21 dic 2008

La distancia que nos separa de Scott Mainwaring





Leo un reportaje hecho por el amigo Fabián B. a S.M., que me ayuda a reconoer la distancia que me-nos separa de alguno de estos colegas politólogos -y eso que el tipo es de lo más interesante, progre y "diferente" que hay, en la C.P. norteamericana. A pesar de los matices que agrega, en el discurso de colegas como S.M. aparecen constantes como las que se advierten en este reportaje:

1) El tema del derecho, en general, ocupa un lugar pequeñito, y los derechos sociales, en particular, aparecen como derechos de segunda. En este caso, más precisamente, la calidad de la democracia se tiene que definir de modo independiente de la satisfacción de los derechos sociales (pero es dependiente, en cambio, de la satisfacción de los derechos tradicionales o "negativos").
* Desacuerdo total. Por un lado, resistimos ese remanente de indiferencia hacia el derecho. Por otro lado, y como decimos siempre, tales derechos están en un pie de igualdad con los "negativos," y si lo que tenemos que evaluar es la calidad de las democracias de los países más débiles, el tema de los derechos sociales debería ser prioritario y no, dudoso, o secundario.

2) El presidencialismo, ya quedó claro, no es un problema: no ven que los gobiernos latinoamericanos están durando?
* Mal, mal Scott. No sólo que países como la Argentina, Ecuador, etc., siguen mostrando la dinámica de presidencialismo que no da salidas, potencia entonces las crisis de confianza, alienta la inestabilidad (que, en estos casos, no está terminando en golpes de estado), sino que los males del presidencialismo se expanden -como siempre- sobre muchas otras áreas, incluyendo -como decimos siempre también- la degradación del debate público, y un aliento a la práctica antidemocrática de la concentración del poder.

La entrevista acá

Las partes que más me interesaron de la entrevista, acá abajo:

Pregunta: Pero ¿qué pasa con las "libertades positivas"; es decir, con la capacidad de la democracia de cumplir con las promesas o aspiraciones vinculadas con la igualdad y el bienestar de la mayoría?

Respuesta: Cuando la pobreza es muy profunda, afecta la capacidad de la gente de entrar en la vida política, sin dudas. Limita la capacidad de la gente de lograr y de ejercer su propia ciudadanía. Pero no estoy seguro de que deba medirse la calidad democrática con esos parámetros, que están asociados a ella pero que no le son consustanciales. Lo que no significa dejar de reconocer que los temas sociales -o sea, pobreza y desigualdad, sin duda tienen una incidencia fuerte en la calidad de la democracia.

Pregunta: ¿Cómo limitar las facultades excesivas de los presidentes y no afectar la gobernabilidad democrática?

Respuesta: Es una gran cuestión, pero no veo por qué deba darse esa opción necesariamente. Tenemos casos como Brasil o Chile, donde los presidentes tienen facultades constitucionales fuertes y estos han respetado las reglas formales de juego. El mayor problema es cuando se viola la Constitución, o se gobierna al margen de la Constitución. El presidencialismo no es en sí mismo el problema; ha mostrado funcionar relativamente bien en América latina, contrariamente a lo que muchos creían o a lo que ocurría en otras épocas. El régimen presidencialista tiene sus riesgos y sus ventajas, por supuesto. Pero lo importante es si se respetan o no plenamente las reglas del juego.

12 comentarios:

Camila dijo...

Ciertamente la distancia es significativa por eso prefiero comentar intentando dar una respuesta desde a quien él considera un maestro, según la entrevista, que al mismo tiempo explica los posibles por qué de tal distancia…

Creo que el mismo GOD le respondería que los estudiosos de los procesos de democratización en América Latina “estamos todavía atrapados por el espíritu de una época (…) creemos que la democracia, aún en su versión relativamente modesta de democracia política o poliarquía [sugiero ver Dahl para una mayor comprensión de los límites que implica] es inmensamente preferible a los regímenes autoritarios que la precedieron (…) Cualquiera fuera la idea de democracia que cada uno tenía de lo que era la democracia, estaba claro que implicaba deshacerse de los regímenes autoritarios e impedir que resurgieran”. Pero al mismo tiempo le diría “precisamente porque los valores que inspiraron la demanda de democracia son tan importantes hoy como antes” el presente requiere estudiar “la calidad, en algunos casos muy pobre, de la vida social [de la democracia y] “la mejora de esta calidad depende en gran parte del realismo con que entendamos la situación pasada y presente en cada caso”. Le diría que consiste en redefinir el contenido mismo de la democracia así como las dimensiones relevantes y que exige avanzar hacia una noción de democracia que no debe acotase a la de régimen democrático. Aún sin mayores precisiones al respecto, le diría que “si [la democracia] no fuera además una apuesta a favor de la dignidad y la autonomía del individuo carecería de la extraordinaria fuerza moral que ha evidenciado tantas veces en la historia”.

rg dijo...

si, no? pero ojo que yo creo que lo que dice Scott lo dice G.O.D.
Es decir, Scott se preocupa de la calidad de la democracia, como G.O.D., y del absoluto descuido que muestran las democracias latinoamericanas sobre cuestiones de derechos, y ve los excesos del presidencialismo como problemas. Mi punto tiene que ver con lo resistente que son a equiparar ders.sociales con los ders. negativos tradicionales, y lo limitado de su critica al presidencialismo

Camila dijo...

