12 oct 2009
De las cosas que (me) dejó el "debate" por la Ley de Medios
Aunque hace 25 años que estoy comprometido con la reforma a Ley de radiodifusión (desde que trabajé en la redacción del proyecto propuesto por el Consejo para la Consolidación de la Democracia), la reciente sanción de la Ley de Medios no me produjo alegría, y la Ley en sí no me resulta atractiva, aunque comparativamente ésta sea preferible a la anterior. El punto no es que esta ley no se ajusta a ideales inalcanzables y abstractos, sino que es mucho peor de lo que hubiera sido posible, si quienes tenían posibilidades de hacerlo hubieran presionado por cambios razonables, en lugar de resignarse frente al poder del gobierno de turno.
Mi incomodidad con lo acontecido contrasta con la felicidad que la sanción ha dejado en unos pocos. De algún modo, me pasa con esta Ley lo que me pasó con la 125: no veo en este caso, como no veía allí, el triunfo de la igualdad, del proyecto redistributivo, de los sectores democratizadores. Por el contrario, la victoria de “el campo,” entonces, no fue la victoria de los buenos ideales (así como la hipotética victoria del gobierno no hubiera sido el primer paso hacia la redistribución que el gobierno siempre combatió); del mismo modo que la victoria actual del gobierno no implica la victoria del proyecto democratizador en materia de medios (así como la victoria del status quo en materia de comunicaciones tampoco lo hubiera sido).
Mi incomodidad, en definitiva, tiene que ver con hechos y convicciones como las siguientes:
1) Pensar que el proceso de democratización de voces (“ahorahablamostodos.com”) emerge de un proceso legislativo presidido por Miguel Pichetto (que impuso la fuerza bruta en su conducción de las sesiones; y que actuó inequívocamente a partir de la obediencia debida, la genuflexión a su jefe, y la sordera en relación con cualquier crítica), me genera una enorme desconfianza. No le creo NADA, nada. Y si él me dice que la Ley sirve al pluralismo y la democracia, entonces yo tenderé a pensar lo contrario hasta que me prueben que no es así. Su gestión representa, para mí, fundamentalmente la imposición de la autoridad bruta y la mentira. Para que quede claro: el problema no es Pichetto, sino la lógica Pichetto, que es la que domina el Congreso, con independencia de sus instrumentos.
2) Ver a Rodríguez Saa hablando de pluralismo informativo…no, gracias.
3) Escuchar a Daniel Vila hablando de la legalidad, una pesadilla.
4) Saadi siendo muy sincero sobre cómo piensan la Ley de Medios cantidad de líderes provinciales: un excelente modo de ocultar a sus propios muertos en el ropero (dicho esto, claro, en sentido metafórico, ejem).
5) El caso de la venta (permuta o préstamo) del voto de Corrientes, que ratifica lo dicho en 4.
6) El caso del voto proveniente de la represión bussista ratifica lo dicho en 4 y 5. Nadie me va a decir que estos representantes de la corrupción y la represión provincial votaron la Ley porque creían que así, por fin, ganaban la verdad y la democracia. No fue así, y ellos se ocuparon de dejar clarito, y de modo muy crudo, que no era así, sino lo contrario: votaron por la Ley porque pensaron que hacerlo era funcional al ocultamiento de sus propios crímenes, siempre en el sentido metafórico del término. cof, cof.
7) Escuchar la incapacidad de Carlos Reutemann para leer su propio y breve discurso, que refería a instituciones que parecían serle ajenas y extrañas. Palabras como “Convención de Derechos Humanos,” en sus labios, resultaron tan insólitas como lo serían "prefiero la Ferrari con motor ocho cilindros" en boca de Pérez Esquivel.
8) Ver a cantidad de buenos colegas resignando sus convicciones, cuando –contra lo que ellos creían y proponían- la realidad mostró que había espacio para presionar por modificaciones que mejoraran la Ley. La Ley se cambió y mejoró, finalmente, A PESAR de lo que ellos creyeron y propusieron luego de que el Ejecutivo mandara su (mala) propuesta inicial. Por esa misma resignación, la Ley no recibió las mejoras enormes que todavía necesita. Esto no implica negar el valor enorme del famoso consenso de los 21 puntos: es cierto que hubo cantidad de gente que puso su mejor buena fe en la discusion de este tema. Aplauso por eso. El problema se encuentra, por un lado, en la distancia existente entre aquel proyecto y esta Ley; y por otro, en el hecho de que muchos de los defensores de aquél, se hayan convertido en defensores acríticos de ésta ley (o silenciosos defensores de medidas que saben injustificadas, como comprobamos hace unos días en la discusión que se dio en el blog); (aclaración 2: los defensores críticos de la ley, que supongo que los hay, no tienen por qué enojarse con este comentario. Los que en los hechos no lo han sido, sí)
9) El bastardeo de los “pueblos originarios.” Es imperdonable el abuso y la manipulación de temas que requieren enorme cuidado y respeto, como los desaparecidos, la oposición a la dictadura, los derechos de los pueblos originarios.
