19 may 2008

Marcelo Alegre sobre Shugart, Carey y Tsebelis

















No tengo ánimo de volver a la polémica de hace unos días sobre presidencialismo-parlamentarismo. Pero, alguna gente quería saber algo más sobre un trabajo que mencioné, de mi amigo Marcelo Alegre, que intervenía -desde una óptica DD (democracia deliberativa)- sobre el debate en cuestión. El trabajo es, para mí, muy iluminador sobre algunos problemas serios de los principales contendientes teóricos citados en sostén de la postura presidencialista. Pienso en los trabajos de G. Tsebelis, M. Shugart y J. Carey. No se si hago justicia a la reflexión de Alegre, recortando apenas unos párrafos de su escrito, y dejando intactas sólo algunas de sus notas al pie. Mil disculpas por eso. En todo caso, para los que preguntaron, para los que están interesados en la discusión, y para los que miran con desconfianza a la oleada de escritos neo-presidencialistas, aquí van algunos párrafos del trabajo de Alegre. El resto, ay, lo pueden leer cuando salga el libro de cátedra que esperamos para dentro de unos días. Salud!

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La relación estrecha entre presidencialismo e inestabilidad democrática tiene una amplia aceptación académica. Un clásico estudio de Alfred Stepan y Cindy Skach, (Stepan, A., y Skach, C, “Presidentialism and Parliamentarism in Comparative Perspective”, en Linz, J. y Valenzuela, A. eds., The Failure of Presidential Democracy, Baltimore, John Hopkins University Press. 1994) muestra que la tasa de supervivencia de los regímenes presidencialistas en 53 países fuera de la OECD entre 1973 y 1989 es del 20%, en comparación con el 61% de los sistemas parlamentarios puros. Un trabajo de Scott Mainwaring (Mainwaring, S., “Presidentialism, Multiparty Systems, and Democracy: The Difficult Equation”) muestra que de las 32 democracias con una estabilidad de 25 años (a 1991), 23 (o sea un 72%) son parlamentaristas. Fred W. Riggs, señala que a 1988, salvo los EEUU, todos los países presidencialistas han sufrido golpes de estado, mientras que dos terceras partes de los regímenes parlamentarios del Tercer Mundo han permanecido en democracia. Linz insiste en que los EEUU son la única “democracia presidencial con una larga historia de continuidad constitucional.” Más recientemente, Adam Przeworski y otros (Przeworski, A.; Alvarez, M.; Cheibub, J.; Limongi, F., Democracy and Development, Cambridge, Cambridge University Press, 2000) han mostrado que, durante los años 1950-1990, el 54% de los regímenes presidencialistas han sufrido golpes, contra un 28% de los parlamentaristas. La expectativa de vida de un régimen presidencialista es de 21 años, contra 73 de un sistema parlamentarista. Estos autores, además, desmienten la idea de que la inestabilidad de los presidencialismos se deba a que los análisis suelen centrarse en los casos latinoamericanos, ya que la supervivencia de los sistemas presidencialistas latinoamericanos es bastante mayor a la de los sistemas presidencialistas fuera de América Latina (10.6 años contra 6.5 años). Además refutan la noción de que es el subdesarrollo y no el régimen de gobierno la causa de la inestabilidad política, ya que muestran que “las democracias presidenciales tienden a morir más que las parlamentarias en cualquier nivel de desarrollo.”


Shugart y Carey cuestionan esta vinculación entre presidencialismo e inestabilidad. De manera provocativa, estos autores afirman que “no hallan justificación a la aserción de Linz y otros de que el presidencialismo tiende inherentemente a sufrir crisis que lleven a rupturas.” Por un lado, identifican 12 regímenes presidenciales y 21 parlamentaristas que sufrieron rupturas durante el siglo veinte. Por otro lado, listan 12 sistemas presidencialistas estables contra 27 parlamentarismos estables. Pero al enfocarse en el Tercer Mundo observan que el 59.1% de los regímenes parlamentarios sufrió rupturas, contra solamente el 52.2 % de los presidencialistas.

Sin embargo, encuentro algunas deficiencias importantes en este análisis de Shugart y Carey. Primero, cuando enumeran las rupturas en los parlamentarismos, estos autores cuentan cada ruptura independientemente del hecho de que algunas de ellas sucedieron en el mismo país. Por ejemplo, contabilizan separadamente los golpes en Grecia de 1936 y 1967, y los de Pakistán de 1954 y 1977. Pero de modo sorprendente, no aplican ese criterio a las rupturas en los sistemas presidencialistas. Por mencionar el caso del primer país de su lista (Argentina), la aplicación consistente del criterio hubiera implicado contar seis rupturas: 1930 (la única registrada por los autores), 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976. Todas estas rupturas satisfacen las (peculiares) condiciones postuladas por Shugart y Carey: casos en que las rupturas estuvieran precedidas por dos elecciones generales consecutivas. Segundo, el criterio estipulado para establecer que un régimen democrático es exitoso es aun más sorprendente: haber tenido al menos dos elecciones democráticas sin rupturas. Eso significa, por ejemplo, que las naciones con elecciones bianuales son contabilizadas como democracias consolidadas a los dos años, y que Argentina ha tenido siete períodos de democracia consolidada en el siglo pasado (como el fumador que abandona para siempre el cigarrillo... ¡todos los lunes!). Linz también llama la atención sobre otros errores y omisiones de este trabajo, como, por ejemplo, el hecho de que no se cuente a India entre los regímenes parlamentarios estables.

