(de: La Política Online):
El pacto de Cristina con Macri, otro signo
de un modelo que se deshilacha
Cristina Kirchner ordenó a sus legisladores porteños
bajar todas las banderas y votar obedientes los proyectos que le interesan al
PRO. La movida, casi una rendición incondicional ante Macri después de años de
retórica desafiante, estuvo signada por la necesidad conseguir recursos para el
programa de viviendas que ideó Kicillof, la bala de plata del gobierno para
reactivar la economía.
La noche del jueves en la Legislatura porteña fue uno de
esos momentos que sintetizan en su dramatismo los cambios de época. La imagen
de los legisladores kirchneristas arriados por un cabizbajo Juan Cabandié, para
votar todos los grandes negocios inmobiliarios que diseñó la gestión de
Mauricio Macri fue conmocionante.
Años de retórica inflamada, decenas de marchas, festivales
y otras vernisagge progresistas en defensa del Borda, quedaron sepultadas bajo
el voto obediente a la venta del edificio del Plata, que financiará la
construcción de la nueva sede del gobierno porteño en la zona de ese hospital.
Fue apenas una –acaso la más flagrante- de las tantas
contradicciones con las que el kirchnerismo liderado por el joven camporista,
se flageló en la larga noche del jueves. Si en política hay que tragarse un
paso cada mañana, ayer el kirchnerismo se dio un atracón de esos que dejan
huella.
Para que se entienda: el kirchnerismo votó habilitaciones
para shoppings, venta de bienes públicos, autorización para tomar deuda externa
y cesión de tierras del Estado para desarrollar negocios inmobiliarios. Es
decir, acompañó todo aquello a lo que dice oponerse.
A cambio de ese container de iniciativas, los
kirchneristas le pidieron a Macri que sufriera el terrible “sacrificio” de
acompañar la enajenación de terrenos públicos para desarrollar negocios
inmobiliarios. O sea, lo forzaron a hacer lo que le gusta.
¿Pero qué fue lo que motivó el giro? Según explicaron a
este medio protagonistas de la negociación -que en su fase más visible
encabezaron el macrista Cristian Ritondo y los kirchneristas Cabandié, Axel
Kicillof y Diego Bossio-, Cristina Kirchner cifra grandes esperanzas en el
impacto positivo sobre la economía que tendrá el plan de viviendas Procrear,
una de las últimas criaturas que salió del laboratorio del voluntarista
viceministro de Economía.
Como es muy difícil hacer keynesianismo en un gobierno
que se está quedando sin plata, Kicillof ideó un programa genial: se venden los
terrenos del ferrocarril y con esa plata se hacen viviendas por arriba y el
soterramiento del Sarmiento por abajo. Claro que para construir viviendas es
necesario rezonificar los terrenos y esto obliga a pasar por la Legislatura
porteña, que domina el macrismo.
Y ese dato acaso sea toda una revelación del momento
actual que vive el gobierno. De la orfandad de iniciativas de impacto real en
la economía –más allá de los reiterados anuncios de mega obras que nunca se
concretan-, que agobia el día a día del kirchnerismo.
Precisamente, las mismas fuentes revelaron que Cristina
estaría harta que le sigan recordando que el famoso soterramiento ya fue
anunciado unas cinco veces en sus dos mandatos y pese a las fotos que se saca
el ministro Florencio Randazzo con las tuneladoras, sigue durmiendo el sueño de
los justos.
Coincidencias
Que la obra del Soterramiento este a cargo de
Iecsa-Ghella de Angelo Calcaterra, primo de Mauricio Macri, es una
coincidencia. Misma coincidencia que ubica a Eduardo Elsztain, dueño de Irsa,
en el centro de la mayoría de las iniciativas urbanas que ayer votaron juntos
macristas y kirchneristas.
Sin embargo, que se unan gobernantes y grandes magnates
de la construcción para desarrollar proyectos que movilizan miles de millones,
no debería alarmar a nadie. Es política habitual en una sociedad capitalista.
Genera empleo y riqueza –mas a unos que a otros, es verdad-.
Lo que entra en contradicción con esta realidad es la
perorata inflamada de La Cámpora, el relato anti corporación del kirchnerismo,
su apelación constante a una revolución que por ahora, parece desplegarse sólo
en su imaginación. “Andá a militar con Elsztain”, mortificaban ayer en la
madrugada a Cabandié desde las tribunas, cuando cabizbajo apeló a una difusa
“política real” para explicar el giro.
Ganadores y perdedores
Lo cierto es que lo que ocurrió anoche no fue otra cosa
que lo que venía reclamando hace años Macri –y en menor medida Cristina-. El
diálogo civilizado entre ambas administraciones para acordar iniciativas
estratégicas para la Ciudad.