10) Yendo a cuestiones más de fondo: la degradación del debate que se dio en el Senado (y en buena medida en la Cámara de Diputados) resulta extraordinariamente serio, un agravio a la idea de deliberación que aquí defendemos, una ratificación del peor costado de nuestras instituciones. Abrir la discusión una veintena de horas para no cambiar una coma -literalmente ni una coma, siquiera frente a errores reconocidos por el oficialismo- es no sólo una falta de respeto a quienes piensan distinto, sino una ofensa a la misma idea de tener un Congreso. Para eso que cierren el Senado, si es que les da lo mismo lo que ocurre ahí dentro. A muchos no nos da lo mismo. A los que afirman la lógica Pichetto, en cambio, lo único que les importa es el número, y no las razones. Eso, para mí, es contrario a derecho. El Congreso no es ni merece ser degradado de ese modo. En Diputados, por suerte, la sesión se abrió un poco más. Las audiencias públicas allí implementadas fueron una nueva muestra del bastardeo, ya que quedó en claro que lo que allí se dijo no sirvió para nada, pero al menos durante las sesiones el gobierno abrió un resquicio a la oposición. No por casualidad, lo mejor de la ley surgió a partir de allí: apenas se tomó en serio, por unos instantes, el reclamo de la oposición. Que de eso se trata: escuchar a quienes critican, para mejorar lo que uno quiere hacer. Cuanto más de esto se hace, más chances de que la ley mejore, cuanto menos, aumenta el riesgo de que pase lo que pasó: más discrecionalidad y más poder para quien está en el poder. En este sentido, conviene subrayarlo, el papel de la oposición fue descoordinado y no fue bueno: era importante dar la pelea en el Congreso, y buena parte de la oposición no supo hacerlo, o lo hizo mal (aunque participar del proceso sin convertirse en monigote al servicio del gobierno resulta sin duda difícil). En todo caso, insisto, la degradación del debate que se dio en el Congreso representa un problema, y no un problema de estética o gustos: es un problema de tipo constitucional -un problema legal sobre cómo constituímos nuestras leyes fundamentales.
11) “Ocurre en todo el mundo," me dirán, “es lo que hay,” propondrán. Pero lo cierto es que resulta un problema serio, para la democracia, que el Congreso tenga la composición que tiene, y sobre todo funcione conforme a los criterios, y según las prácticas con que funciona. Poco ha cambiado desde el 2001, cuando pedíamos “que se vayan todos.” Con algunas aclaraciones: el problema no es la “ignorancia” que puede asustar a la derecha, sino que el lenguaje de “la banelco” (el arreglo) sea el lenguaje corriente en los pasillos de la institución. La solución no es cerrar el Congreso, como puede querer la derecha, sino abrirlo, tirarle los muros abajo hasta que la sociedad lo penetre.
12) Por este blog (y, creo yo, de modo justamente contrario a lo que sugieren los críticos que nos tratan de ingenuos) siempre insistimos con una idea madisoniana: la de pensar los arreglos institucionales asumiendo que las instituciones que diseñamos serán manejadas por los más inescrupulosos, y no por ángeles. Criticamos el presidencialismo, como institución, a pesar de que, eventualmente, el presidente en ejercicio pueda ser de nuestro agrado, porque nos hacemos la pregunta: y qué pasaría si ese lugar lo ocupara un…carlos saúl? Del mismo modo, criticamos a la Corte Suprema, como institución, porque nos preguntamos: y qué pasaría si en lugar de Earl Warren, hoy nos nombraran a más Scalias, Alitos, y Clarence Thomas? Lo mismo con la Ley de Medios, agregaría. La Ley tiene resquicios interesantes, vinculados con (ay!) los pueblos originarios, y las cooperativas; refiere a audiencias públicas; manifiesta en su lenguaje una vocación anti-monopólica. Sin embargo, abre lugar a que el “tercer sector” sea un vehículo para que se filtren los intereses del poder local y nacional; admite la posibilidad de que las audiencias resulten, otra vez, bastardeadas; deja escondido el riesgo de que ella se ponga al servicio de una nueva coalición dominante. Alguno dirá: esto puede pasar con cualquier Ley. La respuesta es que hay leyes mejor y peor blindadas frente al abuso. Esta se encuentra entre las poco blindadas. Más todavía: ésta se encuentra demasiado abierta al abuso. Mucho más -me apunta Lucas- cuando el que debe precisar esas ambiguedades es el Ejectivo, es decir aquél a quien (por principios) más debíamos controlar, uno de los que más sospechas y temores genera. En este sentido, es una ley que invierte el principio madisoniano: sólo puede funcionar bien si es manejada por ángeles.
13) Al principio madisoniano le agregaría otro, proveniente del derecho crítico (digamos, el principio CLS o Critical Legal Studies): El derecho siempre está abierto a interpretaciones contradictorias. De allí que, si desde su texto no hace un esfuerzo muy explicito por cerrar la puerta a sus peores interpretaciones, uno incrementa el riesgo de que triunfen las peores interpretaciones. Por eso, por caso, la reforma constitucional última hizo un esfuerzo especial por negar la posibilidad de una tercera reelección. Y así y todo, esa posibilidad casi se filtra. Pero, en ese caso, uno agradece al derecho, porque no fue ingenuo, porque hizo todo lo posible para salir al cruce de los peores riesgos interpretativos.
14) Al principio madisoniano, y al principio CLS le agregaría otro, que es el principio de la desigualdad sistemática: dado que el derecho siempre es ambiguo y abierto a interpretaciones contradictorias, si el mismo se aplica en sociedades marcadas por una fuerte y persistente desigualdad, de modo obvio, las lecturas que tenderán a primar en su aplicación e interpretación cotidianas son las que benefician a los más favorecidos por esa desigualdad. Es decir, la Ley es lo suficientemente ambigua como para que con ella se beneficie el poder de turno.
Quiere decir todo esto que era mejor preservar la Ley anterior? No, en absoluto. En todo caso me interesa señalar algunos de los problemas de la Ley, y cuál es su curso previsible. La derrota de la 125 no era el triunfo de la justicia social, y la victoria de la Ley de Medios no es –ni de lejos- el fin de la injusticia imperante en materia de distribución de la palabra. Se trató entonces, como ahora, de muchas cosas, pero de modo saliente, también, de una pelea entre poderosos: una disputa mortal entre sectores internos al bloque de poder dominante. La injusticia en la distribución económica alentada por el gobierno siguió, luego de su derrota en la 125, y la injusticia en la distribución de la palabra seguirá, luego de esta victoria del gobierno. No se trata de quedarse tranquilo con la consciencia, ni de convertirse en francontiradores. Se trata de seguir haciendo lo que uno puede, con los pocos medios de los que dispone, es decir, seguir peleando desde el propio lugar, contra la injusticia y desigualdad prevalecientes. Es decir, seguir peleando contra el gobierno y contra los grupos de poder con los que ocasionalmente el gobierno pacta o se enfurece.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
27 comentarios:
gracias por un texto tan sustancioso y meditado. A mi juicio el sistema legal actual es muuucho mejor que el reemplazado, y las posibilidades de mejora institucional del ámbito de los medios son mucho mayores y más intensas que antes de la reforma. En estos términos la juzgo como un avance institucional en una buena dirección (y eso es mucho entre tanto retroceso de varias décadas en tantas otras dimensiones).
