10 feb 2014

Ibsen

Veía en estos días "The Lady from the Sea" (Fruen Fra Havet) del noruego Henrik Ibsen (gran obra que inspirara algunos trabajos de otro notable noruego como Edvard Munch -así, el que acompaña a este post: pura melancolía). La obra es de 1888, y como todas las de Ibsen, muestra muchos rasgos salientes. Primero: qué alegría entrar a ver una obra y a los pocos instantes ya estar navegando en aguas profundas. Un texto intenso, lleno de alegrías y angustias, denso en el mejor de los sentidos. Tan distinto a lo que uno está acostumbrado (un texto¡¡¡). Todas las relaciones personales son interesantes, valen la pena, están marcadas por una fuerte vitalidad, de personajes bien contorneados. Segundo, qué notable que se pueda escribir una obra teatral profunda, sustantiva, sin caer en la vanidad, en la pretenciosidad, en la ambición de decirlo todo. No: el lenguaje es llano, cercano, comprensible, siempre emocionante. Tercero: todos los personajes me resultan atractivos, y todos me parecen -al menos en esta obra- buenas personas. Otro hallazgo: para que la obra sea profunda no se necesita matar a nadie; para que sea interesante no debe estar cruzada por perversidades y crímenes. Cuarto: las mujeres, las mujeres, las mujeres. Cómo hizo Ibsen para tener semejante cabeza en esa época, cuando casi nadie de quienes lo rodeaban, nos rodeaban, pensaba siquiera en la independencia efectiva de la mujer.  Todos los personajes femeninos de Ibsen son excepcionales: mujeres fuertes, que ocupan el centro de la escena, que pelean por su libertad, que piden y consiguen independencia, que luchan por consideración y respeto. De dónde saliste Ibsen? Cómo hiciste? Finalmente: no digo que todo el teatro deba ser así, pero sí: qué bueno que exista teatro así.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué grande Ibsen, y qué maravilla lo de Munch. Rescataste dos monstruos.
Abrazo
fede orlando