En un trabajo posterior, Shugart y Scott Mainwaring (Shugart, M., y Mainwaring, S., “Presidentialism and Democracy in Latin America: Rethinking the Terms of the Debate”, en Shugart, M., y Mainwaring, S. (Eds.) Presidentialism and Democracy in Latin America, Cambridge University Press, 1997.) siguen una línea diferente de análisis. No cuestionan de manera directa la relación entre presidencialismo y rupturas institucionales pero apuntan a otros factores como los verdaderos responsables de la inestabilidad, e inversamente, de la estabilidad de los regímenes parlamentaristas. Estos autores sospechan, por un lado, que existe un sesgo en la literatura sobre el tema, ya que la continuidad democrática podría deberse a “condiciones de trasfondo mejores en términos relativos.” Por otra parte, también dudan que las rupturas latinoamericanas “resulten del presidencialismo antes que de otras condiciones que afectan generalmente a las democracias sudamericanas.”

Resulta importante, antes que nada, aclarar que nadie ha atribuido en forma distintiva al presidencialismo la única responsabilidad en los quiebres institucionales. El argumento, por el contrario, asume una forma diferente: que el presidencialismo es ineficaz para contrarrestar (y a su vez genera algunas) tendencias rupturistas. Pero, aun así, la sugerencia de Shugart y Mainwaring (la de que otros factores son los decisivos para explicar los éxitos del parlamentarismo y los fracasos del presidencialismo) puede ella misma ser cuestionada. Considérese la “correlación ampliamente reconocida entre la herencia colonial británica y la democracia.” El ejemplo de estas ex-colonias es particularmente bienvenido por los críticos del presidencialismo, porque lo interpretan como una demostración de que aun en países con bajos niveles de crecimiento económico y enorme pobreza, la democracia puede arraigar de modo perdurable si se elige el sistema de gobierno apropiado. La idea de Shugart y Carey es que la durabilidad de las democracias de esos países podría explicarse por factores ajenos al parlamentarismo. Pero supóngase que, por caso, es la tolerancia la que explica el éxito de la democracia en esos países. El cuento no termina allí, porque bien podría replicarse que el predominio de la tolerancia se debe (al menos parcialmente) a la existencia de instituciones que animan y refuerzan conductas deliberativas y respetuosas. Me apresuro a hacer notar, frente al lector escéptico que podría creer que esto es una mera especulación, que todas las colonias británicas que adoptaron un sistema presidencialista sufrieron golpes de estado.

Shugart y Mainwaring creen que es posible que las rupturas en América Latina se hubieran debido a otras razones, más allá del sistema político. De hecho, es bien conocido que muchas explicaciones se han intentado para dar cuenta de los fracasos de las democracias en la región: tal vez las dos principales sean el legado cultural de la colonia (la influencia del autoritarismo español y católico) y la estructura social y económica.

Ahora bien, ¿hasta qué punto podemos aislar estas variables de la estructura político-institucional? En primer lugar, y con relación a la herencia cultural autoritaria, la tendencia a depender de fuertes liderazgos personales puede ser mitigada a través de una estructura de gobierno que tienda a la difusión del poder, o, por el contrario, puede ser agravada a través de un régimen institucional que concentra gran cantidad de poder en una sola persona. Lo mismo ocurre con la intolerancia como rasgo cultural. Ésta puede debilitarse por medio de instituciones que favorezcan la cooperación y el consenso, o puede reforzarse al adoptar sistemas de decisión que incentivan la confrontación permanente. Algo similar puede decirse con relación a las explicaciones de tipo económico. La desigualdad, la pobreza, el subdesarrollo son, plausiblemente, causas de inestabilidad. Pero como lo afirmé en la sección anterior, ellas mismas no son independientes del sistema presidencialista, con sus incentivos para crear situaciones de bloqueo, su tendencia a generar crisis, su inclinación al corporativismo y su debilidad frente a la corrupción.