Por cierto (1) lo que "la nueva ley" sea, depende de lo que hagamos con ella, todos...los empresarios, las autoridades de control, el congreso, el poder judicial, la doctrina, the powers that be, etc. etc. QUIERO DECIR, la perogrullada de que debemos todavía construir el sistema institucional que la ley habilita, y que ella en sí no significa demasiado en el contexto de una comunidad política radiclamente anómica.
Lo segundo, es rescatar la distinción entre "motivos" y "razones". Los motivos que impulsaron al gob. y al oficialismo en el congreso parecen de los peores en varias las dimensiones éticas (como los que impulsaron a un ex presidente a arremeter con una reforma constitucional en la década del 90). Pero pueden expresarse "razones", no relativas a las motivaciones de los agentes, que permiten aplaudir el cambio legislativo entendido en términos de la construcción de nuestro breve y torpe experimento democrático (igual que con la reforma constitucional). La práctica colectiva constructiva intergeneracional que es nuestra comunidad, puede identificar y defender razones para celebrar, con independencia de quienes "hayan ganado", y de "qué hayan ganado los que han ganado", y de qué propósitos o motivos serán servidos.
En 10 años, cuando el nuevo sistema esté en funcionamiento (seguramente de manera parceial, fragmentada, incompleta, etc...igual que la nueva constitución) los motivos (reprochables) que lo impulsaron serán -como deben serlo- ineqúivocamente irrelevantes, y podremos concentrarnos en hacer del sistema el mejor sistema que podamos (igual que con la constitución).
gracias Gus por el comentario, es el tipo de discusión que me interesa dar (aunque luego demos casi cualquier discusión). El texto pretende ser, en todo caso, un llamado de atención en la dirección que señalás, y pensando en términos como los tuyos: la ley podría ser muy buena si el poder fuera sensible a organizaciones como ACIJ, para decir algo; la ley podría funcionar muy bien si la ciudadanía..., etc. etc. Sí, y hay que pelear por eso. Lo que me interesa señalar es que i) la Ley también puede ser lo contrario; ii) su texto está al servicio de que sea lo contrario, mucho más de lo que debiera y hubiera podido estar; iii) la estructura de poderes intocada en la que se apoya (incluyendo no sólo la estructura económica desigual intocada, sino también el control discrecional de las pautas publicitarias oficiales intocado) también está al servicio de que ocurra lo contrario. En suma: se podía haber hecho muchísimo para que este presagio no fuera tan pesimisista, y no se hizo. Y no se trata de decir "siempre, todo, se puede mejorar." Se trata de ser conscientes de los riesgos que se crearon, e identificar los lugares sobre los que se debe actuar, entre otras razones porque los sectores críticos que pudieron empujar por mejoras en la ley, no lo han hecho, y por el contrario justificaron que se dictaba "tal como había salido." Pero en fin, ahora no queda otra cosa que lo que decís: salir a pelear para que no se "lleven" la ley aquellos que la escribieron y votaron conscientes de lo que hacían, y alertas sobre el modo en que la ley los podía beneficiar.
Un punto más sobre motivos y razones: claro que sí, nos olvidaremos de los motivos. Pero hay algo como con el sistema representativo, o el control judicial: los motivos detrás de su creación fueron elitistas, y hoy nos olvidamos de ellos, y nos relacionamos con estas instituciones con independencia de los motivos que las fundaron. Pero las instituciones siguen trabajando para unos pocos, en buena medida en razón de aquellos motivos originarios.
concuerdo con lo que decís. y no puedo sino lamentar (y sentir dolor republicano) cuando nuestro debate público es tán pobre para construir razones, y parece reducirse a "denuncias de motivos espurios" de todos contra todos... las razones esperan, a que la democracia vaya por ellas.
ya, y una pregunta es que hacer, para no solo lamentarse. gustavo da algun indicio, pero...
Me pregunto si es factible una ley que iguale la distribución de la palabra, cuando la inequidad esta presente y materializada en cada aspecto de la vida humana.
Las leyes se modifican, se superan instancias anteriores, pero ¿se puede hablar de distribución de la palabra, cuando el acceso a la educación, a la salud, a la vivienda, a la alimentación no se encuentran asegurados?
Se focaliza en un aspecto, pero mayoritariamente la agenda de los multimedios esta centrada en la reforma de ley de servicios audiovisuales. Dedicamos largas horas y papel (dicho sea de paso el tema papel prensa quedó pendiente) a discutir el mismo tema…….no?
Grande Roberto!
