6 may 2008
De Nino a Lorenzetti
Veníamos deliberando hace unos posts (y también en cruce con el C. de G.) sobre la influencia de Carlos Nino en la vida intelectual y pública de la Argentina y, aparte (pero con la misma gente) acerca del control judicial de la legislación, y -en particular- el control judicial de las razones (o ausencia de razones) detrás de esa legislación.
Hoy presentamos en la Feria del Libro el tercero de los 5 tomos de los "papeles sueltos" de Carlos Nino, junto con Ricardo Lorenzetti, coordinados (tanto la edición de los textos, como la mesa de hoy!) por el amigo Gustavo Maurino (los tres en la foto).
Y fue interesante escuchar a Lorenzetti reconstruyendo (bastante bien) el pensamiento de Nino, y mostrando la influencia de esa doctrina nineana en el desarrollo de algunos principios básicos de la nueva Corte, y en algunos súper-importantes fallos dictados y por venir.
Lorenzetti marcó sobre todo cuatro puntos básicos de esa influencia (bueno, tres y yo lo empujé al cuarto):
1) Recuperar el valor de ciertos principios morales básicos/principios básicos de justicia, frente a "leyes gravemente injustas." R.L. ejemplificó este punto con el caso Simón, en donde se declaró la invalidez de las leyes de impunidad. Básicamente, lo que se retomaba aquí de Nino era su ataque al positivismo ideológico, y su crítica a la idea de que el derecho era derecho válido por ser vigente, es decir, por provenir de una cierta autoridad con poder fáctico, y con independencia de las razones en que se fundaba (punto muy importante frente al criadordegorilismo, aunque -por otros motivos, sobre los que alguna vez escribí- no creo que el fallo Simón haya sido bueno).
2) Control estricto de los procedimientos democráticos. En este caso (también importante frente a la doctrina criadorgorilista), la idea en juego es que la justicia debe prestar crucial atención a los procedimientos que se siguieron para tomar una cierta decisión, por más que esa decisión resulte finalmente respaldada por una (amplia) mayoría popular. R.L. dio como ejemplo el fallo sobre la doble Intendencia en San Luis. Dijo que fue el primer (y dificilísimo) caso que le tocó resolver en la Corte, y que debió corregir y re-corregir la decisión muchas veces. Dijo que aquí se inspiró otra vez en el pensamiento de Nino (el cual es tributario, en este punto, del pensamiento de J.Ely) referido al "escrutinio estricto" al que corresponde someter a toda decisión que surja de un procedimiento cuestionable o que venga a socavar los procedimientos democráticos para el futuro.
3) El valor de la deliberación democrática. R.L. mantuvo que la teoría de la deliberación democrática de Nino fue muy importante para respaldar la decisión de la Corte de promover audiencias públicas -audiencias destinadas a escuchar las opiniones de la ciudadanía, en torno al conflicto en juego. R.L. insistió, con razón, en la importancia de que en democracia la "verdad" se construya colectivamente, y "desde abajo," a través de debates públicos lo más abarcativos posibles. Ilustró la posición de la Corte con los fundamentales casos Riachuelo (medio ambiente) y Verbitsky ("cárceles"), en donde están en juego bienes colectivos.
4) La protección de la autonomía individual. R.L. sostuvo que el principio de la autonomía de la persona, defendido por Nino, también es importante para explicar el accionar de la Corte en algunos casos. Ejemplificó lo dicho con el caso Mujeres por la Vida, en donde él y Argibay utilizaron este principio para reflexionar sobre el alcance de la legitimidad para accionar judicialmente del grupo Mujeres por la Vida, que pedían por la inconstitucionalidad de la píldora del día después. Y...anticipó que el principio de autonomía nineano también jugará un papel fundamental en un fallo por venir, el referido al consumo personal de estupefacientes -un tema sobre el cual Nino había escrito bastante profusamente, con posición más o menos obvia para quien conoce su pensamiento.
Bravo!
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
17 comentarios:
el anterior era un virus, por eso está borrado
Toda una revelación Lorenzetti. Yo miraba sus libros de contratos el otro día y me acordaba que cuando lo designaron yo pensé que estaba llamado a ser Highton en varón, un papel mas bien limitado, en la prosaica tradición de civilistas de la CSN. Y también me acuerdo que cuando vi el cartel volví a pensar ¿Lorenzetti va a habalr de penal?.