Los propios Shugart y Mainwaring asumen la importancia de las instituciones políticas, poniendo en tensión su hipótesis acerca de que son otros los factores determinantes de la (in)estabilidad de las democracias. Al enumerar razones probables para explicar la correlación entre la herencia colonial británica y la democracia, mencionan ¨la tendencia a entrenar servidores públicos” y “las prácticas e instituciones de gobierno”. La primera es aceptada ampliamente como una característica saliente, y una ventaja, de los sistemas parlamentaristas. Y, por supuesto sería llamativo que se desvincularan “las prácticas e instituciones de gobierno” del mismo sistema parlamentarista. Shugart y Mainwaring afirman que éstas “incluyen pero no se reducen al parlamentarismo.” Pero, en verdad, alcanza con que lo incluyan para que los críticos del presidencialismo estén en lo cierto: el parlamentarismo contribuye a explicar la estabilidad de los regímenes democráticos (nadie ha dicho que sea la única causa, lo que sería absurdo).
Estos autores también afirman que la perdurabilidad democrática de los parlamentarismos se debe a que en su mayoría se trata de países de altos ingresos económicos. Como vimos, Przeworski y otros han refutado esta noción. Pero además, países como Canadá, Israel y Japón (los ejemplos fuera de Europa provistos por Shugart y Mainwaring) son ricos hoy, pero no lo eran hace medio siglo. Estos mismos casos podrían perfectamente ser usados por los defensores del parlamentarismo para mostrar que este sistema favorece el desarrollo.
Podemos concluir en que la relación entre presidencialismo e inestabilidad democrática todavía no ha sido desmentida.

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Para ilustrar la vigencia de la importancia de la distinción entre presidencialismo y parlamentarismo, permítaseme aludir al importante trabajo de George Tsebelis, uno de los autores que ha insistido en la conveniencia de abandonar esta dicotomía. Tsebelis ha propuesto que la clave para entender los distintos sistemas son los jugadores con poder de veto [veto players], es decir, actores cuya aquiescencia es necesaria para modificar el status quo. En apretada síntesis, la idea de Tsebelis es que a mayor cantidad de jugadores con poder de veto habrá mayor estabilidad en las políticas y, consiguientemente, mayor dificultad para producir reformas. Samuels e Eaton señalan que el número de los jugadores con poder de veto puede estar configurado por elementos distintivos de ambos sistemas, por lo cual éstos y no aquellos son la clave principal. Adicionalmente, el mismo Tsebelis reconoce que ciertos actores con poder de veto pueden ser irrelevantes, dado lo que denomina la “regla de absorción”: si las preferencias de un actor con poder de veto coinciden con las de otro, su capacidad de veto pierde importancia. Por último, existe el problema de que en el interior de actores colectivos, como partidos políticos, sindicatos, o bloques legislativos, pueden a su vez existir actores colectivos más pequeños o actores individuales con su propio poder de veto. La moraleja es que contabilizar actores con poder de veto puede ser una tarea muy engorrosa,16 y no siempre del todo iluminadora...
Por mi parte, creo que la relevancia de la distinción “presidencialismo-parlamentarismo”, lejos de diluirse, está presupuesta por el propio Tsebelis cuando señala que cuando ambos sistemas (el presidencialista y el parlamentario) cuentan con un número alto de jugadores con poder de veto se da la siguiente diferencia: en los parlamentarismos habrá inestabilidad de los gobiernos, mientras que en los presidencialismos habrá inestabilidad de sistema. (Tsebelis, G., Veto Players… op.cit. ver Introducción, y Cap. 3.) Bajo ciertas circunstancias, la diferencia entre parlamentarismo y presidencialismo, aprendemos de Tsebelis... ¡es la que hay entre democracia y dictadura!

21 comentarios:

sl dijo...

Felicitaciones por el post. Me gustaría leer todo el artículo y también saber qué piensa el Criador del mismo.
¿Alegre sólo abordó la cuestión del tipo de régimen y la estabilidad? O también estudia otros efectos?
Saludos, SL

rg dijo...

chagracia. vamos a preguntarle a don alegre a ver si nos deja colgar todo el texto

Sergio M dijo...

Aunque soy proclive hacia el parlamentarismo, tiendo a pensar que muchos de estos estudios empiricos tienen problemas muy grandes de definicion (se pierden diferencias muy importantes entre los distintos sistemas), de endogeneidad (no se adopta un sistema politico de manera random), de factores externos (si hubiera habido parlamentarismo se hubieran podido evitar golpes influenciados enormemente por el contexto internacional de la guerra fria?), del tamanio de la muestra , etc.

rg dijo...

bueno, sobre eso diria, primero, que una de las principales tareas del trabajo de alegre es la de mostrar las debilidades empiricas de las posiciones neo-presidencialistas, y segundo, que tambien vale el trabajo en caso de que haya un "empate" empirico entre las posiciones (dado que, pongamos, ninguna puede probar la fortaleza de su caso, algo en lo que no creo). porque el nucleo de su trabajo es el de mostrar razones teoricas/normativas en favor de terminar con el presidencialismo (i.e., mostrando las tensiones entre presidencialismo, igualdad, deliberacion, etc)

Juan dijo...