Me parece claro que ninguna ley por buena que sea va a cambiar las cosas, si eso no va acompañado de un verdadero cambio la realidad social. Ahora me parece que el problema no es la ley en si misma, son sus operadores y sus fines ruines. ¿Alguien puede pensar que esta mal darle una porción del mercado a las ONG o pueblos originarios? No. ¿Ahora que hará este gobierno cuando estos protesten por la atroz política minera en San Juan o el veto a la ley de glaciares? Por citar dos ejemplos. Hará lo de siempre con los que dicen cosas que no les agrada, estigmatizarlos como golpistas, anti derechos humanos y quien sabe más que cosa. ¿Cómo se va a comportar el “organismo de control” de la ley? como la AGN, la SIGEN, la oficina anti corrupción, el ONCA, etc….? Uh! Todo huele a negocios para los amigos y escarmiento para los enemigos, para el pueblo….bien, gracias!.Pedro
Topic:
1. Para mi la ley puede ser perfectible, pero el sistema institucional que las produce es el peor para generar buenas leyes, leyes producto de una participación de las mayorías y de un debate colectivo. El sistema hace que las leyes sean, principalmente, el resultado de la puja de la clase dirigente, de la elite política, más allá de la retórica popular y social que se da. Y así el peor sistema genera las peores leyes. Las audiencias son positivas pero la última palabra institucional las tiene el sistema representativo con todos sus defectos, con sus intereses concentrados, con sus negocios voraces y sus repentinas furias. Y puede reformarlos, puede transformar esos puntos, puede agregar muchos más pero usar la legitimidad de la participación como su capital y así engañar, así fortalecer al sistema, y debilitar el accountability de la participación.
2. Tanto Gustavo Maurino como el colega blogger Gustavo Arballo usaron una buena analogía con la reforma del 94. Desde mi punto de vista, tiene más límites que capacidades de expresión, más allá de lo atractiva que puede parecer en un primer momento.
La reforma de 94 se hizo básicamente a espaldas de la sociedad. En este caso, justo lo que la sociedad tienen con la ley de medios, mezcla de desconfianza, duda y convicción de la necesidad de la reforma, es participación, opinión polarizada pero opinión. El Pacto de Olivos tuvo un fuerte rechazo social, fuertísimo. No hubo sectores sociales, más allá de los partidos políticos (e incluso acá hubo resistencias severas) que lo apoyaran expresamente. El zig zag de los pactantes ayudó a eso. Entonces, en ese punto, justo en el positivo del los 21 puntos la analogía no funciona.
El punto principal, podría ser, especialmente, porque incluso más allá de los motivos principales del 94, si la Constitución Nacional estuviese "implementada" en su 100 %, el sistema institucional seguiría siendo hiper defectuoso, cerrado, vease la delegación legislativa, vease tantas cláusulas del pasado institucional que tenemos muy presentes en la actualidad política. Es más, pienso que los defectos de este sistema institucional hace que los demás derechos, como los derechos a participar en el diseño de esos derecho, sean violados, no sean reconocidos. Puede ser que el diseño institucional actualmente existente, sea un obstáculo esos derechos, para las garantías, para su estabilidad o su desarrollo.
Además, ese diseño, los premios y castigos, los incentivos, hace que la oposición haya jugado un rol lamentable, a la par del gobierno en ciertos momentos, colaborando con los defectos del proceso legislativo.
La nueva ley de entidades financieras, que tendrá menos ojos que esta quizás demuestre el poder de ciertos sectores más que la capacidades de controlar la sociedad justamente a sectores particularmente irresponsables en la historia económica argentina.
Offtopic: Che, pero justamente eso leía en la bonita foto. No reparten salamines en todo el territorio de los us? No dice, mande un salamín?
Es una idea revolucionaria. De tandil para el mundo podría implementarse...
Salut!
Lucas.
Estimado Roberto y cía,
Copio acá un párrafo que merece ser tomado en cuenta a la hora de entender la mentalidad de Pichetto (y seguramente la del resto del clan):
“Señor presidente: voy a tratar de hacer una síntesis de algunas formulaciones que han hecho los senadores a lo largo de todo el día. Y, en primer término, quiero hacer alguna reflexión, fundamentalmente, sobre las palabras que acaba de expresar el presidente del bloque de la Unión Cívica Radical, de esta visión de una democracia consensual que la verdad es que no existe en el mundo. Creer que las sociedades carecen de la existencia del conflicto, de la disputa de intereses, creer que hay espacios únicamente para el consenso constituye indudablemente una mirada muy extraña sobre la vida cívica del país y sobre el funcionamiento parlamentario que, quiero decirlo, no comparto para nada. Sin duda, gobernar significa afrontar dificultades, dirimir conflictos en el marco de la sociedad, y los parlamentos resuelven los temas mediante el mecanismo de mayorías y minorías, a través del voto de sus representantes...Así que la verdad es que no creo en ese mundo feliz del consenso, en esa visión onírica de la democracia".
Con este tipo de personajes y actitudes me es dificil imaginar que este gobierno vaya a poder terminar entero hasta el 2011. ¿cómo van a poder hacer para gobernar con el nuevo congreso en funciones? Acuerdense, no les vaya a sorprender que Pichetto se desgarre hablando de consenso después de diciembre.
Saludos
Tengo varios desacuerdos con lo que aquí se dice. Los voy a ir enumerando:
1. "me pasa con esta Ley lo que me pasó con la 125: no veo en este caso, como no veía allí, el triunfo de la igualdad, del proyecto redistributivo."
Sin ser un experto en la temática, creo que había varios artículos o libros que podían ayudar a "ver" qué es lo que allí en definitiva se discutía; y de gente absolutamente insospechada de kirchnerismo (o "kismo"), como Pablo Gerchunoff, o éste de Jeffrey Sachs:
http://www.nber.org/papers/w5398.pdf.
2. "que impuso la fuerza bruta en su conducción de las sesiones"
Sin entrar a efectuar otro tipo de consideraciones sobre el senador Miguel Pichetto, ¿En qué sentido se puede decir con sentido que "impuso la fuerza bruta"?
¿Le pegó a alguien? Cuando a Julio Cobos el "corazón le dijo otra cosa" (y muchos festejaron con Champagne...) ¿impuso la "fuerza bruta"?
3. "Ver a Rodríguez Saa hablando de pluralismo informativo…no, gracias"
Por mucho que disguste RS, lo votaron los puntanos, y, como tal, también merece ser escuchado.
4. "Escuchar a Daniel Vila hablando de la legalidad, una pesadilla."
Es bastante obvio (y, hasta cierto punto, legítimo) que los dueños de corporaciones económicas defiendan sus intereses económicos.
