6 jul 2015

Alberdi, derechos y prácticas institucionales

Publicado hoy en Clarín, acá

Juan Bautista Alberdi supo formular las preguntas relevantes del constitucionalismo al que entendió, en su lógica más íntima, como muy pocos. Uno puede desacordar con él en su escala de valores y prioridades, pero es difícil hacerlo en torno a cómo pensar los mecanismos básicos de la organización institucional.

Alberdi pensó la evolución política del país a partir de etapas sucesivas. La primera había sido la etapa fundacional, posterior a la independencia, orientada a poner los cimientos de una vida separada de España. En relación con la segunda, él ya fue protagonista decisivo: se trataba de una nueva etapa (a la que él llamó “transicional” y “provisoria”), destinada a establecer las bases del crecimiento económico. Recién en una tercera etapa, postergada pero necesaria, llegaría el tiempo de las “libertades políticas.” Mientras tanto, esas libertades políticas debían ser (temporalmente) recortadas, con el fin de asegurar el crecimiento prioritario de otros derechos que –sostenía él, polémicamente- tenían que ver con las libertades económicas: el comercio, la propiedad y los contratos.

Las breves líneas anteriores ya nos revelan algunas de las claves de su pensamiento (no sólo de su contenido sino, sobre todo, sobre el modo en que razonaba), y nos muestran las diferencias que lo separaban de muchos de sus pares. En primer lugar, y contra lo que pensaban y piensan muchos doctrinarios, Alberdi no veía al constitucionalismo como un modelo que se adoptaba de una vez y para siempre. Por el contrario, él consideraba que el derecho evolucionaba -como debía evolucionar- con el paso del tiempo, y que por lo tanto estaba destinado a cambiar periódicamente. En segundo lugar, Alberdi entendía que las grandes estructuras institucionales debían ordenarse conforme a ciertas finalidades, que se definían –como debían definirse- a partir de los grandes dramas y desafíos de la época (y no desde las ambiciones propias del fugaz momento). El punto es también importante, entre otras razones, como forma de enfrentar a los liberales y conservadores de hoy, habitualmente empeñados en volver al pasado: si alguien quisiera “volver el reloj atrás” para decirnos que hay que recuperar el modelo de organización económica que Alberdi defendía en su tiempo (“volver a la Argentina próspera de fines del siglo XIX”), el propio Alberdi podría encargarse de refutarlo. Y es que, como fue dicho, Alberdi rechazaba –como rechazaría hoy- la opción de volver, política o económicamente, la historia hacia atrás. Se trataba, más bien, de repensar la organización política y económica a partir de los nuevos dramas y desafíos del tiempo. Hoy, quizás –me aventuraría a decir- ese drama a afrontar sería el de la desigualdad -el mal contra el cual habría que dirigir todas las energías institucionales.

Finalmente, el párrafo inicial revela otra clave crucial del pensamiento alberdiano. Ésta es, que a los fines de proteger ciertos derechos que valoramos (como forma de poner freno a ciertos males de la época), no es necesario llenar a nuestros textos legales de más y más derechos, ni a nuestros discursos de proclamas sin apoyo: lo que debe hacerse es pensar qué arreglos institucionales (relacionados, sobre todo, con la organización del poder) resultan indispensables para hacer efectivos los derechos con los que estamos comprometidos. Adviértase la fenomenal diferencia entre este criterio y el que ha predominado en las últimas largas décadas, entre políticos y constitucionalistas. Nos acostumbramos, en todo este tiempo, a proclamas y escritos sobre los “nuevos derechos” que resultan luego, sistemáticamente, negados en la práctica: la política siguió en manos de una elite -con caras renovadas pero elite al fin- mientras que las Constituciones se tornaron pesadas de tantos derechos nuevos, que luego fueron olvidados en la práctica (o es que alguien vio concretadas las proclamas constitucionales sobre control obrero de la producción empresaria; colaboración en la dirección de las fábricas; participación en las decisiones fundamentales de la política?). Alberdi, por ello, propuso pensar la cuestión del modo opuesto: porque consideró que importaban ciertos derechos, procuró diseñar una organización del poder capaz de hacerlos efectivos (en su momento, y conforme a su ideario liberal-conservador,  propuso limitar el poder mayoritario para resguardar los derechos de propiedad).