Nada de lo votado es oprobioso per se y posiblemente si
se concretan algunas de esas iniciativas, ayuden a cambiar para bien muchas
zonas de la Capital ¿Entonces porqué el secretismo? ¿Porqué no se anunció el
acuerdo con un gran acto en el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada en el que
Cristina y Macri ofrecieran un ejemplo de civismo?
La explicación es sencilla: Se trata de un acuerdo
vergonzante para el kirchnerismo que entiende que ceder ante Macri es una
derrota política. Mejor que todo quede entonces a nivel de “la Legislatura”.
Forzando la ficción de una autonomía extravagante de Ritondo y Cabandié, que
por su cuenta sellaron una negociación que a sus líderes les fue imposible
conseguir, o mejor, que ni siquiera les interesa.
La negociación
Las conversaciones comenzaron semanas atrás piloteadas
por Ritondo quien avanzó bastante con sus amigos Cabandié y Dante Gullo, hasta
que al llegar la hora de las definiciones la Casa Rosada sumó a Kicillof y
Bossio. Mientras que desde el macrismo subieron a las conversaciones al
ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chain. También hubo intervenciones
puntuales de otros funcionarios.
Lo interesante de esta experiencia es que también sirvió
para medir la eficacia de los hombres que Cristina eligió como sus primeras
espadas políticas. Y el balance no parece del todo satisfactorio para la Casa
Rosada. Si en años pasados la distancia política entre los funcionarios del
gobierno nacional y los de Macri era aplastante, hoy esto ya no es tan evidente
y por momentos la gente del PRO casi parece más experimentada.
En una de las primeras reuniones, luego de soportar una
larga perorata de Kicillof, Ritondo y Chain escucharon a un sobrador Cabandié
que les dijo: “Si ustedes nos votan lo de los terrenos ferroviarios, nosotros
les votamos lo de Santa María del Plata”, fue una referencia chicanera al
proyecto de Elsztain en la Costanera Sur. Una manera de decirles “les votamos
el negocio que es lo único que a ustedes les interesa”.
Imperturbale, Chain les contestó: “Ese proyecto no es una
prioridad para nosotros”. Y los papeles se les quemaron a los jovenes
funcionarios de Cristina. Fue en ese preciso momento que el PRO logró meter por
la ventana todo un convoy de proyectos congelados, algunos incluso redactados
de apuro la noche previa a la sesión, como el endeudamiento de 250 millones de
dólares para el arroyo Vega.
Y además se aseguraron la aprobación del proyecto de
Elsztain que desplazaron en el tiempo, pero tuvieron el cuidado de anudar a la
aprobación del Polo Audiovisual de la Isla de Marchi, otra de las obsesiones de
Cristina. Es decir, los kirchneristas fueron por lana y terminaron
esquilados.
La negociación incluso tuvo momentos ingratos para
jovenes acostumbrados a mandar sin mayores explicaciones. Paciente, Chain les
explicó a sus interlocutores todos los flancos que tiene el proyecto de
Cristina, siendo uno no menor la posibilidad de que lo trabe un amparo
judicial: “Como los que todo el tiempo nos mete a nosotros Lubertino”,
advirtió.
“De controlar a Lubertino me encargó yo”, sacó pecho
Cabandié. Ayer por la noche la ex titular del Inadi votó en contra de todas las
iniciativas, pese a los denodados esfuerzos de Cabandié y Kicillof por hacerla
cambiar de opinión.
Zozobras
El acuerdo estuvo a punto de caerse el lunes pasado
cuando la jueza kirchnerista Patricia Lopez Vergara dictó un amparo que trabó
el proyecto de traslado del gobierno porteño al sur de la Ciudad. Decisión que
fue ampliamente difundida en los medios kirchneristas, a los que acaso les
llegó tarde la notificación del cambio de rumbo.
“Así no hay acuerdo posible”, le advirtió Chaín a sus
interlocutores, que se apresuraron a tranquilizarlo y todo volvió a su cauce.
En el medio, los jovenes camporistas recibieron una
lección implacable de real politik que abre no pocos interrogantes ¿Se trata de
una postal del futuro que acaso vaticina futuros acuerdos con otros demonios
que gusta agitar el kirchnerismo? ¿Una guía de los virajes que se pueden
esperar en tiempos de declive? ¿Scioli, Clarín, el peronismo?
Son interrogantes que empiezan a recorrer la estructura
de un poder, donde las miradas empiezan a abrirse hacia los costados y casi
nadie quiere tener el honor de ser el héroe que libre la última batalla
2 comentarios:
"Nada de lo votado es oprobioso per se y posiblemente si se concretan algunas de esas iniciativas, ayuden a cambiar para bien muchas zonas de la Capital."
¿Y entonces?
"¿Entonces porqué el secretismo?"
¿Secretismo? Si se hizo todo en la Legislatura y fue público.
No es oprobioso para el que escribe, ciertamente un neoliberal, para los demás, no tiene precio!
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