El artículo completo, si no me equicoco es el que MA presento en el SELA 2006 (Democracia sin presidentes, que gran titulo). Si ese fuera el caso, esta disponible en la pagina web del sela en yale y en la web de la UP. El trabajo es bien interesante. A mi igualmente, me interesa más la critica que se le hace al presidencialismo, desde un punto de vista normativo. Acerca de que tipo de democracia es la que queremos. Por ahi me equivoco, pero intuyo que la critica a la inestabilidad se ha tornado un tanto anacrónica. Es cierto la inexistencia de valvulas de escape y la critica de Linz de la logica de suma cero. Pero si uno pone el acento en la ultima crisis argentina, por caso, la conclusión no se si va para el lado de que el presidencialismo es deficiente. En ese caso el sistema institucional sobrevivió, para llamarlo de alguna manera. Reforma de ley mediante, las disposiciones de la ley de acefalia se cumplieron. Obviamente que si hubiesen existido las valvulas de escapes, tal vez, no se hubiese llegado a esa solución. Pero el sistema institucional in totum resistio. Digo, no vinieron tres milicos a decirnos lo que debiamos hacer. Bueno, eso es solo una idea. Saludos, Juan.

Sergio M dijo...

Una consulta ajena al tema: alguien sabe si se puede conseguir en internet el fallo de la camara federal invalidando la admision de una grabacion realizado por privados en el llamado "caso skanka"?

Perdon y gracias.

rg dijo...

pero juan, la crisis de de la rua, o antes la de alfonsin -que no terminaron con la fractura del sistema- son ejemplos extraordinarios de como una crisis menor, relativamente comun, se transforma en una crisis del sistema. en ambos casos, el sistema queda a punto de estallar, crisis absoluta, incendio en el pais, alfonsin renuncia, de la rua escapa en helicoptero. si eso no nos habla de la inoperancia del sistema institucional que cosa nos puede hablar de ello. pensa que si en el primer caso, cafiero entraba como primer ministro con plenos poderes, o en el caso de de la rua algun representante del peronismo hacia lo mismo, nos ahorrabamos algunos muertos, varios saqueos, todo un escandalo

Juan dijo...

No se cual es el criterio que tenes roberto para afirmar que la crisis del 2001 fue menor. En esta la verdad es que no te sigo. Los dos casos que mencionas, me parece, no se refieren a problemas menores. Por el contrario, eran bein graves y conflictivas las situaciones.
Que con la entrada de Cafiero (o Duhalde) se hubiesen podido ahorrar varios de los desgraciados hechos que mencionas, creo no hay dudas (aunque estamos hablando de contrafacticos y se complica).
Obviamente, a mi me entristece cada vez que me acuerdo de la imagen de DlR llendose en helicoptero. Pero el sistema, incluso ahi, no se cayo. Vino al que le toco en desgracia. Los cinco (eran 5?) que se sucedireron. Despues Duhalde. Asamblea Legislativa de por medio. Es claro que aca podemos empezar a discutir de como se los eligio.
Que en todos y cada uno de esos hechos se produjo un teje y maneje, nada mas. Pero el sistema institucional sobrevivio. El presidencialismo siguio.
Igual creo que en el fondo estamos en desacuerdo, me parece, porque deberiamos acordar que entendemos por estabilidad. Pues, intuyo aqui comienzan las discrepancias. Saludos, Juan.

rg dijo...

no es complicado: la idea es que una crisis -ok, importante- se convirtio (como dice alegre) no en crisis de un gobierno, sino en crisis del sistema. esa es la complicacion del presidencialismo. y no habia valvulas de escape aceptables para sobrepasar el problema. en ecuador, inventaron que bucaram estaba loco -una mentira (parcial). en brasil con collor de melo algo igual. en argentina, hubo que requerir del escape en helicoptero y la renuncia. el sistema institucional no estaba equipado con buenos recursos para facilitar una salida a un problema importante.

Juan dijo...

A ver, pero lo que digo es que en el caso de DlR el sistema no se rompio. No hubo una fractura. Luego de la renuncia el sistema institucional tenia respuestas (institucionales, tambien) para responder. La ley de acefalia.
Para ser claro no se a lo que nos referimos con la nocion de estabiliad. Si nos referimos a la estabilidad del gobierno (en el caso DlR), bueno, es claro que tenes razon. Pero si te estas refiriendo a la estabilidad del sistema institucional in totum, me parece que no.
Mi idea es que el presidencialismo es criticable, justamente porque significa menos democracia. Al menos en una concepción lo suficientemente fuerte como la DD. Mi intuición es que seguir argumentando acerca de la falta de valvulas de escapes, hoy es anecdótico. Incluso, en una crisis importante como la del 2001, el sistema continua vigente.
Ahora bien, es obvio que hubiese sido mejor que DlR no se fuera en helicoptero. Es obvio, que parte de esa salida estuvo motivada por la enorme cantidad de expectativas que se focalizan individualmente en este sistema. Pero, en lo institucional argentina en esa epoca, se doblo, pero no se rompio (no se si es feliz esta frase, pero no se me ocurre otra).
En fin, a mi gusta la parte del trabajo de MA que hace una critica normativa al presi. No tanto cuando cuenta quien es mas estable, si el presi o el parla. Recuerdo haber leido un trabajo de Sagües criticando a los criticos del presi, que tiraba datos para arriba acerca de la inestabilidad del parlamentarismo. Obviamente se referia, tambien, a aquellos casos en los que se disolvia el parlamento y se llamaba a elecciones. Creo que la sumatoria de datos, puede dar para cualquier lado. Bueno, son intuiciones, nomas, igual no muy acendradas. Saludos, Juan.

rg dijo...

