7 feb 2008

El problema real

Gran frase final de un muy buen artículo de Fernando Atria :

“¿Qué caminos debemos tomar? Evidentemente depende de cómo evaluamos los riesgos que nuestra comunidad enfrentará en el futuro. Aquí es donde tenemos que bajar a nuestras realidades concretas. ¿Qué peligros deberían ser mayor causa de preocupación para los intelectuales latinoamericanos? A mi juicio, si miramos nuestras historias descubriremos que los enemigos más peligrosos de los derechos no han sido las mayorías dispuestas a oprimir a indefensas minorías (aunque por supuesto no negaré que en ocasiones ha ocurrido), sino victoriosas minorías militares. Realmente me intriga por qué tantos intelectuales latinoamericanos, especialmente abogados, son tan entusiastas para idear arreglos institucionales para proteger los derechos de la amenaza de las mayorías, están tan excitados con la naturaleza “contra-mayoritaria” de los derechos, cuando el problema real consiste en establecer el verdadero gobierno de las mayoría. Yo sugeriría que pospusiéramos nuestras preocupaciones contramayoritarias hasta que las mayorías gobiernen. Y entonces podríamos estar encantados de descubrir, si tenemos suerte, que puede haber emancipación a través de la política (la idea que define a la izquierda, a mi juicio) antes que a través de las cortes. Si no tenemos suerte, podemos pensar en mecanismos contramayoritarios”.

13 comentarios:

Dushyant dijo...

Lucas:

Esto no aplica a la Argentina donde CFK no saco mas del 50% de los votos. La oposicion tuvo mayoria.

El diario donde escribe RG admira a un militarista como Chavez, dispuesto a llamar al ejercito para cualquier cosa, desde controlar que la leche no trascienda las fronteras hasta amenazar con expropiaciones a quienes no se pliegan a sus politicas.

En lo que coincido con el autor es que las mayorias nunca han gobernado (al menos los ultimos dos periodos en Argentina)

David Hume dijo...

Interesante, muy interesante Lucas ! Es una tradicional forma del ver el asunto.

A mi en particular, antes de que "que deberia hacer el gobierno" me interesa "que puede hacer el gobierno". Creo que la primera depende de la segunda.

En este sentido, la clasica idea deliberativa y representativa del gobierno, ha caido en desgracia. Cada vez mas son las voces autorizadas que, sobre la base de evidencia y teoria, creen que el gobierno, en tanto problemas de incentivos e informacion, opera en favor de sus "propios intereses" antes que en favor de los "intereses del los representados".

Una encuensta de la U de Michigan es reveladora. Hasta mediados de la decada del sesenta solo un tercio de los academicos consultados pensaba de ese modo. A mediados de los ochenta, la relacion fue inversa: 2/3 de los entrevistados abandonaron la idea del "bien comun" como una posibilidad factica. Es decir, hay asimetria de incentivos entre gobierno y gobernados. Que significa exaxctamente "gobierno de la mayoria" en ese contexto institucional?

Si esto es cierto, o al menos aceptable para algun rangos mas o menos amplios de actividades estatales, entonces, se abren interrogantes previos al planteo mayoritario que elegantemente (pero para mi con alta ingenuidad) inaugura este debate.

En suma con este diseno institucional las posibilidades de un "gobierno de las mayorias" (sea lo que eso signifique en un discurso mas preciso y racional) parece algo inviable. Simplemente no hay modo de revelar preferencias en el mercado politico y aun reveladas, no hay modo muy claro de que los politicos las tengan en cuenta !

Saludos a todos !
DH

David Hume dijo...

Chavez no deja salir del pais a conocidos mios por el simple hecho de que han opinado publicamente en su contra. Entiendo que eso no es muy democratico y republicano.
Sldos.
DH

Lucas A dijo...

Algunos breves comentarios.

Rex,

1)No creo que se pueda decir que un diario "admira" a nadie, ni que de ello se pueda deducir que los que escriben en el o publican (entre otros medios) notas de opinión, ni siquiera indirectamente, terminen aceptando una tendencia que para nada me resulta lineal en ningún medio. Está más o menos claro que hay grandes disensos hacia dentro en los medios de comunicación.

2) La pregunta es si alguna vez ha gobernado la mayoría. Mi respuesta tentativa y rápida, con Atria pero con muchos otros, es que no y que el diseño institucional -el nuestro y también el modelo usual comparado- lo impide. Es un gran tema, y largo, lo sé.

DH,

Poder y deber están en una relación que no es de subordinación el uno y el otro. Tiene relaciones contingentes y temporales. Por supuesto estoy preocupado por lo que "puede" hacer un gobierno, pero no subordinaría deber a poder. Ni viceversa.

