Terminando
el evento, una Profesora me retorna a mi punto de partida: es mujer, abogada,
joven, negra, activa. Votó a Bolsonaro. Me lo dice en voz baja, en una
confesión que ocultó a casi todos los otros. Lo que cuenta resulta, para mí,
iluminador sobre lo que entiendo fue una situación extendida, y a la vez
confirmatorio de mucho de lo que escribí al respecto. Sostiene: “Lo que yo
quiero es sólo ser capaz de volver a la noche, caminando a casa.” Agrega que no
confiaba en “la mirada” de Haddad. Al mismo tiempo, considera “ruin” todo lo
que le escuchó a su candidato, Bolsonaro, sobre las personas de su “nicho”:
mujeres negras. Otros, pienso, lo sé, han hecho cosas parecidas: votaron
asumiendo que Bolsonaro no era lo que alardeaba que era; votaron porque estaban
cansados de la corrupción; votaron para obligar a un cambio. En todo caso, lo
interesante está ahí. El voto masivo a un candidato racista, machista,
homofóbico, y favorable a la violencia y el maltrato, no significa que Brasil
se haya convertida en racista, machista, homofóbico y favorable a la violencia
y el maltrato. Tal vez nada de eso, tal vez sólo un poco, tal vez sólo algunos,
un poco. Brasil es más grande y diverso que eso. Bueno sería tener instrumentos
democráticos que nos ayudaran un poco, a establecer algún matiz, uno solo al
menos, en lugar de obligarnos al “todo o nada” para luego señalar acusatoriamente
a quienes no han distinguido.
8 nov 2018
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1 comentario:
igual mucho no entiendo. no es preferible votar a un candidato x no fascista y luego luchar contra la corrupción que votar a un candidato z fascista y luego tener que luchar contra el fascismo? volver a casa tranquila en un ambiente de hostilidad total hacia todo lo que no sea blanco y heterosexual? de qué tranquilidad podrá disfrutar? de verdad no entiendo...
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