Es mucho mejor que lo hagan como lo hicieron: a la "luz del sol" y no tras bambalinas...
5. "Escuchar la incapacidad de Carlos Reutemann para leer su propio y breve discurso..."
Ídem punto 3. CR será (o no) un "incapaz", pero lo eligieron los santafesinos...
6. "Ver a cantidad de buenos colegas resignando sus convicciones... etc."
Nunca me quedaron muy en claro cuáles eran los supuestos cambios que sí o sí se tenían que dar... ¿AA "independiente"? ¿"Telefónicas"? ¿Cláusula de desinversión (supuestamente) atentatoria de "derechos adquiridos"?
Todos temas bastante bastante opinables.
En lo personal, probablemente yo sería más "contemporizador" (o "genuflexo"...) sobre estas "mejoras enormes" que la Ley "todavía necesita".
En lo que sí sería, en cambio, abolutamente INTRANSIGENTE (o "Alemista" o "Scalabrinista", si se quiere), es en que la "izquierda" o la "centroizquierda" no puede pelear NUNCA por esos cambios deseados desde la páginas de Clarín...
De la misma manera en que, a mí modo de ver, no podía
defender (supuestamente) a los "pequeños y medianos productores" acompañando con el voto o con la presencia en movilizaciones (o con el silencio!) a CARBAP y la Sociedad Rural...
7. "A los que afirman la lógica Pichetto, en cambio, lo único que les importa es el número, y no las razones. Eso, para mí, es contrario a derecho."
El tema es quién (y por qué) se arroga con exclusividad el "cetro de la razón", para usar la frase madisoniana...
8. "Pero lo cierto es que resulta un problema serio, para la democracia, que el Congreso tenga la composición que tiene."
Bueno, el Congreso tiene la composición que tiene como fruto de elecciones libres y competitivas.
Se gasta mucha saliva en hablar sobre el "autoritarismo", me parece que comentarios como este entrañarían algún riesgo de deslizarse subrepticiamente en él...
Saludos.
A mí ese párrafo de Pichetto me parece de lo más lúcido y honesto que dijo en mucho tiempo.
¿Alguien realmente cree que puede haber consenso con la Coalición Cínica, que en lo único que piensa es en su estrategia electoral constantemente, viendo como "oponerse mejor"?
Del mismo modo que es un acierto lo de Marín: esta ley fue un triunfo de la representación popular sobre la presión de las corporaciones.
Me acordé de Pichetto cuando hizo alusión a "esa visión onírica de la democracia" porque la idea de deliberación que Usted defiende representa esa visión onírica. La política es fundamentalmente lucha por el poder, fuerza de unos sobre otros; pero sobre todo ARTICULACIÓN (de buenas y malas maneras, porque todo es manifestación de poder).
Usted no lo va a entender porque es académico, jurista, tecnócrata del derecho. No lo digo en tono peyorativo. Vaya y participe en política y verá cómo cambia su visión cuando existe pertenencia y compromiso con un sector político-partidario.
Su análisis carga responsabilidades sobre el oficialismo y es indulgente con la oposición: "estuvo descoordinado y no fue bueno" (qué eufemismo!). Corrección: FUE MALÍSIMO.
La oposición tiene una incapacidad inmensa para articular en política. Tomando el caso de la reforma constitucional, Alfonsín hizo la lógica: se pegó a Menem (su adversario), negoció en condiciones de inferioridad (por la relación de fuerzas existentes), y aún así logró introducir el NBC y los tratados de derechos humanos. Pero lo más importante es que asumió los costos políticos de esa articulación. Todo el Pueblo fue a su velorio y se lo recuerda como un gran demócrata.
La oposición no quiso asumir los costos de una articulación alternativa. Se quedó en los discursos incendiarios del mediático Fernando Iglesias, el Apocalipsis de Lilita, la chabacanería de Bullrich, etc. No tienen vuelta del ridículo y no son opción de poder.
Reclamar cambios, esperar y refugiarse en los discursos no es articular. El Congreso no se reduce a la idea de "deliberación", es fundamentalmente articulación de política y voluntades, pegar y negociar, negociar y acordar. Incluso si quedás pegado con tu adversario como le pasó a Alfonsín en aquel momento y a los socialistas ahora.
La idea madisoniana también es onírica. Además fuera de tiempo y espacio. Inaplicable a la realidad de nuestro país y a esta ley. En cambio se dio lo madisoniano pero al revés: un gobierno de impopularidad mediática que propone y sanciona una ley perseguida por varios años por muchos sectores de la sociedad civil.
Si quiere esperar bajo la lluvia un colectivo que no se sabe cuándo va a venir, yo propongo que por lo menos busquemos un paraguas. Y esta ley lo es.
Pero estimado Arbolito:
"esta ley fue un triunfo de la representación popular sobre la presión de las corporaciones"
Las dos son corporaciones, diferentes pero corporaciones. O fijate, como la sociedad civil (qué es?, por favor, todo entra ahí?, sin límites? mmmmm hay problemas ahí entonces) puede "influir" en ella cuando la corporación la necesita, y no te extrañe que en la ley de entidades no pueda le consulten a nadie, la cuestión técnica impida el control debido y el lobby permee (pero también lo mee desde arribita) todo. Lo mismo con la ley de quiebras, ley nefasta si las hay.
Esperen el siempre postergado espejito de color de la reforma política para ver cómo "la representación popular" da lugar a la "sociedad civil" para mejorar los controles a la representación, jaja. El sistema institucional decide en qué temas, cuándo y cómo usa a la sociedad, la movilización, para su beneficio. Después total el mismo sistema, las mismas corporaciones son las que implementan todo como ellas quieren.