Dejo el tema de las opiniones de los académicos de las últimas décadas, el diseño de una institucionalidad mayoritaria (parcialmente no puedo evitar tocarlo) y el tema de la ingenuidad de la cita inicial para más tarde.

Ahora quisiera rechazar esa habitual asimilación entre Gobierno Mayoritario y Gobierno Popular. Según entiendo, podemos hacer una descripción de una democracia mayoritarista e incluso de un sistema institucional (no contramayoritario) mayoritarista, democrático y con los suficientes frenos y contrapesos (no lógicas de veto de élite y privilegios históricos) que permitan un diálogo institucional. Este modelo justamente está más allá de los gobiernos de minorías como de los dictadores populares y los presidentes hegemónicos.

Por ende, cualquier asociación entre un gobierno democrático mayoritario y un gobierno "democrático" popular-populista (como el citado) no es adecuada ni teóricamente sostenible. En el escenario institucional que estaba diagramando más arriba, un sistema institucional mayoritario con mecanismos de revisión y diálogo institucional, la falta de respeto a los derechos -sobre todo a los fundamentales-(que es lo que parece los gobiernos del estilo mencionado no hacen) podría estar evitado, controlado, mejor contrapesado y en constante reequilibrio.

Sobre todo, en un sistema de estas características, un sistema institucional democrático-mayoritarista-deliberativo, podríamos dejar de utilizar la figura presidencial. Totalmente o, al menos, tal cual la conocemos en la actualidad.

Sigamos,
Lucas.

David Hume dijo...

Lucas,

Muy interesante tu vision del asunto. Quizas tenga una mirada demasiada estrecha de estos problemas.

La relacion "poder - deber", creo, es causalmente mas precisa de los que sigiere, creo, tu descripcion. Si bien tiene sentido discutir modelos posibles como ejercicio academico, entiendo que las posibilidades facticas son criticas para el "deber".

Pero la segunda parte de tu mensaje sugiere un modelo institucional alternativo al menos en sus contornos basicos, concetuales no institucionales.

Entiendo que la definicion completa de un modelo conceptual de esas caracteristicas es mas de lo que se puede pedir en foro de estas caracteristicas.......pero todo grupo funciona (en terminos de las preferencias de los miembros) cuando, al menos, (a) hay icentivos para buscar informacio socialmente relevantes y (b) incentivos para emplear esa informacion en un sentido socialmente relevante. Y sigo sin entender como es posible un diseno institucional mas "deliberativo" en un contexto historico, economico e institucional como el actual.

Nuevamente, tengo la impresion de ue no hay incentivos ni mecanismos para revelar preferencias del mismo modo que los politicos tampoco tienen modo de conocer las preferencias y tampoco incentivos (al menos tan claros) para actuar en consecuencia.

Finalmente una advertencia antes de que se venga la avalancha: creo que la democracia representativa es el "menos malo" de todos los sistemas. De modo que no es un argumento a favor de un gobierno mas centralizado (al contrario...creo que las soluciones mas plausibles en la literatura apuntan a la descentralizacion...). Es solo que creo que cierta elemental actitud critica hacia nuestras creencias nos obliga a mirar los problemas de las propias ideas.

Estos problemas a que hago referencia no solo impactan en un gobierno "mayoritario" (que todavia no se que es, pero intuyo) sino en otra formas de gobierno y conceciones de la politica. De modo que no quiero que se piense que mi argumento es "politico".

Abrazo

David

rg dijo...

lucas, pones la referencia del articulo atriano? personaje don atria...

Lucas A dijo...

David,

No hay que temer las avalanchas de comentarios porque en todo caso todos podemos aclarar más tarde, en todo caso.

Coincidimos en que hay que testear constantemente las propias ideas. Eso es lo que hacemos sin que ello impida avanzar sobre ellas.

Volviendo al deber poder. Me niego a asociar al pensar el deber desde un ejercicio meramente académico. De hecho, si tomamos la positivización de muchos deberes, vemos que problemáticamente se hacen avances hacia el poder, desde los deberes legales.

Desde el plano estrictamente político o pragmático haría lo mismo. Lo que uno puede hacer en las relaciones con los objetos más directos (música, comunicación, etc) tiene una relación similar. O sea, lo que uno en cualquier ámbito de la vida puede hacer a veces depende mucho del tiempo y de las fuerzas por generar una capacidad para hacerlo aceptando sus costos. Y entonces aquel deber que parece tan lejano antes, hoy es un mínimo o máximo esfuerzo. Los avances los da el tiempo en muchos aspectos. Ahora si ves poder en tiempos continuos eso se hace más difícil.