El modo alberdiano de pensar el derecho resulta particularmente productivo en tiempos electorales. Quienes reivindicamos la participación popular y la inclusión social, deberíamos sospechar, por caso, de quienes proclaman la democracia política mientras desde el poder se ocupan de concentrar la toma de decisiones en una o pocas personas; hablan de la participación colectiva, mientras establecen alianzas con todas las oligarquías locales; dicen propiciar la justicia social mientras hacen negocios con la elite económica dominante (i.e., minera, petrolera o del juego); o defienden el control popular del poder, mientras desde el poder destruyen todas las instituciones encargadas de hacerlo posible.



17 comentarios:

GC dijo...

"Porque declarar la libertad, no es constituirla. No se trata de declarar derechos que nadie niega; sino de constituir hechos, que nadie practica. No es cuestión de 'libertad escrita', es cuestión de 'libertad real'. La libertad que no es un 'acto', no es 'libertad': es una voz del diccionario de la lengua; un sonido que vive en el aire y muere en el aire."

JBA en Peregrinación de Luz del Día.

rg dijo...

buenísimo

Anónimo dijo...

Brillante cita

Anónimo dijo...

"(...) El fin de la revolución estarà salvado con establecer el origen democratico y representativo del poder, y su caracter constitucional y responsable.
en cuanto a su energìa y vigor, el poder ejecutivo debe tener las facultades que hacen necesesarios los antecedentes y condiciones del paìs y la grandeza del fin para que es instituido.
De otro modo, habrà gobierno en el nombre, pero no en la realidad; y no existiendo gobierno, no podrà existir la constituciòn, es decir, no podrà haber ni orden, ni LIBERTAD, ni confederaciòn argentina(...) Capitulo 25 las bases de Alberdi-
LA CLAVE DEL ORDEN.
RP

Anónimo dijo...

¿La organización del poder no depende del acuerdo político? Si partimos de que nos gobiernan elites, ¿cómo explicamos lo que pasó con los partidos? ¿Cómo explicamos la existencia de frentes, de cambiemos? ¿y los pasos de nuestra izquierda?
La conclusión, no fundamentada en tu texto, de que nos gobiernan elites desplaza del horizonte institucional la posibilidad de un acuerdo político y pone en su lugar la participación pública y ciudadana. Nos recuerda el que se vayan todos de manera sesgada: como si ello no hubiera sido también la crisis de los acuerdos políticos y una crisis política. ¿Se puede destituir así el acuerdo político como algo posible y al mismo tiempo admitir su crisis? Llevándolo al extremo: ¿se puede programar una política sin políticos y al mismo tiempo considerar (como hecho) que la política está en crisis? ¿No es una contradicción? ¿La política está en crisis? Si la respuesta es sí, ¿por qué haría falta responder a esa pregunta recurriendo a la participación ciudadana como actor ahistórico y ajeno a estas circunstancias?

Anónimo dijo...

¿La organización del poder no depende del acuerdo político? Si partimos de que nos gobiernan elites, ¿cómo explicamos lo que pasó con los partidos? ¿Cómo explicamos la existencia de frentes, de cambiemos? ¿y los pasos de nuestra izquierda?
La conclusión, no fundamentada en tu texto, de que nos gobiernan elites desplaza del horizonte institucional la posibilidad de un acuerdo político y pone en su lugar la participación pública y ciudadana. Nos recuerda el que se vayan todos de manera sesgada: como si ello no haya sido también la crisis de los acuerdos políticos y una crisis política. ¿Se puede destituir así el acuerdo político como algo posible y al mismo tiempo admitir su crisis? Llevándolo al extremo: ¿se puede programar una política sin políticos y al mismo tiempo considerar (como hecho) que la política está en crisis? ¿No es una contradicción? ¿La política está en crisis? Si la respuesta es sí, ¿por qué haría falta responder a esa pregunta recurriendo a la participación ciudadana como si fuera un actor ahistórico y ajeno a estas circunstancias?
Las paritarias se pusieron en marcha nuevamente en 2003... ¿los países en los cuales los obreros conquistaron su participación en las ganancias... lo hicieron durante crisis institucionales y bajo recetas de organismos de crédito internacionales? ¿No importaron la condiciones político-institucionales para la conquista de ese derecho?

rg dijo...

jaja, decís cualquier cosa: exactamente contra lo que decis, las experiencias españolas se explican JUSTAMENTE porque nos gobiernan elites. y no es una conclusion la mia¡ es una descripcion¡ y no desplaza de ningun horizonte nada. justamente, madrid y barcelona son buenos ejemplos: la crisis hace posible y motiva un cambio¡ la relación crisis y participación tiene 2000 años de historia, revisá un poquito las notas

Anónimo dijo...

