El film Persépolis, de la iraní Marjane Satrapi, se llevó este año el Premio del Jurado en Cannes. Se trata de una película de animación, de tipo autobiográfica, con dibujos que parecen hechos a mano por la directora. En su film, la autora no reniega de Irán y, por el contrario, muestra hacia su país un enorme y dolido cariño. Allí es donde vuelve luego de una estancia difícil en Europa (en Austria), para volver a partir tiempo más tarde, ya definitivamente, hacia Francia. Saludablemente, Marjane nos muestra a los iraníes bastante parecidos a cualquiera de nosotros, aunque sometidos a una dictadura religiosa y fanática (nosotros, al menos, no estamos en manos de fanáticos religiosos). Sus compañeros hacen, con cierto cuidado, a escondidas, mucho de lo que cualquiera hace en su país, sólo que menos temerosamente. Los gustos musicales son más o menos idénticos a los de uno, como son más o menos los mismos los bailes, el alcohol, los encuentros o las separaciones. Saludablemente también, la autora reivindica su educación, en el seno de una familia de raíces comunistas, y liberal en las costumbras. Sobre todo reivindica a su tío, convencido y radical comunista, que muerte en las manos del gobierno autoritario. Por otra parte, Marjane deja en claro su natural anti-americanismo -una postura inducida por la certeza de que su país ha sido instrumentalizado por mercenarios económicos y políticos, en muchos casos asociados con los Estados Unidos. La película no es, de ningún modo, alguna de estas solas caras. Es todas ellas, y muchas otras, combinadas por una directora librepensante, a veces acomplejada y abrumada, a veces grandiosamente vital. La película cerró el Festival de Cine de NYC, y la autora fue ovacionada durante varios minutos, por una platea que aplaudía de pie, extasiada. Yo me preguntaba qué aplaudía la gente, aunque entiendo que cada uno podía estar aplaudiendo por cosas diferentes. Hoy tuve algún indicio sobre mis propios prejuicios, sin embargo, a partir de un reportaje que le hacen a la autora, en el New York Times. Sin ser escandaloso, el reportaje es simplemente esperable, y muestra una lectura del film de acuerdo a todos y cada uno de los estereotipos cantados. La periodista ya arranca preguntándole sobre el film, que trata -nos dice, le dice- “sobre el tema brutal de cómo crecer en Irán.” La directora aparece incómoda desde el principio (aunque esto amerita también un “maneras de leer un reportaje”). Luego, la reportera le pregunta por su religión musulmana, ella dice que no lo es; luego, por su feminismo, ella dice que no lo es. Finalmente le pregunta por el acto de “auto-denegación” que implica , para una mayoría de mujeres musulmanas, el tener que llevar el chador. Marjane ya se enoja, y le suelta: “En los países musulmanes tratan de cubrir a las mujeres, y acá en América tratan de que se parezcan a un pedazo de carne” (!!). La periodista le dice, descolocada, “estoy en desacuerdo,” y Marjane le da la estocada final diciéndole: “Pero acá también tenemos que mirar hacia nosotros mismos. Por qué es que todas las mujeres se hacen una cirugía plástica? Por qué? Por qué? Por qué todas tienen que parecer unas “freaks” con labios enormes como un ano? Qué es lo que eso tiene de sexy? Qué tiene de sexy que alguien tenga que parecerse al ano de un ganso?” Supongo que a la directora también le molestó que mirasen su película con el ojo de un ganso.
p.d.: me recomiendan un excelente link a algunos dibujos de la autora, en
http://satrapi.blogs.nytimes.com/?8qa
http://satrapi.blogs.nytimes.com/?8qa
3 comentarios:
Roberto, si leyó la nota del Tymes debería leer también las notas/graficos que Satrapi publicó en el diario.
Se encuentran en
http://satrapi.blogs.nytimes.com/?8qa
Imperdibles.
Abrazos
JP
buenisimo, pongo el link en el mismo texto
Iran es una democracia no una dictadura. Esa "feminista" debe ser una les....a
Rex
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