En algunos otros aspectos, pienso que las posibilidades del deber siguen distantes, pero haciendo lo que podemos (pero apuntando a lo que pensamos debemos) corremos la frontera. Al menos vale la pena intentarlo.

Nuevamente, en proyección, tengo la idea de que el sistema social (más) y el político (menos) es mucho más deliberativo que en el pasado pero su estructura bastante rígida, al mismo tiempo que se flexibiliza algo, le quita fuerza a una dinámica social más deliberativa. Más deliberativa en contraste con otros tiempos, con el pasado, pero tal vez, para muchos, todo esto sea todavía insuficiente.

Sigamos,
Lucas.

Lucas A dijo...

Están en el post, el artículo con el link. Es Legalismo, Derechos y Política del SELA 2001.

Anónimo dijo...

No estoy de acuerdo con que lo de Atria sea una postura "realista" y adecuada en el caso de Latinoamérica después de las dictaduras.

Leí de él otro artículo ("¿Existen los derechos sociales?") y creo que repite el mismo planteo. Yo creo que se equivoca cuando dice que "las mayorías" no son un peligro para los derechos (por ejemplo, los sociales).

Si por "mayoría" entendemos "un montón de personas", está bien: no peligra por ellas la salud pública, por ejemplo.

Pero si vamos a las mayorías institucionales, entonces sí que hay que preocuparse.
Es que, contra lo que parece pensar Atria, el Estado y la Sociedad, el Gobierno y las Mayorías no son "una y la misma cosa". Plantearlas como idénticas es la tarea, justamente, de la ideología.

Un repaso (y solamente en materia de derechos sociales):
- las sopotocientas "reformas laborales" (incluyendo la ley 24.013 y sus contratos basura),
- la creación de los mini-riesgos de trabajo (ley 24.557),
- el déficit cero de De la Rúa-Cavallo(ley 24.453) que supeditó los sueldos estatales a la recaudación (art. 10).
Todas estas medidas maravillosas contaron con la aprobación de las mayorías institucionales.

Contra esas mayorías, yo creo que sí vale la pena algún control, si se afectan derechos constitucionales (como en estos casos, creo). ¿O acaso la gente salió a apoyar con marchas y vítores la sanción de esos engendros? Hubieran sido lindos "momentos constitucionales" de los que Ackerman habla...

Chau, un abrazo

Horacio Javier Etchichury
Encargado de limpiar las ventanas,
Radio Tosco

Anónimo dijo...

Bueno, ya vengo a desdecirme... Me parece que entendí mal el párrafo citado de Atria.
Según lo leo ahora, no identifica Mayorías con Gobiernos (sí me parece que lo hace en el otro artículo).
Me confundió su mención de "victoriosas minorías militares", como si la cosa se hubiera superado con los gobiernos civiles.

En fin. Concuerdo con su idea de que hay que establecer el gobierno de las mayorías. Pero bueno: aun así, si las mayorías llegan a gobernar, no son perfectas, me parece. Los controles no están de más.

Y mientras tanto... bueno, las mayorías no gobiernan, así que invocar derechos parece ser una alternativa interesante. Jamás la única.

Un abrazo corregido, y hasta la próxima retractación,

Horacio Javier Etchichury
El de la otra vez,
Radio Tosco

David Hume dijo...

Lucas,

Interesante ! Creo que a un nivel puede funcionar, sobre todo cuando los efectos no deseados de las inteacciones son muy limitados o cuando el grupo es chico. Tambien, creo, siguiendo tu argumento, que no deberiamos subestimar el poder del discuros y las ideas como motor de nuevas preferencias y cambios institucionales.

Pero, al menos en algun nivel, las estructuas instituciones operan por sobre las intenciones. Si manana el tomate baja a o,0001 centavo el kilo puedo desar con todas mis fuerzas que la demanda no se incremente o que la oferta no disminuya, pero con enorme probabilidad eso no va a suceder.

Los casos mas obvios son los de mercado, pero los mas interesantes los sociales (recomiendo strongly "Micro motives and Macro Behavior" del gran Thomas Shelling que tantos aportes hizo en teoria de juegos , un tremendo libro ! cero politizado !)

Un argumento de naturaleza similar opera en el caso de los procesos de toma de decisiones colectivos, es decir, el ambito de la politica.

Sin embargo, reconozco que una discurso muy exitoso puede modificar "preferencias internas" a los incentivos y que en ese rango tiene mucho sentido lo que decsis. Pero no creo que deberiamos dejar de examinar en concreto que sucede con las preferencias a nivel colectivo. El gobierno de la mayoyia podria unanimemente demandar un resultado que contenga una proiedad normativa "A" y el gobierno de la mayoria podria ofrecer uno que contenga "F". Ese no es un tema menor,creo.