Estimados, pensar en el movimiento político, en la sociedad, en las bases, está muy bien, pero ser un ingenuo orgánico -el menor de los peligros, porque también pueden parecer pelo.....- de la corporación política o de los medios, eso por favor, evitemos, no le hace bien al movimiento, a la democracia, a nadie (salvo que sean garcas ocultos, cosa que ninguno reconocería y cosa que no sugiero).
Salud!
L.
Todo es un estercolero, y la única flor es RG.
Saludos
Pero a esa "corporación" yo la elegí Lucas, y si no me gusta cómo actúa le cambio el voto en la próxima. Justamente lo alucinante de la política, decía medio en joda y medio en serio un amigo, es que se trata de la única corporación (otorgándote el calificativo) que se "discute" a si misma, lo que pone seriamente en duda a esa categoría.
En todo caso podemos discutir las prácticas hacia adentro de las fuerzas políticas, y ahi si podremos encontrar puntos de contacto con lo que yo interpreto que querés decir.
De cualquier modo (y siguiendo la línea de tu razonamiento) me parece que hay en el fondo de tu planteo cierto aire a "teoría de los dos demonios" en donde "nosotros, los simples mortales de la sociedad civil estamos presos de las grandes corporaciones o del sistema institucional". Y entonces que hacemos, más allá de nuestro accionar individual, te pregunto sobre la cuestión colectiva y sus implicancias. Fundo una ong? Me temo que en 25 minutos puedo quedar "preso de las corporaciones".
Abrazo
Martín
Quisiera replicar a Lucas A. sobre su referencia a la comparación con la Ref. del 94: Me parece que enjuiciar a la reforma como hecha "básicamente" "de espaldas al pueblo" es un error. Seguro fue de espaldas al pueblo el pacto de olivos. Pero no diría que la reforma, en tanto proceso complejo, largo y participativo lo haya sido. Tuvo plurales y complejos actos públicos (en el congreso antes de la aprbación, ante la justicia que revisó la legalidad del proceso, tuvo elecciones de convencionales abiertas a todos los partidos...,y tuvo...una convención inclusiva y participativa, con cupo para mujeres, etc. etc. etc., que duró meses y de la cual nadie se fue)...que el pacto haya sido sostenido sólo por los dos partidos politicos mayoritarios, a casi 10 años de democracia, con sólo dos gobiernos en ejercicio, etc. etc. (en un sistema que en ese momento seguía siendo intensamente bipartidista) tampoco me parece un dato de poca significación política (la atomización y fragmentación post 201, así como la formación de "movimientos sociales" fuera de los partidos y los sindicatos tampoco era significativo...no había casi nada más que los partidos, en términos de identidades socio-políticas...). Sobre todo lo demás, creo que estoy de acuerdo.
Voy con Martín y después con Gustavo Maurino (pongo apellido por si viene más tarde Gus Arballo).
Martín, bien, lo entiendo, las corporaciones no electas, los poderes no electos. Pero ahí tenemos que ponernos a ver QUÉ influencia tenés/podemos tener con el voto, qué poder de castigar tenés, de realmente elegir, de filtrar a los indeseables (incluso en alguna medida, alguna nomás) siempre posteriormente a tu corporación elegida, qué herramientas te da el sistema "que vos elegís", incluso para alguien que viva intensamente la política (desde adentro y desde afuera, a sueldo o por vocación, o ambos, no importa), qué herramientas tienen los movimientos sociales para hacerse escuchar, para controlar, para participar con gravitación, con real control de la agenda, incluso para negociar a la par de la estructura. Me extraña que te comas el discurso que en otros tiempos se llamaría de "de la democracia formal".
Incluso sin tomar tu comentario como idealizante, y tomando el voto como herramienta, me resulta muy torpe, y en muchos casos, llega, para evitar daños, muy tarde. Es una autopsia, en lugar de un diagnóstico.
Fijate, que el 14 de Octubre del 2001 se "castigó" a la clase política (50 por ciento de votos en contra del bipartidismo, la alianza y el pj, no llegaban al 50) y no pasó nada, nada. O sea, nada. Acá están todos, todos.
Si fundás una ong, primero tenés que ver quiénes van a ser tus financiadores, qué vas a hacer y sin lugar a dudas, serás parte de una corporación (una descripción no demonizante desde mi uso del lenguaje), las ongs son un sistema, trabajan para la sociedad? cómo la sociedad se "comuica con ellas" trabajan para el estado? trabajan para sus fundadores? trabajan porque se necesita "lavar" culpas? Cuando te institucionalizás formás parte de una corporación y de un sistema, de una red. No hay duda de eso.
Ahora, no es lo mismo, Ex-Detenidos desaparecidos, Madres o Abuelas (durante los 80, hoy es distinto!, justamente) que el Colegio de Abogados, FORES, la Fundación Mediterranea o Poder Ciudadano. Ojo.
Te pongo un ejemplo, es el caso del riachuelo, las ongs que trabajan el tema, la justicia, el gobierno son corporaciones (de diferente índole). Las inmbiliarias que quieren extender puerto madero después que se limpie, también. Qué influencias tienen los vecinos de la boca, el dock sud, barracas que tienen que soportar la vida con un rio con "olor a leucemia", que tiene el ambiente en el que viven, cómo influyeron durante tantos años en cada proceso de supuesta limpieza.
Efectivamente, hay gente que está
fuera de esos sistemas, e incluso con alguna influencia en esos sistemas no tienen capacidad de veto sobre decisiones que los tienen a ellos como principales perjudicados. Si tienen más o menos, eso es lo importante.
La barata apelación "a los dos demonios" usalas con otro (o mejor, no las uses, no suma). Si querés discutir ideas en serio, seguimos. Sino mandamos fruta y te hago chiste "al estilo capussotto", si?
Entonces, me preguntás, qué hacemos? Primero, saber que nuestra actividad nunca es individual. Vivimos rodeados de personas y nuestra prácticas importan, en cada ámbito.