"ese drama a afrontar sería el de la desigualdad" no estoy muy seguro de que la desigualdad sea el problema principal que tenemos. creo que hay un equilibrio que encontrar entre generacion de riqueza suficiente e igualdad. en un pais con un pbi/habitante de unos 10000 usd/año, la igualdad es algo distinta que en usa o europa, con un pbi/habitante cuatro o cinco veces mayor. corea del norte debe de ser uno de los paises mas igualitaros de la tierra (si sacamos la aberracion estadistica de algunas docenas de dirigentes) pero eso no hace que la calidad de vida de los pobres de corea sea mejor que las de los pobres de alemania, que tienen mas acceso al poder y al consumo.
el punto donde la desigualdad se vuelve clave es el politico: cuando la desigualdad permite comprar no bienes de consumo (o incluso bienes de capital) sino poder politico: establecimiento de rentas extraordinarias mediante monopolios, compra de funcionarios, establecimiento de leyes para acentuar la desigualdad, etc. pero eso se regula con medios economicos y politicos, si hay la voluntad de hacerlo.

Anónimo dijo...

¿Madrid y Barcelona son ejemplos? ¿No son aliados de Podemos quien a su vez está estableciendo alianzas pragmáticas con viejos partidos pensando en gobernar España? Hechos.

Anónimo dijo...

En Barcelona y Madrid ganó Podemos y un partido (ciudadanos o algo así) que estaría dispuesto, este último, a hacer alianzas con Rajoy para "organizar su poder". También Podemos tejería alianzas con otros partidos o frentes del centro y demostraría el mismo pragmatismo que llevó a Tsipras al gobierno de Grecia. Hechos de una crisis política y social. Un acuerdo político en los hechos. La participación y la crisis tiene mucha historia, lo que nos deja perplejo de tu planteo es cómo sacás a la política y a los políticos de la participación pública.

rg dijo...

nada que ver. lee un poco y volvemos a hablar

Anónimo dijo...

Podemos, IU, ICV-Euia, Procés Constituient, Equo, Anova, Espazo Ecosocialista, y más... "Somos partidarios de buscar pactos lo más estables posibles, por el bien de la gobernabilidad de la ciudad. Se ha avanzado, pero todavía no hay cosas concretas”, (Colau). Además Colau ha asegurado que “con el PSC están abiertas todas las posibilidades, pactos más puntuales o más estables”. (Fuente: La Marea).
Un ojo también en la calle, decía Goethe.

martha casas dijo...

Haceun tiempo, cuando comenzaba internet en la argentina existía unforo,lista de distribucion en la uba. El foro de filosofía. EL nivel de agresion, vedetismo, insultos era atroz. Pero en medio del debate saltaban cosas que valian la pena. Uno de los debates: "Anarquía ya". Lo seguí, lo leí por curiosidad, les pregunté, que como era posible, si no era mas sensato el gradualismo almodo del socialismo democrata, tan en boga en aquel momento. La respuesta que me dio un filósofo, educado, con mucha consideración de su parte fue para mi como un relampago en medio de la noche, que lo ilumina todo. Lo argumentó pero recuerdo mas o menos esto: Los políticos siempre negocian con el poder y siempre es a espaldas del pueblo. Por ende: anarquía ya.
Me sonó muy bien pero sin embargo: como implementarlo?
Años después vino la wikipedia que es todo un fenómeno por sí mismo y entonces yo comienzo a albergar esperanzas.
La elite politica es cuestionable en muchos sentidos pero aqui enla argentina es de lo peor y sobre todo la peronista, que concibió la carrera política como un medio de ascenso social para sectores medios con mucha ambicion pero carentes de la pertenencia social y el capital que se requiere en estas cuestiones... Les vendieron a las clases populares un discurso sin corazón y sin pasión, vacío, una renuncia total a la utopía que cambiaron por un chori y un plan social.... a cambio del nivel de vida opulento propio de las clases altas, a la que ellos no pertenecen ni lo harán nunca,...aunuqelo resientan, pero eso es otra historia ¿no? estos peronistas,...no aquellos, los de los setentas o muchos de ellos que quizás se largarían a llorar al verlos si pudieran verlos.
Y recuerdo en este preciso momento en una oportunidad, uno de esos militantes, preso por muchos años por causa de su militancia -y peronista- me regaló un viejo prendedor socialista con un clavel rojo como insignia de alla, de principios de siglo, y se largo a llorar y me dijo, ustedes lo merecen nosotros ya nos hundimos,...Eran tiempos de menem.

