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2 jun 2010

Etchmendy, la izquierda, y la sombra del pasado kirchnerista



Martín nos pasaba este link a una nota, como siempre polémica, provocadora e interesante, de Sebastián Etchmendy, en Pagina12, sobre Izquierda y Kirchnerismo, que en parte nos concierne. La nota de Sebas, acá, y una primera respuesta (vendrá otra), acá abajo:

Creo que el texto del querido Sebastián tiene montones de problemas serios, pero acá mencionaré sólo algunos de entre ellos.


• Yo puedo acordar con Sebastián cuando nos dice que “una perspectiva central para el debate derecha-izquierda es, obviamente, la socioeconómica.” Pero cuando el texto avanza y no se abre a las demás perspectivas, la cosa se pone sospechosa. Es decir, de un plumazo, Sebastián nos sacó del tablero todo lo que tiene que ver con las demás banderas fundamentales de la izquierda: descentralización del poder; combate al autoritarismo; crítica del hiper-presidencialismo; rechazo a las políticas de “mano dura” (nunca olvidemos que Kirchner-Scioli, en materia de reformas penales, son las políticas de Blumberg). La izquierda latinoamericana tiene una historia de casi doscientos años de pelea contra el autoritarismo presidencialista (pienso en la primera izquierda chilena, anti-portaliana; en el jacobinismo de Francisco Bilbao y Santiago Arcos; en el “Yo acuso” de Francisco González Vigil contra el General Gamarra, en Perú; en el radicalismo anti-bolivariano de Colombia; en Juan Montalvo y “mi pluma lo mató” contra García Moreno, en Ecuador), que Sebastián borra en un instante.


• Sebastián dice que “la batalla en el capitalismo no es sólo por la distribución del ingreso, sino por las condiciones, instituciones, ‘mecanismos de hegemonía’ dentro de los cuales, y a través de los cuales, esa disputa se procesa. Ser de izquierda no es mover la distribución del ingreso con una manija, también es construir y fortalecer las instituciones, actores y derechos para librar esa puja en los próximos tiempos.” Pero no parece advertir que esta afirmación le juega en contra, y no a favor. Ocurre que el kirchenrismo ha representado, en la práctica, la destrucción de los mecanismos institucionales para el control y la decisión colectivas sobre la política-económica. Ello, por un lado, a través del obvio socavamiento de las instituciones existentes al servicio del control y la fiscalización (Fiscalía de Investigaciones –episodio Garrido; Consejo de la Magistratura; Indec); sino también por medio de otras medidas que van más allá de la tradicional estructura de los “frenos y contrapesos,” como la aberrante, insólita, injustificable discriminación y degradación a que ha sometido a la central obrera de la CTA.


• Ahora, una vez que reconocemos que el kirchnerismo no ha ayudado al fortalecimiento, sino al debilitamiento, de los mecanismos politico/institucionales de control y decisión popular, para favorecer la acumulación del poder político en sus propias manos, propondría que nos concentremos en el aspecto socio-económico que más le interesa a Sebastián. Allí, retomaría las preocupaciones de Sebastián por examinar lo que ocurre en “la batalla en el capitalismo,” pero para señalar lo contrario de lo que él sugiere: Nadie puede negar que el kirchnerismo es, de modo puro y duro, abiertamente aceptado por sus máximas autoridades, un grupo político que brega por un capitalismo tradicional, de sesgo exportador-industrialista. El modelo del kirchnerismo es, qué duda cabe, uno de acumulación capitalista, basado casi exclusivamente en políticas de dólar alto y algunos restricciones a la importación (discutimos hace poco, por acá mismo, los excelentes argumentos de Daniel Aspiazu al respecto). Y es, por lo demás, una de las peores versiones de dicho modelo - capitalismo de amigos, capitalismo de derrame. Pero resulta que ahora este modelo es un modelo de izquierda, o que debe ser reivindicado por la izquierda ????? Desde cuándo Sebastián? No lo sabía!!


• De las medidas citadas por Sebastián, defendería como buen primer paso la Asignación por Hijos, pero me mantendría en cautela respecto de la mayoría de las restantes: ni la nacionalización ni la pelea anti-monopólica tienen sentido si no sirven para el fortalecimiento del poder popular. Si decimos que nacionalizamos una empresa para dársela a unos amigos cercanos (YPF, Aerolíneas), o combatimos un monopolio para crear uno propio, esas peleas no deben resultar atractivas, para la izquierda. La izquierda -sugeriría- quiere la colectivización, el control popular de los recursos estatales, y no, por caso, que pongan la bandera argentina en YPF, mientras se permite que los recursos de todos sigan estando en pocas manos.


• Claramente, el hecho de que en un seminario organizado por el amigo Levitsky y por Ken Roberts se diga tal o cual cosa sobre la izquierda latinoamericana y sus expresiones, agrega bien poco al debate. Esto no significa decir nada en contra de los conocimientos de los profesores norteamericanos citados, pero sí pretende rechazar lo que aparece como un simple argumento de autoridad. Lo cierto es que no hay por qué reverenciar lo que diga ninguna autoridad académica internacional sobre el tema --menos, cuando no se nos presentan ninguno de los argumentos por ellos empleados: sólo se trata de enrostrarnos una cita de autoridad, como si ello sirviera de algo a la hora de hilvanar una argumentación. (Pregunta: Será en este seminario en donde se determinó que el capitalismo de amigos debe ser considerado de izquierda?)


• Más allá de lo anterior (no aceptar un argumento basado meramente en la autoridad de quien lo dice), agregaría que toda la ciencia política internacional pudo considerar, durante décadas, que los gobiernos de Europa del Este eran de izquierda. Yo seguiría sosteniendo que eran un insulto a la izquierda, e incompatibles con los más elementales ideales de izquierda, vinculados con el autogobierno colectivo, y no con su opuesto.


• Tampoco tomaría en serio las preocupaciones socio-sicológicas de Sebastián, sobre las taras que serían propias de algunos de los críticos del kirchnerismo, desde la izquierda (supongo que frente a la sanidad mental de quienes lo defienden). Destaco, de todos modos, que hay allí un simplismo y reduccionismo extraordinarios. Así, por ejemplo, en la idea de que muchos intelectuales de izquierda pasaron de la reivindicación de la revolución a la defensa de una “visión restrictiva y liberal de la democracia, donde nada se (pone) en juego.” Me maravillan las raras especies académicas con que parece rodearse Sebastián, y sobre todo me asombra su intento de convertir ese raro exotismo intelectual en argumento para una disputa política.


• En definitiva, me gustaría preguntarle a Sebastián desde cuándo es que considera al capitalismo de amigos como una variante de una política de izquierda, mucho más, cuando viene de la mano de la concentración de la autoridad política. En otros términos, y para concluir: Sebastián quiere que a un modelo de acumulación capitalista tradicional, riqueza concentrada, y autoridad política concentrada, lo llamemos de izquierda. Yo creo exactamente en lo contrario: para mí la izquierda requiere lo opuesto, es decir, democracia económica y política. La izquierda nos pide una drástica reducción en los índices de desigualdad, y la descentralización de la toma de decisiones políticas. El modelo de capitalismo kirchnerista nos da justo lo contrario, es decir, concentración de la riqueza, e híper-presidencialismo político.