Gracias por la síntesis Robert, veo que RL está bien rumbeado y tiene lo que para un juez es importante a mi juicio: una "visión". Muchos hasta se jactan de ser minimalistas "resolvedores de casos", como si sentenciar fuera hacer un sudoku. Y hasta peor, porque al menos el que hace un sudoku tiene que tener una visión.
Grande Gustav (aqui ando viendo que pasa con mr. obama). R.L. estuvo bien. Habria que decir mucho mas, y calificar lo dicho, pero lo que dijo hoy fue bueno, y mostro estar comprometido con algunas ideas basicas que comparto plenamente (y que el se ha ocupado de reiterar en ambitos y oportunidades diversas). Igual, hay decisiones demasiado importantes por venir, y donde no tengo muchas esperanzas de un resultado atractivo. Por eso, mi resumen es que lo que esta no esta mal, y en algunos casos (no en todos, i.e., Simon) esta ademas bien parado, pero hay mucho mas que deberia venir y que no creo que llegue, o creo que no va a llegar bien. Sera uno demasiado malo por quejarse por lo que esta por venir, o por lo que no va a venir?
Disculpa si es molestia el comentario.
Lo estoy buscando por Internet, porque lo había leido como publicidad en el diario Clarin, y dije "Bueno, despues lo busco", y al final no lo encontre.
Estoy buscando, porque hace como 2 semanas lei que iba a haber un seminario de Politica Argentina con entrega de certificado.
Queria saber si estabas enterado del asunto; si ya paso y me lo perdi, o todavia falta.
O, lo que es mejor, si tenes alguna tabla cronologica de los seminarios que se vienen en materia de Historia.
Muchisimas gracias de antemano.
Te dejo un mail para que me mandes:
Nacho267@hotmail.com
Saludos!
Me alegro por las noticias. Tendría mucho para decir sobre el tema y para defender la posición de nino (con algunos matices), pero me guardo para posibles ataques del criador. Ah, aclaro al criador: y esto no es reverencia a Nino, sólo se puede tener reverencia sumisa con personas vivas, no con personas muertas. Lo mío es respeto intelectual nada más. SL
estuve ayer en la presentación, y me gusto mucho lo que dijo rg sobre nino, fue muy emotivo realmente -ya se lo hice saber personalmente- dado que el prefirio referise aqui a lo que dijo RL, yo lo traigo a colacion. En relacion a Nino, se dijo bastante aquí, pero su capacidad de trabajo asombra, 3 libros editados despues de su muerte, 5 tomos de "papeles dispersos" y muchos muchos libros en menos de 50 años, es por lo menos para destacar. Quizá hubiera preferido ayer algo de este estilo de referencia, algo mas personal, quizá en la linea de rg, RL no me parecía un invitado que yo hubiera esperado para el eveto...en fin...son formas de ver las cosas...algunas de las cosas reseñadas por rg, son bien discutibles, sobre todo cual es el criterio para decidir que causas se discuten publicamente y que causas no...ayer RL me dijo que "Simón" habia tenido suficiente discusion previa...algo bien dudoso...
saludos
gb
GB, en efecto, hay muchos problemas con simon, y el no dio un criterio con el cual operar en esos casos, y es discutible que haya habido suficiente debate previo. Sin embargo, es discutible justamente porque hay buenas razones del otro lado. Como critico de Simon, yo creo que es cierto lo que Fayt dice en su disidencia, y es que si alguna diferencia tiene el caso con Barrios Altos (y en esto RL puede estar de acuerdo) es que BA fue producto de un fujimori sin congreso y con oposicion maniatada, y en cambio las leyes de la impunidad aca fueron objeto de criticas furibundas, que el poder politico ignoro, pero que pudieron salir a la luz sin problemas. Ese no es un punto menor. No?
rg, es cierto lo que decis, las diferencias son notorias. Pero si uno quisiera reconstruir el fallo en una palabra diría: "las leyes de obediencia debida y punto final, son nulas porque..." no puedo seguir la frase. La disparidad de argumentos hace que no pueda hacerlo. Podría arriesgar alguna opcion, pensando en los votos, pero no es uniforme. Es decir si el tema no requería ninguna discusion previa, esto se podia haber resuelto de otra forma. Los cuestionamientos a las leyes en aquel momento fueron muy duros (algunos todavia sigue). En cambio los argumentos a favor eran conyunturales: el peligro de una democracia nueva...la idea de hacer un juicio rápido, etc. En fin, este es un buen punto para engancharlo con el trabajo de Filippini.