Abrazo
DH

rg dijo...

acompanando a tosco en su auto/correccion, agregaria que atria (con quien no estoy de acuerdo en mil cosas) no niega el valor de los controles ni de los derechos. Lo que dice es (sobre todo para los academicos liberales entre los que muchos nos movemos con alegria) ´muchachos, paren la mano con el tema /milliano/ de la tirania de las mayorias, cuando en sus paises el problema es que no se crean espacios suficientes para que esa mayoria hable, castigue al que esta en el poder, no lo remueva, lo corrija, haga algo.´ creo que es muy importante volver a poner las prioridades en su lugar: si a los controles sobre las mayorias en el gobierno...pero antes...que las mayorias puedan hablar, y no que otros hablen en su nombre! en definitiva: hoy las mayorias pueden votar, pero como sabemos con el voto se hace poco, y luego eso funciona como cheque en blanco para que quien gobierna haga lo que quiere en nombre de los votos que corrigio, y mientras los votantes quedan, institucionalmente hablando, atados de pies y manos.
p.d.: por favor, vayamos parando la mano con lo de ´Esto es genial, esta cero politizado´ Pense que hablabamos de sociedades, no de celulas de laboratorio

Lucas A dijo...

Radio Tosco,

Más allá de lo que comentastes, me hiciste acordar de un artículo de Atria "La soberanía y lo político" (o algo cercano) también de los papers del SELA. Ahí se mete con la dictadura de lleno y con el caso de Chile, específicamente.

Justamente pienso que el sistema que tenemos no es mayoritarista. Las mayorías institucionales tineen mucho más de institucionales que propiamente de mayorías. Y si nuestro sistema fuese mayoritarista, así pelado, sin sistemas de control sería tan indeseable como un sistema totalmente elitista. O, alguien podría decir, tan indeseable como el sistema que tenemos hoy.

Sobre mayoría y controles, bueno, a veces pienso que cuadrar el círculo. Más allá de buenos intentos e ideas que puedan acercarnos, salvo experiencias excepcionales y radicales de otros momentos Siglo XVIII y S XIX, no sé si podemos decir que hay muchas experimentos en este sentido.

Me inclinaría a pensar que la historia de los sistemas institucionales en la modernidad fue una historia de institucionalidad marcadamente elitista y antidemocrática, y fervientemente temerosa de las mayorías. Y voy a dejar en claro lo siguiente, las democracias de masa, como fenómeno del S XX son fenomenos democráticamente menos ricos de lo que se supone y al mismo tiempo, cuando se transformaron en democracias con líderes cesaristas, eso generó una suerte de dominación carismática (popular) con el mismo sistema contramayoritario que existía pero usualmente con las facultades del PE (no del congreso) exacerbadas y concentradas. En definitiva, se podría afirmar que era todo lo que, por otro lado, se debía evitar a nivel institucional.

O por el contrario, los únicos controles que existieron fueron para las mayorías (institucionales: veto, judicial review, bicameralismo, etc y no institucionales: requisito de riqueza, problemas de género, de clase, art. 22, muchos más) en el sistema institucional que tenemos y como señala RG fueron endógenos, hacia dentro del sistema. Las mayorías son las que "hay" que temer por excelencia,se creía, por eso tenemos el sistema institucional que tenemos.

El gobierno de la mayoría será falible porque todos los gobiernos son bien falibles.

El problema es que muchos, y eso es lo que señala Atria y apunta RG, ven a las mayorías como demonios amenzantes, y a las cortes y a los derechos contramayoritarios que aquellas protegen como la (única y reiterada) forma de proteger derechos. El problema es que Atria es su artículo también explora el porqué del reiterado fracaso de las Cortes en proteger esos derechos (sobre todo) cuando esos derechos eran humanos, básicos y vinculados a "lo político" (lo que lleva al otro artículo de Atria que mencioné más arriba).

DH,

Claro, el siempre interesante huevo o gallina, intenciones o instituciones, y las dinámicas siguientes. Entiendo que hay mucho por explorar sobre el tema y que holismo e individualismo metodológico se nos mezclan en estas discusiones. Sigamos, entonces.

Ahora, sobre lo demás coincido con RG que tenemos que dejar de apelar a lo objetivo y menos politizado porque es un camino sin salida, o sea, el mejor intento en esa dirección nos lleva nuevamente al lugar donde queríamos evitar llegar.

Sigamos,
Lucas.