5 nov 2019

Crónicas columbianas 14: La premiación antes del cierre


Va cerrando la estadía en el exterior. El primer manuscrito del libro está terminado. Aleluya: fue hermoso mientras duró. Hago el recuento de "aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas"

La serie: No veo series, pero vi una gran película, de 10 horas, como si fuera una serie: una hora por día, 10 días. Vi La Flor, de Mariano Llinás, que quería encotrar hace tanto y que conseguí en versión pirata. Se que él quiere que su peli se vea en pantalla grande. Pero me puso muy contento verla, me alegró en parte la estadía: disfruté muchísimo de esa libertad mental del autor, de esa sensación que transmite, de "haber llegado a un estado en donde puede decir y hacer lo que se le dan las ganas". Con el talento intacto, con capacidad y deseos de decir cosas.

La banda de sonido: Veo que me repito, pero así como en mi primer libro de penal había sido central el tema de Bob Dylan "I shall be released", cantado por Nina Simone, acá Nina volvió a copar la parada, y a estar sobre-presente en mi lugar de trabajo, en mi cabeza o en la calle. El tema principal fue "You can have it," pero también "Ain't got no. I got life" (tema este último que reivindicaba días atrás Vicentico, como parte de su nuevo álbum). Paolo Conte, también, siempre está.

La película: Vi, al menos, una gran película, "The Irishman" de Scorsese, ésta en cine.

La computadora: La pequeña Lenovo, que me vi forzado a comprar antes de venirme, me salvó en esta temporada de trabajo, caracterizada por mi condición itinerante y a la intemperie (una computadora con gran autonomía para funcionar con baterías propias durante horas y horas y horas).

El café: El café fue el gran combustible de toda la temporada. El que hacía cada mañana en casa, y los varios que tomaba afuera, cada día: Orens arriba, Grumpy en el medio, Jack's abajo. O Blue Bottle, o Third Rial, o Everyman Espresso.

El Hungarian: Un milagro que existan lugares así, acá en NYC: donde te reciban bien, no te saquen nunca, no te apuren, te den "re-fill" al infinito, no te pidan la silla. El Hungarian es, para el área de la U. de Columbia, lo que Café Reggio para NYU: pequeños espacios de tranquilidad, y con su propio ritmo, que sobreviven -resisten haciendo lo suyo- en una ciudad en donde todo cambia, una ciudad que puede ser cruel para quienes quieren sobrevivir como siempre lo hicieron.

Las bibliotecas/La biblioteca pública: Volveré sobre ellas, pero fueron en estos días la puerta de entrada a la felicidad, y la puerta de salida también, cuando la ciudad se ponía difícil. Refugio pleno para una estancia de escritura y sin techo fijo.


1 comentario:

Paz dijo...

Desafío a la altura para la felicidad total. Agradezco los relatos de las experiencias académicas y personales que he leído con gran interés y con muchas ganas de hacer más preguntas en ambos aspectos.