5 jul 2020

De la serie cuentos de la pandemia. El Odio


Pienso. Pienso en una persona, llamémosle Jan. Pienso en Jan, el 28 febrero de1986. Pienso en Jan, el 28 de febrero de 1986, cerca de las 11 de la noche. Pienso en Jan en febrero, en esa noche de invierno, apostado junto al cine. Pienso en Jan maldiciendo, a la salida del cine, con el frío del invierno. Pienso en Jan, una noche precisa de febrero, dándose ánimos, pensando, diciéndose así: “nos odia, nos guarda rencor, cómo alguien puede tenernos tanto odio.” Pienso en Jan, una noche fría de invierno, junto al cine, por vigésima vez palpándose la cintura. Pienso en Jan, una noche precisa de febrero, nervioso, asegurándose, por vigésima vez, que el arma todavía está ahí, con él, a la salida del cine. Pienso en Jan, un 28 de febrero, deteniendo su mano sobre su Mockjärd, asegurándose que está ahí, que el arma sigue ahí. Pienso en Jan, precisamente un 28 de febrero, cerca de las 11 de la noche, junto al cine, respirando agitado, una noche de invierno. Pienso en Jan, esa noche, mirando su reloj, diciéndose por dentro “ya es hora”. Pienso en Jan en febrero, en una noche precisa, a mitad del invierno, recordando a quien será su víctima. Pienso en Jan dándose fuerzas, parado cerca de la salida del cine (hacía frío). Pienso en Jan, esa precisa noche de febrero, cerca de las 11 de la noche, pensando sobre quien será su víctima, diciéndose “cómo puede estar tan lleno de rencor,” “cómo una persona puede tener tanto odio”. Pienso en Jan, una fría noche de invierno, precisamente el 28 de febrero de 1986, recordando a quien será su víctima: Olof. Pienso en Jan, cerca de un cine ubicado entre las calles Sveavägen y Tunnelgata, en una noche de invierno, pensando en Olof, y diciendo “ya es hora”, temblando. Pienso en Jan, palpando su arma (una Mockjärd) sobresaltado, en una fecha precisa (el 28 de febrero de 1986), porque advierte que la gente comienza a abandonar la sala de cine (respira nervioso). Pienso en Jan, transpirado, porque quien será su víctima, Olof, todavía no sale (hacía frío, es invierno). Pienso en Jan, transpirando nervioso, porque ahora sí lo ve, temblando porque allí lo ve, a Olof, quien será su víctima. Pienso en Jan, tembloroso, nervioso, transpirado, buscando la certeza de su pistola Mockjärd, una noche precisa de invierno. Pienso en Jan, un 28 de febrero de 1986, empuñando su Mockjärd, junto a un cine ubicado entre las calles Sveavägen y Tunnelgata, luego de las 11 de la noche (era invierno). Pienso en Jan, una noche de invierno, que ahora sí ve salir a Olof del cine, junto a su mujer: van ellos dos solos, sin custodia, caminando de regreso a su casa. Pienso en Jan, en una fecha y hora precisas -el 28 de febrero de 1986, a las 11 y 20 de la noche- desenfundando disimuladamente su Mockjärd, tembloroso. Pienso en Jan, en una fría noche de invierno, a la salida del cine, acercándose a Olof, nervioso, transpirando, con su Mockjärd desenfundada, ya en mano (tenía frío, respiraba inquieto). Pienso en Jan, un viernes 28 de febrero de 1986, con su pistola Mockjärd en mano, acercándose lentamente a Olof, hasta situarse detrás de él, muy cerca de él, casi sobre su espalda (está nervioso, hacía frío). Pienso en Jan, cerrando los ojos, ese viernes de invierno -una fecha y una hora precisas, cada vez más precisas- asombrado por cuánto odia Olof (Jan se pregunta a sí mismo, por última vez, para darse ánimos: “cuánto rencor puede guardar una persona,” “cuánto odio puede acumular”). Pienso en Jan, transpirado, en una noche fría, el arma en la mano, junto al cine, detrás de la espalda de quien será su víctima. Pienso en Jan, en una fecha y hora muy precisas -el viernes 28 de febrero de 1986, a las 11 y 21 de la noche- junto a un cine ubicado entre las calles Sveavägen y Tunnelgata, cuando dispara a quemarropa su Mockjärd, contra la espalda de Olof, quien camina, sin custodia, junto a su mujer, de vuelta a casa. Era invierno, y hacía mucho frío.

4 comentarios:

Sebastián L. Teodori dijo...

Y ahí empezó a morir la socialdemocracia??

Armando dijo...

Leí el cuento hace unos días y me dejó pensando en lo que siempre se dice: a través del arte se pueden ahorrar muchas palabras. La imagen del asesino concentrado en el odio de su víctima ( justo esa víctima ) reapareció hoy, cuando la palabra odiador ( Borges diría que suena horrible ) brotó por todos lados. El ritmo del texto es el de un poema. Jorge Aulicino, seguro que lo sube a su blog Otra iglesia es imposible

Armando Borgeaud

rg dijo...

gracias armando, sí, por ahí iba la cosa

Ricardo F. dijo...

Olof no pudo eludir su cita con Jan, tal vez no supo. Desoyó el aviso que le hubiera permitido burlar el encuentro con Jan. Tenía tantos enemigos que a Jan le adjudicaron todas esas identidades que al final resultó ninguna. Era un blanco móvil, vivía bajo la amenaza de recibir un atentado. Al licenciar a su custodia quedó a merced de la furia de Jan. No lo vio venir. Fue advertido de su cita con Jan. No tenía programado asistir al cine, desechó sus planes. No era en principio su voluntad, adoptó la agenda de los otros, alteró el curso de su día. En última instancia, al salir del cine, le pidieron que tomara un taxi de regreso a su casa. Fue en vano, prefirió volver caminando junto con su esposa en la fría noche de Oslo, como otras veces en otros tiempos, jóvenes, libres y despreocupados con toda la vida por delante, ignorante que la muerte le acecharía por la espalda, certera y cobarde.