3 nov 2007

El estado actual de la filosofía política, según Michael Walzer




(de su último libro, recién aparecido, “Thinking Politically”)

Pasé buena parte de los años 60 y 70 aprendiendo a “hacer” filosofía política, más que haciéndola, y Rawls y Nozick fueron mis dos maestros. Existía un grupo de discusión que se reunía cada mes durante todos esos años, en Cambridge y Nueva York, y que incluía, además de a los dos nombrados, a Ronald Dworkin, Tom Nagel, Tim Scanlon, Judy Thomson, Charles Fried, Marshall Cohen, y algunos más -un grupo de pares para la mayoría de ellos, una escuela para mí. En 1971, Nozick y yo enseñamos juntos un curso denominado “Capitalismo y Socialismo,” que fue un largo debate, de un semestre entero, luego del cual Nozick escribió su “Anarquía, Estado y Utopía,” y yo mi libro “Esferas de la Justicia.” Rawls, Nozick, Nagel y Dworkin fueron, según entiendo, quienes lideraron el retorno de los filósofos a los “asuntos públicos.” Para mí, en cambio, no era el retorno -yo nunca me había interesado en otra cosa. Pero hice el esfuerzo de escribir sobre política desde un punto de vista más filosófico. Creo que nunca alcancé a hacer filosofía realmente. No podía respirar fácilmente en el alto nivel de abstracción que los filósofos parecían requerir, y en donde todos mis amigos del grupo se sentían tan confortables. Y me ponía impaciente rápidamente con la apelación a nuevos ejemplos hipotéticos, como en un juego, yendo más y más allá del mundo en el que vivimos. Estaba escribiendo “Guerras Justas e Injustas,” a mediados de los 70, y mi intención de trabajar el argumento a partir de ejemplos históricos fue en parte una reacción contra los casos hipotéticos de mis amigos. El estado actual de la discusión filosófica, tal como lo ha criticado [Elizabeth] Anderson, tiene que ver con un alto grado de abstracción, muchos casos hipotéticos, demasiada distancia del mundo real.
El debate Rawls/Nozick, según pienso, había terminado bastante antes de la muerte de ambos. En el mundo filosófico, Rawls y los Rawlsianos ganaron decisivamente; en el mundo político, lamento decirlo, ganaron los Nozickeanos, pero no fueron los filósofos, sino los economistas, los que se deleitaron con la victoria. Y actualmente, las fuerzas no están en acción: considere qué poca crítica recibe el modelo de mercado desde la principal revista que surgió de nuestro grupo de discusión, es decir, de Philosophy and Public Affairs.
En un sentido, creo que el principal argumento que existe actualmente, o al menos el más central según mi opinión, aunque tenga algunas diferencias con él, surge del campo de los Rawlsianos: es el de aquellos que, como Thomas Pogge y Charles Beitz, tratan de extender los principos de la “Teoría de la Justicia,” y especialmente el principio de diferencia, a la sociedad global -un argumento que surge en debate con el propio Rawls, que resiste dicha extensión. De mi parte, creo que una crítica fuerte a las desigualdades globales, tanto como la idea de que estamos obligados a ayudar a los países más pobres puede derivarse de una explicación histórica acerca de cómo se ha ido desarrollando la economía global, y de aquello que Rawls denomina los “deberes naturales.”

6 comentarios:

Heber Joel Campos dijo...

Una pregunta que siempre me ha intrigado es la falta de sensibilidad -desden, ignorancia?- de nuestros constitucionalistas -me refiero a los constitucionalistas de América Latina- por la filosofía y la teoría general del derecho. Con contadas excepciones -Nino, Bernal Pulido, López Medina, Gargarella, etc, etc- la mayoría de ellos sigue estudiando y comprendiendo el derecho,y en especial el derecho constitucional desde una dimensión meramente positivista. Cuando se les inquiere al respecto responden: es que una cosa es el derecho, y otra muy distinta la filosofía. Sus discusiones habituales son del tipo: puede la administración pública realizar el control difuso?, procede el amparo contra el amparo?, debe el Consejo de la Magistratura motivas sus resoluciones?
La enseñanza legal de nuestros países frustra muchas veces por este tipo de supercherías, vocaciones y carreras que en ottras circunstancias hubieran florecido plenamente.

beto dijo...