PERO YO COIncido en que el centro esta en lo normativo. pero en la parte que recorte de alegre, recuerda este punto importante, que tsebelis-presidencialismo no niega sino que afirma, y que el caso de de la rua ratifica, y es que el parlamentarismo genera o es comptaible con sucesivas crisis de gob, y el presidencialismo directamente pone en jaque al sistema (eso no quiere decir que siempre haya jaque mate!)

Juan dijo...

Ok. Nos vamos entendiendo, y estoy de acuerdo con la ultima responsa, en el comienzo. El centro del problema es lo normativo. Eso era lo que me interesaba señalar. Ahora, sigo sin comprender de que hablamos cuando hablamos de estabilidad (y su implicancia logica, inestabilidad). En este concepto, si lo seguimos a EGV, debemos aplicar el concepto de propiedad disposicional. Con lo que venimos a afirmar que un sistema es estable si, dadas ciertas circunstancias, tiene cierta capacidad, propension o tenedencia, a reaccionar de cierta manera. Por ello para decir que es estable debemos considerar si dadas ciertas circunstancias el sistema tiene la tendencia a responder manteniendo su identidad. Lo que EGV lo resume asumiendo la regla de reconocimiento hartiana, como criterio de identidad.
Por eso, me parece, conceptualizar a que nos estamos refiriendo cuando hablamos de estabilidad no es una cuestion menor. Eso porque en el caso de DlR el sistema mantuvo su identidad. Lo habra puesto en jaque diversas cuestiones, como afirmas, pero puede decirse que se resolvio. No hubo jaque mate, pero si no hay jaque mate, si la cuestion se resuelve por tablas, entonces que decimos cuando manifestanos que el sistema es inestable?
El sistema es inestable si dadas ciertas circunstancias no mantiene su identidad. Era lo que ocurria en la historia argentina, cuando los milicos rompian la regla de reconocimiento y cambiaban la identidad del sistema por uno distinto. Por eso la critica de Linz (y que retoma y amplia Nino, que tambien me parece haberte visto sostener en algunos textos, como el de Critica a la Constitucion) a la inestabilidad es contingente y dependiente de un determinado contexto.
Por eso, cual es el concepto de estabilidad que manejas? Saludos, Juan

fahirsch dijo...

Pregunto: ¿no se puede considerar que los sistemas parlamentarios han institucionalizado el golpe de estado (echar al primer ministro)? ¿Los países con sistemas parlamentarios son casi todos monarquías o descendientes de monarquías (incluyendo ex colonias)?

Publius dijo...

che juan no te parece que lo anacrònico en esta discusiòn es el concepto de estabilidad (via autor còrdobes) que vos utilizas?
un abrazo
publius.

Juan dijo...

Puede ser que lo anacronico sea la utilización de un concepto. Pero no se me ocurre otro. Proponeme uno que conceptualmente (porque de eso se trata) pueda describir y aprehender ciertas situaciones, tal y como lo hace el que propongo, "via autor cordobes".
No se cual es la relevancia del origen de nacimiento del autor que uso. Igual, cartitativamente, podría pensar que me haces saber su lugar de nacimiento por varias cosas.
1.- Puro cucardismo, sabes que EGV no es español, como nos hemos reido de algunos que así lo dicen.
2.- Denuncias ciertas preferencias mediterraneas mias por el lugar de mi residencia.
3.- Me queres hacer ver que existen otros conceptos de estabilidad de mayor potencia explicativa que el del autor que traigo a cuento.
Ojala sea este el caso y no los otros. Si asi fuera, lo que espero, repito, te exhorto que me hagas saber donde puedo encontrar un concepto, obvio que sea distinto, que tenga la potencia explicativa del que formula EGV. Te adelanto que el mismo debería distinguir entre legitimación y legitimidad como el que uso hace...
Pero bueno, a lo mejor a ese me gusta y me parece plausible, solo por mi ignorancia. Lo que es muy probable.
Igualmente, estaria bueno que argumentes porqué ese concepto que uso "via autor cordobes" (insisto, para que eso?) es anacrónico. Pues solo te limitas a esputar una condicion sin argumento alguno. Saludos, Juan.

PS: Si bien el blog de RG no esta destinado a comentarios personales, aprovecho el encuentro. Me entere que estas sin celular. Te mando por mail mi telefono porque te llame y nada. Abrazos.

Publius dijo...

si. no di razones. Olvide, por un momento, tu fanatismo por ellas. pensé que entenderías adonde quería llegar:

i) Como siempre lo hacemos, jugando dentro del esquema sometido a crìtica (hoy esquema de autor cordobès), debes tener en cuenta que la idea de propiedad disposcional es útil para brindar previsibilidad. Nòtese, tambièn, que la idea de propiedad disposicional no funciona en las ciencias sociales de igual manera que cuando pones ha hervir el agua para el mate.


