Notas brevísimas sobre
el discurso inaugural del año judicial, pronunciado por Carlos Rosenkrantz (CR)
(Mínimo preludio. Si
las críticas que merece el discurso de CR son éstas (https://www.pagina12.com.ar/182060-carlos-rosenkrantz-el-emperador-de-la-corte), entonces su discurso
fue excelente. Es tremendamente grave que P12 no sea capaz, luego de décadas,
de pensar la cuestión jurídica con un mínimo de atención al (y conocimiento
del) derecho, tratando de ir aunque sea apenas más allá de los límites que le fijan
sus propios prejuicios, sesgos e intereses).
CR –y esto es a favor
de él- viene tomando decisiones con criterio propio, y tratando de que las
mismas reflejen su convencimiento acerca de lo que exige el derecho, más que lo
que reclama un sector u otro, o lo que se espera de él. Sus constantes votos en
soledad atestiguan lo dicho. La capacidad de actuar con criterio propio, sin
importar los costos de sus decisiones, es el mejor rasgo de la actuación de CR
en la Corte, hasta el momento. Como dijo en su discurso, el juez debe ser capaz
de actuar sin pensar en las simpatías o antipatías que pueda generar su
decisión.
Lo dicho no quiere
decir que CR no sienta afinidad política con el gobierno, o que sus decisiones
se encuentren en sintonía con lo que querría parte del empresariado local, o
que él no tenga un esquema ideológico propio con el que lee el derecho: todo lo
anterior está presente.
Lo dicho sugiere además
una diferencia muy importante, valiosa, entre la “presidencia Lorenzetti” y la actual de
CR. Para bien o mal, RL tomaba decisiones profundamente políticas, calculando
cada paso en relación con sus costos (políticos, sociales, empresariales,
sindicales). RL procuraba construir consenso interno al tribunal, y a la ayudar
a reconstruir la legitimidad de la Corte. A CR todo ello parece no preocuparle
demasiado, por más que hable con un “nosotros” inclusivo, o refiera
habitualmente a tradiciones jurídicas y valores comunitarios (o también,
saludablemente, que aluda a los jueces que admira –Frankfurter, Carrió,
Argibay, esta vez).
El discurso de CR fue
un reflejo interesante del modo en que él piensa su papel al frente del
tribunal. Si lo comparamos con los discursos previos de RL, vemos que el
discurso de CR, en un sentido importante, fue poco político, ya que incomodó a
todos. Este perfil de “juez indómito” es atractivo. Sin embargo, también es
cierto lo otro: en un sentido importante, su discurso fue muy político, ya que
no incomodó específicamente a nadie. Cualquiera de los presentes en el acto
podía asentir con la cabeza frente a sus referencias críticas acerca de la poca
legitimidad del Poder Judicial; y también asentir frente a sus llamados a
decidir mejor, a trabajar más, ser más creíbles.
El programa de reformas
que CR propuso, en tal sentido, también da buena cuenta de su postura. Él mismo
definió a ese programa (informatización, ordenamiento de causas, anuncio de las
sentencias por venir) como muy modesto: pasos pequeños –sostuvo- para un “ejército
que se mueve lento” (Napoleón dixit), y como expresión de avances consensuados.
Citando a Hamilton, además, recordó que el Poder Judicial “no tiene la bolsa ni
la espada”, y por lo tanto es la “rama del poder menos peligrosa,” ya que sólo
cuenta con su discernimiento/con la razón (así, en la frase completa del
Federalista 78).
Pero todo lo anterior
tiene problemas graves. Que las reformas programa sean modestas no quiere decir
que sean acertadas o necesarias; que los pasos sean lentos no quiere decir que
tengan o vayan a merecer consenso; que un juez reciba críticas de todos los
sectores no quiere decir que sea independiente de todos ellos; que la decisión
no sea popular no quiere decir que ella sea buena o justa.
Al respecto, la
afirmación de Hamilton es enormemente problemática también. La suya es de las
expresiones que suenan muy bien, pero que no se sostienen apenas se las mira
con algún detalle: la rama judicial, lo sabemos bien, no es la más inocua; ni
es la menos peligrosa; ni actúa sólo movida por/con la ayuda de la razón. Depende
el caso, depende la situación, depende la decisión, la rama judicial puede ser
la más peligrosa de todas (piénsese en Weimar, sin ir más lejos: una decisión
puede ayudar a desatar una guerra civil). Al mismo tiempo, lo que sugiere esa
idea no es cierto tampoco: el Congreso tiene “la bolsa” (el control del
presupuesto), el Poder Ejecutivo “la espada” (el control de la coerción), pero,
a su manera, la justicia puede tomar decisiones que afecten radicalmente al
presupuesto (caso de jubilaciones, caso de coparticipación, para tomar sólo
algunos), y hacer que se modifique
radicalmente también el uso de la coerción (caso Chocobar, caso del empleo del
ejército para cuestiones de seguridad interna, para tomar sólo algunos).