Se me hizo largo,.... es lahora. En sintesis...no nos vendan mas historias por favor

saludos

Anónimo dijo...

Cuando hablamos de pueblo siempre usamos una categoría eminentemente histórica y reducida a lo dado. Por eso hasta el más individualista puede hacer uso de esa categoría y decir que los políticos negocian con el poder "a espaldas del pueblo". Son expresiones que callan a los pueblos, los piensan como algo estático que en algún momento resurge del subsuelo y, sobre todo, como algo que no es complejo. Recordar que el resurgir del subsuelo era la mirada liberar que se tenía el siglo pasado sobre el pueblo. Nuestras sociedades son complejas. Cualquiera puede escribir que los planes sociales son chori y bombo, pero nadie le dedicará sus lecturas a eso. La Asignación Universal por Hijo rompió el círculo vicioso del economicismo (gradualismo, gasto público, déficit fiscal, crédito internacional) en las medidas políticas de nuestros gobiernos. Que haya sectores de la sociedad, dirigentes políticos, representantes del mismo gobierno que la implementó, que no sepan qué hacer con esta una de las mejores medidas y solo se les ocurra gritar "trabajo, orden y deber", es otra cosa. El trabajo dignifica... También "la teoría". Es claro: necesitamos proyectos políticos para una sociedad compleja que no se reduce a "la argentinidad" o a "la cultura" o a "nosotros los más peores".

Anónimo dijo...

Cuando hablamos de pueblo siempre usamos una categoría eminentemente histórica y reducida a lo dado. Por eso hasta el más individualista puede hacer uso de esa categoría y decir que los políticos negocian con el poder "a espaldas del pueblo". Son expresiones que callan a los pueblos, los piensan como algo estático que en algún momento resurge del subsuelo y, sobre todo, como algo que no es complejo. Recordar que el resurgir del subsuelo era la mirada liberar que se tenía el siglo pasado sobre el pueblo. Nuestras sociedades hoy son complejas. Cualquiera puede escribir que los planes sociales son chori y bombo, pero nadie le dedicará sus lecturas a eso. La Asignación Universal por Hijo rompió el círculo vicioso del economicismo (gradualismo, gasto público, déficit fiscal, crédito internacional) en las medidas políticas de nuestros gobiernos. Que haya sectores de la sociedad, dirigentes políticos, representantes del mismo gobierno que la implementó, que no sepan qué hacer con esta una de las mejores medidas y solo se les ocurra gritar "trabajo, orden y deber", es otra cosa. El trabajo dignifica... También "la teoría". Esto: necesitamos proyectos políticos para una sociedad compleja que no se reduce a "la argentinidad" o a "la cultura" o a "nosotros los más peores".

Anónimo dijo...

anónimo 3:56: el pueblo, esa totalidad heterogénea y miscelánea, compleja según vos y que se yo que mas agregarle...imposible reducirlo a la figura de una voluntad individual, agrego yo, ese pueblo jamás se enteró,por ejemplo, del manejo de la deuda que se hizo dictadura mediante o bajo gobierno social democrata o gobierno popular. Tema que se debate post mas arriba... lo tuyo creo apunta claramente al recurso de la complejidad para dejar de hablar de un tema polemico. Digamos las cosas coo son:casta política en la argentina, elite privilegiada que va incluso por la ininmputabilidad plena.

No me vendan mas historias

marthacasas

ylo dejo aqui tambien . saludos

Eduardo Reviriego dijo...

¿El pueblo?: "Todo gobierno necesita hacer creer en algo. Hacer creer que el rey es divino, que es justo y que la voz del pueblo es la voz de Dios. Hacer creer que el pueblo tiene una voz o hacer creer que los representantes del pueblo son el pueblo. Hacer creer que los gobernantes están al servicio del pueblo. Hacer creer que todos los hombres son iguales o hacer creer que no lo son." "(...) Así pues el éxito de un gobierno requiere la aceptación de ficciones, requiere la suspensión voluntaria de la incredulidad, requiere que nosotros creamos que el emperador está vestido aunque podamos ver que no lo está."
Edmund S. Morgan. La invención del pueblo.