12 jun 2008

Favio x Martel




Después de una cantidad de números entre aburridos y cómodos, la revista Haciendo Cine se despertó con una excelente idea, que merece celebración: Pedirle a la brillante directora Lucrecia Martel un reportaje a Leonardo Favio. Aunque podía ser todavía mejor, el reportaje está muy bien, vale la pena leerlo. Es el encuentro entre dos personajes que, por los propios méritos, pasaron ya a la mejor historia del cine local. Un poco arbitrariamente, selecciono algún párrafo de la entrevista

Martel: Cuando habló del pudor en el cine, usted dijo que no había que filmar con pudor. Y justamente cuando uno ve el cine de Leonardo Favio, eso es lo primero que uno puede decir, aun sin saber nada: este hombre no tiene pudor.

Favio: Es porque el cine es amor, tenemos una relación amorosa con él. Por eso duele tanto, por eso uno queda tan vacío cuando se termina y hay que pasar urgente a otro proyecto.

Martel: Pero me gustaría entender a qué se refiere cuando habla de pudor en esa instancia.

Favio: Todo es bueno para lograr la emoción, el cine no es otra cosa que lograr la emoción. En última instancia somos beduinos contando un cuento en el desierto. Si tengo que filmar una escena clásica yo no tengo ningún problema en decir que quiero fotografiarla como lo hacía tal o cual director y, aunque me digan que no, yo insisto: "hacela y después vemos." Eso es no tener pudor. Cuando uno hace el amor con su pareja y es feliz, ¿por qué se va a privar? No somos ángeles, somos seres humanos. Salvo, claro, en cuanto a las limitaciones morales, sobre todo, en cuanto a no dañar al otro. El cine es lo mismo. Si veo algo que a mí me gusta de determinada película no la voy a calcar, pero puede ser el disparador de una escena descomunal. Qué me importa si dicen que se parece a Nilsson o que es muy Truffaut, si logro la emoción, ya está. No hay que preguntarse tanto. Siempre aplico la frase de San Agustín, "Ama y haz lo que quieras."

Martel: Sí, pero también entiendo el pudor en otro sentido...me refiero a que si yo tengo que elegir (lo digo como un defecto y no como una virtud), entre todas las posibilidades que ofrece un diálogo: el llanto, el grito, y el momento en que no se sabe cómo comenzar con todo eso, yo elijo este último momento. Porque lo otro me inhibe un poco. Me inhibe a mí. Pero cuando lo veo al diablo llorando en Nazareno...no lo puedo evitar y lloro. Pero cuando tengo que plantear la escena, elijo siempre el momento en que los sentimientos están más enmascarados.

3 comentarios:

mm dijo...

Interesante… me pregunto si en esas palabras no hay algo vital que desborda el cine y tiene que ver con lo auténtico como posibilidad para dar cuenta de lo que somos y de las formas que tenemos de sentir y hacer lo que hacemos (no digo que Leonardo Favio lo atribuya exclusivamente al cine).Pienso ..no nos detenemos en silencio a veces, sobre el punto final de un proyecto? Acaso renunciamos a mejores preguntas ahí en donde el cine filma sin pudor, aunque debamos reformular todo un esquema de ideas?..

Alberto Bovino dijo...

Me parece que tu interrogante es respondido en el sentido que sugerís en el espléndido párrafo donde LF explica a que se refiere cuando habla de pudor. Si hasta la frase con que remata la pregunta es maravillosa. Perdón por hacer gala de mi ignorancia, pero jamás habría imaginado que San Agustín dijera una cosa así.

AB

mm dijo...

Si, si , seguro en eso enfatizaba con la pregunta..