Sobre lo que afirma GB, que los argumentos que justificaron la sanción de las leyes de punto final y o.d. eran "de coyuntura", como una forma de decir que no eran de fondo o de convicción, es muy probablemente cierto. Pero no creo que eso signifique de arranque una mala razón: si uno siempre acude a razones de principio, puede terminar en la zoncera de Alem, de "se quiebra pero no se dobla".
Simon me parece que fue un fallo necesario, pero es poco lo que leí del fallo en sí. El vicio de ir demasiado rápido a la parte dispositiva!
Sobre lo que afirma GB, que los argumentos que justificaron la sanción de las leyes de punto final y o.d. eran "de coyuntura", como una forma de decir que no eran de fondo o de convicción, es muy probablemente cierto. Pero no creo que eso signifique de arranque una mala razón: si uno siempre acude a razones de principio, puede terminar en la zoncera de Alem, de "se quiebra pero no se dobla".
Simon me parece que fue un fallo necesario, pero es poco lo que leí del fallo en sí. El vicio de ir demasiado rápido a la parte dispositiva!
Simon es un fallo altamente problematico, mas alla de la adhesion moral que tengo para con la solucion de fondo. Me parece excelente lo que remarca RG respecto a las diferencias entre Simon y Barrios Altos (marcadas por Fayt). Claro que ahora en Almonacid Arellano la CorteIDH parece haberse envalentonado y ha ido aun mas lejos, descartando que el origen de las amnistias sea relevante para determinar su eventual incompatibilidad con la convencion (PSJCR). Me parece un poco demasiado lejos, para un texto que no se refiere a las amnistias en cuestion, y donde la derivacion que hacen los jueces (deber de punir inexorable -o de perseguir-, basado en la violacion de los derechos de las victimas) es bastante discutible (como bien argumenta Pastor). Por lo demas, me parece problematico tb que la CS se someta incondicionalmente a los dictados de la CorteIDH, aun en lo referente a derechos individuales de terceros -y no solamente responsabilidad internacional del E, donde creo que es correcto hacerlo-, aun cdo se detecte una grave violacion a tales derechos (como en "Esposito"). Es problematico tambien que algunos jueces encuentren problemas "contramayoritarios" en casos donde intervienen jueces locales (ver, por ej, Maqueda y Boggiano en "Bustos"), y sin embargo abracen en forma un tanto acritica decisiones de un tribunal con respecto a los cuales, si la llamada "dificultad contramayoritaria" nos preocupa en alguna medida, deberia preocuparnos en forma maxima en estos casos. Abrazos!
Lamentablemente no pude ir a la presentación y me perdí a Lorenzetti.
Ahora, viendo el gran diario argentino de hoy, me entero que ayer también estuvo dando una charla, junto al groso Rodrigo Umprimny... organizada por la Fundación Noble y CIPPEC.
Me pregunto: ¿no queda feo hablar el martes de deliberación democrática y el miércoles dar una charla para la fundación presidida por una persona imputada en una causa que la CSJN tiene para resolver?
El que parece estuvo muy bien fue Uprimny, a quien recien llegue a escuchar en la parte de las preguntas. Todos estaban muy contentos con el.
Contra el Criador de Gorilas.
La tesis que sostiene que no hay procedimientos racionales para determinar la validez de los juicios morales –el escepticismo ético- es una posición respetable, pero claramente controvertible. Esta posición ha sido defendida por el Criador de Gorilas, uno de los bloggers que más frecuento. El Criador se burla en algunos de sus blogs de quienes defienden la teoría deliberativa porque, según sus propias palabras, “sólo la autoridad hace las leyes”, porque los conflictos entre principios morales son irresolubles y porque la teoría deliberativa “ignora el poder y los intereses”. A partir de estas premisas, el Criador sostiene que la democracia liberal “es el mejor marco mínimo para que los valores (y los modos de vida asociados) coexistan”. Y remata: “no pido más que eso, ni que unos convenzan a otros”.
