19 mar 2013

Democratizar la justicia 17: Los qom y los abusos del gobierno

Hoy a media tarde estuve en una reunión muy fuerte organizada por el GEN, en el Congreso, para hablar sobre el tema de la justicia, la reforma, sus déficit. Abríamos el seminario con Margarita S., para darle lugar luego a una cantidad de testimonios para mí emocionantes, muy importantes. El primer orador fue Félix Díaz, que habló de la relación de la comunidad qom con la justicia. Qué dijo? Con tranquilidad, aplomo, cariño, contó esto:


Contó del dramático nivel de tensiones y dificultades que existen entre la comunidad y la justicia. Relató la anécdota de cómo festejaron, al leer -en la carátula del expediente sobre uno de los varios miembros de la comunidad, “atropellados” en la ruta- la figura del “homicidio culposo”: todo se había armado, en cambio, para desestimar un caso de homicidio doloso, para tornar insignificante otra muerte de los qom.

Contó del modo en que la justicia caratula “muerte natural” cuando alguien de su comunidad muere de tuberculosis, u otras enfermedades evitables.

Contó de la declaración de uno de sus compañeros, en los tribunales de Clorinda, en la cual se refería a los modos en que la policía comenzaba a reprimirlos y ellos entonces “dispararon” (escaparon corriendo): la justicia tomó la declaración como testimonio de que los indígenas llevaban armas.
  
Contó de qué modo el gobernador Insfrán le concedió, esta semana, una pensión a un miembro de la comunidad, que antes estaba cerca del partido radical. El gobernador le dijo: “Para que sepa que ahora le damos la pensión, porque abandonó al demonio. Para que sepa qué es lo que ocurre cuando se acerca al Partido Justicialista.”
  
Contó de los modos en que el gobierno coopta a los miembros de la comunidad, que desde la situación de miseria en la que están, no pueden negarse a recibir apoyo económico del gobierno. Contó del modo en que se distorsiona y manipula la idea de participación: participar significa pasar a trabajar para el gobierno, abandonar la comunidad. El Estado, dice, condiciona la participación de los indígenas a que trabajen para él.

Contó de la burla que representa que se dicten normas favorables a los indígenas (habló del Convenio 169, del art. 75 inc. 17) y que los jueces las ignoren: no entienden la cultura indígena, no toman en cuenta esas normas, sólo citan el Código Civil.

Contó de qué modo a su hermano, enfermo, los médicos del hospital público al que concurrió le preguntaron, apenas llegado, si era pariente de Félix Díaz. Al decir que sí, los médicos le dijeron: “entonces andá y pedile a él que te pague un avión y te lleva a un hospital en Buenos Aires, porque está lleno de plata”.

Contó de las grandes ceremonias realizadas por el gobierno (provincial primero, nacional después: pura propaganda, pura mentira), anunciando que llegaba el agua potable a la comunidad (luego de que los qom llevaran el caso a la justicia): hoy, como entonces, la canilla del agua potable sigue funcionando de 9 a 10 de la mañana. Ese es el acceso que tienen al agua potable. Van corriendo con bidones, sacando recipientes de donde pueden, para llenarlos de agua.

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