24 sept 2007

El juez John Stevens, “el disidente” dentro de la Corte norteamericana, y el adiós a las políticas de la igualdad.



En la revista del New York Times de hoy, hay un reportaje al Juez de la Corte John Paul Stevens, “the dissenter.” El reportaje lo hace Jeffrey Rosen, un buen académico, profesor en la George Washington University. Stevens nunca concede entrevistas, pero le abrió una excepción a Rosen.
Stevens, el miembro más viejo de la Corte (tiene 87 años), llegó a la misma en 1975, elegido por Gerald Ford en razón de sus credenciales de conservador y Republicano moderado. Desde hace unos años, sin embargo, se convirtió en el símbolo del liberalismo dentro de la Corte –hoy una minoría que viene perdiendo consistentemente en votaciones 5 a 4. En el año 2004, ésta situación se daba en un 55% de los casos. Actualmente, ello ocurre en un 80% de ellos.
Algunas de las decisiones recientes más divididas, aparentemente, terminaron generando tensión dentro del tribunal, como pocas veces en la historia del mismo. El fallo sobre el sistema educativo en Seattle (invalidando un modesto esquema de acción afirmativa) llevó a Stevens a sostener que era su “convicción” que “ninguno de los miembros de la Corte a la que llegué en 1975 hubiera estado de acuerdo con esta decisión.”
Notablemente, sin embargo, Stevens se irrita cuando Rosen le pregunta si es un “líberal”: “I don’t think of myself as a liberal at all” –afirma Stevens, alterado: de ningún modo. Dice que se considera un juez conservador, entendiendo por esto alguien que sigue los precedentes judiciales, y que respeta las decisiones de los órganos cuya legitimidad proviene del pueblo. No se considera progresista –da como ejemplos su defensa del libre mercado, y su creencia de que las leyes de salario mínimo no son convenientes- y entiende que el hecho de que haya pasado a simbolizar el ala más liberal dentro de la Corte se debe, simplemente, a la creciente (y radical) conservadurización de quienes lo rodean. “No creo que mis votos representen un cambio en mi forma de pensar. Simplemente estoy manifestando mis desacuerdos con los cambios que los otros están impulsando.” Y luego agrega: “Incluyéndome a mí, cada juez que fue nombrado en la Corte desde (1971) ha sido más conservador que su predecesor, con la excepción, tal vez, de la Jueza Ginsburg.
Hoy, de todos modos, es el juez que firma más opiniones disidentes; el más firme defensor de los derechos de las minorías; y el principal controlador de los límites de la acción del Ejecutivo. Fue él, por ejemplo, quien lideró las dos opiniones de la Corte, contra Bush, en relación al trato ofrecido a los “combatientes enemigos en la guerra del terror.” Y la defensa consistente de los precedentes, hoy, implica una apuesta por la preservación de una línea jurisprudencial relativamente liberal, armada piedra sobre piedra a lo largo de 40 años.

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