31 may 2010

Piñera y la Concertación, por Carlos Peña



A ras de suelo
(link, acá)

Carlos Peña

Hay pocas coaliciones políticas que hayan tenido tanto éxito como la Concertación; pero también hay pocas que se hayan mostrado tan desorientadas luego de perder una elección.

Y el resultado está a la vista.

La última encuesta Adimark muestra que más de la mitad de la ciudadanía -un 54% nada menos- desaprueba su desempeño.

Los motivos sobran.

Desde luego, la Concertación parece hoy más interesada en defender sus logros que en plantear alternativas de futuro. Los ex Presidentes -a juzgar por sus reuniones y sus declaraciones- tienen un ánimo más testamentario que contractual; parecen más empeñados en asegurar su memoria que en ganarse la confianza ajena; más entusiasmados en litigar por lo que hicieron o dejaron de hacer, que por imaginar lo que viene. Por momentos recuerdan a los funcionarios de la dictadura que para consolarse de la derrota pedían defender la obra del régimen.

Mala cosa. La política consiste en tratar de conducir la historia, no en dar empujones para escribirla.

Un reflejo de lo anterior -esa irrefrenable nostalgia por el pasado inmediato- es la competencia interna en cada uno de los partidos. En todos ellos -no vale la pena engañarse-, la renovación es sólo aparente. Tras cada uno de los candidatos, en cada uno de los partidos, parece haber un prócer teledirigiendo la operación. Es que los viejos dirigentes releyeron a Lenin: a veces hay que simular una derrota para evitar ser derrotados de veras.

A lo anterior se suma la sorprendente falta de ideas.

La mejor prueba fueron las reacciones frente al discurso del 21 de mayo. Los viejos tics ideológicos de la derecha -desde la concepción del sistema escolar como un mercado de escuelas a la idea de que las garantías constitucionales son ventajas para quienes delinquen, pasando por la afirmación retórica de la familia- no merecieron ninguna, o casi ninguna, crítica razonada de los intelectuales o dirigentes de la Concertación. La vinculación del sistema escolar con la experiencia ciudadana; el fortalecimiento de las reglas del Estado de Derecho más allá de todo cálculo; la atención a la diversidad familiar en vez de su afirmación puramente verbal -es decir, los temas históricos del progresismo-, brillaron por su ausencia.

Y ya en el colmo, se insinuó incluso que el discurso de Piñera no hacía más que recoger los temas que había impulsado la Concertación. Increíble. Fue como un Edipo transformado y redivido: la necesidad irrefrenable de identificarse con el vencedor.

En suma, la Concertación no muestra ni preocupación por el futuro (si la tuviera, no serían los ex Presidentes los dueños de la escena); ni ánimo de incentivar la competencia (más bien se muestra interesada en rehuirla); ni espíritu crítico (o ideas que lo alimenten).

En una palabra, está en el suelo. No parece tener ni siquiera el instinto de sonámbulo que es tan imprescindible para los malos momentos.

Y el problema, claro está, no es sólo de la Concertación sino del conjunto del sistema político.

Después de todo, una de las ventajas de la democracia -enseña Popper- es que hace del espíritu crítico, es decir, de la contraposición de ideas y de puntos de vista, un método para la adopción de decisiones. Y así las decisiones -una vez que pasan la prueba de la confrontación- son menos falibles. Pero si una de las partes renuncia a las ideas, o se identifica a la primera de cambio con el adversario, la confrontación desaparece, y entonces las ideas que circulan en el espacio público pierden la preciosa oportunidad de confrontarse con otras y la racionalidad de la democracia se deteriora.

Eso es más o menos lo que puede pasar si la Concertación y sus dirigentes olvidan que uno de los deberes de la oposición no es defender la dignidad del pasado o mantener una lealtad perruna con lo que alguna vez se hizo -si fue bueno se defenderá solo-, sino tener ideas para alimentar el espíritu crítico y voluntad, o determinación, que es lo mismo, para empujarlas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante: la Concertacion chilena peco por "consensualista", endogamica y poco proclive a realizar gdes cambios... justo lo contrario que vemos en el gobierno de Cristina F. de K, quien parece pecar por lo contrario.
Recomiendo una nota de Martin Kohan en Perfil: http://www.perfil.com/contenidos/2010/05/29/noticia_0006.html
Marcelo

Ignorante dijo...

Perdon por mi ignorancia, pero hago una pregunta para ir resolviendo ese problema. Popper es un antecedente de la democracia deliberativa? Tienen algo que ver? Gracias.

Anónimo dijo...

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-146740-2010-06-01.html

te dejo la nota de sebastian de hoy en pagina por si no la viste, ta buena, para mi.
saludos
martin

rg dijo...

no la vi, ahora la leo, gracias, justo ando escribiendo sobre lo mismo, a ver que dice