriminada:
http://www.oas.org/es/cidh/prensa/comunicados/2017/214.asp
Uy cuando la CIDH se entere de la denuncia penal contra diputados opositores, cuyo antecedente más palpable se remonta al fascismo italiano de la década del 20' contra diputados comunistas....
Gracias por tu reflexión. En el Perú, a raíz del indulto a Alberto Fujimori, se realizan manifestaciones que son cuestionadas por un grupo por "pacíficas" (en tanto se respeta las rutas establecidas por la autoridad) y por otro por "violentas" (por pintas en las calles y pisar plantas).Es claro que no estamos en situación de guerra pero aún no me queda claro cómo hacer que tenga impacto nuestro rechazo a una medida ilegítima e inmoral dentro de ambos parámetros. Saludos desde Lima.
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