10 oct 2007

La frase más temida

Desde que vine, hace un mes, por unos meses, a los Estados Unidos, no hay nada que tema más que la palabra “Sir.” La cuestión es más o menos así. Yo voy caminando, y de repente escucho a mis espaldas –siempre a mis espaldas: “Sir.” Yo sigo caminando como si no escuchara nada. Y de nuevo, “Sir.” Yo sigo, mientras un hilo frío ya me recorre la espalda. “Sir,” más fuerte. Sigo. “Sir,” ya en tono enojoso. Entonces acelero, lo que no siempre es posible, o me doy vuelta cerrando los ojos por dentro, sabiendo que lo peor está por llegar. Ahí, mordiéndome los labios, pongo la cara más inocente que me queda, mientras me miro de frente con el portero de la biblioteca, un guardia, el jefe de la aduana en el aeropuerto, un policía, el encargado del local, el reponedor del supermercado, o quien sea. El problema es que siempre, SIEMPRE, estoy en falta. Para contar lo comentable. En el aeropuerto, todo lo mío está mal, todo lo que leo genera dudas (antológicamente, una vez me pusieron contra la pared mientras, a los gritos, me preguntaban qué hacía con tantos libros de derecho constitucional!), y siempre estoy volviendo de algún país sospechoso (la anteúltima vez que volví de Colombia fui a parar al salón de deportados, y fui rodeado por guardias temiblemente musculosos). Cuando escucho música, lo hago a través de medios heterodoxos. En la Universidad, siempre entro por donde no debo entrar, y salgo por donde no se debe salir. En la biblioteca, el carnet me falla, así que tengo uno arreglado provisionalmente, que me genera crisis de vez en vez. En el mercado, bien puede ocurrir que no haya pagado una fruta. En la impresora, abuso con toneladas de copias, y me muevo cada día en la delgada línea que separa lo indecoroso de lo ilegal. En la calle, cruzo mal, no respeto los semáforos, tiro la basura hogareña en los cestos para papeles (lo cual se penaliza con multas astronómicas). No tengo problemas de admitir mis pequeñas faltas, pero debo decir –lo denuncio- que, aquí, como en tantos lados, buena parte de la normalidad de uno genera sospecha o se criminaliza. Así no vamos a ir lejos.

5 comentarios:

Heber Joel Campos dijo...

Es cierto aquello de los libros de derecho constitucional? Porque no ahondas un poco más en la anecdota.
¿qué estas leyendo ultimamente?
Un abrazo

rg dijo...

Si, de hecho fui una vez que volvia de Colombia. Como siempre, estaba en situacion sospechosa. Habia ido a uno de esos congresos insoportables de la asoc. de ciencias politicas yanqui (apsa, adonde no quisiera volver nunca mas), que se habia organizado en California si no recuerdo mal. La cuestion es que luego tenia que ir a otro congreso (de la asoc. latinoamericana de cs. sociales, lasa, idem), que se hacia en la costa este (en Washington creo). Y en el medio, como me quedaba una semana libre, acepte ir a dar unas charlas en Bogota. El agregado es que cargaba una cantidad enorme de libros: Apsa suele terminar sus conferencias con un remate o regalo de libros, y yo habia llenado un bolso gigante con los libros que los colegas yanquis despreciaban (ellos tenian la certeza que los conseguirian en su universidad, yo la de que nunca en mi vida tendria el dinero para comprarlos). A mi, por eso, se me caian las lagrimas con cada libro nuevo que me dejaban llevar. El asunto es que claro, cuando volvi de Bogota a USA, via Houston, los de la aduana me vieron, no solo con un bolso enorme, sino ademas en un trayecto sospechoso. Dijeron "este tipo esta triangulando: Costa Oeste, Bogota, Costa Este". Asi que me agarraron mal -como a tantos pobres correligionarios colombianos- me pusieron contra una pared, y se pusieron a gritar por cualquier cosa. Y me aullaron esa pregunta increible, sobre que hacia con tantos libros de derecho constitucional. Yo empece a alegar la Constitucion, la Primera Enmienda, hasta que vi que lo que les decia no les importaba un bledo, y que yo estaba en un limbo juridico. Asi que cerre los ojos y me dije "mejor me callo y aguanto el temporal." Asi fue. Aguante el chubasco y pase al otro lado, con los libros bajo el brazo, sudoroso y temblando. Pero aca estamos, y los libros conmigo.

Alejandro Haimovich dijo...

jaj, y como es eso de escuchar musica en forma heterodoxa??

rg dijo...

los hay quienes escuchan musica por medios ortodoxos, los hay quienes escuchan música por medios heterodoxos. pero todos escuchamos música en definitiva. el mundo es diverso y plural, como el peronismo

Dushyant dijo...

RG es un transgresor.

Yo, por el contrario siempre me acostumbre a moverme bajo el radar y en EE.UU me ha dado resultados extraordinarios, nunca me embromaron!

Con respecto a los libros un amigo era tan exagerado que en la epoca del Proceso se habia hecho hacer un sello de goma (que puso en cada uno de sus libros marxistas o izquierdosos, de los que "pensaban feo" que decia algo asi como "material de estudio anti-comunista" para disuadir a las fuerzas de seguridad.

Las historias que he escuchado de los aeropuertos de USA son de horror:

1) A un musico argentino lo sometieron a un search obligandolo a desnudarse (y la consiguiente humillacion) por haberse negado a despachar el violin (cuyo valor es inestimable)

2) Muchos canadienses por ejemplo se niegan a evitar las escalas en USA debido a las molestias que le provocan el trato del personal de los aeropuertos.

Rex