Concuerdo con la idea de que, a veces, el uso de casos hipotéticos, le resta poder persuasivo a la filosofía política, simulando un juego jamás jugado. Ahora bien, es un bello ejercicio jugar a estar en circunstancias irreales, delirantes o absurdas e intentar, desde ahí, jugarse por una opción y argumentarla. Pero, en general, nuestra vida está llena de ejemplos que pueden ser un bello objeto de estudio.

saludos por el blog. sencillamente magistral. desde chile se agradecen estos aportes a la discusión.

rg dijo...

de acuerdo con lo que decis beto. y joel, si, me ha pasado siempre lo mismo, gente diciendo, descalificatoriamente "pero eso no es derecho, es filosofia." me paso no hace tanto, en un congreso de derecho constitucional, con viejas (y yo diria algo lamentables) viejas glorias del derecho constitucional argentino. luego de mi charla, que me consta que no fue mala, que le intereso a muchos, hablaba una de estas viejas glorias que dijo, al abrir su discurso, a continuacion del mio: "bueno, ahora vamos a hablar un poco de derecho."

Esculapio dijo...

Aún cuando la filosofía pueda ser inaccesible para el común de la gente en cuanto diciplina académica, pienso que filosofar, como hablar, abstraer y calcular es una actitud común del ser humano. La capacidad del asombro ante el mundo, y de preguntarse a sí mismo, constituyen un modo propio de la humanidad. Sin embargo es una práctica frecuente desde ámbitos sacrosantos de la dogmática cierta desdeñosa resistencia. Me parece que hay mucho de inseguridad en eso. Como si fuera más fácil el derecho porque alguien con honores lo dijo o lo plasmó en un documento pétreo, que examinarlo e interrogarlo, a ver qué tanto dice. Supongo también que es necesario pensar el mundo de otra forma. Porque los discursos de las Grandes Institutas han fracasado una y otra vez para contener la realidad. Los modelos y las maquetas no dejan de tener en cuenta a la gente común, que es de carne y hueso, y que no encuentra solución satisfactoria en el derecho tal como lo profesan los dogmáticos. -
Si necesitamos el derecho como una herramienta dinámica de organización para optimizar la vida de interrelaciónes preciso debatirlo hasta escuchar a todos los que tengan algo para decir.

rg dijo...

El punto seria, para mi: que otra cosa hacemos, si no filosofia, cuando interpretamos el derecho? que cuando decimos que la libertad de expresion "significa" (o no) proteger, sobre todo, a los que disienten y no tienen recursos? que cuando decimos que los derechos sociales son judiciables porque "no existen diferencias significativas" entre los derechos civiles y sociales? que cuando decimos que proteger la privacidad significa amparar a quien tiene una moral sexual distinta, pero no a quien agrede a su mujer lejos de los ojos de los demas? todas estas respuestas, O SUS CONTRARIAS, son interpretaciones de la constitucion que requieren de la reflexion sobre el "significado verdadero" de ciertos terminos o valores constitucionales, o sobre la concepcion de la democracia implicita en nuestro derecho, o sobre la "naturaleza" de nuestro constitucion. Todos hacemos esto, aunque lo presentemos con un ropaje u otro. Algunos de una manera mas honesta, sofisticada o mas responsable, que otros. Pero estamos todos involucrados en la misma disputa interpretativa, filosofica, lo admitamos o no.

gA dijo...

Roberto, creo que la separación entre "juristas" y "iusfilósofos" era para ellos una win-win situation; a ambos les convenía.

Los "juristas" podían dedicarse a hacer asepsia y juegos de palabras en su tarea "analítica".

Los "iusfilósofos" podían divagar libremente sobre premisas neokantianas sin que sus ideas bajen de sus eruditas abstracciones, y de ese modo pueda demostrarse su ambigüedad, su tautología, o su redundancia.

El problema adicional, conjeturo yo, es que el único baño de realidad fue introducido con versiones muy primarias y mal entendidas de "realismo jurídico" que se decantaba muy rápido hacia un cinismo disolvente -cuando no cohonestador de facto- así que no había nada en el medio.