Estamos de acuerdo, tiendo a pensar que la lógica que explica eso parte de la cita inicial que hago de GOD sobre que han quedado atrapados por el espíritu de una época, en donde se partía de la definición de Dahl sobre poliarquía que ciertamente no reconoce derechos sociales sino que todo pasa por los derechos civiles y políticos relativos a las elecciones, ello para diferenciar a las democracias de la transición que se daba en América Latina, lograda la poliarquía luego seguiría la estabilización de la democracia y consolidación de la misma. Incluso esa es la lógica con la que define SM la calidad de la democracia. La preocupación por la pobreza y la desigualdad, no es por su contenido social sino porque puede dar lugar a particularismos, populismo, clientelismo que para ellos se muestran contrarios a elecciones libres y limpias, y a libertades de expresión y alternancia en el jugo político, es decir lo ven desde un lugar de corrupción y no desde una problemática social… En esa lógica me parece que no les importan en mayor medida los problemas del presidencialismo, en la medida en que las crisis se resuelvan dentro de formas constituciones y no a través de un golpe de estado. La importancia que concede a que no haya más golpes de estado a lo inédito que para él constituye ese hecho... Los ejes de la nota me parece que reflejan esa lógica.

rg dijo...

sip, tenes razon

Heber Joel Campos dijo...

No entiendo en la entrevista SM dice que no hay problema con el presidencialismo en la medida que se respeten las reglas de juego. Pero si justamente de eso se trata de que las reglas de juego, (es decir las reglas que consagran la concentración del poder en el ejecutivo y dentro de él en una persona, el Presidente) perviven una situación que es contraria a los canonces de una democracia constitucional, desde un punto de vista epistemico. Y eso no sólo desde una mirada politológica sino cultural. En aquellos países donde el presidencialismo esta muy acendrado se afirma tb la imagen del Presidente como referente o icono de la democracia, y sobretodo la idea de que la politica depende de una sola persona, y no, como debería de ser en una democracia de ciudadanos, de todos, de multiples y distintas maneras.

un abrazo

Heber Joel

rg dijo...

claro, lo que supongo quiere decir es que mientras el presidente no se exceda procedimentalmente (por ejemplo, arrogandose funciones que el legislativo no le concedio) no hay nada de que quejarse

Heber Joel Campos dijo...

lo cual supone una visiòn bien triste de la polìtica. El presidencialismo fuerte hace mucho daño, insisto. Puede darte estabilidad a corto plazo, pero a la larga genera incentivos profundamente negativos para la democracia. Uno de ellos desvincular a los ciudadanos de la vida pùblica. Agudizar el hiato represetantes/representados, y sobretodo jugar todas las fichas a una sola instituciòn, a una sola persona. En casos como esos habrìa que ir a las elecciones con el rosario en la mano porque si el tipo al que elegimos (el cual elegimos por bueno) a la larga no era como pensabamos pues resulta que todos corremos la suerte de aquel, y no podemos hacer nada. Mal muy mal¡¡¡

rg dijo...

si, escribile y pasale el caso de peru, ya que siempre anda mencionando a costa rica y uruguay. yo le paso el de aca

Heber Joel Campos dijo...

vale lo harè. Pero justo en el Perù el año pasado un aigo publico un libro que incluso gano el premio nacional de ensayo, llamado "en busca de un rey" que aborda el tema del presidencialismo desde una perspectiva històrica. La tesis del libro es interesante, sostiene que el presidencialismo tal como ha sido entendido (y vivido en el perù) ha devenido en una continuaciòn (ideològica) de lo que era en su momento el virrey en la colonia. Y vaya que no le falta razòn. Igual el libro es buenisimo, cuando tenga la oportunidad de visitarte (si no vienes antes por aquì) te lo paso. Sè que te va interesar el libro.

un abrazo

sl dijo...

Llego un poquito tarde a este debate, pero llego felizmente. Roberto, yo creo que SM habla desde una perspectiva metodológica. El parte del concepto de poliarquía, e intenta hallar un concepto de calidad de la democracia que esté vinculado, de algún modo, al régimen de acceso al poder. En la misma línea van los trabajos de Pérez Liñan y Altman (2002) y Levine y Molina (2008), que me parecen los mejorcitos en lo que atañe a la calidad de la democracia. Ellos miden cososas como "el grado de competitividad entre partidos", el grado de "participación electoral" y no electoral, el grado de efectividad de los derechos civiles y políticos (que forman elementos definitorios del concepto de poliarquía). Si les preguntas por qué no meten a los derechos sociales, te dirán que son importantes, pero mejor mantenerlos separados del concepto de calidad de la democracia para así ganar en parsimonia y eventualmente estudiar las asociaciones empíricas entre la calidad de la democracia y la efectividad de los derechos sociales.
Más que dejen afuera a los derechos sociales, a mí me preocupan otras cosas de esta visión de la calidad de la democracia. El problema más grave que le veo es que parten de una concepción pluralista de la democracia, y entonces se fijan en cosas que otros democrátas -que parten de una visión deliberativa, por ejemplo- no se fijarían, u omiten dimensiones importantes. Así, por ejemplo, toda la cuestión de la financiación de la política queda afuera de este debate. Queda afuera la cuestión de la organización de los medios de comunicación, o la regulación de la publicidad oficial. Queda afuera la cuestión del tipo de régimen (presidencialismo o parlamentarismo), y la justicia constitucional.

rg dijo...

ta, interesante como siempre lo que decis. pero los dos temas estan vinculados, porque poliarquia, menos interes en el tipo de cuestiones que mas le interesan a uno, y que mas uno cree que merecen atencion

sl dijo...

de acuerdo.