Me explico.

Si a toda la idea de tesis de EGV la constatamos , como lo haces vos, con los test tubes “Alfonsìn” y “DlR” y vemos que no se produjo esa inestabilidad del sistema (la RR se mantuvo indemne) podemos decir tres cosas, al menos: A) que hemos falseado la tesis de EGV solo si las Condiciones que circundaban las caìdas de esos dos Presidentes eran similares a las de los casos empíricos que rematan el texto de EGV, o lo que es lo mismo que estas Condiciones cumplìan los requerimientos de EGV. O B) la tesis de EGV se mantiene indemne, aùn después de las caidas de Alfonsìn y DlR, ya que estas NO eran las Condiciones dadas para que se produzca la reacción esperada para que el S sea inestable (la RR permanezca). C) que los test tubes “Alfonsìn” y “DlR” eran excepciones a la regla pues estaban las Condiciones de EGV.

Si optas por A) debes abandonar la terminología de EGV porque es un paradigma que no nos serviría para predecir nuestro sistema; Si optas por B) tenés razòn de utilizar el concepto de EGV pero NO podes afirmar que la cuestión de Inestabilidad es un tema anacrònico, pues no sabemos si cuando esas Condiciones (las de EGV) se den, se “destruira” la RR. Si optas por C) supongo que podes mantener la tesis de EGV solo si explicas porque son excepciones, pero vos no querès hacer esto pues el tema para vos de la Inestabilidad es anacrònico.



ii) Me parecía que todo tu desacuerdo con RG radicaba en un mal entendido acerca de la inestabilidad. para vos que el sistema haya sobrevivido a los helicopteros radicales, que harteanamente la RR se haya mantenido indemne, implica que el sistema es estable.
y me parecía que el concepto de inestabilidad de EGV (o tu interpretación de èl) se torna vetusto pues no da cuenta en un intuición generalizada de las inestabilidades que el sistema precidencialista provoca. Estos son los jaques a los que se refiere RG. Me parece que debe buscarse un concepto de estabilidad que logre captar la idea de que el presidencialismo provoca inestabilidades del tipo Alfonsin-DlR. Talvez ahora, no se deba hablar de "(in)estabilidad del sistema" sino de la "(in)estabilidad interna que el sistema genera."

Lo “de autor cordobès”: elige tu propia aventura.

te mando un abrazo.
Tu buen amigo publius.

Publius dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Marcelo Alegre. dijo...

Marcelo Alegre
mostrar detalles 14:02 (5 horas antes) Responder


Propongo que hablemos de estabilidad-inestabilidad pensando en las
crisis. Acá hay dos tipos de problemas. El primero se vincula con la
generación de las crisis. El segundo con la superación de las crisis.
Entiendo que sería incorrecto decir que un sistema es estable sobre la
base de su eficacia en superar la crisis, una vez producida, sin hacer
referencia a su (posible, al menos pensable) contribución a crear esa
misma crisis.
Reconstruir la idea de estabilidad/inestabilidad alrededor del
concepto de crisis implica abandonar como centro de atención el
concepto "golpe de Estado" o "golpe militar". Un sistema puede ser inestable aun cuando no sufra un golpe de estado al estilo clásico.
Un golpe militar es la muerte, pero una crisis como la del 2001 es, por lo menos, un infarto. Que a los 100 días el infartado saliera a
hacer jogging por Palermo no nos habilita a hablar de la estabilidad
de su salud ¿verdad?.

Juan dijo...