Segundo, pensemos en una corporación (en alguna medida siempre tendremos corporación al tener sistema institucional, administración de justicia) que no sea clasista, endogámica, autoritariamente jerarquica, cerrada, más permeable al poder del dinero que de la gente que siempre está afuera, siempre. Y, lo más importante, pensemos en formas de organizar la acción colectiva (no individual) mejor.
Con la defensa de las corporaciones, "porque las elegimos" me parece que nos quedamos trabados, es defender un statu quo, bastante rancio y berreta, además que tal vez el principal obstáculo para que los que están peor mejoren.
Sigamos,
Lucas.
Gustavo Maurino, gracias por responder,
Voy de vuelta porque hubo cosas que salieron con errores de redacción, por incontinencia de responder (y apuro) =)
El pacto de olivos fue secretamente pactado (incluso fuera de los límites de los partidos, que no son sus presidentes ocasionales), estableció una cláusula cerrojo que impedía realmente salirse de lo secretamente pactado en la convención, rechazar y negociarlo en la convención "soberana". Si hay nexo de casualidad ahí, me parece que la descripción se mantiene. Fue de espaldas al pueblo, pero fue en un acto público, que implicó una elección de constituyentes, pero por necesidades de coyuntura, alejadas de toda participación y a través de un pacto de dos.
Se puede decir que fue una participación muy pasiva, en todo caso.
Las reformas constitucionales, no son participativas por definición. Incluso si hubiese lo que hay en tantos lados, referendums ratificatorio, el referendum sería "poco participativo" al menos, o un uso bastante limitado de la participación.
Escribiste: "Tuvo plurales y complejos actos públicos (en el congreso antes de la aprbación, ante la justicia que revisó la legalidad del proceso, tuvo elecciones de convencionales abiertas a todos los partidos...,y tuvo...una convención inclusiva y participativa, con cupo para mujeres, etc. etc. etc., que duró meses y de la cual nadie se
fue)..."
Entiendo lo que me decís, pero aclararía. Efectivamente, uno de los miembros de la conadep, Monseñor Jaime de Nevares elegido por el 70 (aprox) por ciento de los electores de Neuquen, decidió junto a su compañera, renunciar a participar, porque "estaba todo previamente pactado" "porque era convalidar una reforma a espaldas del pueblo" "era reforzar los problemas no solucionarlos" (cito más o menos de memoria, pero esa era la idea). Todo esto fue en las sesiones de la convención, su discurso fue muy bueno y denunciaba estos defectos.
Convencionales como Alfredo Bravo ,me parece, que se quedaron para tratar de "evitar daños más graves", agregar el tema de los pactos (art 36, también) y diputados como Polino, entre otros, llevaron casos ante la Corte Suprema sin ningún éxito (era, en definitiva, la corte ampliada de los 90).
Corte Suprema, que fue parte del negociado secreto, dado que la incoporación Gustavo Bossert fue resultado del pacto, del toma y daca, entre Radicales y Peronistas (como el tercer senador y varias cosas más).
Además, hay detrás de mi juicio, una severa crítica sobre los déficits democráticos de cualquier reforma constitucional, organizada más para "extraer" las cuestiones de las esferas ciudadanas que hacer partir la reforma desde las bases.
Un ejemplo en contrario, sería el proceso constituyente boliviano (con sus defectos incluso). Muchas de las reformas constitucionales de los paises de la ex-urss fue, según los relatos que puede leer, menos corporativa, más participativa, con referedums ratificatorio (o la mayoría).
Hubiese pasado un referendum la reforma del 94? Me parece que responderla no nos dice mucho, pero vale que quede picando la pregunta.
En fin, sigamos.
Lucas.
Hace unos años pude leer el debate en le Congreso en torno a la ley 1420, más allá de las discrepancias que uno pueda tener con los legisladores de esa época, es impresionante el nivel y la calidad del debate.
Escuchar a nuestros diputados/senadores en la actualidad es lamentable.
Grazie RG por tus análisis de la realidad.
Saludos
Sebas
Martin, me parece que tenes una vision muy resignada, muy conformista de la politica. Las herramientas que tenemos /que se nos ha dejado/ para producir cambios en la politica son minimas, y sus efectos, como sabemos, mas bien inocuos. Cuando votes la proxima vez, por mas que votes en contra, va a ser extremadamente dificil decifrar tu voto, porque podes (un ejemplo) querer apoyar esta ley, pero criticar el arreglo con el fmi, y felicitar por lo hecho con la 125, y criticar a moreno, y felicitar a filmus, y...Y con ese solo voto nadie va a saber que quisiste decir. Es decir, tu confianza en lo que podemos hacer contra esta corporacion, votando a favor o en contra, me parece que toma todo el status quo como da, y muestra una confianza excesivisima en las herramientas que tenemos. De mi parte, como tengo una vision mucho mas esceptica al respecto, me preocupo mucho mas por los controles que ponemos en el medio, y las puertas que abrimos al abuso
Lucas, lo primero es aclararte, por si hace falta, que intento discutir en serio. Y así como uno no se agravia cuando hablás de opciones como “ingenuo orgánico”, “pelo…..” o “garcas ocultos” te pido que me interpretes de la mejor manera.
Te reitero mi argumento central y lo complemento. Vos pones en un pie de igualdad con una categoría discutible, la de “corporación”, a la “clase política” (horrible el término) (y ahí supongo que metés de todo, desde el partido más chico, pasando por los sindicatos, las organizaciones sociales, hasta los partidos políticos más grandes) y a la clase o corporación o poder “no electo”. Y en apariencia entras en una lógica al estilo “ni lo uno ni lo otro”. Yo no me como la galletita de la democracia formal, todo lo contrario. Y de lo último que creo que me podrías acusar es de tener un discurso idealizante. En todo caso esa es mi objeción a vos, a ustedes.
