Frente
a ciertas gentes, que miran la tremenda desigualdad desde el lado de arriba,
rodeados de confort y arrogancia, recuerdo el debate de textos entre el
sociólogo de Brasil Roberto Da Matta (“¿Você sabe com quem está falando?”), y
el abogado argentino Guillermo O Donnell (“¿A mí que mierda me importa?”). Pero
pienso, sobre todo, en la amiga Rita Segato, y en su “pedagogía de la crueldad.”
Y es que, aunque ella formuló su visión en términos más universales (entre sus
primeros ejemplos estuvo el film “La naranja mecánica”), me parece claro,
también, que su Brasil, en donde residió y enseñó durante más de 30 años, era
protagonista y motivación que latía, al interior y a lo largo de todo su
análisis. Hay en las clases acomodadas de aquí, unos modos naturalizados de la
crueldad, que ayudan a entender este momento trágico (recuerdo con horror un
programa de la tv local, en donde se bromeaba con un morocho, feo, petiso y
gordo, al que se terminaba arrojando, celebratoriamente, al interior de un
camión de basura). Será que en sociedades tan quebradas, tan desiguales, y como
cantaba el poeta, “si no cambia todo, no cambia nada”?
8 nov 2018
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