Este si es mi buen amigo Publius.
Lo de las razones, si. No se si llamarlo fanatismo, pero para que podamos discutir mas o menos seriamente, debemos esgrimirlas. Ellas podrán ser no muy buenas, malas, etc. pero necesarias.
Mi idea de traer a colacion el concepto de estabilidad de EGV radicaba en que, intuyo, que muchas veces se le endilga al presidencialismo el ser inestable sin decir de qué se trata la (in)estabilidad del sistema. Por eso lo traia. Estaba pensando si no utilizabamos categorías teóricas, incluso, construidas, principalmente contingentes. Esto es, esbozadas a partir, principalmente de una historia deleznable que azoto a AL. Por eso me parecia interesante el concepto. O sea ponernos de acuerdo a que nos referimos cuando nos referimos a que un sistema politico es estable (o su implicancia logica en sentido negativo, i.e. inestable).
Me interesaba eso, principalmente. Por eso es que traje el concepto.
Ello por que en el parlamentarismo tambien existen crisis, graves. Voto de censura, disolución del parlamenteo. Pero, pese a esas características no me atrevería a decir que el sistema es inestable. Por la sencilla razón de que el sistema continua. No hay cambio de la regla de reconocimiento. Como si ocurria antaño. Cuando tres milicos ponian la constitucion debajo de algun rincon e inventaban un reglamento ad hoc, a partir del cual se habrían de dictar las siguientes normas.
Por otro lado, intuyo, que los conceptos o son verdaderos o son falsos. Pero anacronicos... ahi no te sigo. Ademas toda tu argumentacion en el ultimo comment esta destinada justo a poner en cuestion la relevancia del concepto. Principalmente por ser falso.
Mi intuición sería la siguiente. Del hecho de que caiga un presidente no se puede derivar, inferir, que el sistema es inestable. Para poder predicar esta propiedad (la inestabilidad del sistema), intuyo (y aqui la relavencia de EGV) necesito varias cuestiones adicionales que se pierden. Creo que si hacemos un enfoque centrado en la "caida-continuidad de presidente", perdemos ciertas cuestiones relevantes para afirmar acerca de la estabilidad del sistema.
Con respecto a las condiciones y a los test tubes. Mi idea (o mi interpretación de EGV) es que nosotros podemos utilizar el concepto dadas ciertas condiciones. Estas circunstancias o condiciones son totalmente relevantes. No secundariamente. Son necesarias. Para poder predicar la estabilidad o no del sistema. Por la sencilla razon de que, dadas estas circunstancias, según cómo ha de reaccionar, tender o propender a responder el sistema que éste será o no estable. Si corremos la CN a un lado, para resumir y simplificar en exceso, el sistema será inestable. Por el contrario si responde manteniendo su identidad, será inestable.
Tu principal critica, entiendo que es esta. El concepto, tal y como lo interpreto "no da cuenta en un intuición generalizada de las inestabilidades que el sistema precidencialista provoca. Estos son los jaques a los que se refiere RG." Lo que me interesaba decir es que los problemas que el sistema genera en cuanto focaliza todas (tooooodas) las expectativas en la persona del presidente, son obvios. Esto es, que cada descontento popular implique un presidente sin apoyo, un presidente debil. Algo que el mismo sistema pretende derruir. Pero ahora, en el parlamentarismo puede ocurrir lo mismo. Cuantas veces se disuelve el parlament?o. Cuantas veces se realizan mociones de censura? Pero aquí no diriamos que el sistema es inestable, pues es el mismo sistema institucional el que los habilita a actuar de esa manera. Ademas de existir una continuidad sistemica, si vale. Y aqui estaba lo que me interesaba a mi. Se fue el gran RA, y vino M. Ek sistema tuvo continuidad. La CN estuvo ahi. Yo ponia el caso de la designacion de tachuela. A este lo eligieron via AL un par de tipos. Pero si nos ponemos a criticar esto entramos en cuestiones normativas. Igual, como sabes, es la parte que mas me interesa.
Muy inteligentemente, como de costumbre me decis que "debe buscarse un concepto de estabilidad que logre captar la idea de que el presidencialismo provoca inestabilidades del tipo Alfonsin-DlR." Esta bien, deberia hacerse, pero en esos casos no se como podríamos predicar que el sistema es estable o inestable. Lo que diríamos es otra cosa. Sería, incluso para otro caso. Concluis diciendome "Talvez ahora, no se deba hablar de "(in)estabilidad del sistema" sino de la "(in)estabilidad interna que el sistema genera." Esto esta bueno. Pero ambos sistemas generan esta "inestabilidad interna". Recorda voto de censura y disolución del parlamento. Yo creo que estas son crisis, institucionales y dramáticas, obvio, pero para poder predicar la debatida estabilidad debemos poner el acento en la continuidad o no. Que creo que sin ir más lejos era lo que pensaban los autores de CP cuando escribian hace años explicando el presidencialismo de AL. En todos los casos que analizaban venian estos tres milicos, a lo que me referia. Por eso es que me anime a decir que era anacrónico.
Obvio, elijo la aventura 3.- por caritativo y por tus antecedentes nomás. No porque me lo hayas dejado entrever.
Un fuerte abrazo, saludos. Juan

Juan dijo...