Después de desacreditar el uso de la argumentación racional en las instituciones, y cualquier intento por promover que las partes de un conflicto justifiquen sus posiciones, el Criador arremete contra lo que considera que es una verdadera insensatez: pensar que el parlamentarismo va a promover la deliberación sobre cuestiones públicas más que el presidencialismo. Según el Criador, ésta es una tesis que no tiene fundamentos empíricos sólidos. Es más –dice- las evidencias apuntan a lo contrario. Dado que el presidencialismo es más propenso a generar situaciones de “gobierno dividido”, parece más propenso a generar deliberación, simplemente porque hay dos actores de veto institucionales en vez de uno solo”, mientras que un parlamentarismo (all else being equal) “tiende más a la mayoría indivisa que el presidencialismo. Dos mayorías distintas me parece el mayor incentivo para la deliberación, y me resulta claro que el presidencialismo favorece eso”.
Leyendo sus ácidas críticas, uno puede detectar dos argumentos. El primero es filosófico, el segundo es descriptivo. Me gustaría contestar a ambos argumentos, porque los considero inválidos. Al primero lo considero insostenible desde un punto de vista filosófico, al segundo –a la tesis que vincula en términos relativos el presidencialismo con la deliberación- lo considero falso. Pero me interesa sobretodo atacar el primero. Primero, porque sostener el escepticismo –tal como lo sostiene el Criador- de una manera coherente, le llevaría desacreditar los mismos fundamentos que sostienen la democracia como régimen (sea parlamentarista, presidencialista, o semi-presidencialista). Y segundo, porque no podemos formular una hipótesis empírica sin antes definir los conceptos que utilizamos. Y si resulta que esos conceptos están fundados en una teoría de la deliberación, luego no podemos olvidar que ésta es crucial para pasar a la fase de medición y contrastación. Porque si definimos deliberación con arreglo a una teoría deliberativa “ingenua” (como la que es objeto de los ataques –también ingenuos- del Criador), entonces de poco sirve que los datos digan que el presidencialismo favorece la deliberación. Y es que podríamos responderle: tus mediciones están basadas en una teoría ingenua de la deliberación, luego, estas contrastando otra cosa. Pero es que, además, quienes defendemos la teoría deliberativa no somos –como él ingenuamente cree- denostadores de la ciencia política. Todo lo contrario: estamos dispuestos a aceptar los hallazgos provisorios de la ciencia política y modificar nuestras teorías.
Comienzo brevemente por su defensa del escepticismo. Aunque el escepticismo pueda tener algún atractivo cuando se lo pone en relación con el dogmatismo y el fanatismo (aquí las alusiones a nuestra lealtad acrítica a las “sacrosantas” ideas de alguien las tomamos como una broma, no problem), lo cierto es que el escepticismo ético conduce a dilemas prácticos insolubles. Uno de esos ejemplos prácticos lo podemos encontrar en la justificación de la democracia. El Criador acepta la democracia (faltaba más!), pero (si quiere ser coherente con su escepticismo) resulta no cree que pueda demostrarse racionalmente que ella es el mejor régimen político. Porque ¿cómo podría justificar la democracia si no cree en la posibilidad de llegar a un acuerdo razonable, si no cree en la prevalencia racional de ningún principio? El Criador podría contestar, con inteligencia, que como no hay posiciones más razonables que otras, o argumentos mejores que otros, sólo cabe tomar a las preferencias como nos vienen dadas. Al no ser ninguna preferencia mejor que otra desde el punto de vista moral, todas las preferencias deben contar por igual, y debe satisfacerse la mayor cantidad de preferencias. Y entonces –diría el Criador- ya estamos en la democracia y en la regla de la mayoría. Pero el problema es que una posición como ésta, además de no ser escéptica (porque ya afirma el principio de que todas las preferencias deben contar por igual), conduce a otros dilemas. Por ejemplo: ¿qué pasa si algunas personas prefieren, en vez de la regla de la mayoría, delegar la toma de decisiones en un dictador? Si queremos ser coherentes con nuestras premisas, estas preferencias autoritarias deberían contar por igual en el cálculo de votos. Y entonces la defensa de la democracia del Criador basada en el escepticismo se autodestruye, o es contingente e inestable: sólo depende de la circunstancia de que una democracia sea defendida por una mayoría de ciudadanos. Por eso me atrevo a decir que el Criador no es un demócrata convencido. La coherencia le obligaría a aceptar que los golpes de estados están justificados cuando una mayoría así lo consiente.