Más todavía, apelar a
la Constitución (convertirse en “esclavo de la Constitución”) quiere decir
poco: yo puedo apegarme a la idea constitucional de “vida”, o de “libertad”, o
de “igualdad,” o de “seguridad”, y hacer una cosa o la contraria; es decir, ser
abortista o anti-abortista; defender una ley de medios o derrumbarla; defender
los planes sociales o atacarlos. Y todo ello puede ser hecho en nombre de la
Constitución. Entonces (para volver sobre un tema tan importante como mal
tratado) la Constitución debe interpretarse siempre; pero es difícil de
interpretar; y desacordamos acerca de cómo hacerlo; pero a fin de cuentas todos
podemos sugerir una respuesta diferente, y hacerlo siempre en nombre de la
Constitución. Por ello, necesitamos –antes que reclamar apego a la
Constitución- exponer qué teoría interpretativa tenemos, y dar detalles de ella
(CR alguna vez la expuso, y la discutimos por este medio). Yo propondría una
basada en un diálogo social, inclusivo. Pero de eso hemos dicho mucho ya, y
éste no es el momento de volver a ese tema.
8 comentarios:
Un caso paradigmático de juez "indómito" fue Tomás Casares cuyas numerosas disidencias no se fijaron nunca en dónde estaba el poder. Y eso que formó parte de la CSJN con dos conformaciones profundamente distintas.
Filosoficamente hablando el poder judicial es el que más urgente requiere de ser repensado constitucionalmente. No sólo es el más poderoso (puede desoír al legislativo como ordenar al ejecutivo) sino que también carece de legitimidad puesto que no es elegido democráticamente. Y lo que es aún peor: en la práctica es el que tiene el mayor índice de favores y nepotismo para cargos que son vitalicios (!!!). Solo recorriendo un poco los pasillos de los tribunales uno se da cuenta que los mismos apellidos se repiten salvo muy pocas excepciones. Una vergüenza de principio a fin.
Buen analisis del discurso de CR. Ahora, teniendo en cuenta el particular contexto que estamos viviendo a nivel judicial, con el juez Ramos Padilla animandose a citar a declarar a gente muy poderosa, y honrando su funcion sin caer en el "corporativismo" de la mayoria de los jueces, y con los medios masivos evitando a toda costa tratar el tema (y tratando de deslegitimarlo), creo que sería interesante un comentario tuyo al respecto. Sobre todo teniendo en cuenta que mañana habrá una marcha de la ciudadania (que se espera muy numerosa) para brindarle apoyo en la puerta de tribubales.
La "perdida de confianza" del comun de la gente en la justicia (de la q habla CR) se da por las maniobras que Ramos Padilla detectó y se animó a tratar.
Pese a todo esto, la mayoria de los juristas se estan haciendo los distraidos, evitando hablar sobre este tema, que tiene mucha tela para cortar.
Hay que leer a Waldron, precisamente indaga sobre estos temas
Me sorprendió para bien el discurso de Rosenkrantz. No puedo hilar fino porque no soy un estudioso del derecho pero tenía prejuicios hacia él y me pareció que habló mucho mejor de lo que esperaba.
Los prejuicios, Rodrigo, aparecen verificados en la diferente solución que le imprimió a los casos de Casas y Weretilnek. Uno a favor y otro en contra. Con ello certificó que es esclavo de la ley solo si la ley no perjudica a su partido: https://www.infobae.com/politica/2019/03/22/oficial-la-corte-freno-las-re-reelecciones-de-casas-en-la-rioja-y-weretilneck-en-rio-negro/
Por qué llamar "prejuicio" a una posición editorial. Un lenguaje ufemístico, lavado y "moderno" parece ser el aliado de las intervenciones muy en boga, que parten del: "nosotros creemos en el diálogo", "en la moderación", "somos razonables"... No; si fue "excelente" el discurso, debido a la posición editorial crítica de página12 y en coherencia con las tapas del diario que en formato catástrofe informaron cómo este supremo aceptó ingresar a la corte por el decreto de Macri y sus operadores judiciales... Entonces, no veo cómo desde la mirada más jurídica que pueda caber en página12 (y hasta en cualquier diario) podría haber sido peor ese discurso. ¡Si en conclusión querías decir que fue bueno! Del 1 al 10 le ponés un 5, pero luego atacás a los que le bajaron todavía más la nota para que parezca aprobado.
Anónimo, nada de parcialidad. Son casos diferentes. Acá lo explican clarito: https://twitter.com/gustarballo/status/1109210294335741954?s=21
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