Días atrás contábamos de un seminario con Bruce Ackerman, en donde el amigo Arato (marido de Jean Cohen) estuvo a punto de explotar en apasionado enojo. Vivimos esos enojos varias veces: Arato se apasionaba con los temas que discutía, porque creía visceralmente en lo que decía, y se involucraba a fondo con cada uno de los temas en los que argumentaba. Sí, se enojaba frecuentemente, pero por convicción política y compromiso académico. En todo caso, nada de aquello tenía que dar lugar a reacciones como éstas: Arato impedido de entrar en su Universidad, salvo para dar clases; impedido de interactuar con colegas y estudiantes, sin estricta supervisión. A las ofuscaciones del amigo, la desmesura habitual como respuesta. Una pena
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