Frente a este escepticismo, quienes defendemos la teoría deliberativa sostenemos que es posible el acuerdo razonable sobre algunas cuestiones públicas. No decimos que la argumentación racional y la deliberación sean infalibles, ni decimos que puedan resolverse todos los conflictos entre principios. Reconocemos que existen dilemas morales que no tienen una respuesta razonable, que hay situaciones en las que sólo cabe un juicio salomónico. Tanto como encontramos paradojas insolubles en el mundo de las matemáticas, en el mundo de la moral también encontramos conflictos trágicos. Pero una cosa es afirmar que existen conflictos trágicos y otra muy distinta es sostener que porque existen conflictos trágicos luego nada es amigable a la razón. Porque esto es cometer una falacia ecológica. Y peor todavía: una cosa es decir que algunos casos no son amigables a la razón, y otra cosa es inferir de ello la posición normativa de que la deliberación no debe promoverse en las instituciones. Un razonamiento semejante olvida o ignora la máxima kantiana/weberiana que dice que de una proposición descriptiva no puede derivarse una proposición normativa.
El Criador y sus comentadores atacan una teoría ingenua de la deliberación. Esta teoría ingenua diría así: todas las cuestiones públicas pueden ser resueltas a través del diálogo entre personas altruistas, luego, debemos promover el diálogo y el consenso entre las partes de un conflicto. Luego, debemos convertir a los partidos en “grupos de estudio y reflexión política”, debemos prohibir la expresión de intereses egoístas y debemos promover las virtudes de la participación y la deliberación entre los ciudadanos. El ideal de esta teoría ingenua sería el de materializar en todos los dominios de la vida social una “ideal speech situation”, una situación en la que todos participan en igualdad de condiciones, dispuestos a argumentar, a ponerse en el punto de vista de los demás, a aportar información empírica, a dejar fuera del diálogo cualquier sentimiento, etcétera.
Quienes defendemos la deliberación estamos de acuerdo con que esta caracterización de la teoría deliberativa resulta ingenua. Más aún, tanto nos parece ingenua que hasta nos resulta una ingenuidad criticar esta teoría. Como sostuvo Gargarella en uno de sus posts, una teoría deliberativa plausible de la democracia toma a la “ideal speech situation” sólo como un ideal regulativo. Este ideal no siempre funciona como sus críticos piensan que funciona. Se equivocan, por ejemplo, al pensar que el ideal obliga a transformar a los partidos en “grupos de estudio y reflexión”, o cuando sostienen que el ideal obliga a “alcanzar el consenso”, o cuando sugieren que el ideal promueve la abolición de los grupos de intereses o stakeholders. Una interpretación plausible del ideal, en cambio, sostiene que las desviaciones reales del ideal tienen consecuencias normativas diversas, en función de las circunstancias. Por ejemplo, ningún teórico sostiene que las posiciones autointeresadas deben ser desechadas de los discursos. Como bien sostuvo la Estudiante Crónica en uno de sus posts, la exposición de preferencias autointeresadas sirve para esclarecer el conflicto, para iluminar las posibles alternativas de solución y en ocasiones para develar discursos opresores que se aceptan acríticamente. John Rawls, por ejemplo, sostiene que los que participan en una discusión pública sólo tienen el derecho de presentar, en el debido momento, razones que cualquiera podría ser capaz de aceptar en unas condiciones ideales. Esto significa que no quedan excluidos los intereses, ni siquiera las declaraciones de fe, ni el recurso a la autoridad. Sólo significa que cualquier preferencia que se presente en el discurso público debe hacer un esfuerzo por justificar, esto es, por tener el respaldo de una razón intersubjetiva. Por demás, resulta bastante curioso que el Criador diga que la teoría deliberativa pretende convertir a los partidos políticos en grupos de reflexión y estudio. Por que si en el procedimiento democrático sólo se expresaran preferencias autointeresadas (como él defiende), el debate que se da en los parlamentos sería una mera contraposición de intereses, y no de principios, ideologías y concepciones sociales que pretenden justificar esos intereses. De más está decir que, si esto fuera así, ni siquiera habría partidos políticos, que son los que respaldan con principios los intereses en competencia. Llamaríamos a debatir a los stakeholders y punto. De manera que ni siquiera su afirmación de que los parlamentos son exclusivamente “arenas de competencia” resulta empíricamente válida.