Esta buena la estrategia, crisis-estabilidad-inestabilidad. Pero me parece que no es fructifera.
No lo es porque, entiendo, es totalmente relevante la idea de la superación de la crisis. Me parece que haces referencia más bien a una patologia congenita de ciertos sistemas politicos. Esto es que tienen la tenedencia, propension, dadas ciertas condiciones (probablemente) a generar crisis sistemicas que pueden poner en peligro su propia estabilidad. Pero no es dable tildarlos, sin ciertas premisas implicitas y necesarias, de inestables. Ello porque contrariando a lo que se deja ver en el comment la idea de superacion no es menor.
Porque con ese criterio solo podría considerarse un sistema inestable porque contribuye a generar una determinada crisis. Esto al menos me parece contraintuitivo. No puedo dejar de tener en cuenta la posible solucion de la crisis generada. Porque, sino a que me estoy refiriendo cuando digo el sistema S es estable/inestable? Si solo me refiero a la posibilidad/imposibilidad de generar crisis per se, eso no es estabilidad. Se trata de un sistema que en su génesis conlleva el germen critico. Germen que en algun momento t podrá poner en jaque la estabilidad del mismo. Ergo, posiblemente, podrá romper los criterios de identidad en los que se basa.
Pero si solo me refiero a la posibilidad de generar una crisis, sin saber sus consecuencias, sus posibilidades de retraccion, estamos hablando de cosas biendistintas. Entiendo que ciertos convencialismos del lenguaje, en este caso, nos estarian atando. Hablariamos sin entendernos. Creo, incluso, que la propuesta de definición de estabilidad formulada, implica algo en lo que casi todos estaríamos de acuerdo. Incluso con el ejemplo que das, el del golpe militar. Cuando digo que un sistema politico S es inestable digo que ante ciertas circunstancias determinadas la crisis va a provocar su muerte. No el infarto. Porque el infarto es superable, es una crisis.
Las crisis del sistema pueden ser de variada indole. Pueden ser provocadas por diversos factores. No creo que sea correcto pensar que la crisis del 2001 fue provocada (rxclusivamente) por el presidencialismo. Me parece que sería una reducción simplificadora exagerada. Diversos factores, obviamente, contribuyen a la generación de crisis en los sistemas institucionales. El sistema de partidos, por caso, no creo que sea un tema menor. Esta bien, la replica podría ser que es el mismo presidencialismo el que genera este sistema de partidos. Pero empezarían a entrar mil variables que no estariamos considerando. Y eso es lo que trato de referir.
Estoy de acuerdo con que "Reconstruir la idea de estabilidad/inestabilidad alrededor del concepto de crisis implica abandonar como centro de atención el concepto "golpe de Estado" o "golpe militar"". Pero estamos perdiendo el eje de la discusion. En el ambito en el que se desarrollo, intuyo, la critica al presidencialismo como un sistema inestable, se baso precisamente en poner el foco de atención sobre esos hechos. Hechos que azotaron gravemente a estos lares. No creo que sea algo menor para la genealogia de la critica el hecho del golpe de estado. Por eso es que mi objecion se dirigia a mentar como algo anacronica esta objecion. Pero, repito lo que vengo insistiendo, no es más que una intuicion no muy desarrollada, sujeta a discusion.
"Que a los 100 días el infartado saliera a hacer jogging por Palermo no nos habilita a hablar de la estabilidad de su salud ¿verdad?" Por el contrario, este hecho me habilita a decir que posee una salud estable. Pensemos en que el sujeto M se encuentra enfermo de cancer. Cancer que se consideraba en un momento t1 terminal. Luego de un tiempo de someterse a un tratamiento doloroso y complejo el cancer, si bien puede estar latente, no presenta signos de evlución. El sujeto M le requiere al oncologo de cabecera que le formule un cuadro clinico de su salud. Muy probablemente, el oncologo podría decirle que el mismo es estable. Sin violar ningun limite informativo del lenguaje. Lo podríamos entender tranquilamente y sin muchos sobresaltos. Lo que el medico le estaria diciendo es que dadas sus circunstancias (cancer) su salud es estable (tiene la tendencia a continuar con un estado de salud moderadamente bueno, en sintesis esta vivo).
Ademas el caso del infartado demuestra que es necesario considerar otras variables. Porque el infarto puede haber sido motivado por distintos factores. Para ser coherente con tu definición (lleva en si mismo la posibilidad de generar crisis), el sujeto debería tener una tendencia a infartarse (crisis). Solo en ese caso no diriamos que su salud es estable. Pues el concepto no depende de considerarlo una propiedad disposicional, sino de cierta patología ínsita en él mismo.
Igualmente, hay algo que me hace ruido en la comparación de un sujeto que, en un momento determinado, posee una crisis (infarto), con la afirmación de que un sistema político es inestable por que lleva en su genesis la posibilidad de generar crisis. Algo de cuestiones sincronicas y diacronicas creo que sería relevante aquí. La enfermedad es un punto, un hecho concreto en una circunstancia de tiempo determinada. En cambio con tu definición de estabilida nos refeririamos a la idea de un proceso. El sistema se va a desnudar como inestable con el correr del tiempo, anque siempre lo haya sido. Es como si estuviera determinado, como si desde su mismo nacimiento sabremos que es y será inestable. Por eso, me hace ruido la comparación, pero tengo que pensarla mejor.
Igual, es claro, debo seguir pensando todas estas y otras cuestiones.
Saludos, Juan.

El criador de gorilas dijo...

La mayoría de esas bases no cubren los últimos 15 años, donde ningún presidencialismo latinoamericano se rompió. Stepan y Skach cubren menos de 20 años, por otra parte, y no llegan ni a la década del 90. Si tomamos un rango más amplio (1930-1990), en países del tercer mundo, dos autores (Power y Gasiorowsky) le dan mejor al presidencialismo que al parlamentarismo en términos de estabilidad.

No quiero reavivar el debate (y además, como dije varias veces, si la discusión fuera en abstracto y sin incluir otras variables -federalismo, bicameralismo, sistema de partidos, tipo de partidos- yo preferiría el parlamentarismo), pero no sé si está saldado el debate sobre la estabilidad relativa de los sistemas. Debe haber algo más reciente que todos los que citamos, la verdad que no lo sigo demasiado.