30 mar 2013

Café italiano 6: Baristas / Café para sí


La dueña del café, esta mañana, parece preocupada: no tiene “cornettos” rellenos de crema o chocolate. Lo dice apenada, varias veces, sin que el cliente pregunte. Ofrece el cornetto “vuoto”, vacío (tanto o más espectacular que el lleno). En todo caso, vale insistir con esto: las “facturas” italianas son siempre, simplemente, excepcionales. Estoy cerca de Saronno (lugar originario de los famosos “amarettos”), pero todos los dulces que pruebo –no sólo los amarettos, en sus muchas variantes- son una maravilla. Ayer tuve un buen test, en un lugar cualquiera: no tenía dinero, así que pedí un dulce que parecía seco -el más barato- para acompañar la bebida caliente. El dulce que parecía el peor de todos era simplemente espectacular.

Ya llevo recorridos todos los cafés, en este pueblo, y hay un común denominador: Maestría completa del barista, en todos los casos, en la confección del café. Para empezar, el café es siempre magnífico -Illy en la mayoría de los casos (cómo puede ser que en un país sin granos se produzca por lejos el mejor café?)-; la máquina es inmejorable (normalmente, la famosa “Cimballi”, que simplemente marca el terreno en el mundo de los cafés); el agua es muy buena; la presión es perfecta. Qué más falta? La leche no está aguada -Giancarlo me dice que sólo usa la que viene de Suiza, porque es más cremosa- su temperatura es la justa, el barista la deja reposar un poco antes de servirla, asentándola con pequeños golpes de la lechera metálica contra la mesa. No hay vanidad de barista, como en los Estados Unidos en los nuevos cafés. Sólo una tranquila, consolidada sabiduría, en todos ellos.

Y un dato más, sorprendente para mí. En tres días aquí vi cuatro veces un hecho que sólo muy ocasionalmente presencio en la Argentina: el barista esperando que el panorama se disipe un poco, para prepararse un café para sí. Cristina, por ejemplo, le dijo a su atareado mozo ("Dennis"), en un instante de calma, "ahora te toca a vos," y le preparó un ristretto, que acompañaría al suyo. Giancarlo me cuenta que se prepara una docena por día (!), pero son las 8 (hoy abrió a las 6.45) y ya bebió tres. El último que le vi saborear lo tomó en la puerta fumando, tranquilo, un cigarrillo.

3 comentarios:

Mario Pecheny dijo...

Qué lindo, se huele desde acá

Anónimo dijo...

totalmente off topic
muy interesante el reportaje que le hacen en LN a Leis acerca de los 70

http://www.lanacion.com.ar/1568250-hector-leis-para-que-el-pais-supere-las-divisiones-que-hoy-lo-aquejan-es-forzoso-hacer-la-ca

En TP creo que salió un anticipo de este libro

http://www.bonk.com.ar/tp/category/leis/

Es como dice el autor que vamos a un nuevo capítulo de violencia política o hay alguna salida?

Yo se que es medio complicado pero sería más que bien recibida alguna reflexión sobre lo que plantea Leis y los riesgos que él percibe.

fede orlando dijo...

r, sólo para agregar a tu punto de la excepcionalidad del café aquí en Italia: una mañana, en Génova, me levanté tempranísimo -5 am- y salí a la estación de trenes para tomar el q salía a Torino -bella ciudad q merece una visita, sobre todo, por el magnífico museo de la resistencia italiana y la constitución (sí, el mismo museo es de ambas cosas!!! cuánto dice eso!)-; y como no hice tiempo a desayunar me tomé un cafe macchiato (un cortado para nos) en un cubículo q estaba en los andenes, creyendo -por el lugar y la apariencia- q sería un error. Mis prejuicios se fueron al piso: en ese cubículo de vidrio de una estación de trenes, me tomé un macchiato, sencillamente, genial.
Unxs artistas....