De la amiga Diana Kordon, de Plataforma 2012, un excelente texto publicado hoy
(y agrego un reportaje a la sociólogo Alicia L., también interesante y sobre el mismo tema, acá: http://www.elpais.com.uy/suplemento/economiaymercado/la-gente-quiere-algo-mas-que-decidir-entre-candidatos-y-listas-electorales/ecoymer_675152_121112.html)
Hay momentos en los que la contundencia de los hechos sacude relatos enmascaradores. La presencia masiva de hombres y mujeres de diversa extracción social en las calles, dispuestos a no delegar protagonismo sino a hacerse escuchar, portando creativas y ocurrentes pancartas con demandas sectoriales o generales, de evidente confección doméstica, nos interpela.
(y agrego un reportaje a la sociólogo Alicia L., también interesante y sobre el mismo tema, acá: http://www.elpais.com.uy/suplemento/economiaymercado/la-gente-quiere-algo-mas-que-decidir-entre-candidatos-y-listas-electorales/ecoymer_675152_121112.html)
Hay momentos en los que la contundencia de los hechos sacude relatos enmascaradores. La presencia masiva de hombres y mujeres de diversa extracción social en las calles, dispuestos a no delegar protagonismo sino a hacerse escuchar, portando creativas y ocurrentes pancartas con demandas sectoriales o generales, de evidente confección doméstica, nos interpela.
No es un dato menor el pasaje de la expresión de
vivencias de irritación, enojo, desencanto, del ámbito privado a la presencia
colectiva en la escena pública. Se cuestionaron contenidos y formas en la
acción de gobierno. Inflación, inseguridad, corrupción, impunidad, no
re-reelección, entre otras, constituyen legítimas demandas de contenido. El
clima emocional y las banderas argentinas daban cuenta del deseo de conformar
un espíritu de conjunto. Pero además el estado de ánimo tuvo un fuerte
componente de hartazgo hacia las formas. La soberbia y el maltrato del
Gobierno, que exige subordinación complaciente, acatamiento y obsecuencia, es
fuente de la necesidad subjetiva de explicitar colectivamente el malestar, de
plantarse ante el arrollamiento y descalificación.
La campaña oficial desplegada en los días previos,
definiendo al pronunciamiento como destituyente o golpista, fue desmentida por
la naturaleza de los reclamos y la composición social mayoritaria de quienes
concurrieron. El carácter espontáneo de las voces y su heterogeneidad
demuestran que nadie puede arrogarse para sí la paternidad de la protesta.
Esto, a pesar también de las pretensiones de capitalización por parte de
sectores opositores de derecha, que se ubican en espejo respecto del oficialismo.
El Gobierno, mientras no afecta los intereses de las
grandes corporaciones y avanza en su escandaloso crecimiento económico como
grupo, utiliza el argumento de descalificar a las capas medias, sobre la base
del prejuicio, de la culpabilización, como si éstas fueran las responsables de
los padecimientos de los sectores más desprotegidos de la sociedad.
En su reacción posterior, la Presidenta de la Nación
parece seguir en la misma tesitura. Ninguna reflexión, ninguna autocrítica. El
Gobierno sólo inscribió los reclamos en una marcación de pertenencia: un
"ellos", los "otros" que no tendrían propuestas ni
representación. Efectivamente la pretensión de la jornada fue la protesta, y
ello en sí mismo sería un indicador para tener en cuenta, de alto valor
simbólico y de diagnóstico de situación.
Los negociados y la corrupción, las mentiras del Indec y
del costo de la vida, el trágico saldo de Once, los asesinados por la represión
a la protesta en los últimos dos años, la ley antiterrorista, el colapso del
sistema público de salud y la crisis educativa, las responsabilidades en el
embargo de la Fragata Libertad como parte de las hipotecas que aceptaron en
relación con la deuda externa son ejemplos de una acción de gobierno ciega al
carácter nacional y popular que el relato oficial proclama. Acción que tiene
continuidad de sentido en los acuerdos con ciertos sectores opositores con los
que se critican mutuamente, pero con los que converge muchas veces en la
práctica. Es el caso de la reciente sanción de la ley de las ART o de leyes en
la ciudad dirigidas a garantizar la especulación inmobiliaria.
Los caminos que asuman estas expresiones de descontento son hoy
impredecibles. Mientras tanto, surgen nuevas convergencias entre organizaciones
de trabajadores y de otros movimientos sociales que protestan y exigen en
defensa de sus derechos. La confluencia en la construcción de un entramado que
amplíe y profundice el protagonismo popular es una posibilidad y una necesidad.
2 comentarios:
Roberto: si elgobierno,como decís,no toca los intereses de las corporaciones,por qué la derecha no lo quiere? Por qué Grondona se le tira en contra?
Aníbal
porque tenes una idea muy extrana de derecha. para mi alperovich, insfran, urtubey son de derecha, ponele, y se llevan muy bien con el gobierno. berni lo mismo. boudou igual. timmerman, periodista de videla, tambien, aunque cacaree otro discurso. toda la gente de la afip, de afiliacion videlista, tambien lo es. de mendiguren tambien. y buena parte de la uia. y el sindicalismo menemista. quiero decir, hay parte de la derecha que no lo quiere, y parte de la peor derecha que trabaja con el gobierno.
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