Dije que el ideal deliberativo es un ideal regulativo que tiene diversas implicaciones normativas según las circunstancias. David Estlund sostiene, por ejemplo, que la comunicación que se da en esfera pública informal (la que se da en las asociaciones de interés, medios de comunicación, protestas sociales) se desvía notablemente de la “ideal speech situation”, fundamentalmente porque las partes no están en condiciones de igualdad. Y dado que las partes no están en condiciones de igualdad, entonces el deber de civilidad en la comunicación –dice Estlund- no debería ser tan fuerte. Ello le lleva a justificar algunos actos ilocucionarios (actos con contenidos expresivos) que pueden ser considerados ilícitos por las normas vigentes. Pero esa justificación, según Estlund, es selectiva: procede sólo y en tanto que estos actos sean cometidos por personas que están siendo sistemáticamente excluidas del sistema de cooperación social. Más allá de que estemos de acuerdo con este pensamiento, el argumento de Estlund es interesante para este debate porque muestra que el ideal deliberativo, interpretado como ideal regulativo, tiene implicaciones contrarias a las que los críticos (ingenuos) creen que tiene. En vez de pretender transformar a la sociedad en una asociación de académicos movidos por la verdad, lo que hace es justificar manifestaciones de protesta social que se consideran ilícitas por las normas vigentes. Las acusaciones de que la teoría deliberativa no concede ningún espacio al conflicto están, desde esta visión, bastante mal dirigidas.
Podría decir algo parecido con la regulación de los medios de comunicación y con la financiación de la política, pero no quiero extenderme demasiado. Por eso voy a pasar directamente al segundo de los argumentos, que fue el que dio motivo a todo este debate. El Criador critica la tesis que dice que el parlamentarismo promueve más la deliberación pública que el presidencialismo. El Criador concede que los puntos de veto (efectivos) pueden ser un incentivo para la deliberación. Esta concesión, dicho sea de paso, es hipócrita, dado que él no considera que pueda haber ningún acuerdo razonable, ni que la argumentación pueda tener algún valor epistémico. Pero al Criador le interesa, aún así, demostrar que ni siquiera concediendo importancia a la deliberación podemos afirmar que el parlamentarismo promueve ésta. El problema es que su posición parte de una teoría ingenua de la deliberación. El asume que a la teoría deliberativa sólo le importa juntar a las partes a deliberar, movidas por un insaciable deseo compartido de encontrar la verdad. Y se olvida que la teoría sólo sienta un ideal regulativo. A la teoría deliberativa no le interesa únicamente la existencia de puntos de veto efectivos en el sistema, aunque los considera importantes. Le interesa también que los partidos sean programáticos, que estén institucionalizados, que los ciudadanos puedan castigar los desvíos de las promesas electorales, le interesa que las campañas estén definidas en “issues”, que exista publicidad en el trámite de aprobación de una ley. El Criador dice: un presidencialismo es más propenso al gobierno dividido, luego, la existencia de puntos de veto hace más probable la consulta entre partidos. Pero yo pregunto: other things being equal, y en términos relativos (parlamentarismo vs. presidencialismo), ¿qué régimen propende más a la formación de un sistema de partidos institucionalizados, definidos en términos programáticos, y a la gestación de campañas electorales definidas en “issues”? ¿Qué régimen propende más a la publicidad en el debate previo a la formación de las leyes: un presidencialismo que no obliga al Presidente a concurrir a justificar su propuesta ante la oposición, o un parlamentarismo que tiene el primer ministro en el Parlamento? ¿Qué régimen propende más a consultar a los legisladores: un Presidente que “puede” no consultar a sus legisladores, o un primer ministro que “no puede” dejar de consultar a sus legisladores (aunque en la realidad no exista más que disciplina partidaria e incentivos selectivos)? En todo caso, estas son dudas que tengo, y agradezco al Criador el haberme incitado a reflexionar sobre algunas ideas que –reconozco- suscribía de una manera acrítica. Y desde ya, agradezco que su blog sea el espacio tan interesante de debate que es.
sl, lo subo asi "lo vemos todos," me parece que, mas alla de acuerdos (muchos) y desacuerdos que tengamos, tu reflexion es bien interesante, y vale la pena destacarla
Si claro Roberto, lo que intento es contestarle a el Criador desde mi visión, no intento "representar" a los deliberativistas. Claro que hay desacuerdos entre nosotros dos, pero mis desacuerdos con el criador son elementales. Me interesa criticar la visión ingenua de la ciencia política que, de tanto analizar las cosas desde una perspectiva empírica, han perdido toda capacidad de reflexión moral.
Publicar un comentario