13 oct 2019

Crónicas columbianas 3: Secta en naranja


Anoche terminé el día agotado, mareado. Así que, bien temprano, decidí salir a caminar, esta mañana de domingo, para quebrar una rutina que todavía no llego a establecer. Quiero despejarme andando junto al Hudson, sin nadie, nada que me perturbe. Mientras voy llegando, bajando las barrancas, veo un movimiento intenso, raro (aunque, a decir verdad, casi todo lo que veo por aquí me parece raro). En todo caso, lo raro de ahora es esto: un grupo grande de personas, en su mayoría chinos, se agolpan frente a la primera bajada de las barrancas. Remeras naranjas, banderas naranjas, gorras naranjas. Parece una secta y sus miembros actúan como si lo fueran, pero no. Simplemente otro grupo de locos, me digo. Me acerco un poco y busco leer lo que dicen sus remeras, los papeles que cuelgan de las mesas que han instalado: parece que es un grupo que “camina por el Alzheimer,” algo tan normal como eso. La demás gente que anda por allí (no se si los llamaría los “normales”: runners, maratonistas obsesivos, gimnastas ansiosos que miran su reloj digital o celular a cada rato, lectores tempranos que buscan un espacio verde) pasan junto al grupo, y pasan desapercibidos. Los de la secta, mientras tanto, se mueven en su propio mundo, detrás de los dos o tres líderes del grupo, buscando que llegue el resto, que se arme el conjunto, y que la actividad -vaya a saberse cuál- comience. Todos pasan, decía, y pasan desapercibidos. Sin embargo, cuando me acerco yo, que también quería pasar a través de ellos, sin que me noten, la cosa es distinta. Uy, me digo, porque lo advierto enseguida. Varios me saludan, algunos me sonríen, un hombre inclina su cabeza a mi paso. Qué les pasa conmigo? Una vieja se acerca, busca darme un abrazo. Me asusto un poco. Doy un paso atrás, apresurado. Querrán secuestrarme? Querrán que forme parte de la secta? (toman rehenes?). Ahí veo el problema. En mi mochila cuelga, todavía, el pañuelo naranja que traigo de la Argentina, el que pide la separación Iglesia y Estado. Ahí está la cuestión, ahí me percato. Espero salir de este lío. Ahora soy uno más de ellos.

5 comentarios:

Gonzalo dijo...

Todavía no usa celular, profesor?

Damian dijo...

Suerte que no llevas un lazo amarillo. Quizás algún tribunal constitucional te condene a 13 años de prisión

rg dijo...

los abogados de los independentistas presos me pidieron que los ayude con un amicus. si tengo tiempo escribo algo. por suerte ellos no son tan prejuiciosos

Anónimo dijo...

jaja buenísima

Anónimo dijo...

http://www.sinpermiso.info/textos/organizaciones-de-derechos-humanos-internacionales-denuncian-que-el-juicio-a-presos-politicos