Yo respeto tus críticas con relación al voto como herramienta de cambio, y muchas las comparto, muchas. Pero en cualquier caso es un principio diferenciador fundamental y uno de los ejes para institucionalizar a las mayorías. Después nos ponemos a discutir sobre como mejorar la participación, la influencia real, etc, etc. Pero si no te gusta una ley o un gobierno, no me parece minimizar el argumento del voto mayoritario. Da otras razones.
Mi argumento apunta, o lo intenta, a lo que justamente marcás vos, que es la funcionalidad al statu quo. Y una crítica, como la tuya, la de RG en este post, etc., terminan siendo funcionales a ese statu quo que querés combatir. Sencillamente desconoce el trabajo político, la acción política, en fín la política y la reduce a un mero juego de perversas superestructuras, en donde nosostros los simples mortales poco y nada podemos hacer más que “actuar sabiendo que nuestras practicas importan a quienes nos rodean”. Tu opción política termina siempre “tirando la pelota afuera” (con perdón de la metáfora futbolera). Esto no pero aquello tampoco, y cuando tirás una opción concreta te vas lejos. Vuelvo sobre algo que habíamos discutido antes, tiene que ver con asumir determinadas contradicciones, propias del juego político. Lamentablemente la solucion que das a mi pregunta, si bien es hermosa, la firmo la enmarco y la cuelgo en mi pieza, es “idealizante” y termina siendo irreal. Si rastreas todo el arco político, no vas a encontrar una sola organización (y si la conocés contámelo), grande o chica, que no tenga algunos de los condimentos que objetás (en especial la organizaciones que intervinieron en el 2001 y se creyeron herederas del “que se vayan todos”). Y si querés me apresuro a decir que no vas a encontrar ninguna organización de otro tipo que no tenga, al menos alguno de, esos condimentos. Entonces que? Hay que elegir, optar y actuar. Y yo opto che. Aun a costa de ser garca y ingenuo, salame o como quieran llamarle.
Por último, que es o a que te referís con la “gente de afuera”?. Yo, más bien tengo una mirada bastante crítica hacia aquellos que luego de más de una pila de años de democracia, se sienten o saben como “gente de afuera”. Me parece bastante criticable a esta altura del partido manejar de modo acrítico categorías como estas. Esa gente elige estar afuera.
Martín
el problema es tuyo, martin, que pensas lo que yo ni muchos pensamos, que todo es un "esto o lo otro," cuando todo todo todo lo que venimos diciendo es que hay otras opciones, que no son ni eso ni lo otro. y eso no es tirar la pelota afuera, como decis, sino compromiso contra el status quo que fijen los poderosos. yo te podre decir mil veces, frente a lo que me digas, que el que juega a favor del poder sos vos. yo nunca estuve a favor de no cambiar, sino a favor de pelear por el mejor cambio posible (nunca el mejor cambio ideal, que descuento que no se alcanza), pero que esta muy lejos de lo obtenido. vos convertis lo real, lo sucedido, en lo unico posible, eso es conformismo, posibilismo, resignacion (curioso, lo mismo que le decian a raul a. hace un par de decadas)
Roberto, porque suscribo absolutamente lo que decis es que milito activamente en política (por lo general partidaria) desde mis doce años. y ya van recontramuchos. Sucede que discrepamos abiertamente en como resolverlo. Para ustedes, en todo caso pasa por una cuestión de diseño institucional (tema por lo que tanto me interesa tu blog) y de honestidad y probidad individual (desde un costado más bien pasivo "las pocas herramientas que nos dejaron para actuar". Para mi la cosa para por la acción política, por meterse (y enchastrarse!) y tratar de cambiar la realidad que tanto nos disgusta, con tooodo lo que implica; y que en todo caso incluye a lo otro.
Abrazo
Martín
martin, derivas lo que queres de lo que digo. a) nunca diria que la salida es individual y no colectiva; b) rechazo la idea de algun salvador con "honestidad y probidad individual," por las mismas razones que rechazo la concentracion de poder (porque me pregunto que pasaria si ese cargo maniana lo ocupa un deshonesto); c) tengo y defiendo y promuevo la militancia aunque ahora no haga militancia partidaria; d) si hay pocas herramientas que nos dejaron, eso es un impulso para actuar por vias no necesariamente institucionales, y no para no actuar
"“Ocurre en todo el mundo," me dirán, “es lo que hay,” propondrán. Pero lo cierto es que resulta un problema serio, para la democracia, que el Congreso tenga la composición que tiene, y sobre todo funcione conforme a los criterios, y según las prácticas con que funciona.
Me pregunto:
Por qué tiene el Congreso la composición actual?
Si el problema de fondo está en las personas, qué puede ofrecer la democracia como la entiende Gargarella para resolver el asunto? Esa nueva democracia deberá ser dispensada desde arriba? Porque, que yo sepa, la democracia sólo se puede mejorar con los que ya están; si asumimos que el cambio sólo podrá ser gradual, patalear por la reforma de una ley que no se dio bajo las condiciones a las que debemos aspirar a llegar (porque todavía no las tenemos) parece autocontradictorio.
Saludos,
PIC
no, el problema de fondo tambien esta en las instituciones. la democracia nos deberia permitir mucho mas de lo que hoy nos permite, y hay que ponerse de pie contra ello
"Hay que ponerse de pie contra ello"
Desde dónde? Desde un blog? Yo sostengo que debe hacérselo desde las instituciones vigentes, con sus limitaciones actuales, y con los hombres disponibles. Este tipo de cambios es necesariamente gradual, incremental. Las alternativas a esto son: i) la postura revolucionaria, que generalmente no es valiosa (en boca de e.g. los militantes de agrupaciones de izquierda), ii) la postura "principista" y apolítica (UCR, socialdemócrata, etc.) que resta importancia al núcleo mismo de la política (intereses, lucha, conflicto, gobierno), pues cree en la justicia social dispensada desde arriba por un Estado fuerte (pero no se pregunta de dónde saldrá).
Saludos,
PIC
Publicar un comentario